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divendres, 24 d’abril del 2009

Algo tendrá Oscar (continuación)




Lord Goring.- Debería usted irse a la cama, Miss Mabel

Miss Mabel Chiltern.- ¡Lord Goring!

Lord Goring.- Mi padre me decía hace una hora que me fuese a la cama. No sé porqué no puedo darle a usted el mismo consejo. Siempre comunico los buenos consejos. Es lo único que se puede hacer con ellos. A uno nunca le son útiles.


Como ya apunté el miércoles pasado, la literatura de Oscar Wilde ha sido llevada en muchísimas ocasiones a la gran pantalla, probablemente porque sus ocurrentes diálogos son una baza segura para atraer al público inteligente, que busca entretenimiento a partir de un cierto nivel, como ocurre asimismo en las traslaciones al cine de diversos dramaturgos, tanto comedias como tragedias, suscitando el interés, al tiempo, de cineastas que no han tenido empacho alguno en afrontar su adaptación, a sabiendas que el material base era -es- casi que perfecto, sin que la brillantez del texto signifique siempre camino al éxito, ni crítico, ni comercial, porque, evidentemente, el cineasta que acomete semejante empresa debe contener en sí mismo una capacidad cultural imprescindible para no equivocarse en el planteamiento de la trama en un medio para el que no fue creada.

El londinense Oliver Parker fue, como se dice, monaguillo antes que fraile, ya que su primer contacto con el cine data de 1986, en su condición de actor; en 1995 se estrenó a los mandos con una adaptación de Othello (que todavía no he visto, a pesar de tener el dvd por ahí en la estantería) y su segunda incursión como director de cine fue en 1999, con la comedia dramática Un Marido Ideal (An Ideal Husband), tomando también bajo su responsabilidad la confección del guión adaptando la pieza de Wilde al cine.

Este comentarista no puede menos que alabar la inteligencia y el buen gusto de Parker.

La inteligencia, porque toma en sus manos una obra teatral sobradamente conocida y, con un par de cojones, que diría Camilo José Cela, coge el destornillador de su talento y retuerce la trama un poco más, consiguiendo, en mi humilde opinión, mejorarla, con un guión merecedor de todos los elogios.

¡Mejorar a Wilde! ¡Imposible! Diría cualquiera...

Pues sí: la pieza teatral original -que ayer dejé a disposición y alcance de todos- tiene lo que podríamos llamar un pequeño fallo en la resolución de la intriga, en la batalla sentimental, dialéctica y plena de argucias que mantienen Lord Goring y Mrs. Cheveley. Un fallo poco importante, porque lo realmente importante no son los hechos sino los personajes tan brillantemente descritos por Wilde. Pero fallo, al fin y al cabo.

Parker se vale, aproximadamente en un ochenta por ciento largo, del texto impoluto creado por Wilde. Añade algunas escenas de su propia pluma, lances amorosos que no están en el original y elimina ese pequeño fallo, transformando la resolución de la intriga, otorgando una nueva dimensión a esos dos personajes que acabarán, forzosamente, por reclamar la atención del espectador, como ya ocurre en el original teatral.

El buen gusto de Parker se manifiesta en los diversos aspectos de la película, siendo quizás, a ojos de este comentarista, el principal un acierto absoluto de elección de los intérpretes que darán cuerpo -y alma- a los personajes ideados por Wilde, mujeres y hombres de la época victoriana.

En el comentario de la obra teatral ya expuse claramente mis dudas relativas a si el título se refería a Sir Robert Chiltern, hombre bien casado, o al afamado dandi Lord Goring, célebre soltero, lo que se dice "todo un partido".

La elección de Rupert Everett para representar a Lord Goring me inclina poderosamente a creer que Oliver Parker mantenía la misma duda cuando afrontó la adaptación y la resolvió favorablemente para Lord Goring. Claro que, si buscamos un poco para documentarnos, comprobaremos que hay una versión cinematográfica datada en 1947 en la que el director Alexander Korda también otorgó a su mejor actor el papel del "Soltero de Oro", con lo que la sensación incide no en la realidad sino en la búsqueda de ese marido ideal.

