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dilluns, 17 de gener del 2011

Un lujo de guión





Una de las ventajas inherentes a las películas pertenecientes al género histórico suele ser que envejecen bastante bien ya que, salvo las que tocan edades muy cercanas o se permiten elucubrar sobre un futuro ya pasado, las dudas que uno puede albergar siempre aplicando el sano escepticismo hacen que la mayor parte de la temática, digamos formal, no sufre por el paso natural del tiempo.

Por supuesto, las películas del género que uno ve de niño son vistas con otros ojos alcanzada que ha sido la madurez, aunque esta premisa tampoco sea cierta en todos los casos, y no miro a nadie en especial, porque todos conocemos adultos anclados en la adolescencia: con el tiempo, uno va adquiriendo conocimientos, lastre, y la mirada cambia.

Las películas de capa y espada, las de aventuras oceánicas, vibrantes héroes y bellísimas damas, son disfrutadas casi que físicamente en toda edad y condición, pero las que se detienen en los intríngulis historicistas se observan diferentes con el paso del tiempo a causa de los cambios que se operan, por fortuna, en el espectador.

Curiosamente esas películas se disfrutan con mirada placentera en diferentes momentos vitales y llega un momento en que uno se detiene a pensar en el porqué y la consideración de los diferentes elementos cinematográficos que concurren, en algunos casos, produce confusión, porque todos ellos son notables, resultando imposible distinguir el más virtuoso, aquel que es capaz de apresar nuestro interés mientras nos complace repasar, una vez más, la película.

Esto me ocurre -y espero no ser el único- con la película dirigida por Fred Zinnemann que, basándose en el excelente trabajo de Robert Bolt, rodó en la Gran Bretaña del año 1966, en plena eclosión de la música pop y la minifalda, un drama histórico urdido alrededor de Thomas More, película que se tituló A Man for All Seasons, traducido su titulo en España como Un hombre para la eternidad.

La trama histórica es sobradamente conocida pero el guión se basa en la pieza teatral del mismo título escrita por el mismo Robert Bolt que ya obtuvo grandes éxitos en las tablas londinenses y neoyorquinas antes de verse trasladada, como es natural, a la gran pantalla. Así que, de nuevo, se trata de una película que, además de pertenecer al género histórico, es "teatral", con todo lo que ello significa, empezando por la natural predominancia del texto sobre la acción física.

O sea, que de espadachines, nada de nada. Pero tensión, hay. Salvo que las escaramuzas verbales y dialécticas vertidas y pronunciadas por aceradas y viperinas lenguas sean observadas con una benevolencia inocente que menosprecie el poder de la palabra como elemento peligroso capaz de corporeizarse, por ejemplo, en una ejecución sumarísima.

Los elementos a las órdenes de Fred Zinnemann como director y productor y por lo tanto máximo responsable, gozan de una calidad sobresaliente y por ello no es de extrañar que la película obtuviera el reconocimiento tanto de crítica como de público, porque Zinnemann en 1966 era un director afamado y curtido en películas muy diversas y el guionista, Robert Bolt, podía presumir enseñando los reconocimientos recibidos por sus trabajos en Lawrence de Arabia y en Doctor Zhivago.

O sea, que bien mirado, tampoco es tan raro que la película despierte ganas de verla de vez en cuando.

Porque además Zinnemann supo elegir un elenco de intérpretes que bordan sus papeles: Paul Scofield recibió toda clase de parabienes por su interpretación de Thomas More, pero el resto de sus compañeros de reparto, encabezados por Leo McKern como el avieso Cromwell, no le van a la zaga: nombrando sólo unos cuantos a cualquier cinéfilo se le hará la boca agua, porque contar con Orson Welles, Wendy Hiller, Robert Shaw, Nigel Davenport, John Hurt y Susannah York es un lujo irrepetible, casi tanto como el excelente guión en el que todos ellos se basan para perfilar unos personajes que permanecen en la memoria acabada la película.

