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dilluns, 31 de desembre del 2007

Venganza


Háganse un favor: pulsen la flechita para oir la música mientras leen:





El Cine
nació el 28 de diciembre de 1895, en París, Francia, Europa; se desarrolló y alcanzó su particular "Siglo de Oro" en los Estados Unidos de Norteamérica durante varios decenios del pasado siglo XX; últimamente, parece que la industria estadounidense del cine encamina sus pasos hacia una comercialización excesiva con ideas paupérrimas, en el único afán de conseguir el máximo rendimiento comercial, olvidando que el Cine, por encima de todo, es un Arte.

En los últimos años, quizás un par de decenios, el cinéfilo ha podido observar, a cuentagotas -por culpa de las distribuciones comerciales en manos americanas- el renacimiento del Cine en países del lejano oriente, donde directores de diferentes países, conocedores profundos del mejor Cine Clásico, han sabido utilizar los resortes de la ortodoxia cinematográfica para presentar de forma innovadora temas en principio locales que, por su calidad formal y contenido actual, han devenido en enormes éxitos en las pantallas que se han atrevido a exhibir unas películas a priori destinadas al espectador asiático.

Este comentarista no pretende en modo alguno incidir en tema ya conocido por la mayoría, ni este bloc puede albergar, en un sólo comentario, la extensión que el fenómeno merece.

Son tan sólo palabras introductorias para situarnos en la tesitura apropiada a la película cuyas virtudes se pretenden poner de manifiesto, por si a alguien pueda interesarle seguir leyendo.

Chan-wook Park es un cineasta coreano, nacido en 1963, que ha visto mucho cine; mucho: se nota. Por lo menos, su cinefilia queda diáfana cuando el cinéfago se pone a visualizar una de sus películas más aclamadas, fruto de la cosecha de 2003. Se trata de OLDBOY, obra que demuestra la madurez alcanzada por un cineasta que con cuarenta años nos permite confiar en largas horas de placer cinéfilo, todavía.

Bajo la apariencia de una historia de género tipo suspense con aderezos sangrientos, subyace un profundo estudio de las motivaciones humanas correspondientes a la malsana pasión de la venganza: un excelente guión fruto de la colaboración del mismo director con Garon Tsuchiya, que formula una historia basada en un tebeo de Nobuaki Minegishi, guionizado por Jo-yun Hwang, Chun-hyeong Lim y Joon-hyung Lim, es la base sobre la que Chan-wook, con la inestimable ayuda del cámara Jeong-hun Jeong y el montador Sang-Beom Kim, pergeña una obra cinematográfica inolvidable.

La trama, en su aspecto más superficial, nos relata los avatares sufridos por un hombre que, en el inicio de la película, vemos totalmente borracho, comportarse como un energúmeno en la comisaría de policía donde está retenido: un amigo suyo acude a prestar fianza y le sueltan; cuando están ambos llamando a casa del borrachín Oh Dae-Su (Min-sik Choi {parece que los coreanos anteponen en sus apelativos los apellidos al nombre de pila} ), de repente, sin que veamos cómo, éste desaparece.

Luego vemos a Oh Dae-Su encerrado en una habitación; no es una cárcel; parece un hotel; pero pasará allí quince años. Quince largos años, durante los cuales alimentará sed de venganza contra quien le ha encerrado. Máxime cuando, mediante la televisión que tiene en su habitación, sabrá de la muerte de su esposa, de la que le culpan, y la desaparición de su hijita.

Un día, Oh Dae-Su es liberado: su único afán es hallar cumplimiento de su venganza.




Chan-wook sabe muy bien lo que lleva entre manos: nos ha introducido magistralmente, con un ritmo muy medido, en la personalidad de Oh Dae-Su y ha conseguido que nos identifiquemos con su ansiedad de conocer el responsable de su largo encierro. La búsqueda de ése culpable, de ése hombre atroz que sin motivo conocido le ha encerrado durante quince años. Casi sentimos en nuestra piel la sed de venganza que, de inicio, obceca a Oh Dae-Su.

Pero esto no es suficiente: el director sabe perfectamente que la grandeza del héroe se mide siempre, por la grandeza de su oponente. Debemos conocer al villano; debemos conocer la magnitud de su poder; sólo así la figura del héroe crecerá en nuestra mente.

