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dissabte, 7 de març del 2015

El divorcio de Lord Byron Jones






Escuchamos el pitido estridente de un ferrocarril.

La cámara, siempre desde fuera, nos muestra un tren de pasajeros que circula de este a oeste según el implacable sol de mediodía que alumbra el interior en el que vemos a Steve y Nella, una joven pareja blanca dándose arrumacos mientras observa, sonriente, el paisaje agrícola en el que un niño negro circula en una bicicleta, jugando.

Poco más atrás en el mismo tren, puede que en el mismo vagón, Sonny, un hombretón negro sentado en el mismo lado del tren, mira el paisaje y cuando se empiezan a ver casas recoge su somero equipaje: una caja de puros en la que guarda un viejo revólver, pequeño, de cinco tiros. El tipo se levanta antes de llegar a la estación para deslizarse por la puerta del vagón, dándose un revolcón en los hierbajos que festonean la vía férrea.

Quiere la mala suerte que el coche patrulla de la policía esté parado cabe la vía y rápidamente Sonny será interrogado por Willie Joe, extrañado de verlo saltar del tren. La buena suerte será que, con la caída, el revólver ha salido despedido de la caja de puros y el policía sólo verá la caja vacía.

Estamos en Somerton, Tennessee. Tanto la visión de Sonny compartiendo vagón con blancos como el vestido de Nella acreditan la época: ella usa una minifalda sobre la rodilla, apropiada para una joven recién casada y ya se ha dictado la Ley de Derechos Civiles (1964)

No todo es exacto pero hay mucho de cierto: Somerton es una invención de Jesse Hill Ford para evitar problemas al referirse a una historia real acontecida en el pueblo donde vivía, Humboldt, Tennessee, en el año 1955, que sirvió de base a una novela titulada The Liberation of Lord Byron Jones, publicada en 1965 consiguiendo gran éxito de crítica y público.

La fechas a priori son importantes: justo en 1965 se empezaban a notar los efectos de la citada ley que protegía los derechos de la población negra igualándolos a los blancos en algunos aspectos y el responsable de dicha ley fue el entonces Presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson primero vicepresidente de Kennedy y luego Presidente de facto y posteriormente electo (20 de enero de 1965 hasta 20 de enero de 1969) que en los medios de comunicación usualmente era citado por sus iniciales: L.B.J.

Precisamente en el año 1969 William Wyler acababa de rechazar cualquier posibilidad de hacerse cargo de la dirección de Patton (por dos motivos: la presencia de George C. Scott, al que tomó ojeriza por poco profesional años antes [Wyler le hechó del rodaje de Cómo robar un millón... por llegar tarde al rodaje el primer día...] y permanecer medio año en tierras españolas, lo que no era del gusto de su esposa ni le convenía a la ya delicada salud del cineasta, a la sazón contando 67 años de edad y unas cuantas úlceras estomacales) pero seguía manteniendo el deseo de realizar una película de contenido social y más específicamente, racial, tema que nunca había abordado como él quería y que le vino a las manos cuando el productor Ronald Lubin le recomendó que leyese la novela de Jesse Hill Ford. Lubin había comprado los derechos cinematográficos de la exitosa novela junto con Stirling Silliphant que como quien dice acababa de ganar el Oscar al mejor guión adaptado por su trabajo en In the Heat of the Night como ya vimos aquí hace unos años y no encontraban ni estudio que quisiera patrocinarla ni director que quisiera dirigir una película semejante.

Wyler había finiquitado su relación con la Fox y se iniciaba con la Columbia, donde tenía previsto realizar seis películas, tres como director y tres como productor: cuando hubo leído la novela, se entrevistó con el autor y éste le aseguró que todo lo que contaba en el texto era absolutamente real: sólo había cambiado topónimos y nombres, pero los hechos, tal cual habían sucedido.