Dejando aparte el rigor histórico que pueda tener la trama que sustenta la película, conviene resaltar que Bolt se cuida de dotar a todos sus personajes de frases brillantes que además de estar bien escritas perfilan los caracteres distinguiéndolos claramente, dándoles incluso a los secundarios un contenido que les humaniza y personifica consiguiendo individualizarlos, otorgándoles un reconocimiento que les sitúa perfectamente dentro de la trama, consiguiendo un conjunto redondo.

La personalidad real de todos los que aparecen en la película puede coincidir o no con los caracteres cinematográficos y ello será objeto de debate quizás en otro lugar, pero lo que me cautiva de la película de Zinnemann es la elegancia con que el director nos muestra la historia, manteniendo un ritmo pausado pero constante, como si ese río que separa la casa de More -ya sabemos, la casa, el hogar, castillo propio- de la corte londinense, ese río que debe ser cruzado en barcas con remeros, forzosamente a velocidad lenta, marcará el curso de la historia: a un lado del río la casa, la seguridad; al otro, la corte, las intrigas, el peligro.

La trama, basada en la disputa entre Thomas More y su rey, Enrique VIII, con motivo aparente del real divorcio, evidentemente en la realidad debió de ser de una complejidad enorme de intereses creados y tomar partido por uno u otro a estas alturas me parece, personalmente, una pérdida de tiempo.

Lo que importa a Zinnemann, en mi opinión, es reflejar y contar, sin tomar partido, las muy distintas personalidades que viven todavía en el guión escrito por Robert Bolt:

Thomas More alcanza la figura del hombre orgulloso de su forma de ser que se resiste a cualquier cambio y se aferra a lo que conoce y domina como tabla de salvación y excusa para su conducta: las leyes que han regido toda su vida, las leyes que conoce por haber intervenido en su redacción: hay un momento en el que, discutiendo con su futuro yerno, que un tanto fanáticamente asegura estar dispuesto a pasar por encima de cualquier ley con tal de acabar con el mal, personificado por el diablo (en realidad se refiere a eliminar el potencial peligro del traidor Richard Rich), se planta muy serio y dice, mirando a cámara:

"Yo concedería al Diablo el beneficio de la Ley por mi propia seguridad."

El monarca aparentemente despótico y libidinoso, alocado, tratado un poco de refilón por no querer competir con otras célebres películas, no deja de tener su oportunidad de sensatez real ( Robert Shaw se luce sobremanera en las escasas escenas a su disposición) y las artimañas, estrategias e intrigas promovidas por los ambiciosos Cromwell y su secuaz Rich chocarán con las leyes en las que se ampara More una y otra vez sin que su constancia e insistencia se vea afectada por ello: como siempre, la entidad de los contrincantes malvados enaltecerá por sí sola la figura del héroe protagonista que se resiste a plegarse a sus intereses.

Hay un cierto componente socrático en la dialéctica manejada por More para desespero de sus adversarios que pretenden y no consiguen hacerle caer en la provocación pero la trama no pretende y Zinnemann ni siquiera lo intenta convertir la película en una especie de hagiografía de Thomas More, por mucho que haya sido elevado a los altares no tan sólo por la Iglesia Católica sino también por la Iglesia Anglicana: la cámara se entretiene con calma y detalle frente a todos los personajes dándoles el tiempo necesario para mostrarse como son, sus anhelos y deseos, su sed de poder, su ambición particular, su miedo, su instinto de conservación, desde el más alto canciller hasta el criado doméstico.

Zinnemann mueve la cámara con su habitual elegancia dominando el ritmo pausado que requiere la historia, ofreciendo como es lógico detalles de cineasta sabio en sus habituales elipsis con las que muestra, por ejemplo, el paso del tiempo, mientras dirige con eficacia el elenco que ha elegido, del primero al último, todos retratados casi siempre desde una altura media, la cámara algo baja, como buscando enaltecer a todos: da la sensación que Zinnemann colocó la cámara frente a los ojos de Susannah York, recién fallecida cuando escribo esto, y ya no la subió en ninguna escena de planos medios, de modo que tanto la figura de More como la del Duque de Norfolk tienen preponderancia, mucho más altos que Cromwell (Mckern) o el traidor Rich (Hurt), aunque los primeros planos de los malvados conspiradores permiten asombrarse por su maldad. Zinnemann sabe escribir con su cámara con claridad y tiene la gracia de alternar con suficientes paisajes y escenas exteriores para conseguir que el ambiente opresivo de la pieza teatral desaparezca en parte y tan sólo la brillantez del texto invite, que no recuerde, a pensar que hay una obra teatral detrás de la pantalla.