El villano es Lee Woo-jin (Ji-tae- Yu), personaje enigmático, poderoso, mentalmente frío y superior al pobre Oh Dae-Su. Es un villano memorable, muy bien escrito.

De hecho, ambos personajes han sido cuidadosamente, meticulosamente, minuciosamente diría, escritos en el guión, revelando un trabajo enorme, merecedor de todos los premios habidos y por haber.

Poco a poco, siguiendo el desarrollo de las actividades de Oh Dae-Su, se nos ofrecerán detalles que irán esclareciendo el misterio, la clave, la razón por la cual el villano se encargó de encerrar y mantener en vida al protagonista durante quince años de su vida.

El camino para Oh Dae-Su no será fácil: el tratamiento aparente, como se ha indicado, es un compendio de escenas violentas, algunas incluso excesivamente fuertes a ojos de este comentarista, todas ellas resueltas por Chan-wook con una economía de medios extraordinaria pero demostrando conocer al dedillo los secretos de la caligrafía cinematográfica más clásica, recreándolos en unas composiciones fotográficas excelentes en ocasiones, inventando en otras, como por ejemplo, en la presentación realista de una lucha sin cuartel en un estrecho pasillo, presentada innovadoramente con un largo travelling lateral.

Chan-wook nos sorprende continuamente, llevándonos por donde a él le interesa, con una facilidad al alcance sólo de los grandes; el tratamiento de la historia que vemos físicamente nos emociona y nos engancha a la pantalla, mientras, sigilosamente, con los datos que vamos conociendo, de forma pausada pero constante, nos vamos formando una idea relativa al meollo de la cuestión: la pasión por la venganza, la forma que ésa venganza adopta, el precio que se va a pagar por la deseada venganza, precio que no todos conocen, precio que uno está dispuesto a pagar, precio que otro deberá abonar mal que le pese en el alma, concluyendo Chan-wook que la satisfacción obtenida por el hecho vengativo tiene, siempre, una contrapartida de dolor irresistible.

No es pues OLDBOY tan sólo una película violenta al uso; es una reflexión moral en torno al sentimiento de la venganza, camino iniciado sin fin aceptable. El primer aspecto, superficial, se rompe en un segundo visionado, al conocer las claves de la historia; pero el tratamiento profundo de los personajes, de sus motivaciones, de sus actitudes, crece en una revisión, a todas luces satisfactoria.

Chan-wook tiene el acierto, el privilegio, de acompañar su excelente caligrafía cinematográfica con una banda sonora compuesta por Yeong-wook Jo, que, probablemente tan cinéfilo como el propio director, titula las veintitres composiciones originales que forman la excelente banda sonora con títulos de películas, con el añadido de un movimiento del Invierno de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.

Disfruten con la excelente música de OLDBOY:

The Searchers



Breathless


The Old Boy


Farewell, my lovely




¿Alguien se acuerda de esos títulos? :-)


N. del B.: Quiero agradecer a quienes han visitado este blog el tiempo que le han dedicado desde que inicié esta aventura, hace unos meses; especialmente, a quienes, además de visitarme, han dejado constancia de ello con sus comentarios, siempre bienvenidos: si escribir es divertido, que encima te lean y te comenten, es fantástico.
A todas y a todos, mis mejores deseos para el próximo año 2008.




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diumenge, 30 de desembre del 2007

Minutos Fuera


¿Quien no ha padecido en alguna ocasión el visionado de los viajes veraniegos de un aficionado a la fotografía o al cine y al video?

Le sueltan a uno, con la mayor ilusión e indisimulado orgullo, el fruto de miles de diapositivas, o fotografías, o películas en vídeo, sin que el "artista" se haya tomado el trabajo de tirar directamente a la basura cientos de fotografías desenfocadas, mal compuestas, peor iluminadas; escenas de panorámicas con pulso tembloroso, mezcladas con picados, contrapicados, caras conocidas que casi se salen de cuadro o de foco, una tortura que atenta contra el más elemental sentido del ritmo y la economía narrativa, incapaces algunos de eliminar imágenes totalmente innecesarias, como si no existiera un proceso de selección o unas tijeras en el proceso de montaje, cometiendo el peor pecado: aburrir al personal, que acaba deseando irse a casa y librarse del rollo.