Con estos mimbres, Wyler inició la que a la postre sería su última película: The Liberation of L.B. Jones estrenada en 1970 y que se conoció en España con el título No se compra el silencio, traducción que proviene de otros países europeos como Francia, Italia y Portugal, cuyo origen se me escapa.

El título original hace referencia directa a un procedimiento inédito por inusual: esa "liberation" se incardina como forma procesal del divorcio y el divorcio, con ser legal en los Estados Unidos  de Norteamérica, no era precisamente práctica común entre la población negra: la prosecución de la liberación del vínculo matrimonial ante la corte de justicia no era, por lo visto, usual entre los negros.

Uno de los protagonistas de la historia, que le da su nombre, George Lord Byron Jones, más conocido popularmente por el acrónimo L.B. Jones, es el negro más rico de Somerton: es quien regenta la funeraria más importante del territorio dando a los negros sepultura tan suntuosa como puedan permitirse pagando a plazos, eso sí, en vida.

L.B. Jones está casado con una joven atractiva y sexy, Emma, que contra todo sentido común mantiene relaciones adúlteras precisamente con un hombre blanco, casado y con tres hijas, nada más y nada menos que el policía Willie Joe, genuino representante de lo que de forma peyorativa los wasp llaman redneck

El entierra muertos, muy digno, acude al que considera mejor abogado de la población, Oman Hedgepath, a la sazón tío de Steve, que acaba de llegar con la intención de asociarse con su tío en el bufete y se sorprende al ver cómo Oman rechaza asistir jurídicamente a L.B. Jones recomendándole que se lo tome con calma y trate de soportar la cornamenta, insistiendo el marido engañado en que el divorcio se tramitará de mutuo acuerdo. Oman se niega y L.B. Jones se va defraudado. Steve se muestra sorprendido ante su tío y mentor por lo que considera inadmisible actitud racista, asegurando que él mismo se hará cargo del divorcio, a lo que Oman responde inmediatamente que ha cambiado de parecer y será él quien se cuide del proceso.

Pero la cosa se complica, porque si un divorcio entre negros de mutuo acuerdo resulta extraño para Oman, la sorpresa y la alarma surge cuando Emma le dice a su esposo que no piensa acceder tan fácilmente a darle el divorcio.



Cuando hablamos de grandes maestros del cine que ya nos han dejado siempre hay una parte de la conversación que se refiere a lo que haya podido ser su último período, sus últimas piezas, su postrera película. William Wyler, grande donde los haya, se despidió de la dirección más de diez años antes de fallecer relativamente joven (79 años. Woody Allen sigue trabajando a esa edad y Clint Eastwood, con 84, parece empecinado en marcar a fuego lento su propio declive) con una película que fue un fracaso comercial absolutamente injusto y ahora veremos el porqué de esta afirmación.

Como es de suponer, la novela de Jesse Hill Ford contempla muchos aspectos que en la película resultan desatendidos, concentrada en los aspectos más sangrantes, violentos y desagradables que se produjeron en Humboldt en 1955: con un metraje medido de una hora y tres cuartos, Wyler concentra sus esfuerzos en la población negra del ficticio poblado de Somerton (los exteriores se rodaron en el vecino condado de Lauderdale) y sus relaciones con los blancos o, más concretamente, con aquellos blancos que ostentan, detentan y en definitiva abusan de una autoridad y prestigio que les viene grande.

En esta ocasión Wyler no ofrece ni siquiera un momento de relajo en la tensión que se irá incrementando con un desarrollo clásico cargado de perfidia y fatalidad: la decisión tomada por L.B. Jones permanecerá inalterable a las presiones no tanto por el amor propio y el orgullo cuanto por la convicción que un desfallecimiento, una huída, significará la pérdida irremisible de una libertad ganada duramente con trabajo, sudor y valeroso empeño de prosperar en una sociedad adversa que, lejos de contemplar la calvinista convicción del funerario como un ejemplo maldice su suerte y envidia su automóvil con aire acondicionado.