Cuando uno acaba de dar un vistazo a la película se da cuenta que el metraje alcanza las dos horas y parece mentira que, no habiendo escenas de acción pura y dura, la atención se mantenga durante tanto tiempo y ello es muestra fehaciente de la calidad del trabajo de Zinnemann y del acierto que tuvo en elegir a esos intérpretes de cuyo trabajo hay que disfrutar, evidentemente, en versión original, porque todos están magníficos recitando sus frases de un guión de verdadero lujo. Imprescindible verla, además, en su formato panorámico original: huyan de malas ediciones con formato televisivo. Imperdible para cualquier cinéfilo.


Tráiler





29 comentaris :

  1. Una grandísima película, para mí la mejor aproximación a todo lo que rodeó a aquel personaje, dicho sea en el amplio sentido de la palabra.
    Rompo una lanza a favor de Paul Scofield; me parece uno de los mayores talentos interpretativos de la época, muy desaprovechado quizá, llamado para mayores glorias cinematográficas.
    Saludos.

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  2. Pues en mi caso, compa Josep, lo único que conocía con ese título (A man for all seasons) era una canción de Al Stewart... Ahora, aun sin haberla visto, ya puedo decir que, a través de tu reseña, conozco también la peli. Eso sí, habrá que "vella" y "gozalla", como, sin duda alguna, ya lo señalas tú con entusiasmo, y grande, merece.

    Un fuerte abrazo y buena semana.

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  3. Por lo que he podido llegar a saber, Alfredo, Scofield prefirió dedicarse al teatro londinense con alguna excursión a Broadway, aparte de escasas intervenciones en el cine: recogiendo siempre aplausos y admiraciones, quizá prefirió ahorrarse una popularidad enojosa a cambio de ganarse bien la vida en el teatro sin los lujos que los salarios del cine aportan; por no hablar de las diferentes sensaciones de ambos medios.

    Saludos.

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  4. No me extraña que no la hayas visto, manuel, porque no es película frecuente en la televisión y ya sabemos que lo de los re-estrenos pasó a mejor gloria: así que no harías mal en buscarla y darle un vistazo, porque seguro que te gustará.

    Un abrazo.

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  5. Pues no la he visto, así que la apunto, que aunque la conocía no la tenía por tan buena.
    No sé, pero leyendo esta entrada me acordaba de la de Becket, que tampoco he visto (o vi de crío y la tengo olvidada... esa sí la tenía apuntada desde hace tiempo y tampoco la he visto todavía).
    Me ha gustado el post, Josep.
    Un saludito.

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  6. Muy brillante exposición de una pelicula que tiene que ser lo que nos cuentas porque tu gusto es exquisito a la hora de escoger peliculas sobre todo de " corte teatral"... Un tema sobradamente conocido pero que siempre interesa.
    Es cierto eso que dices de la " mirada" que uno pone en ciertas peliculas en su niñez y luego cuando las revisa..
    Sé de ésta versión como de otras sobre Enrique VIII ( el corta-cabezas )pero no la recuerdo y parece que merece la pena recuperarla ( no sé si es facil ) y disfrutar de esos diálogos que suelen ser lo mejor cuando un guión las sustenta.
    Lo último sobre ésta historia que he visto ha sido Los Tudor en TV en el plus y me enganchó.
    Ahí Tomas More es Jeremy Northam y Enrique Jonathan Rhys-Meyers. Un producto televisivo muy digno.
    Besos acompañados de una reverencia ante vos ( que nunca fué más apropiada )Milady

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  7. No tengo ninguna duda con respedto a esta pelicula, es bastante buena en todo el sentido de la palabra.

    Excelente post!!!

    Saludos.