Este comentarista y sufrido cinéfago, años ha, realizaba audiovisuales -nada del otro mundo- y de cada trescientas diapositivas obtenidas, más de doscientas nunca vieron la luz pública; algunas directamente tiradas, otras para el archivo "porsiacaso", y ahí quedaron.

Había gente que, como las "diapos" costaban una pasta, las metían todas. Un horror.

En el cine profesional sucede lo mismo, en demasiadas ocasiones.

Hacer una película, hoy, es cuestión de mucho dinero; mucho dinero y poco talento, en ocasiones, llegan a darse la mano.

Este comentarista opina - opinar, de momento, es gratis (o casi) y también un ejercicio de libertad - que el talento de un cineasta debe reflejarse también en la sala de montaje, que es donde la caligrafía y el ritmo de una película deben contraer matrimonio.

Esta opinión, como propia, no cede ante ninguna otra, aunque, evidentemente, es subjetiva y por lo tanto, puede ser errónea y por descontado, no compartida por nadie más.

Pero, como dice en alguna ocasión el interesantísimo bloguero faraway, este es mi bloc y digo en él lo que me viene en gana.

Todas estas disquisiciones filosófico-cinéfilas son un pequeño desahogo que pretende apaciguar la rabieta, el mal sabor y la frustación que a este sufrido cinéfilo - que últimamente no da pie con bola - le ha causado el asistir al estreno del último producto de un cineasta que desde ahora rebautizaré, en mi clasificación personalísima, como una-de-cal-y-otra-de-arena

Me refiero a Ridley Scott, que ha sido capaz de entretenerme y asombrarme con obras como Alien, Blade Runner, Black Rain y Black Hawk Down, y ha sido capaz también de aburrirme con Thelma & Louise, Gladiator y en la tarde del último sábado de 2007 con American Gangster

Confieso haber ido al cine con la prevención de asistir a una exhibición que dura más de dos horas y media, pero, habiendo leído alguna crítica tanto en la red como en los periódicos, la confianza en el director y en sus principales intérpretes, Denzel Washington y Russell Crowe, no hacía presagiar la catástrofe.

Máxime cuando algún comentario se inclinaba por decir, casi textualmente, que American Gangster viene a ser para los albores de este Siglo XXI lo que años ha fueron El Padrino de Coppola o Uno de los Nuestros, de Scorsese.

¡Vaya mentira más gorda!

La única similitud consiste en la duración del metraje. Ni el guión, ni la dirección, ni los intérpretes, resisten comparación en modo alguno.

Se dice que arrasará en los Oscar y me lo creo, lo cual no significa nada, vistos los últimos palmarés: mercadotecnia pura y dura, es lo que hay.

La película gasta (malgasta, sería más adecuado) 157 minutos de las vidas de los espectadores para contarles, sin pasión alguna, la vida de un mafioso de raza negra, Frank Lucas, investigado por un policía, Richie Roberts.

French Connection hace más de treinta años, sin llegar a las dos horas, lo contaba con más ímpetu e interés.

Los personajes están tan mal delineados que no suscitan complicidad alguna; los diálogos, carecen de la menor gracia; los intérpretes principales parecen tomárselo un poco en plan alimenticio y los carácteres secundarios son de pena, con algún que otro cameo como guiño para el mercado norteamericano.

La dirección de Scott es sosa, tomando prestados -o sea, mal plagiados- montajes paralelos que, en todas las películas de la saga de El Padrino, el Gran Francis Ford Coppola dejó como ejemplos imperecederos de virtud cinematográfica.

En definitiva, una decepción total y absoluta. Puede que le den el Oscar; incluso varios; pero este comentarista seguro que nunca se va a molestar en conseguir para su colección el dvd de ése truño, otro más que incrementa la sección de las películas que no me han gustado.

Quizás dentro de veinticinco años Ridley Scott presente la "versión del director" de American Gangster y la reduzca a un formato de hora y media, con lo cual pasaría de ser un rollo aburrido a una película normalilla de Serie B carísima, ejemplo del cine de su época, para desgracia nuestra.

Avisados quedan.

