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dilluns, 21 de juny del 2010

Amigos de pesca






Que cumplidos setenta y cuatro años a uno le apetezca sobremanera explayarse loando las bondades del sitio donde nació no es precisamente una excepción sino más bien la constatación que, a menudo, el paso del tiempo dulcifica la memoria y otorga una benevolencia y misericordia que pueden complacer a unos y otros, aunque como en el tópico relativo a los pescadores, las piezas cobradas varían de tamaño según quien relate la hazaña; quizás aquella circunstancia vital no fuera en la realidad tan halagüeña y no encajara tan bien en la pequeña historia que el veterano se dispone a contar, pero...

Cuentistas de avanzada edad hay muchos y pocos son los que saben evitar la batallita reiterativa y convertir sus recuerdos y sensaciones en un relato interesante para sus escuchantes, presa su atención por el qué y el cómo, pues el donde radica en aquel lugar de la memoria en el que los sueños toman cuerpo...

Robert Altman nació en Kansas City, Missouri; sureño pues, alma de blues amante de la vida y socarrón sempiterno, se aprestó pasada holgadamente la setentena, a demostrar por una parte que su pulso seguía firme y que en Missouri ese pulso vital latía a otro ritmo: ni mejor ni peor:distinto.

Altman se basó en una historia al parecer ideada por Anne Rapp que nos presenta una serie de hechos acontecidos en el pueblo de Holly Springs para recrear un microcosmos que aunque forzosamente no debe guardar estrecha relación con sus propios orígenes de hombre nacido en el Sur, probablemente ofrezca tipologías utópicas y deseables.

Como ya ocurre en una película anterior suya, el título elegido por Al
tman para esta película, Cookie's Fortune (1999), es una muestra de ambigüedad clarísima, porque podría traducirse como La Fortuna de Cookie, pero también como Las Galletas de la Suerte, y, siendo ambas traducciones bien distintas de significado, vendrían a coincidir en la misma intencionalidad del astuto cineasta que apunta alto adrede para no herir a nadie con su tiro.

Porque Altman, sin dejar de señalar algún comportamiento humano criticable, construye una fábula amable con unos personajes que acaban por hacérsenos entrañables como queridos amigos que son entre sí: uno, cuando ve tranquilamente la película, tiene la sensación de asistir al encuentro de buenas gentes que le reciben bien y le invitan a entrar en sus casas, compartir sus secretos, llorar por sus penas y alegrarse por su fortuna, porque el viejo Altman sabe qué teclas debe tocar, que fibras pulsar, para que el espectador se identifique y empatice con los personajes que viven en la pantalla.

La trama, en la que Altman seguramente tuvo más intervención que la declarada en los títulos de crédito, versa sobre la confusión generada por el suicidio de una anciana, Jewel Mae "Cookie" Orcutt que es ocultado y transformado en asesinato por sus sobrinas Camille Dixon y Cora Duvall, con la inesperada consecuencia de la acusación sobre Willis Richland porque sus huellas son halladas en el revólver usado por tía Cookie para reunirse con su añorado difunto esposo Buck.

Nadie en todo el pueblo de Holly Springs, ninguno de sus habitantes, cree ni por un momento que Willis haya podido matar a tía Cookie, porque Willis es un buen tipo y todos saben que adoraba a tía Cookie, a la que cuidaba como un hijo. Vale que Willis tiene una cierta afición al wiskey Wild Turkey y que alguna noche birla un botellín en el bar de Theo, pero como el mismo Theo dice a su estrella del blues Josie, Willis devuelve a la mañana siguiente un botellín nuevo y entonces, Willis está en paz.

El espectador sabe que Willis es inocente porque ha visto a tía Cookie redactar una nota de despedida y pegarse un tiro: y sabe que habrá complicaciones cuando Camille se traga la nota de despedida y manipula el revólver tirándolo en el jardín, aunque sabe, también, que hay un testigo oculto.