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  8. Don Josep, me deja usted impresionada con sus post, qué trabajadas se da siempre y qué grandes temas elige, eso es dar siempre en el clavo y por lo que algunas, en este caso, le seguimos, aunque nos perdamos y miremos a otro lado, no por ser infiel a su blog, porque, a veces, la vida y el río que nos lleva se haga para distraernos de los problemas reales.

    Fred Zinnemann, un genio que usted ha sabido descubrir de nuevo como si fuera la primera vez.

    Maravilloso el post!

    Besos

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  9. Déjate estar de la de Becket, David, que la tengo en cartera, y dedícate a ver ésta, que todo tiene un orden... ;-)

    En serio: si te gustan las películas dotadas de buenos diálogos, no te defraudará; y si además son de tu gusto las buenas interpretaciones, darás en el clavo: cierto que hay otras con semejantes características, pero ya que ésta no la has visto, así rellenas un hueco... y te lo pasas bien.

    Me alegro que te haya gustado, David, y que me lo digas.

    Saludos.

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  10. Muchas gracias por el piropo, Milady: con películas así, recomendar resulta muy fácil pues el margen de error, sabiendo a quien uno está recomendando el qué, es más bien pequeño: está claro que esta película requiere ojos y oídos atentos y por suerte aquí no faltan.

    Precisamente un vistazo rápido de esa serie, apenas un flash donde aparecía Northam, me recordó la película y me puse a la tarea. Esa serie la tengo que ver con calma algún día o mejor algunas semanas, porque creo que ya hay varias temporadas.... ;-)

    No te será muy difícil, Irene A., hallar un buen ejemplar de esta película en buen formato para disfrutarla con tranquilidad.

    Besos.

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  11. Bienvenido, Gino: celebro que te haya gustado la entrada. sobre la película, sin dudarlo, recomendable al cien por cien.

    Saludos.

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  12. De verdad te lo digo, Blanca, que si no dejas de otorgarme ese tratamiento que me dispensas, te hechizaré y las uñas de los pies te crecerán de color verde en invierno y azul en verano, así que estás avisada... ;-)

    Por lo demás, tengo la suerte de elegir (cuando no voy al cine, jajajaja) buenas películas, y, claro, escribir cuatro líneas sobre ellas, resulta fácil y placentero y si además cuento con la simpatía de mis lectoras, nada más puedo pedir.... ;-)

    Zinnemann, desde luego, es un valor que no deberíamos olvidar tan fácilmente, y quizás me ocupe de alguna que otra película suya más adelante...

    Celebro que te haya gustado la entrada, Blanca.

    Besos.

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  13. Al personaje todos lo conocemos, el momento de la historia también, sobre ellos, se han hecho infinidad de películas y hace poco, una serie de televivión, que estoy segura nada tiene que ver con ésta con este guión que tan entusiásticamente describes.
    De nuevo tengo película por ver.Y gozar.
    Un beso

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  14. "Yo concedería al Diablo el beneficio de la Ley por mi propia seguridad."

    Menuda frase que recuperas Josep, actual como pocas y que encierra en sí misma la esencia de la justicia, siempre puesta a debate, siempre cuestionada y siempre necesitada de defensa.
    Como bien dices en tu (como siempre) estupendo comentario, lo que vemos y entendemos en una película varía con el tiempo, con los años y yo me atrevería a decir que incluso con el estado de ánimo, las preocupaciones o los intereses que te rondan la cabeza en un momento determinado. Recuerdo la película como extraordinaria, pero tus comentarios y la frase mencionada me obligan a recuperarla. En los tiempos en los que estamos me siento necesitado de discursos inteligentes y posicionamientos éticamente elevados.

    Muchas gracias por recordarla y un saludo.

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  15. El buen guión quizás no necesite buenos actores para destacar, pero creo que si a la viceversa. No se, es algo que se me acaba de ocurrir. En este caso, estupendos ambos.

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  16. Vaya maldición, me tiemblan las uñas solo de pensar que me puedo convertir en lora. Ahora tendré que ir buscando un palo para agarrarme.

    Sabes que eres uno de mis preferidos, para todo. Ahí queda eso, Josep

    Beso enorme :)

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  17. Que yo sepa, Camy, esta obra es la única que se centra en la figura de More.