N. del B. : si es que cualquier trozo de El Padrino , sea el que sea, es más divertido; creo que mañana revisaré cualquiera de la trilogía, a sorteo, para reconciliarme con el verdadero Séptimo Arte.
:-)

p.d.: Veo que mis "avisos" sirven de poco, por fortuna: como muestra, la excelente reseña que Alicia ha dejado en su sede. Aunque, evidentemente, no la comparto: Lo cortés no quita lo valiente.
:-)



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divendres, 28 de desembre del 2007

Examen de Cinefilia (parte III)

Habiendo comprobado que las maldiciones cibernéticas no surten efecto, a menos que sea retardado, y visto que algunos de los amables lectores pasan un buen rato con estos entretenimientos, me dispongo, una vez más y aprovechando que hoy es 28 de diciembre, a tratar de engañar, solazar y en definitiva torturar, desde la lejanía, esos ánimos cinéfilos, proponiendo un nuevo desafío a esas neuronas adormecidas por la ingesta de viandas y bebidas excesivas fruto de las celebraciones de la época.

Vamos allá: ¿Preparados?

Hoy la información es exhaustiva, casi que apabullante: puede que resulte fácil en exceso, o difícil digerirla, precisamente por su exceso...

Cualquier cinéfilo de pro reconocerá de inmediato estos títulos que siguen, todos con sus enlaces a imdb, que, pueden ser consultados.

O sea, QUE SE PUEDEN CONSULTAR LOS ENLACES, que para eso uno se los ha currado, oiga.. :-)





¡Ah, sí! la cuestión es: ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN TODOS LOS TÍTULOS?

Agrupación de títulos para SOBRESALIENTE:

The Last Waltz
Jailhouse Rock
Look Who's Talking
The Count Of Monte Cristo
It's Alive!

Agrupación de títulos para NOTABLE ALTO:

Room At The Top
Breathless
The Searchers
Old Boy
Look Back In Anger
Cul-De-Sac
Cries And Whispers
Out Of Sight

Agrupación de títulos para NOTABLE:

For Whom The Bell Tolls
Out Of The Past
Point Blank
Dressed To Kill
Frantic
In A Lonley Place
Kiss Me Deadly
Farewell,My Lovely
The Big Sleep
Somewhere In The Night


¿Qué? ¿Nadie levanta la mano? ¿Diga? ¿Pistas? ¿Quiere Vd. pistas?

Bueno, vale: repetiremos la lista de títulos, y, a modo de pistas, insertaremos algunos enlaces más informativos.

Pero ahora, sólo vale para un aprobado, que conste:

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07-The Searchers



10-Room At The Top



13-For Whom The Bell Tolls



16-The Old Boy



19-Cul-De-Sac



22-Farewell,My Lovely



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Si hasta aquí no se ha acertado, puedo afirmar:

a).- Que el suspenso está garantizado

b).- Que es verdad que alguna pista puede crear confusión; y que alguna confusa puede ser muy buena.

c).- Que la solución está a la vista y por triplicado, en diferentes formatos.

d).- Que aunque hoy sea 28 de diciembre, no hay engaño, ni trampa, ni cartón. :-)

N. del B.: Hoy, 31 de diciembre de 2007, he añadido un comentario explicando la solución y la forma de hallarla. Queda avisado el futuro lector. Gracias por el interés.



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dimecres, 26 de desembre del 2007

Teclas Huérfanas





Este curioso video que encabeza nos permite escuchar una versión al piano solo de la famosa canción "Tea For Two"; no se trata de una versión al piano de cuatro manos: es el arreglo creado por Art Tatum, que lo tocó, hace ya muchos años, en una demostración que el genio existe; no es un truco: esa velocidad y esas escalas diatónicas pertenecen a Tatum.

Hay una anécdota, contada por Chick Corea en un documental, según la cual, estando el gran pianista y cantante Fats Waller actuando en una sala, entró en ella Art Tatum, y Fats, al verle, dejó de tocar y dijo: yo soy un pianista de jazz, pero, ahora, dios está en la sala.

Art Tatum fue un pianista extraterrestre, y aq tenemos otra prueba de ello; por suerte, quedan algunas grabaciones para comprobar que su apariencia era humana, aunque permítanme que dude la realidad de tal circunstancia.