El guión reviste una dureza inusitada que comportó en su día el alejamiento de buena parte del público estadounidense en una época en la que los conflictos raciales intensos pertenecían a cualquier archivo de la década con una intensidad hasta entonces desconocida: su rabiosa actualidad por la pertinencia de los hechos ha provocado el recuerdo de este comentarista y el deseo de ver de nuevo una película que en su momento circuló sin grandes alabanzas posiblemente porque Wyler no pudo contar con todos los medios que hubiese requerido una empresa semejante para superar la tristeza de la trama.

Wyler confiaba en que Henry Fonda se hubiera hecho cargo de interpretar al abogado Oman Hedgepath y ello no fue posible por cuestiones de agenda: la composición realizada por Lee J. Cobb es muy buena y efectiva pero el buen actor carece de esa fotogenia que distingue a las estrellas cinematográficas consiguiendo fácilmente la conexión con el patio de butacas: quizás consciente de ello, el personaje de ése lider de su sociedad no acaba de verse retratado con la fuerza precisa para evidenciar la contradicción ética de su conocimiento y su comportamiento, porque será el detonante de la tragedia y también quien procurará que todo quede bien tapado. La pareja de blancos más liberales o menos racistas, Steve y Nella, quedan en meros observadores críticos sin casi frases que sustenten y apoyen incluso las tesis del propio Wyler que, quizás expresamente, hace recaer en el espectador la valoración de lo que ha visto suceder, consciente de su veracidad, sin que aparezca el manido letrero de "basado en hechos reales".


El mantenimiento de la tensión recae sobre dos grandes actores de la segunda fila gloriosa del cine, ocasionalmente secundarios de lujo, aquí dispuestos a batirse el cobre en una composiciones admirables, firmes, sólidas, en dos personajes antagónicos que no hacen más que crecer en oportunas revisiones: Roscoe Lee Browne otorga una dignidad profunda al personaje de L.B. Jones, el marido engañado resuelto a acudir a la justicia a reclamar el mismo derecho que cualquier blanco pueda tener, sin miedo a nada, y Anthony Zerbe consigue hacerse odioso y repugnante como Willie Joe, el policía que satisface su lujuria imponiendo la fuerza bruta y su beneficio personal sin vacilar.

Lola Falana, una belleza de la época, irrumpe en pantalla reclamando atención inmediata por su generosa figura pero más aún por el nervio de su interpretación de una mujer joven ambiciosa y desaforada, valiente e intrépida en su grave inconsciencia que acarreará todos los males. Sin llegar al prototipo de mujer fatal sabe aprovechar las pocas escenas en que aparece para dejar su recuerdo imborrable como provocadora de la fatalidad. La presencia imponente de Yaphet Kotto alberga trazos de venganza y fortaleza pero cuando sobresale es en el momento en que Wyler, que siempre fue un maestro de actores, le acerca la cámara al rostro para extraer de él mil sensaciones y ninguna amable.

Wyler en su despedida demuestra ser cierta su afirmación en la que deploraba las críticas miopes de los chicos del Cahiers du Cinema porque no veían en él a un autor, siempre cambiante de estilo: el estilo, decía el maestro, debía acomodarse siempre al servicio de la historia que se narraba. Contando con unos medios más limitados que de costumbre no por ello abandona las virtudes cinematográficas que jalonan su carrera: las elipsis nos evitan momentos verdaderamente desagradables huyendo del exhibicionismo gratuíto: por ejemplo, queda patente una violación consumada cuando vemos a la víctima salir del coche con el vestido mal abotonado y el pelo revuelto y las muertes se nos hurtan incluso de medios planos.

