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diumenge, 30 de juny del 2013

El chico del periódico






Ahorremos tiempo: ésa es una película que no va a gustar a todo el mundo y por no rehuir el bulto diré que seguramente cuando la vea otra vez me gustará más.

O no.

Otra clarificación será oportuna y nos situará inmediatamente en el contexto:

El título de la película, en inglés The Paperboy (¡Sí: el traductor estaba despierto!) se debe, tal y como lo entiendo, a que uno de los protagonistas, el joven Jack Jansen (muy bueno Zac Efron) sale en la portada de un periódico local -dirigido por su padre, W.W. Jansen (Scott Glenn, como siempre, eficaz)- como sujeto salvado de un ataque de medusas gracias a que su acompañante playera, Charlotte Bless (muy sorprendente Nicole Kidman) se le mea encima de todos y cada uno de los múltiples y variados aguijones, escena que contra lo acostumbrado se nos muestra en todo detalle.

De hecho, la rubia empelucada Charlotte se mea encima del chico apartando a una jovencita que había empezado la labor espontáneamente al verlo en la arena postrado de dolor.

Esa no es desde luego una escena cabal de la trama pero al cinéfilo avezado ya le dará una imagen apropiada de lo que podrá encontrar si se anima a visionar la última película de Lee Daniels basada en una novela de Peter Dexter quien junto al director-productor firma un guión que seguramente no alcanza a desbrozar con claridad todas las líneas que quizás en la novela se traten con mayor profundidad.

¿Es una película recomendable?

De los cobardes nadie se acuerda: véanla.




¿Porqué?

Porque aparte de los citados está el concurso de Matthew McConaughey y John Cusack en sendos personajes poco recomendables para cualquier intérprete que aspire únicamente al reconocimiento popular, tipos complejos que permiten escarbar en un interior nada diáfano: de esos que cualquier actor con dos dedos de frente y una estima por la profesión aspira hallar en su camino: el amigo Matthew lleva unos pocos años elevando el listón y el taimado Cusack roba las escenas demostrando talento con la mirada.

Porque aunque las buenas interpretaciones no sean para usted un reclamo irresistible -como lo son para este comentarista que suscribe- probablemente, ya que esta aquí, gustará de una película estadounidense que, en una palabra, parece europea: o sea, que es una película para adultos en la que no hay maniqueísmo barato y no se sabe muy bien a qué están jugando los personajes y que por momentos desconcierta y sobre todo no intenta dar lecciones de moral a nadie ni explicar nada en concreto.

Porque la forma de rodar de Daniels (que por cierto, resultó nominado en Cannes a la Palma de Oro por su trabajo) es adecuada al fresco sureño, más que marismeño pantanoso, cercano a la ciénaga de Florida, en una mezcolanza en la que caben apuntes raciales y homófobos a partes iguales con una reina rubia que parece sacada directamente de cualquier canal televisivo de esos que inundan la tdt, reclamo de tópicos incomprensibles. Daniels sin duda conoce el oficio de dirigir intérpretes y más aún, sabe convencerlos para que suden la camiseta en unas composiciones dedicadas a personajes que no son refulgentes.

En su contra el enmarañado guión y el recurso a una voz en off que podría haber sido clarificadora y no lo es: parece un añadido para darle empaque y otorgarle el sentido de una historia oral próxima a la realidad, pero no acaba de cuajar resultando falso. El off, como el flashback, son recursos más difíciles de lo que aparentan.

Si se deciden, que sea en versión original subtitulada, aunque la jerga sureña y el acento aplicado parezcan un galimatías: no se preocupen, porque, transcurrido el metraje, seguro que permanecerán preguntándose el porqué de varias cuestiones: Daniels, quizá por defecto, quizá por exceso, deja muchos cabos sueltos. Pero sin duda vale la pena comprobar cómo todavía se puede hacer una película con una intención más allá de la mera diversión, del simple entretenimiento, y no aburrir al personal.

Puede que no guste mucho, pero no aburrirá a casi nadie.

Para muestra, un botón









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