Después de Tatum, las preferencias de este comentarista se inclinan por un pianista poco conocido: Nat King Cole; poco conocido como pianista, claro, pues como cantante, su éxito fue universal, ultrapasando el ámbito jazzístico; pese a triunfar cantando, Nat nos dejó retazos de su maestría al piano, por ejemplo, en otra versión de "Tea For Two" que demuestra la enorme pérdida para el piano de jazz que significó su éxito como cantante.

Había también otro pianista de jazz memorable, que, en alguna ocasión, hace años, coincidió con Nat: podemos verlos en esta grabación junto al gran Coleman Hawkins

El que tocaba el piano, era Oscar Peterson, recién fallecido el pasado 23 de diciembre; en la fotografía, podemos verlo cuando posó, en 2006, para el Festival de Montreux, donde actuó, lo que demuestra su pasión por el Jazz (dijo: en los conciertos, siempre hay un momento mágico, inesperado) y su extrema longevidad, venciendo a adversidades físicas como la pérdida de movilidad en su mano izquierda.


Peterson acuñó su estilo propio bebiendo las fuentes de quienes le precedieron, gozando de una técnica maravillosa, barroca, que le procuró fervientes admiradores y alguna que otra crítica, inconsistente a oídos de este comentarista, que ha disfrutado y piensa seguir disfrutando con fruición de las muchísimas grabaciones que por suerte Oscar Peterson deja como legado musical imperecedero.

Peterson fue, por suerte, un pianista muy trabajador, casi estajanovista: apoyado por el ubicuo Norman Granz, que merecería un post para él solo, Peterson empezó muy pronto a codearse con músicos del mejor Jazz Clásico: podemos verlo en acción en el año 1958, en un concierto de la JATP con unos compañeros de lujo.

Podemos también disfrutar de su música en su formación de trío con algún que otro invitado como Roy Eldridge en 1961, con su gran amigo Joe Pass en otro momento , y actuando en un festival en 1977 con Clark Terry y Dizzy Gillespie

Acompañado en muchas ocasiones por Niels H.O. Peddersen , podemos, en fin, verlo enfrentarse a otro olvidado genio, como Ben Webster :





El piano, en la sala, está solo, lloroso. Sus teclas han perdido la impronta de unos dedos mágicos...




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diumenge, 23 de desembre del 2007

Feliz Navidad, Charlie


A Charlie (John Cusack) le ha tocado el gordo en la vigilia del día de Navidad; Charlie es un Abogado cuyos clientes se mueven usualmente en el mundo del hampa; se asocia con Vic (Billy Bob Thornton) para hurtar, mediante artimañas, la nada despreciable suma de más de dos millones de dólares, que, justamente en Nochebuena, acaban en una bolsa de viaje. El propietario del dinero, Bill (Randy Quaid) es un mafioso que domina los locales de "strippers" de Kansas, y los dos asociados residen en Wichita Falls, con lo que piensan disponer de tiempo necesario para huir con el dinero apropiado.

Pero aparece en escena Roy (Mike Starr), matón al servicio de Bill, provocando el pánico de Charlie, quien acude una y otra vez a los locales de alterne donde alivia su soledad de hombre divorciado.

Con este inicio, Harold Ramis, habitual del género de la comedia, nos presenta una historia enrevesada, a medio camino entre la ironía y la burla de los condicionamientos de la época navideña, y el cine negro puesto al día, sustentado en una novela escrita por Richard Russo, con guión de Robert Benton, a su vez ambos actuando como productores ejecutivos de la película que se llamará La Cosecha de Hielo (The Ice Harvest, 2005), en la que se nos muestran, en la Nochebuena, una serie de acontecimientos que derivarán en un cambio de vida radical para el protagonista, Charlie.

A nuestro protagonista, interpretado con la solvencia habitual de su intérprete, se le complican las cosas, pues apenas recogido el fruto de su argucia, ya vienen a buscarle para pedirle explicaciones; además, se hace cargo de su mejor amigo, Pete (Oliver Platt, secundario de lujo del cine actual, robaescenas en la mejor tradición), quien, totalmente ebrio, le asegura que preferiría irse con él a volver con su esposa, que resulta ser la ex-esposa de Charlie, lo que añade un conflicto más a la aciaga Nochebuena de Charlie, deseoso de emprender viaje de huída de Wichita Falls y emprender nueva vida.