    Y es curioso, porque en la presentción de los intérpretes en los títulos, Scofield aparece como si fuera un invitado especial.

    Si no la viste en el cine, seguro que te encantará.

    Besos.

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  18. Esa frase, Gourmet, al leerla en los subtítulos, me quedó grabada, porque realmente demuestra que la película no ha envejecido nada; claro que también podría decir que los problemas siguen siendo, en el fondo, los mismos.

    Esta película dispone de un guión que baraja conceptos más que interesantes y juega constantemente con la lógica de las palabras y los intereses creados de una forma nada habitual en las pantallas actuales: verla en cualquier momento evidencia, en el recuerdo, el crecimiento de cada espectador.

    Me alegra que te haya entretenido la entrada.

    Saludos.

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  19. Me creas una duda, Alma, porque un buen guión sin unos buenos intérpretes puede quedar cojo y falto de expresión que lo alce; desde luego, un buen intérprete sin un buen guión tiene poco que hacer, sobre eso no hay duda: la duda está, en todo caso, en porqué algunos intérpretes no se procuran mejores guiones...

    Una abraçada.

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  20. Ya veo, Blanca, que para brujo amenazante no doy el pego... ;-)

    Besos.

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  21. Vaya. Termino de ver esta hace dos días. ¿Sabes por qué? Acabo de ver la serie Wolf Hall sobre Moro, Cromwell, Enrique Landrú, que diga VIII... y alucinaba por la visión que dan del personaje de Cromwell y el de Moro. Y claro, me puse a revisar esta peli y jopé...es casi como si el Cromwell de la serie fuera el Moro de la peli...menos al final, que la "realidad" se impone por mucho que la escritora en la que se basa la serie de la BBC quiera contar su versión.
    Y es que la serie está bien, pero es ficción absoluta. Bueno, como la peli, me da... Las dos están bien, luego cada uno decide con qué quedarse. Jo! Había pensado hasta hacer una entrada Bolt vs Mantel.
    Coincido en lo de Robert Shaw. El tipo está estupendo. Me gusta mucho más que el rey de la serie. Y el Scolfield de aquí sí que es un tipo al que puedes respetar o admirar, al contrario que el More de la serie.
    Te paso algunos enlaces que hablaban de esto por si te interesa:
    http://www.telegraph.co.uk/comment/personal-view/11380956/Hilary-Mantels-Thomas-Cromwell-is-all-wrong-but-does-it-matter.html

    https://bookhaven.stanford.edu/tag/robert-bolt/

    http://www.washingtonpost.com/news/acts-of-faith/wp/2015/04/05/how-wolf-hall-will-entertain-millions-and-threaten-to-distort-history-in-the-process/

    En el segundo enlace, la autora del artículo dice que se enamoró de Scofield al ver la peli, pero que en realidad se había enamorado de Tomás Moro, y que ahora al ver la serie le pasó lo mismo solo que se enamoró de Cromwell y que un amigo le comentó que se había enamorado del mismo hombre. Y NO. Vale que la serie dota en los primeros episodios a Cromwell de unas características que pueden hacer que empaticemos con él más que con Moro, peeeeeeeeero, el Moro de esta peli o inlcuso el Moro que intuimos en ambas (peli o serie) no se prestaría a lo que llega Cromwell en el episodio final. La serie es recomendable... pero no es HISTORIA. Tampoco esta peli, pero me quedo con la integridad del personaje escrito por Bolt. Por cierto...fue ver la peli tras ver la serie y darse cuenta de cuánto había "homenajeado" los textos de esta peli a veces con la clara intención de rebatirlos o descontextualizarlos.

    Un saludito.

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    1. Muchas gracias por actualizar de ése modo el contexto, David, porque ignoraba esa serie que mencionas y quizás alguien caiga por aquí de sopetón a causa de la misma y ahora ya tendrá otra opinión -la tuya- al respecto.
      Respecto a Cromwell, supongo que ya sabrás -y puede que hayas visto- que hay una película protagonizada por Richard Harris. La vi de estreno en uno de los tres cines que había entonces en mi pueblo y en mi recuerdo, me gustó bastante. Tengo que darle un repasito: no creo que el personaje se parezca en nada a Tomas Moro.
      Gracias por esos enlaces, que leeré con calma, pues mi inglés no es como el tuyo...
      Un abrazo.