La intención y la fuerza visual siguen como siempre en la pantalla, como sucede en la distinta iluminación de las escenas en los ambientes donde viven los negros más pobres, casi siempre con luz escasa y artificial y los ambientes de los blancos y también los del rico L.B. Jones, casi siempre soleados, luminosos. La fotografía pues al servicio de la intención, tanto como la propia caligrafía del director una vez más desechando los grandes espacios de otras historias más imponentes para centrarse en la angustia reflejada en los ambientes cerrados, próximos. La diferencia principal quizás radique en el uso de unas ópticas más modernas, menos clásicas, abandonando aquellos angulares que le proporcionaban juegos de profundidad de campo: da la sensación que Wyler pretende acercarse a la simplicidad artística propia de un documental como huyendo de la posibilidad que el espectador pueda buscar otra explicación, otra sensación que le aleje de la cruda realidad expuesta de forma diáfana y transparente.

Wyler ofrece un discurso circular pues tres de los componentes de la trama llegan en el mismo tren y partirán también en el mismo tren al finalizar todo: hay un cambio, no obstante: en la partida, Sonny se sentará en la fila de atrás de Steve y Nella, pero ya no estará pendiente de ver de nuevo el paisaje conocido y habrá cambiado de lado.

La banda sonora se la confiaron a Elmer Bernstein y me queda la duda relativa a su oportunidad porque no se significa demasiado con la trama aunque desde luego ayuda a conferir una cierta lejanía documental y objetiva de los hechos presentados reforzando la intención del director de entregar al espectador la facultad u obligación moral de emitir el dictamen relativo a lo visto.

En definitiva, una pieza absolutamente imperdible, rara avis difícil de ver porque al parecer nadie tuvo mucho interés en mantener su exhibición a lo largo de todos estos años, siendo así que, desgraciadamente, no tan sólo permanece como muestra de una realidad doliente del siglo pasado sino que, atendidas las noticias reviste una rabiosa e hiriente actualidad.


Plus:

1.- Hay carteles, pósters, que explican demasiado, como ocurre con algunos tráilers. Aquí hay uno de los que cuenta demasiado. Si no se ha visto la película, mejor no mirarlo. Se diría hecho adrede para que nadie vaya al cine. Póster chivato.

2.- Como suele ocurrir a muchos grandes actores, su buen trabajo al representar a personajes odiosos empañan o perjudican la simpatía que el profesional merece. En otros casos, la sencillez oculta méritos acreditados. Después de ver la película, uno se queda pensando que, seguramente, Roscoe Lee Brown nunca más volvió a ver a Anthony Zerbe. Nada más lejos de la realidad. Ciertamente nunca más coincidieron en ninguna película, pero vaya si construyeron una buena relación, truncada por el fallecimiento de Roscoe. Ambos, acreditados actores de las tablas escénicas y dotados de un bagaje cultural apropiado, seleccionaron textos de poesía, teatro, literatura en general, los hilaron con monólogos propios y construyeron un espectáculo artístico literario con el que desde 1981 que se presentaron en el off broadway y por lo menos hasta 1998, dieron varias giras con la pieza Behind The Broken Words siempre recogiendo muy buenas críticas. En ocasiones así, da gusto y envidia sana comprobar que pantalla y realidad únicamente se unen por el arte.

3.- La película, en inglés, en youtube


18 comentaris :

  1. Y tanto que el tema està de actualidad, como que esta misma mañana un policìa ha asesinado a un chico negro desarmado.....y van....
    Y el presidente claro que fue de facto....como que jurò su cargo en el aviòn de vuelta de Dallas con el cadaver de cuerpo presente....
    No he visto la pelìcula....pero ganas dan, muy jugoso el tema....aunque sin haberla visto un par de cosas....
    Si el guiòn es bueno a mi Lee J Cobb me vale....incluso me vale Anthony Zerbe que no es precisamente un actor que me entusiasme...
    Aclàrame....la mala pecadora de la pradera vuelve a ser la mujer...aunque no me parece mal....ya que en los sesenta se intentò crear un estereotipo del buen negrito que puede llegar a resultar tan paternalista como injusto....esos lirios del valle...ese chico impoluto que adivina que viene a cenar...en plan....oigan que hay negros que son educados, estudiados, guapos y elegantes....hasta el punto de dar la vuelta a la tortilla en esa pelìcula que no trago ni al calor de la noche ni vista a mediodia...me refiero a la de Jewison...con ese Rod Steiger que en fin....
    Y por ùltimo.....pero di algo de Barbara Hersey....please
    Por cierto....me parece que los dos de ochenta y tantos ya estàn preparando nueva peli