Su deseo es fugarse con la bella Renata (Connie Nielsen), dueña de un local de strippers, que le tiene más que enamorado, embobado, dominado cual títere sin cabeza, aunque Charlie no para quieto un momento.

El guión es estupendo, suscitando, a partir de la base relatada, el interés del espectador que, en las hábiles manos de Ramis, observa entre intrigado y complacido los diversos giros de la acción, con momentos cómicos, momentos de horror físico cercanos al humor negro, y acciones criminales llevadas a cabo como consecuencia lógica de lo que vamos conociendo: una Nochebuena contracorriente, pletórica de traiciones y lealtades, de tipos y mujeres muy bien descritos en cuatro pinceladas, con unos diálogos eficaces, aunque no brillantes, hasta la resolución de la trama, que tiene lugar a la hora y media del inicio, oportunamente mostrada la historia con un tempo regular y un buen montaje, comprobando el espectador que, en tan corto tiempo, se le ha contado una historia navideña inusual, de amores imposibles, de traidores asesinos, de amigos para toda una vida.

Los personajes que deambulan por la historia no son caracteres complejos y tampoco arquetipos del cine negro, aunque toman como modelo hombres y mujeres que ya hemos visto en los clásicos del género; no podría decirse que ninguno de ellos sea lo que eufemísticamente definiríamos como "buena persona", del tipo que abunda en las típicas historias navideñas: todos han cometido alguna que otra falta; y algunos incluso veremos como delinquen, llevados por la situación, pero Ramis no trata en modo alguno de diseccionar conceptos morales: a medio camino de la comedia, las atrocidades que veremos se nos antojan necesarias para conseguir una resolución sino justa, por lo menos acomodaticia: no es una película "seria", ni alberga en su seno ningún "mensaje". Es una historia complicada pero con lógica interna irreprochable, que nos mantiene en nuestra butaca.

Y los intérpretes, del primero al último, están todos perfectos, especialmente Cusack, que aparece casi que en cada fotograma de la película; el resto del elenco, con intervenciones mucho más cortas, casi todos más que secundarios coprotagonistas, aprovecha sus momentos para robar la escena, lo que demuestra, una vez más, que no hay "papeles poco importantes" sino actores que saben o no saben sacar el jugo de una escena: y aquí, todos saben lo que tienen entre manos.

Sin mayor pretensión que la de entretener, Ramis, con la inestimable colaboración de un grupo de intérpretes que demuestran conocer muy bien su oficio, cumple con el objetivo y nos asegura que, después de una Nochebuena, por muy ardua y dura que sea, siempre llega el día de la Navidad, aunque la felicidad de ese día no sea la misma para todos.

TRAILER




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dimecres, 19 de desembre del 2007

Escudella i Carn d'Olla


L’ESCUDELLA DE NADAL


Cuinera: Montserrat Bosch i Muns

(per a 8 comensals, 10 litres d’aigua)


LES VIANDES


Una gallina i mitja

Sis ossos d’espinada de porc

Un os de pernil

Dos peus de porc

Mitja orella de porc

Un os de vedella

Els menuts [del pollastre pel rostit]

Quatre botifarres crues

Tres botifarres negres

Tres botifarres blanques cuites

Quatre pilotes ben maques

(de botifarra crua, pa moreno sec i ben esmicolat [o pa ratllat], ou, julivert i all)


LES HERBES


Tres pastanagues

Tres porros

Dues fulles d’api

Tres cebes ben maques

Tres patates

¼ Kg. de cigrons remullats (amb aigua calenta)

Mitja col


PREPARACIÓ:


Posem l’olla al foc i, amb l’aigua encara freda, i tirem a dins

les viandes i les herbes, tret de les botifarres i les pilotes, i quan arranqui a

bullir, li tirem la sal i deixem que bulli una hora, a foc lent.


Passada la primera hora de bullir, hi afegirem les botifarres i les pilotes

i deixem bullir encara una hora més, sempre amb poc foc.


La pasta (galets grossos, millor) la bullirem apart, només amb aigua i sal,

i quan estigui cuita la passarem per aigua freda per aclarir-la,

i l’afegirem al caldo minuts abans de servir.