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    2. La peli de Harris imagino que será sobre el otro Cromwell, el Oliver (que era pariente, no sé si sobrino) y que fue bastante más famoso que este.

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    3. Tienes razón: el Cromwell de Harris es Oliver, el que se alzó como republicano en las islas británicas. Tengo que revisar esa película...

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  22. Ah! La de Becket la vi también hace un añito o poco más y también me gustó. Fíjate que veía más como Rey a Burton que a O'Toole, pero los dos están muy bien, y me gustó la historia.

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    1. Estoy a la búsqueda de una buena traducción de la pieza teatral de Jean Anouilh para ofrecer una reseña completita. Espero que en la próxima feria del libro viejo y de ocasión (del 18 al 26 este mes) lo encuentre, junto con otro que me trae de cabeza desde hace años... nà, cosas de teatro viejo.... tú sabes....
      Un abrazo.

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    2. Eso es trabajarse las entradas, desde luego. Me quito el sombrero.

      PD: Ah! Y sí, Tomás Moro y Tomás Cromwell me da que no eran nada parecidos. Aunque en alguno de los enlaces dicen que eran iguales solo que pensaban de forma distinta. Pero me da que no eran tan "iguales" y a pesar de la serie, me quedo con la figura del Moro de la peli antes que con la del Cromwell de la serie (el de la peli ni te cuento).

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  23. La acabamos de volver a ver (con todas las películas que tengo en lista). Pero la verdad es que no defrauda. Peliculón. Me pregunto cómo habría sido esta dirigida por Lean, ya que Bolt era su guionista y colaborador habitual.
    Y hay detalles en los que no me había fijado, pero mirando en la biografía de los personajes... Toda la parrafada que suelta la hija de Moro en latín frente al rey Barbazul (estupendamente interpretado por Shaw)... luego te das cuenta que fue una famosa escritora y traductora del latín (traduciendo obras de Erasmo, amigo de su padre). La escena de la despedida en la cárcel es estupenda. Pero no le hicieron caso y se quedaron cuando él les dice de abandonar el país (por eso la hija pudo recuperar la cabeza)... y así quedaron marcados como familia del traidor. En fin... Cuando en la sociedad aparece alguien honesto, es lógico que el resto se lo carguen para que no nos recuerde lo corruptibles y deshonestos que somos. Yo sería como el Judas de John Hurt e la peli... y es tan buena la frase que le suelta Moro: No beneficia a ningún hombre perder su alma por el mundo... pero por Gales (jaja). Pero Rich acabó de Canciller y murió en el lecho. No hay justicia divina en este mundo (jaja)

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    1. Suele ocurrir, David: las buenas películas asoman de repente y te vuelves a quedar enganchado a ellas, descubriendo matices que no recordabas o no habías percibido; supongo que eso es lo que las hace grandes. Apenas conozco la historia de esos personajes y nunca he leído nada de lo que dejaron escrito, con lo que su ser me puede llegar alterado tanto por los propios historiadores (de los que dudo) como por el guionista, del que no dudo porque lo tomo a modo de ficción, pero desde luego la vida te va demostrando que algunos hideputa mueren tranquilamente en sus camas mientras otros ven su existencia aligerada injustamente...

      Por hacer cábalas que no quede: yo creo que a Lean se le hubiese ido la mano y nos hubiese ofrecido una versión demasiado elegíaca y larga en exceso. Ahora que nadie leerá esto, te diré que, como me ocurre con Kubrick, la segunda y postrera mitad de su filmografía me parece peor que la primera. En cuanto Lean se acostumbró a ofrecernos películas de mucho más de dos horas, incluso de más de tres, mi aprecio por su trabajo menguó.

      Gracias por acordarte de esta entrada y mejorarla con tus recuerdos y experiencias al ver la pieza.

      Un abrazo.

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