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    1. No quisiera destripar nada jugoso de la película, Víctor, como has leído ya. Valga decirte que tu intuición te engaña aunque aciertas si imaginas que esta película -eso me lo dejé en el tintero- está muy alejada del planteamiento de En el calor de la noche y también de Adivina quien viene a cenar, ambas protagonizadas por Poitier que busca la unión concordante: aquí no hay sino el orgullo de raza del sepulturero que lo que pretende, nada más y nada menos es obtener la misma justicia que los blancos.
      Acabo de modificar y añadir un párrafo, porque me olvidé avisar que la película está, enterita, en youtube: en inglés, eso sí, pero todo puede arreglarse con unos buenos subtítulos.
      De Barbara Hersey sólo puedo decir que sale muy mona, con su vestidito wasp, muy cariñosita, con apenas dos frases y media: ella y Lee Majors, como si no estuviesen. Da la sensación que Wyler fuerza la máquina y elimina cualquier blanco que pueda resultar aceptable. Que en 1969 era un acto más que de valentía, de temeridad manifiesta.
      un abrazo.

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  2. Espera que acabo de ver el video....y tal y como sospechaba....el policia parece primo hermano del que hacia Rod Stejger....y el negro que se quiere divorciar va de impoluto traje y pone cara de mojòn tipo mayordomo de la casa blanca.....no sè.....y ella....en ropa interior blanca....no sè tampoco....la veo muy mala malosa....
    Ando un poco mosca con eso de jugar a ser liberal....o buscar un discurso liberal...en el que al honrado caballero negro...aparentemente se le reconoce su derecho al divorcio....peeeero...al final hay que recurrir a un abogado blanco parael que te saque las castañas del fuego....bueno no digo mas que no la he visto.....Willer pillò ulceras estomacales en los restaurantes españoles comiendo cochinillo? A ver....me niego....que seguro que destrozò su estòmago a base de hamburguesas y perritos calientes....otro saludo

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    1. Llevas malas sensaciones, Víctor y me pregunto si es que no he sabido trasladar correctamente las que produce la película, o quizás es que he contado demasiado poco de la trama....
      Wyler sufrió sus úlceras después de haber lidiado con Barbra Streissand (eso es un bulo acabado de inventar. lo cierto es que la dominó al primer día) en Funny Girl. la previsión de lidiar casi ocho meses con Scott sí que tuvo a ver en la decisión, aparte de la pereza de la parienta...
      De hecho, hay por ahí una entrevista en Dias de Cine en la que asegura haber disfrutado en su visita cuando el rodaje de Lawrence de Arabia: pero aquello fue turismo...
      Un abrazo.

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  3. Pero si has puesto enlace con la peli completa.....voy a por ella y luego te digo si me ratifico en los anteriores comentarios o matizo

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    1. Jaja.... veo que se han cruzado comentarios. Ya dirás.