En record de la meva mare.


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dissabte, 15 de desembre del 2007

Genio y Figura




Eran las nueve y media de la noche del cuatro de noviembre de 1993 cuando, sentado en la primera fila de la platea del Palau de la Música de Barcelona, fui abducido y transportado a otro mundo, donde el tiempo se detenía o corría a raudales, al antojo de unas manos maravillosas que pertenecían por completo al genio musical de Stéphane Grappelli , quien se valía de su arte con el violín para transportar a los más de dos mil fervorosos escuchantes a un universo de sensaciones etéreas que arrancaban sin cesar exclamaciones de admiración e interminables aplausos.

El genio, ya con ochenta y cinco años a cuestas, demostró una vitalidad envidiable y un sentido del ritmo y del tempo musical verdaderamente alucinantes, y no exagero ni pizca.

Aquí se le puede ver, dos años antes en Varsovia, tocando How High The Moon



Grapelli nació en 1908 y falleció hace ahora diez años, en diciembre de 1997, dejando un legado de grabaciones estimable, incluso, por suerte, grabaciones en video de sus actuaciones.

Con su mágico violín, interpretó de forma inigualable piezas de jazz desde que empezó con Django Reinhard con el Hot Quintet y luego se prodigó, por suerte, con multitud de músicos en conciertos en directo que hacían levitar al público.

Fue un intérprete de jazz puro, capaz de enfrentar su arte a los mejores de una larga época, siempre versionando en clave de jazz con un fraseo ejemplar muchísimas canciones; veamos por ejemplo, su mezcla de Gershwin .

En los 80, colaboró con un violinista clásico como Yehudi Menuhin, con resultados magníficos, pese a la distinta formación académica de ambos: ejemplo de ello es esta versión de Jealousy

También se avino a tocar con gente mucho más joven que él, como Martin Taylor, con quien interpreta Blue Moon

Y generosamente, pasando el testigo como violinista de jazz a Didier Lockwood, con quien ejecuta este Tiger Rag

La vejez no asustó a Grapelli: está claro; tanto, que incluso en silla de ruedas, actuó, poco antes de fallecer, ofreciendo una de sus últimas actuaciones, interpretando S'Wonderful & Someone To Watch Over Me & I Got Rhythm

Hay gente que nunca muere: permanecen en el recuerdo imborrable de una noche especial, muy especial.


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divendres, 14 de desembre del 2007

El Libro de John Ford


El señor de la foto que encabeza es, naturalmente, John Ford.

Los cinéfilos estamos de enhorabuena, porque podemos descargarnos a nuestro ordenador, gratis de momento, una monografía espléndida escrita por Tag Gallagher, que ha decidido poner a disposición de quien lo quiera su estupendo libro sobre John Ford, compendio de toda la filmografía con apuntes biográficos y comentarios cinematográficos muy, pero que muy interesantes, aderezados con muchísimas fotografías.

El libro está en inglés, consta de 659 páginas, y tiene un tamaño algo superior a 19 Mb, en formato pdf.

Está alojado en un host de ficheros, con lo que cualquier día puede desaparecer.

Podría colocar el enlace directo al fichero del libro, pero creo que el amigo Tag Gallagher merece que se visite su página, por el favor que nos hace, y por leer también sus interesantes comentarios acerca de otros grandes directores.

Gracias, Tag. :-)



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dimecres, 12 de desembre del 2007

Cambio de Registro



Entre junio de 1962 y enero de 1964, trece mujeres fueron estranguladas en la ciudad estadounidense de Boston. causando conmoción tanto entre los medios de comunicación como alarma entre sus habitantes, aunque no la suficiente, ya que todas las víctimas permitieron que su asesino penetrara fácilmente a sus moradas, franqueándole el acceso a las mismas, lo cual siempre sorprendió a propios y a extraños.

De los hechos acontecidos, el escritor Gerold Frank, especialista en relatar vidas ajenas con destino a la gran pantalla, pues había conseguido éxito en tres películas, a saber: I'll Cry Tomorrow, Too Much, Too Soon y Beloved Infidel, respectivamente en 1955, 1958 y 1959, ese biógrafo, digo, escribió un libro basado en los crímenes y en el criminal confeso, un tal Albert DeSalvo.

