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dilluns, 28 de març del 2011

Dos actores y unos más





El cinéfilo escéptico huye cada vez más de los galardones como referencia útil para anticipar el resultado de una sesión de cine y la causa en modo alguno cabe imputarla al paciente espectador acusado por algunos medios como indolente cuando no claramente desconfiado: está claro que los usos y costumbres de la mercadotecnia más salvaje se han apoderado de lo que antaño era una fiesta en la que se distinguía al más notable para reconvertirse en un medio más de conseguir engatusar al respetable a fin que pase por taquilla y deposite unos emolumentos no siempre remunerados desde la pantalla produciendo un cierto desencanto en la ciudadanía cada vez más harta de que intenten darle gato por liebre.

A pesar de la poca fe que concitan los premios, está claro que cuando una persona en su carrera ha recibido bastantes ello suele indicar, además de tener buenas amistades, que algo, aunque sea poco, habrá de tener el premiado para no quedar en evidencia.

Si hay un cierto prestigio añadido por trabajos reconocidos como excelentes solemos acordar que es una suerte contar en una película con colaboradores que de antemano gozan del aprecio popular por el desempeño de su labor.

Cuando se trata de enfrentarse al rodaje de una película en la que no va a haber ni tiros ni efectos especiales, el director querrá tener a su disposición el mejor elenco de intérpretes posible ya que la atención por fuerza deberá residir en los personajes que vivan la historia que la película se dispone a contar.

Claro que también puede ocurrir que quien mande no sea el director y volviendo a los tiempos clásicos en los que quien ponía el dinero distribuía las funciones a su antojo y entendederas, se haga recolecta de un grupo de intérpretes para representar una trama y luego se busque a un director que se haga cargo del rodaje, lo que desde siempre hemos conocido como "película de encargo", usualmente alimenticia para genios como Welles o Coppola por poner dos ejemplos de épocas distantes.

Si la película pertenece al primer o segundo grupo es cuestión que uno decide una vez la ha visto y suele ser una opinión no exenta de controversia que deberá aclararse acudiendo a la contemplación de otros importantes elementos que conforman el todo artístico que vemos en pantalla, no en vano el cine es un arte compendio de muchos otros.

Estas reflexiones se le ocurren a uno cuando ha visto una película y se ha quedado a medias e intentando aclararse da vueltas y vueltas sopesando los pros y los contras en un ejercicio contemplativo buscando una solución que, realmente, no tiene porqué existir desde el mismo momento en que se tiene al cine por el Séptimo Arte y como tal sujeto a apreciaciones particulares de agrado y disgusto e incluso ambas a un tiempo sin que por suerte nada importante suceda como consecuencia.

Si tuviéramos una balanza virtual, en un plato pondríamos todo el peso que figuradamente pueden representar 94 premios y 117 nominaciones recibidas por un grupo de intérpretes como éste:

Premios y Nominaciones

Anthony Andrews 2 y 2
Timothy Spall 3 y 12
Derek Jacobi 11 y 7
Michael Gambon 13 y 7
Guy Pearce 4 y 16
Helena Bonham Carter 23 y 23
Geoffrey Rush 26 y 28
Colin Firth 12 y 22

¿No está nada mal, verdad?

Porque, como decíamos hace un momento, a los premios hay que añadir el prestigio que sin duda tienen todos los componentes de ese grupito, intérpretes forjados en la escuela británica y su prolongación de las antípodas australianas.

Seguro que Tom Hooper cuando vio completo el casting quedó la mar de contento: afrontar a sus treinta y ocho años su tercer largometraje con un grupito así es una suerte.

Hooper se disponía a rodar una película provista de guión escrito por David Seidler quien se inspira en la relación existente entre el que fue Rey de la Gran Bretaña conocido como Jorge VI y el poco conocido logopeda Lionel Logue, australiano domiciliado en el Londres de principios del siglo pasado que ayudó al monarca a paliar su tartamudez.

La película, rodada el año pasado, se tituló The King's Speech (El discurso del Rey) y huelga decir que ha recogido un montón de galardones porque seguro que todos están al tanto.

Si tuviéramos que definir el género al que pertenece las dudas expresadas al inicio aflorarían de inmediato focalizadas en aspectos más detallados, porque insertarla en la categoría de histórica sería pecar de ingenuo ya que no todo lo sucedido en aquellos tiempos coincide con lo que vemos en pantalla. Lo cierto es que es una película de ficción y no tiene porqué ser exactamente fiel a la historia mientras no exagere demasiado la interpretación de unos actos que no constan debidamente contados en parte alguna y que como consecuencia han sido libremente adaptados a la dramaturgia considerada óptima para el producto final que, no lo olvidemos, es un entretenimiento.