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  4. Sí que te has extendido y da gusto leerte..pero no he visto la pelicula y podría interesarme..
    Quizás me ponga a ello.
    Ya sabes o al menos creo haberlo dicho, que a mi Wyler me parece un gran director y tengo muchas de sus peliculas entre mis favoritas. Este tema me parece "menos" amable que otras pero eso no es una excusa para no darle una oprotunidad.
    Victor eres un poco injusto con Poiter..son otros personajes, representan otro tipo de individuos.. que habrá de todo en todas las etnias y en otros contextos he de decir y creer. Puede que los estereotipos están muy marcados en el cine según y en qué momento..no sé.. supongo que se busca conectar con un determinado público o denunciar algo o por el contrario "ser politicamente correcto" para no agraviar a la comunidad negra, perdón afroamericana..a ver que decís al respecto. El tema sigue sin estar resuelto, ni con Obama en el despacho oval. Yes we can :-)

    Besos

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    1. La temática de ésta, Milady, es única en la filmografía de Wyler y según sus propias palabras, significó el cumplimiento de un deseo largamente acariciado, que llegó a las pantallas casi de casualidad. Es una película dura, sin concesiones. No será macabra ni exhibicionista, pero lo que cuenta y cómo lo cuenta la hacen merecedora de una revisión calmada y en condiciones, aunque éstas nunca serán como las originales porque las copias que circulan no pertenecen, desde luego, al selecto grupo de las remasterizadas. Criterion ya podría incluirla en una deseada colección de las obras de Wyler.
      Besos.

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  5. Bueno a ver....la he visto de muy mala manera, ya que yo de inglès muy mal, de modo que ha sido como ver una muda.
    Vale Josep, entiendo x donde vas y lo que intentas transmitir....es verdad que lo que veo es mas visceral, mas tenso....y Wyler tiene oficio, me gusta el clima.....peeeero....veo que el negro tiene a tiro al otro que va en tractor....y se lo piensa y le perdona....y no me retracto de Anthony Zerbe...que tiene un papel tal y como me imaginaba.....
    Abril...yo no he cargado contra Poitier sino contra el papel de Rod Steiger y las coyunturas en la configuracion de los roles. A Poitier le tocò eso en los sesenta e incluso antes cuando hizo una peli con Rock Hudson que se titula Sangre sobre la tierra....que esta bastante bien.
    Lo del calor de la noche me parece muuuuuy tramposo. Curiosamente ese cine tan moderno coincidiò en el tiempo con los westerns presuntamente revisionistas en los que los indios eran buenìsimos pobres masacrados y la caballeria lo peor de lo peor....
    A mi me da igual siempre y cuando la pelicula este bien o merezca la pena....Poitier...mira comoson las coyunturas que un par de dècadas despues hacìa de duro agente del fbi en una peli que, signo de los tiempos, se titulaba dispara a matar....por no hablar de su papel en los fisgones.
    A mi no me parece mal que varie de personajes....el problema es que la industria le quiso convertir en el modelo del negro integro y positivo, y claro luego pasa lo que pasa. Me temo que si esta peli no ha perdurado es un poco por lo mismo que no ha perdurado soldado azul, salvando las distancias entre directores....por cierto....no es el mismo director el de soldado azul y el de los lirios del valle?....no estoy seguro pero creo que si. Pues ahi esta la cuestiòn....
    Si no es el mismo tampoco pasa nada.
    No he visto Selma. Un abrazo

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    1. Víctor: la comparativa con In the Heat of the Night es lógica y consecuente pero en mis entendederas para remarcar que ambas siguen caminos muy distintos: en ésta, el racismo y más concretamente el racismo institucional, practicado por quienes ejecutan la autoridad de la administración pública, es el tema. En la otra, el racismo es un componente que, de alguna forma, acabará siendo superado por la amistad o relación amistosa entre el paleto policía de pueblo y el sagaz detective de la ciudad.
      El policía de Steiger no tiene ningún punto de contacto con el de Zerbe más allá de situarse en pueblos sureños.
      Wyler formaliza una acusación y su dedo señalando gravemente el racismo imperante permanece al final: si lo piensas, en esta película hay un negro que se va en el tren después de unos hechos que no han sido cometidos ni en sueños por el otro negro, encorbatado, que parte en otro tren dando la mano al poli blanco.
      Lo que está claro, para mí, es que esta película, por su dureza y claridad, ha permanecido en un rincón y merece salir de ese ostracismo que no ha recibido la más amable de Poitier y Steiger.
      Soldado Azul, dirigida por Ralph Nelson, efectivamente director de Los lirios del valle (que buena memoria tienes, gañán, yo he tenido que mirarlo): recuerdo el revuelo que causó la presencia de Candice Bergen: estuvimos tan pendientes de verla aparecer, que casi no recuerdo nada de la película y luego la ví en la tele en malas condiciones...
      De Poitier te dejas, Víctor, su presencia en la infame versión de Chacal perpetrada en compañía de Bruce Willis y Richard Gere. De ese truño ya hablamos hace tiempo aquí
      Un abrazo.

