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dissabte, 12 de juliol del 2008

Demasiados bichos



Frank Darabont es un cineasta que anteriormente ha tenido un relativo éxito con sendas adaptaciones de novelas del celebérrimo Stephen King, prolífico escritor estadounidense.

El año pasado Darabont decidió acudir de nuevo a la fuente de inspiración de King, adaptando para el cine un relato corto publicado hace ya años, en 1980, sufriendo diversas reediciones, alcanzando la que he leído 88 páginas.

La película, titulada en España como La Niebla (The Mist, 2007), se basa en un guión del propio Darabont sobre el relato de King.

En un pueblo de Maine, una tormenta de verano produce la llegada de una niebla pertinaz que va invadiendo toda la superficie. Un árbol de Brent Norton (Andre Braugher), acomodado abogado que tiene una segunda residencia a orillas del lago, ha caido sobre el cobertizo de casa de David Drayton (Thomas Jane) y ambos, con el hijo de David, se trasladan al centro comercial del pueblo en busca de provisiones y material para reparar los daños de la tormenta.

Cuando están dentro del centro comercial, uno de los habitantes del pueblo entra, gritando, asegurando que hay algo dentro en la niebla que se acerca; algo que es peligroso; el vecino viene excitado y con arañazos e insiste en que cierren todas las puertas.

Pronto el recinto quedará rodeado por la espesa niebla y el heterogéneo conjunto de vecinos irá cobrando miedo en la situación desconocida, máxime cuando comprueban que uno de ellos muere de forma horripilante y extraña al salir del edificio.

David comprueba que en el portón de mercancías, cabe la parte trasera del comercio, alguien está dando grandes golpes y ante la burla de operarios con escasas luces, veremos cómo uno de ellos es capturado y arrastrado al exterior por unos misteriosos tentáculos.

Hay algo fuera; algo no natural, no explicable.

Una de las vecinas del pueblo, la Sra. Carmody (la siempre estupenda actriz Marcia Gay Harden), conocida como "chalada", empieza a recitar oraciones bíblicas asegurando que es el fin del mundo, el castigo merecido por tantos pecados cometidos.

Darabont, basándose en el libreto de King, sabe recrear perfectamente la atmósfera opresiva que la niebla como entorno amenazante crea en el grupo de gentes diversas que se ven forzadas a convivir y a luchar por su seguridad y quizás por su propia vida.

Las ideas místicas de la Sra. Carmody, enraizadas en el más rancio adoctrinamiento bíblico chocarán con la forma de afrontar unos sucesos extraños pero reales de un pequeño grupo; pronto comprobaremos cómo el mesianismo de Carmody gana adeptos a cada minuto, buscando los más ignorantes la explicación del fenómeno en raíces sobrenaturales. un pequeño grupo de escépticos que no se creen nada ya habrán desaparecido en la profunda niebla cuando quienes buscan una explicación más racional, sin dejar de ser fantástica, deberán enfrentarse al mesianismo alocado de la mayoría.

Darabont ofrece un ejercicio alegórico de la sociedad actual, aunque de forma nada sutil y bastante esquemática. La confrontación de ideologías es muy interesante, pero, por desgracia, apenas transcurrido medio metraje, cede ante los bichos: los bichos que, ciertamente, están en la narración original. Bichos que en el relato disponen de un protagonismo explicable, pero que en su adaptación a la gran pantalla resultan excesivos, por lo menos en opinión de este comentarista que, he de reconocerlo, no soy muy amante de ellos.

La presentación de cientos de bichos extraños por medio de trucos infográficos reconvierte lo que podría ser una película de terror psicológico en una especie de pesadilla con carácter físico. El uso del ordenador para mostrarnos la inmensa variedad de bichos extraños a nuestro mundo nos priva de inmediato del ejercicio de la elipsis cinematográfica, aquella que sugerente, refuerza nuestra imaginación y con ella el sentimiento de pánico ante lo desconocido; porque una vez conocido el aspecto del enemigo, sólo queda la incógnita de saber de donde viene y como vencerlo, pero eso son cuestiones de mero ejercicio, de acción, reduciéndose la trama a una aventura mezclada con un mal sueño.

De la misma forma que Darabont altera el final del relato para presentar un final muy bien pensado, mejorando el original, en opinión de este cinéfilo, también podría haber obviado la presentación tan clara de los cientos de bichos que interactúan con los sujetos presos de la niebla, para acentuar su prisión anímica, mucho más terrible.

En definitiva, una película de las de miedo, con bichos, desperdiciando las enormes posibilidades de las muchas sugerentes elipsis que podría haber ofrecido y que destroza con imágenes innecesarias.

Esa renuncia de Darabont al ejercicio de estimular nuestra imaginación es, pasadas dos semanas de ver la película, lo que sigue causándome mayor terror: ¿acaso ya nunca más se tendrá en cuenta la inteligencia del espectador como partícipe en la obra, aportando cada quien su imaginación para completar lo sugerido? ¿seguro que se nos tiene que dar todo tan mascadito?


Trailer






4 comentaris :

  1. La verdad es que los últimos estrenos dejan mucho que desear. En numerosas ocasiones tienes que optar por tomar una peli de la diviteca y ....precisamente acabo de ver una opción viendo pasar tus diapos..."la invasión de los ladrones de cuerpos", "Frenzy" o "LA Huella" son más que recomendables para una tarde.
    Así que vamos a dejar a Stephen King y su "Niebla". Me fio de tu criterio.
    Un abrazote.

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  2. Hay de todo, supongo, aunque resulta difícil que le sorprendan y entusiasmen a uno...

    Las diapos corresponden, claro, a películas ya comentadas; lo digo por si acaso...

    Un abrazo.

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  3. Creo que tienes razón, Josep, Darabont ha caído en la máxima crítica de Voltaire: "el secreto de aburrir consiste en contarlo todo". Darabont cuenta demasiado, creo.
    Saludos

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  4. Muy buena esa cita de Voltaire que desconocía, 39escalones.

    Quizás podríamos imprimirla en un cartel y enviarla gratis a algunos estudios cinematográficos; aunque quizás le harían más caso si se la vendiéramos a precio de oro...

    Saludos.

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