Sin embargo, pesa sobre la cinta, en mi opinión, un cierto tufillo de típico producto relator de una superación personal con la ayuda de un personaje que alcanza importancia cabal en la trama, pareja cuando no superior al propio protagonista.

Sin duda la importancia de ese co-protagonista nos viene dada por la circunstancia nada casual de que el actor que le da cuerpo es Geoffrey Rush, que, según consta en la wikipedia en inglés leyó el guión antes incluso que el propio Hooper. Claro que lo que cuenta la wiki puede estar -y remarco lo de puede- mediatizado por la oficina de mercadotecnia habitual.

El guión escrito con cierta libertad por Seidler resulta interesante por el descubrimiento público que hace de la existencia de ese real logopeda pero se queda en medias tintas ya que los personajes están apuntados con poca profundidad: todos ellos son bocetos aceptables de lo que debieron de ser y así como algunos breves secundarios dan un juego muy aceptable -con la excepción de Churchill, que parece una mala caricatura y no por culpa de Timothy Spall- tanto los Duques de York como el logopeda Logue aparecen como si el guionista se hubiera autocensurado, cercenándose a sí mismo la posibilidad de aventurar un estudio psicológico más profundo, aunque se tratara de una simple invención; es posible que Seidler no sea capaz de presentar un contenido con más enjundia en los caracteres.

Y es una pena, porque Hooper cuenta con unos intérpretes de primera fila que se le entregan totalmente: Colin Firth aprovecha las características de ese hombre afecto de un problema que en otro sería anecdótico y explota con gran efectividad el recurso de la tartamudez, reclamo seguro para obtener reconocimiento público, aunque el que pone las castañas en el fuego es Geoffrey Rush que, en un papel mal llamado secundario, despertó la admiración de este comentarista -una vez más- por el enorme despliegue de sutilezas con que adorna su siempre habitual dominio de la expresiva y educada voz que tiene.

Hay una escena en la que el taimado Geoffrey (que actúa también como productor ejecutivo de la película) planta su figura y da una breve lección de interpretar: cuando se presenta el actor Lionel Logue a un casting para representar a Ricardo III, adopta una expresión corporal ridícula y declama con voz rimbombante y uno se da cuenta inmediatamente del trabajo que el amigo Geoffrey está realizando en toda la película, en mi opinión comiéndose con patatas a todos los que tienen la oportunidad de compartir plano con él.

Luego el Oscar al mejor actor se lo dan a Colin, pero debe ser porque ni siquiera pudo Rush aparecer nominado como actor principal: supongo que representar a un Rey tiene sus ventajas. Alguien que disponga del guión original podría contar muy fácilmente las entradas que tiene cada personaje para salir de dudas.

En cualquier caso, la calidad del nivel actoral excede en mucho a la trama que se ocupan de representar, una historia que deambula en el filo de la navaja entre la reinterpretación de unos acontecimientos históricos e importantes en la Gran Bretaña del pasado siglo y la presentación de una lucha de un hombre para dominar un defecto en el habla que le impide desarrollar su función principal: no en vano en la escena dominada por el ladrón (de escenas) Michael Gambon como Jorge V éste le espeta a su segundo hijo que los monarcas han devenido en actores que representan a todo un pueblo y todos sabemos lo importante que una buena dicción es para un actor.

Esa trama de superación personal se articula como cualquier telefilme habitual en la sobremesa procedente de los innumerables estudios televisivos estadounidenses que siguen bebiendo en fuente semejante todavía al Selecciones del Readers Digest en los que la falta de profundidad es casi un sello identificador, y es ahí donde pierde fuelle esta película en mi opinión.

Hooper demuestra conocer su oficio proporcionándonos algunas escenas bien resueltas contando siempre con la intervención afortunada del camarógrafo Danny Cohen que utiliza unos objetivos muy adecuados, sean teleobjetivos para comprimir la niebla londinense y procurar intimidad pública a los personajes, sean grandes angulares con poca distorsión para representar la soledad del personaje frente a una multitud expectante. Le falta sin embargo a Hooper un punto de sencillez cuando en un travelling en vez de dejarlo transcurrir dando continuidad se dedica a fraccionarlo dando trabajo a la moviola de Tariq Anwar quedando una apariencia más televisiva que cinematográfica, salvo por la excelencia del apartado artístico, como siempre en producciones británicas, de primer nivel, en esta ocasión de la mano de Netty Chapman.