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  6. Hala! Todo un comentario superlargo que no sabía ni si me iba a entrar (que encima le había dado a copiar) se me ha ido al garete porque tengo el cable del portátil flojo y se me apaga cada dos por tres. En fin...intento de nuevo..pero ahora seré mucho más breve. Y redacto en forma telegráfica
    1) Muy buena entrada.
    2) No la he visto
    3) Lo del póster chivato es de traca
    4) Me encanta el punto 2 del plus.

    Abandono la telegrafía... había soltado un rollo enorme sobre lo de "basado en hechos reales"...que en mi opinión, nunca añade ni pone nada a una película narrativamente...solo predispone al público... peeeeeero...Vamos, que si el hecho real es dramático, interesante, curioso o divertido, pero la peli no lo refleja tal cual en su narrativa... me da lo mismo. Independientemente de si es real o no el hecho en el que se basa, es la peli la que tiene que ser "real".
    Dicho lo cual, como aquí no se recurría al letrerito de marras, decía que una de las cosas buenas de la entrada era que tú nos señalaras los orígenes de la peli.
    Comentaba también antes que creo que alguna vez pillé empezada esta peli por la tele y la dejé de ver sin saber que era de Wyler y considerándola una de serie b... la repasaré cuando pueda y volveré a dejar comentario por aquí cuando lo haga.
    También decía (de hecho empezaba así mi anterior comentario) que sí, que suceso de actualidad, más bien de continua actualidad desde hace décadas.
    Sigo...

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    1. David:
      1.- Me alegro que te haya gustado. Muchas gracias.
      2.- Pues la tienes que ver.
      3.- Lo del póster chivato es para denunciarlos: yo creo que lo hicieron adrede. Lo he colocado para evitar, con el aviso, que nadie vaya a buscar algún otro y se encuentre de repente con éste.
      4.- El punto dos fue una sorpresa y una casualidad, porque buscando carteles veo la foto de ambos con una edad mucho más avanzada y tirando del hilo encontré un montón de datos, principalmente reseñas, todas elogiosas, de las giras que ambos hicieron por todos los estados: pretendía colocar el enlace, pero los de Google (como también parecen hacer los de Imdb) deben haber cambiado el código y no aparece nada en la ventana modal que uso desde hace tiempo en el blog.
      Si quieres saber, simplemente escribiendo Behind the Broken Words en el buscador verás una información que a buen seguro te va a gustar bastante. Lo cierto es que leyendo al respecto uno comprende que algunos actores también han conseguido, estudiando, un nivel cultural alto.
      Por cierto: tú que sabes más inglés que yo: ¿verdad que Zerbe habla con acento lugareño y Roscoe procura un vocabulario más pulido y dicho con más elegancia?
      Un abrazo.