Everett, que ya había despuntado como contumaz ladrón de escenas un par de años antes, no deja pasar la ocasión de hacerse con un verdadero bombón, un papel que parece escrito a su medida (si no fuera...), el de un hombre apuesto, inteligente, seductor, capaz de insistir en hablar sólo de naderías la mayor parte del tiempo, mientras consuela su corazón partido por un desengaño amoroso con los requiebros de un nuevo amor en ciernes y soporta al tiempo la presión anímica de un padre que desea nietos y un amigo al que profesa fidelidad en un momento aciago de su vida.

Elegir para enfrentarse al caballero británico prototípico por excelencia a una actriz norteamericana tiene también un valor añadido: la némesis dual, incorporada por la encantadora Julianne Moore como Mrs. Cheveley, podía entenderse como una apuesta arriesgada de Parker, pero su ojo clínico de ex- actor no le traiciona: Julianne borda el papel con una eficacia espléndida, arrebatadora: verla sonreír dulcemente mientras asegura amar todavía a Lord Goring en una propuesta matrimonial inesperada, después de haber amenazado a Sir Robert Chiltern con la peor de sus pesadillas, sin inmutarse, elegante como una diosa romana, me embelesa profundamente. ¡Qué mujer! ¡Y qué gran actriz! y que mala suerte ha tenido hasta ahora con la maldita estatuilla dorada, esquiva ante un talento que me parece enorme.

Las escenas entre Everett y Moore son inolvidables: saltan chispas de talento en cada ocasión, dando muestra de la muy buena dirección de actores por parte de Parker, que consigue hacer encaje de bolillos con sus intérpretes en una demostración palpable de conocer el oficio.



El resto del elenco principal, con la salvedad de la australiana Cate Blanchett en el papel de Lady Gertrude Chiltern, está formado por excelentes intérpretes británicos: Jeremy Northam aporta su aire distinguido y su frialdad al personaje de Sir Robert Chiltern, por momentos verdaderamente confuso y aterrorizado ante el problema y dilema que se le presenta; Minnie Driver está perfecta como Mabel Chiltern, a medias atrevida, a medias ingenua, y los secundarios John Wood como Lord Caversham, padre de Lord Goring y Peter Vaughan como el discretísimo Phipps, mayordomo ejemplar de Lord Goring, dan un verdadero recital, apropiadísimos en sus cortos pero imprescindibles caracteres.

Ya sabe quien por aquí frecuenta que tengo una verdadera predilección por los intérpretes británicos; si no la tuviera, bastaría con ver el trabajo de los nombrados para cambiar de opinión en el acto.

Oliver Parker, además de adaptar muy bien la obra de la escena a la pantalla y dirigir muy sugestivamente a sus actores, realiza un ejercicio cinematográfico notable: la concepción teatral queda dinamitada por la puesta en imágenes de ese mundo victoriano de grandes fiestas y lujosas mansiones, focalizando los detalles como parte de los propios personajes, enfatizando la descripción de ese mundo excesivo gracias a la colaboración de Rod McLean como director artístico, al tiempo que rompe las barreras teatrales con la cámara, apoyado en la adecuadísima fotografía de David Johnson, eficaz tanto en los exteriores como en los recónditos salones de las grandes mansiones, así como el sustento anímico fundamentado en las composiciones musicales de Charlie Mole.