Me ha parecido pues una película interesante sobre todo para disfrutar de las buenísimas interpretaciones de los intervinientes, aunque la sensación, pasados unos días de su visionado y rememorada con calma, es que se trata de un mero divertimento, un ejercicio circense que tampoco requiere mayor esfuerzo: ni para interpretarlo, ni para disfrutarlo, acabando por ser olvidable ya que los personajes que viven en pantalla fenecen al encenderse las luces de la platea.






20 comentaris :

  1. Totálmente y, sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo contigo. Me ha parecido una buena película por las interpretaciones, y tampoco puedo añadir mucho más porque se olvida fácilmente. Has hecho una crónica tan fabulosa que solo queda, The End..

    Besos

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  2. Diseccionas la pelicula cual forense y no dejas que de ninguna manera influya en tí la opinión del "populacho".
    Bien me parece porque tampoco hay porqué elevar el film a la categoria de 'obra maestra'. Es una historia para entretener como casi todo el cine , de antes de ahora y de siempre. El calado de una historia bien contada depende de las expectativas del que la recibe. Si esa historia es casi una anécdota ( no me parece tan frivolo el tema )o una hazaña épica no nos conmueve puede que tenga más que ver con lo que ya hemos visto una y otra vez en el cine.
    ¡Menos mal que Geofrey salva la pelicula !..
    ( aqui ironia ) que lo hace ¡ pero Colin Firth también( Dios salve al Rey..!) .. Y el resto y eso para mi bien vale una "misa" mejor dicho una entrada.
    Quedamos que te gusta por las interpretaciones ¿ NO? a VER SI ME ACLARO.
    Su elocuencia, Sire a veces me confunde...

    Quedo suya a sus pies SIEMPRE.
    Reverencia y me retiro de puntillas. Milady

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  3. Las interpretaciones están muy bien, pero la película no es para tanto, eso es lo que creo yo, mejores películas había este año para ganar el oscar, pero estaba visto que el premio quería cruzar el charco... hay años en que los oscars me despistan.

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  4. Creo que ya dije en otro sitio que la mayor virtud de la película es su mayor defecto. La cortedad argumental, que se agotaría en algo menos que un cortometraje y que consigue alargarse hasta quizá un excesivo minutaje gracias a la trascendencia del contexto histórico, hace también que, volcada en una típica historia hollywoodiense de superación personal y "éxito", la cosa en el fondo no pase de ser algo facilón y previsible. Estupenda, a ratos magnífica, en la forma, pero escasita en el fondo.
    Un abrazo.

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  5. Sin palabras, me he quedado sin palabras. Naturalmente nada que añadir. La película me gustó, no me entusiasmó y estoy de acuerdo contigo en que la interpretación, del logopeda, es para mi gusto mucho mejor que la del propio rey, pero claro ser rey tiene ventajas y en este caso Oscar.
    Un placer leerte.Un beso

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  6. Qué ladino eres querido Josep, qué bien sabes diseccionar y poner de narices al más pintado sin elevar el tono de voz y de la forma más adecuada...
    ¿Sabes que he gozado este escrito mucho más que la peli?...Vamos a ver, es exactamente como dices. Durante la proyección, las interpretaciones de hipnotizan, te abducen, pero una vez se encienden las luces y empiezas a comentar te quedas un poco a medias...¿Has visto una buena película?¿Es cierto lo que te narran o simplemente una fábula de enciclopedia barata?
    Bueno, pues todo eso lo explicas tú muy requetebien y eso es un mérito que añadir a los muchos que tienes, y no es peloteo, que conste y tú lo sabes.
    Un abrazote.

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  7. Qué buen post! (no hasta el punto de pensar como Anro que me lo he pasado mejor que con la peli)... Los premios no son significativos de nada... anda que no han acumulado premios y premios películas que... bueno, da igual... La peli.
    A mí me gustó. Y el discurso final hasta me emocionó (con esa música, situándote en el contexto de la época y esas imágenes que "pasean" por todos los estamentos sociales, como para no hacerlo). Creo que pasa un poco lo que tú dices. Un divertimento bien llevado con excelentes intérpretes (tal y como está el patio, me doy con un canto en los dientes). Esta es la que ha ganado los Oscar, ¿no?
    En fin... No me parece una peli mala en absoluto. Buena, pero lejos de ser una maravilla (para mí).
    Un saludito.

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  8. Excelente crítica, Josep.
    Me sumo a tu opinión y suscribo tus conclusiones: la película apunta, únicamente apunta, pero no acaba de explotar las posibilidades que un buen guión ofrecería. Yo, por ejemplo, hecho mucho en falta que no explotara -en paralelo- las vidas personales/familiares de los dos protagonistas principales.