Altman nos presenta pues una historia de falso culpable que no se parece en nada a cualquier otra, ya que el acusado da con sus huesos en la cárcel de inmediato, conducido por evidencias físicas y por el protocolo que siguen a rajatabla unos oficiales de la policía local que también tienen sus peculiaridades: el más veterano, Lester, sabe que Willis no ha sido el asesino "porque pesco con él", una forma de asegurar su amistad; amistad que comporta que Willis esté en su celda con la puerta abierta en todo momento, porque todos saben que no intentará escaparse.

A través de esa puerta abierta, símbolo de la amistad y confianza, se cuela Emma Duvall, la hija de Cora, que, al ser requerida para que se vaya, solicita que la detengan asegurando ser una delincuente, pues debe 254 dólares en multas por aparcar donde le da la gana, sin que ninguno de los agentes del sheriff se haya dignado jamás a pararla: al igual que con Willis, la policía sigue el reglamento, pero no ejecuta: cuando Jack, el único Abogado del pueblo, le pregunta a Willis si le han leído sus derechos, la respuesta es diáfana y clarificadora:

Sí y me han dado café y la Revista del Pescador, pero me falta concentración para leer.


Este panorama es observado con ojos incrédulos por el guapo detective Otis Tucker que ha llegado procedente de la capital del condado para iniciar las pesquisas teóricamente conducentes a la resolución del misterio, porque nadie se cree que Willis haya matado a tía Cookie y alguien ha debido matarla, pues el suicidio se descarta al hallarse el arma en el jardín, donde Camille lo dejó.

A todas éstas, Camille se dedica en cuerpo y alma a dirigir su versión de teatro aficionado de la obra Salomé, de Oscar Wilde, en la que participan prácticamente todos: el joven Jason, que ahora es policía, se apuntó al teatro para ligarse a Emma, pero ella está en los calabozos, durmiendo en la celda de Willis: cuando Jason vuelva al trabajo, de madrugada, ambos se encerrarán en un cuartucho para copular ruidosamente: es un amor físico, animal, apasionado y repentino.

Altman se toma todo el tiempo del mundo en filmar una historia que se detiene en múltiples detalles que configuran una forma de entender la vida muy sencilla, sin demasiado estrés: por ejemplo, cuando Otis procede a interrogar a Josie, ésta se pone a flirtear con el detective descaradamente y de inmediato la agente local, Wanda, que se cuida de grabar las entrevistas, se entromete, también flirteando, ante los ojos atónitos del detective venido de la ciudad, que no entiende nada. El humor sobrevuela la historia policial porque esa investigación sabemos que no puede acabar como empezó: no sería justo que Willis diera con sus huesos en la cárcel, en serio, de verdad, con la puerta cerrada, porque es un tipo que poco a poco, se nos va haciendo más cercano.

El ritmo cinematográfico empleado por Altman es lo más lejano a cualquier thriller y la planificación no busca crear tensión en modo alguno: la historia detectivesca, la trama del falso culpable, el aparente motivo de la película, no le importa para nada al director, que se ocupa de lo que realmente le interesa: un mosaico de caracteres únicos, personalidades muy especiales, a las que permite desarrollarse sin prisas pero sin pausas: Altman nos cuenta una historia con todo lujo de detalles descriptivos y tal como ocurre en la literatura, ello lleva su tiempo, porque los diálogos están muy bien escritos y las frases tienen el sentido preciso para que conozcamos la psicología de los personajes, pero, además, sus acciones, sus gestos, enfatizan tanto su ser propio como su interrelación con los demás y ello es importante, porque, en definitiva, ese grupo de personas constituye una pequeña comunidad con una forma de entender la vida muy propia, que coincidirá o no con la realidad del bello pueblo de Holly Springs que sirve de escenario natural, pero que, evidentemente, para Altman debió constituirse en idílica referencia a sus orígenes sureños.

Altman retrata a sus actores con mucho cariño y les deja aire: no parece que les haya dado prisas a la hora de incorporar con autenticidad esa indolencia que se presupone siempre en las gentes del sur, esas pocas ganas de precipitarse, con una fatalidad predispuesta a aceptar que, aunque la situación parece mala, tampoco las prisas ayudarán a resolverla favorablemente y lo cierto es que la trama presentada, con giros inesperados que redondearán el conjunto, al fin llegará a su punto y todos podrán, de nuevo, disfrutar de una buena tarde de pesca, como siempre han hecho.