La dirección de ese grupo de excelentes profesionales por parte de Parker tiene un único objetivo: servir a la trama que se nos presenta, cuidando con elegantes movimientos y encuadres todas y cada una de las escenas, imprimiendo un ritmo ajustadísimo que prende el ánimo del espectador desde el primer momento y no decae nunca, manteniéndose durante la hora y media de metraje la atención en suspenso, disfrutando del espectáculo aun a sabiendas de su resolución; curiosamente, en un momento, queda patente que Oliver Parker respeta mucho la obra teatral pues, en apenas un instante, hace que el inigualable Rupert Everett como Lord Goring, se detenga mirando a cámara y pronuncie una frase: y nos la dice a nosotros, espectadores. Es un instante, un guiño mediante el que Parker, que ha añadido de su cosecha el momento y ocasión, nos asegura que, amigos: ¡Esto es Teatro!.

Y del bueno, añadiría yo.

Una excelente película que soporta perfectamente una revisión calmada, un bálsamo de talentos aunados bajo la batuta de Parker.





Este comentarista queda, definitivamente ansioso, a la espera de Dorian Gray



18 comentaris :

  1. Pues ésta se me ha escapado y ya es raro en mí tratándose de Wilde... Tomo nota.
    Más saludos.

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  2. Uf, compa Josep (que no Joan; aquello fue un puro error, se me van mezclando ya los nombres...), veo, con alivio, que abandonas la brevedad con la que me habías asustado ayer... Chistes malos aparte, tu texto, magnífico -como siempre-, invita, y mucho, a acercarse a una peli que, contando con los avales de todos los referentes que señalas (director, actores, texto de base), no puede más que ser una delicia.

    Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

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  3. Cada vez estoy más convencido de que una obra de teatro, me refiero a una con un texto como los dioses mandan,para que pueda ser trasladada a imágenes solo necesitan un director inteligente. Tenemos múltiples ejemplos de obras excelentes, incluso alguna de Shakespeare, que han sido masacradas por un mediocre.
    Esta, que comentas, me pareció muy buena. Es de esa clase de pelis que te dejan embelesado durante todo el rato de la proyección y sales de la sala con la satisfacción de que no te han tomado el pelo.
    Un abrazote y buen fin de semana.

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  4. Bones Josep!

    Últimament no tinc temps de passar-me per aquí, però ha he vist que has fet canvis al bloc... m'agrada molt l'opció aquesta de llegir més, ben pensat!!!

    Espero tenir més temps per llegir-te, que per aquí sempre aprenc :)

    una abraçada

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  5. Ya me extraña, 39escalones, que se te escapara. Me alegro de haberte recordado esa pequeña joya. Seguro que te encanta.
    Saludos.

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  6. Los dedos, Manuel, son más rápidos que el cerebro: eso dicen los magos, creo, o algo así... :-)

    Ya sabías que lo de ayer era una excepción, no nos llamemos a engaño; habrás apreciado, sin embargo, la partición en dos... :-)

    Esta es una de esas películas que se la pondrás de sopetón a tu santa esposa y seguro que le gusta... y a ti también... :-)

    Y gracias por el elogio.

    Un abrazo.

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  7. Coincidimos, Antonio, en todo, por lo que veo, respecto a esta pieza. Es para saborearla con calma, paladeándola como un buen ron, hallando de fondo más matices de los que aparenta en la superficie.

    Ello, naturalmene, no quita el aprecio a la labor de Parker. Al contrario.

    Un abrazo.

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  8. Bones, Marchelo.

    Ja et comprenc: si no tens temps per anar quasi bé al cinema (tret del Aquitània je, je) ja comprenc que et manquen minuts per passar-te per ací.

    Una abraçada.

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  9. Que Rupert Everett era ideal para interpretar a lord Goring es evidente, Josep, aunque no estoy totalmente de acuerdo en que Minnie Driver fuera la Mabel Chiltern perfecta, ya que me imagino a una joven mucho más atractiva y coqueta (claro que eso son suposiciones mias). Respecto a la duda de a qué se refiere Wilde sobre "un marido ideal" para mi está claro, el fallo de lady Chiltern es haber "idealizado"a su marido, no como Mabel que lo único que quiere es "ser una auténtica esposa" para el suyo. La adaptación de Dorian Gray dudo que pueda superar a la de Albert Lewin, y ya estás tardando en ver Othelo, con una de las mejores actuaciones shakespearianas de mi Kenny.