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  9. Felicidades, compa Josep, por tu disección de la peli: certera en el fondo y bordada en las formas. Nada nuevo bajo el sol, también hay que decirlo: es la marca de la casa... Yo creo que el mayor achaque que cabe hacerle al film, y que tú bien apuntas, es el de sacrificar lo que podría haber sido (una historia de profundo calado), si ésa hubiera sido la intención, a lo que realmente es, que es lo que pretendía: una brillante pieza mainstream con la que cautivar a un público de espectro amplísimo y reventar la taquilla. Pero, ¿cabe hacer achaques en ese aspecto? Porque si de lo que se trata es de medir el ratio entre pretensiones y logros, aquí nos da bingo. En fin, me temo que ando un poco quejumbroso en estos últimos días, a vueltas con el tema este de las apreciaciones. Igual tendría que ponerme a formular por escrito, despacito y en profundidad lo que me corroe sobre el tema. Y ya contaremos.

    Un fuerte abrazo, buena semana y seguimos trasteando.

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  10. Por todo lo que dices añado y sin embargo no me apena haberla visto. Me gustan los actores y su trabajo (en general), ver sus gestos y oir sus voces, y me los creí en la historia que se contaba. Otra cosa es que la historia necesitaba de algo más.

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  11. Me alegra, Blanca, que coincidamos, así como que te haya gustado la entradilla respecto a una película que el tiempo pondrá en su lugar sin duda.

    Besos.

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  12. Por lo menos lo intento, Milady: lo intento con todas mis fuerzas.

    Sin duda Colin hace un buen trabajo, pero tampoco hay que negar que esa tartamudez ayuda muchísimo a recibir premios.

    Quedamos, si te parece, querida Irene A., en que el trabajo interpretativo es para mí la única baza por la que recomendar la película, aunque luego uno se olvidará de los personajes...

    Besos.

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  13. No me extraña, Marguis, porque me ocurre otrotanto: ya no me fijo demasiado en los premios porque demasiadas veces me parecen pura invención. Ese grupito de intérpretes merecen un visionado, aunque para su categoría tampoco es que deban esforzarse mucho.

    Besos.

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  14. Tienes toda la razón, Alfredo: la cosa, tal como está planteada, no da para mucho más de media hora: acabada la función, uno se queda como defraudado, porque la situación permitía mucho más juego...

    Un abrazo.

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  15. Ese logopeda, Camy, estaba avisado ya que leyó el guión antes que nadie y me parece que bastante tuvo que ver con la elección del casting porque renunció a representar la obra en forma de teatro.

    Por algo sería...

    Besos.

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  16. Me adulas de una forma, Antonio, que no puedo menos que decir: ¡Sirvan a ese de las gafas lo que quiera, que invito yo!

    Celebro que estemos de acuerdo: como tú dices, la sensación, una vez encendidas las luces, es de vacío, porque los personajes se han quedado en la pantalla: no nos acompañan, no quedan.

    Eso sí: con el plantel que hay, es una gozada verles a todos trabajar, aunque sudar, sudan poco.

    Un abrazo.

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  17. Ya veo, David, que las sensaciones mías no son nada estrambóticas y sí comunes, lo cual me consuela: ciertamente el trabajo actoral es bueno y mejor que la media, aunque tampoco es que resulte difícil para lo que pueden hacer todos esos.

    Lo de los premios cada día que pasa está más chungo, me parece, y los Oscar, precisamente, parecen marcar tendencias...

    Un abrazo.

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  18. Muchas gracias, Raúl: coincido contigo en que esa vida más íntima de ambos personajes protagonistas hubiera por lo menos enriquecido la trama alejándose de los momentos históricos y verídicos, y ciertamente había mucha tela que cortar, porque la que fuera Reina madre era un filón...

    Un abrazo.

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  19. Ya conocía tu buenísima reseña, Manuel, y veo que incides en un tema interesantísimo que seguramente te proporcionará la oportunidad primero de comerte el coco unos días para madurarlo y luego recibir sensaciones dispares y variadas, así que no puedo menos que animarte a que sigas en el empeño apenas apuntado, ni que sea por quitarte del cuerpo esa fatiga...

    Un abrazo.

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  20. Desde luego, Alma, que no me arrepiento de haberle dedicado un buen rato y es un gusto ver a esos intérpretes, aunque uno se queda con hambre: resulta un aperitivo demasiado frugal.

    Besos.

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