Los intérpretes ofrecen una respuesta más que digna y consiguen hacer creíbles esos caracteres utópicos, esas buenas gentes que hemos visto vivir en la pantalla, consiguiendo que simpaticemos con ellos, porque su forma de hablar, de moverse, encaja perfectamente con la psicología de cada cual, dando marchamo de autenticidad a esa pequeña comunidad, ese pueblo sureño en el que el racismo no se hace evidente nunca, idílicamente recordado por el septuagenario Altman que nos ha prendido la atención durante casi dos horas explicándonos una fábula que nace de su corazón y memoria.

Una película imperdible para el cinéfilo amante de las historias bien contadas, con sentido del ritmo adecuado a la narración y dotadas de buen humor.








18 comentaris :

  1. Genial post para una pequeña joya de película. A mí Altman nunca me ha gustado demasiado fuera de su par de grandes clásicos, pero ésta es una delicia absoluta. Altman, si quería, sabía hacerlo muy bien.
    Saludos.

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  2. Me sucede lo que que pasa a Alfredo. No soy un especial admirador de la obra de altman, pero, evidentemente, ésta y alguna otra película suya me desarman.
    Esta peli es sencillamente buenísima.
    También es cierto, que siempre he tenido cierta predilección por ese cine americano coral, costumbrista y normalmente "simpático y tierno", con lo que no soy muy objetivo. Sin querer comparar calidades -faltaría más- estoy hablando, por ejemplo, de "Tomates verdes fritos", de "Doc Holliwood" o de "State and Maine".
    Muy buena entrada, Josep.

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  3. Hace unos cuantos añitos que ví la peli, pero la recuerdo expresamente porque agarré un cabreo tremendo. Estaba gozándola con Lola, pero ya empezada la proyección entraron un grupo de chicos y chicas que se colocaron dos filas por atrás de nosotros. Se conoce que los pollos venían a armar bronca y se pusieron a la faena. Como yo suelo tener malas pulgas cuando me tocan, tuve que levantarme y armar el zipizape.....Aunque eran seis parece que mis "argumentos" les convencieron y pudimos seguir disfrutando la peli, pero no fue igual y tuve que volver a verla con más tranquilidad.
    Es una gran peli de Altman y la introducción de "Salomé" en la trama una genialidad.
    Un abrazote.

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  4. La ví cuando la estrenaron y veo que coincidis todos (yo también) en una palabra para describirla, DELICIOSA. Pocas películas podrían soportar ese adjetivo sin ser ridiculas o pretenciosas, pero esta lo consigue.

    Una abraçada

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  5. Ya ves, otra en cartera imprescindible que he de ver, para que luego digas que si no veo ciertas pelis no es por tu culpa cuando tengo la cartera llenita y solo puedo ver, desde hace algún tiempo, una por semana y no todas las semanas.
    Y otra vez Wilde metido en danzas con su Salomé.
    Ya ví el sábado "The Importance of Being Earnest" de Oliver Parker y, sí,me gustó bastante.

    Por cierto, en ciertos momentos de la misma, por su ritmo,puesta en escena, enredos y desenredos rápidos y soluciones "a trasmano", con ciertas fantasías románticas, me recordaron a "Much Ado About Nothing" de Kenneth Branagh. No sé si serán cosas mías.

    Tentadora y estupenda entrada Josep.

    Abrazos.

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  6. Desde luego que sí, Alfredo: Altman sabía lo que se hacía y aunque no siempre sea del agrado de todos, su cine tiene un sello personal porque él casi siempre rodó lo que más le apetecía en cada momento.

    Saludos.

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  7. Ya sabía, Raúl que tienes debilidad por esta película, así que contaba con tu apoyo positivo y solo dudaba de la idoneidad del comentario: te diré, como a Alfredo, que quizá si lo miramos detenidamente, hay más películas de Altman que nos gustan de lo que de primeras pensamos.

    Saludos.

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  8. Jajaja, Antonio: pues debes verla con tranquilidad y sin interrupciones, digamos que cualquier velada veraniega, al fresco.