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  7. No sé... A veces creo que ciertos temas yankis como el genocidio indio, el racismo no se han tratado... No sé.. Es que si ahora quieres reflejar épocas pasadas y sacas a negros ignorantes, analfabetos y subyugados va a quedar mal..siempre tienes que contrarrestar con un negro listo-positivo que..
    Pero bueno, no sé. Cuando vi la de Spielberg de Lincoln, recuerdo que pensé que cuando el soldado negro le está soltando el sermón pensé..."esto es de peli"...y debió ser auténtico.
    Pero es que si ahora sacas...y no pienso en cosas como "Ocho años de esclavitud"... si sacas lo del racismo en los USA como realmente fue. La peli esa del mayordomo que no nos convenció a casi ninguno, recuerdo que apuntaba mínimamente al principio cuando el personaje se encontraba con un negro colgado de una farola o un árbol.
    Y es que sacar ahora a los personajes que han sido exterminados y...
    No sé... Acabo de ver la de Ida y el personaje de la tía judía...es juez, lista, atrevida...es como el personaje "positivo" de una peli que refleja una realidad cruda y dura que...
    Bueno, esto para hablarlo largo y tendido y creo que no me expreso con claridad, pero resumiendo: "si las pelis reflejasen las cosas tal y como fueron, serían durísimas de tragar" Igual es lo que le pasó a esta peli.

    No he visto Selma, abril

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    1. El tema del racismo es complejo, tanto o más que el de la esclavitud -que por cierto, según noticias recientes parece que todavía existe- y lo más sangrante es que, contra toda apariencia, en algunos lugares sigue igual que hace cuarenta años.
      Siempre pensamos que el racismo es el que se ejerce contra los negros, pero habría que detenerse en el que se practica en otros lugares contra algunas minorías porque desde luego la raza negra no tiene la exclusiva.
      A esta película, efectivamente, le ocurrió que refleja casi exactamente lo que ocurrió en 1955. Lo malo es que siga ocurriendo, quizás, en parte, porque la película se ocultó.
      Un abrazo.

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  8. Leído todo tu artículo, y, también todos los comentarios y me quedo así, con los dejos en suspenso sobre el teclado de mi ya viejo portátil. ¿Qué decir al respecto? Ay, William Wyler, director todo terreno y además de los buenos. Su última película y a decir verdad, el título en español es precioso: No se compra el silencio. El racismo. A mi me gustan mucho las películas del director de color Gordon Parks. Tiene algunos filmes realmente bellos, de esos donde se ve el barrio de Brooklyn o del Bronx y siempre un coche perseguido por la policía. El coche colisiona con la irremediable toma de agua y sale un chorro tan grande iluminado de luz que de seguida surge un ejército de niños negros y se ponen a jugar como locos. Sí, es un tópico, pero a mi me encanta. Incluso Antonio Banderas en su película Locos por Alabama sale una escena así. Desde La cabaña del tío Tom, pasando por Las aventuras de Huckleberry Finn, Matar a un ruiseñor, la serie televisiva que tanto nos gustó en su tiempo Raíces, Sidney Poitier, y no solo Rebelión en la aulas y En el calor de la noche o Adivina quién viene esta noche, sino también la olvidada y excelente Fugitivos, de Stanley Kramer, aquí el negro está huyendo junto a un blanco (Tony Curtis) vamos, casi clavaíto a Huckleberry Finn, al menos en la moral. Incluso La joven, la única incursión de Buñuel en el cine americano. Y Arde Mississippi ¿qué fue de Alan Parker? Y el jazz todo y Lady Day ( Billie Holiday) la diosa herida, la más grande, que tenía que entrar y salir de sus recitales por la puerta de atrás. El cine, la música, la literatura y El hombre invisible de Ralph Ellison, nada que ver con la novela de Wells sino con un autor de color que narra la historia de un hombre de color que se oculta en las alcantarillas... Y paro ya, mi querido Josep. Tenemos pendiente ese café y seguimos hablando del tema que da para mucho. No se compra el silencio pero las palabras deben ser las justas.

    Un fuerte abrazo, amigo.

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    1. Ese café, querido Paco, no sabes las ganas que tengo de tomarlo. Si será rabiopso el tema, que andamos en ello a cada telediario: y mira que han pasado años...
      Un abrazo.

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