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  10. Salvo que la haya visto en algún pase televisivo del que no me acuerdo (lo que poco diría, bien de la calidad de la peli, bien de la atencidón que le dediqué) creo, como Alfredo, que ésta se me ha pasado. Es lo que ha debido de ocurrir, pues dudo que se me olvidara una peli a la que tu criterio ensalza tanto.

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  11. Supongo, Alicia, que tu lo ves desde un punto de vista lógicamente femenino y yo, lógicamente también, masculino; lo cual permite enriquecer las interpretaciones de la pieza de Wilde, no hay duda.

    Respecto a Minnie Driver, me gusta porque el coqueteo que realiza es a nivel intelectual, acosando a Goring con sus frases de doble sentido y ella mantiene el tipo con una ambivalencia desconcertante incluso para Goring...

    En cuanto a Dorian Gray, esperemos a fin de año para ver qué pasa: tengo más fe en esta nueva versión que en algún otro proyecto anunciado...

    Pues mira que dudé entre repasar la presente y "descubrir" (a estas alturas, ¡ja!) ese Othello como homenaje al Bardo tan propicio en esta semana: procuraré adelantarla en mi interminable lista de "por ver"..
    Saludos.

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  12. Si la viste en la tele "normal" entre anuncios, Raúl, no cuenta: siendo como es de duración aurea (97 minutos) es mejor de un tirón y además, de ser posible, en v.o.s.

    Espero que, si llega el caso, mi consejo de buenos frutos, aunque ya se sabe que para gustos...

    Saludos.

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  13. No la he visto,
    de O.W. solo he visto teatro pero, ahora que ya sé que en esta ocasión, llevado al cine, vale bien la pena, miraré de hacerme con esta adaptación del libro a película, para aún mayor disfrute.
    De nuevo gracias y un saludo.

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  14. Siendo conocedora de Wilde, Susy, aseguraría que te va a sorprender y agradar a un tiempo.

    Gracias a ti. Saludos.

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  15. Despues de leer tu entrada, atentamente, coincido contigo en mucho de lo que dices por lo que poco más se puede añadir. Destacar a Jeremy Northam, un actor que siempre me ha encantado, acabo de volverle a ver en "El caso Winslow" y simplemente me fascina, esa manera de disimular sentimientos dejándolos traslucir, me encanta...

    Saludos

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  16. Día a día, me sorprende la calidad de tus posts. No es algo que me parezca raro, ya que en post anteriores aprecié tu calidad de escritura, y sobre todo, de tentar a alguien a ver una película.

    Esta en particular no la he visto aún, pero sin dudas que la estaré viendo apenas pueda.

    Como dijo alguien anteriormente, ya me había sorprendido tu entrada del otro día, por su largo.

    Un saludo josep y sigue así!

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  17. Me abrumas, Diego, con tus elogios.

    Hago lo que puedo.

    Ya irás comprobando que, cuando una película me entusiasma, suelo excederme en la extensión.

    Tan sólo espero que no resulten aburridos y que mi intención de suscitar interés, sea efectiva.

    Espero que si puedes ver ésta, te resulte, cuando menos, interesante.

    Saludos.

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  18. Precisamente, Alma, fue al repasar la que tú mencionas (del mismo año, por cierto: 1999) cuando me acordé que tenía pendiente la presente, por la coincidencia de Jeremy Northam en ambas.

    Podríamos decir que fue un buen año para Northam...


    La de los Winslow la encontrarás, si deseas leer mi opinión, en las etiquetas de Teatral o de Llibres..

    (Te advierto que es otra de mis entradas largas...)

    Salutacions

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