    Lo de introducir el ensayo y la representación de Salomé es una buena idea, como lo fue encargar al grupo local que preparara la obra y luego fusilarla en todo para la película: es un elemento de fusión ciudadana perfecto..

    Un abrazo.

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  9. Ese adjetivo, Alma, le viene al pelo, desde luego que sí y no porque sea un eufemismo oportuno, sino porque se le aplica definitoriamente muy bien.

    Una abraçada.

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  10. Me alegra haberte tentado, Susy: no te preocupes, porque me temo que pronto aparecerá alguna crítica de aviso, y tendrás un respiro en la tarea tan agradable de ver buenas películas, como ésta, vaya... ;-)

    Besos.

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  11. Pues ésta sí la vi y me encantó. Estaba en un cine lleno de gente que no entendía ni una de las gracias. Bueno, esto pasa muy a menudo, te ries tu sola y te miran o hacen shhh.

    Me estás haciendo recordar muchas cosas con ciertas películas, pero eso son otras historias..

    Gracias, Josep.

    Besos

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  12. Me encuentro en desventaja, no he tenido el gusto.. de verla y parece a todas luces apetecible y de las que te hacen sonreir.
    ¡ Menudo reparto !. Al ver el titulo crei que se trataba de la Wilder The Fortune Cookie(En bandeja de plata ) que no es igual pero despista y ya veo que se trata de otra comedia. Lo que no se ( ya me diras ) como se titulo en
    España si es que se cambio o tradujo.
    ( siento lo de los acentos , mi tecla no funciona...)
    Un besito Sir Guy ;-)

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  13. Ya se sabe, Blanca, que siempre hay quien no le ve la gracia o no pilla la intención.

    Si mis comentarios avivan recuerdos, conste que ellos están en ti: yo sólo soy un abanico ventolero... :-)

    Gracias a tí.

    Besos.

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  14. Más que en desventaja, Milady, diría que estás de suerte, porque la puedes descubrir: justo este fin de semana el periódico Publico la ofrecía en sus ediciones del norte de España: igual por tu zona ha caído; porque no es fácil hallarla.

    No tiene coincidencia alguna con la de Wilder más allá del parecido en el título que en España, con buen criterio (por una vez) se dejó sin traducir, probablemente al darse cuenta el encargado de pifiarla de la ambigüedad del original.

    Besos, April.

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  15. Naturalmente me has tentado y ya tomo nota para "buscarla". Tengo ya pendiente de ver "La importancia de llamarse Ernesto" del 2002.
    En los últimos años me he sentido más atraída por el cine oriental y también su literatura. Con tu blog me siento carente de conocimientos cinematográficos y más con la profundidad que tu los presentas.
    Un beso

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  16. Si he conseguido animarte a verla, Camy, contento me quedo, porque disfrutarla seguro que lo harás; el cine oriental es una asignatura pendiente para mí, más que nada por falta de oportunidades y mucha pereza; y no te sientas carenta de nada, porque aquí solo hay opiniones propias y pareceres de aficionado.

    Besos.

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  17. A diferencia de lo que le sucede a Alfredo o a Raúl, a mí, compa Josep, sí que me gusta, en general, el cine de Altman (al menos, las pelis suyas que he visto), pero a ésta aún no le he echado ojo, aunque, eso sí, he tenido la suerte de "mercármela" gracias al diario Público, que la distribuyó en mi "pueblo" hace varias semanas. Después de leer tu (por otro lado, y como siempre, extraordinaria) reseña, ya no tengo alternativa: como dice cierto personaje furgolero -con el que simpatizo no poco, sino nada...-, va a ser sí o sí...

    Un fuerte abrazo y buena semana.

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  18. Ya te digo, Manuel: Altmana tiene tantas películas en su haber, que a mí me pasa un poco lo que a tí: las que he visto -y recuerdo- me han parecido buenas y algunas excelentes.

    Esta la anduve buscando meses y recién hallada, vista y preparando la reseña, me entero que Público la ofrece, pero con mala información, porque leí que únicamente en el norte, así que me alegro que la pillaras de forma tan excepcional.

    No la dejes en la estantería mucho tiempo:seguro que te encanta.

    Un abrazo.

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