El libro,publicado en 1968, apenas cuatro años después del último estrangulamiento conocido, fue adquirido para ser convertido en película por la Twentieth Century-Fox, que encargó al guionista Edward Anhalt la confección del guión.

Para dirigirla, se eligió, con acierto, a uno de esos cineastas todo terreno, hombre de oficio, capaz de realizar vigorosas películas de aventuras como 20.000 Leguas de Viaje Submarino (20000 Leagues Under The Sea 1954), Los Vikingos (The Vikings 1958), películas de ciencia ficción como Soylent Green en 1973, ya comentada aquí, y comedias familiares como Doctor Doolitle en 1967, amén de muchos títulos más, todos fruto de la labor de Richard Fleischer, pues a otro no me puedo referir como el amable lector habrá sin duda adivinado.

Fleischer, como buen todo terreno, se adecuaba fácilmente a las tendencias de la cinematografía, tanto por época como por género. La película, de forma lógica, se denomina El Estrangulador de Boston (The Boston Strangler, 1968) y se inicia con la declaración de que los hechos a relatarse coinciden con la realidad, es decir, que la pretensión es trasladar a la gran pantalla los sucesos archiconocidos por el público estadounidense de la época, tomando una caligrafía cinematográfica que pretende otorgar veracidad a la trama expuesta, ultrapasando, por medios y convicción, al clásico docu-drama televisivo tan habitual en aquellos pagos.

Fleischer utiliza de forma maestra lo que en inglés se denomina split-screen: es decir, la composiciòn en pantalla de diferentes acciones al mismo tiempo, llegando a insertar hasta cinco recuadros con acciones distintas y en distintos lugares, con distintos planos y ángulos de enfoque.


Esa técnica se usaba incluso en series de televisión como Mission Impossible, Swat, o Los Angeles de Charlie, como se habrá comprobado en sus recientes traslaciones al cine.

La intención del uso de la split-screen, evidentemente, era otorgar un aire de autenticidad, emulando una técnica por otra parte habitual en la televisión, nacida en los noticiarios, y usada en cine, en pantalla partida en sólo dos partes, ocasionalmente, para mostrar, por ejemplo, dos personajes manteniendo una conversación telefónica.

Fleischer, en el caso que nos ocupa, insertando más de una acción, nos va mostrando cómo el estrangulador, a quien no veremos en acción hasta pasada la primera hora del metraje, va convenciendo a sus víctimas para que le abran las puertas de sus casas, viendo la acción simultánea de asesino acechante y futura víctima, primero desconfiada, luego letalmente convencida, convergiendo la acción en un plano al abrirse la puerta.

El director hace gala de su buen oficio para irnos presentando una serie de asesinatos sin desvelarnos la identidad del asesino; asimismo, con el uso acertado de la elipsis cinematográfica, nos ahorra la visión de imágenes desagradables, huyendo de la sangre fácil, manteniéndonos en tensión psicológicamente sin alardes de mal gusto.

Ante la desolación de los cuerpos de seguridad de la ciudad de Boston, el Fiscal prácticamente obliga a su mejor ayudante, un jurista brillante poco dado a la acción, John S. Bottomly (Henry Fonda), que con la colaboración de un policía, el Detective Phil DiNatale (George Kennedy), deberá tratar por todos los medios detener los estrangulamientos.

A tal fin, vemos como la policía procede a detener a cientos de pervertidos sexuales, dándoles caza en los más inisuales lugares, atendiendo denuncias anónimas, compendiándose en pantallas fragmentadas muchas acciones, hasta apelando a la intervención de un experto en percepción ultra sensorial, que les lleva a interrogar a un pobre diablo enfermo mental, O'Rourke (William Hickey, magnífico secundario, ya en sus inicios), al que descartan.

El 25 de noviembre de 1963 se celebra el funeral de Kennedy; lo transmite, como es lógico, la televisión: vemos a un hombre sentado frente al aparato catódico: está triste, acariciando a su hijita mayor mientras mira la ceremonia. De repente, se levanta, y asegurando a su esposa que debe ir a reparar una caldera, se va, prometiendo regresar a tiempo para la cena. El hombre es Albert DeSalvo.

Parece ser que la elección del actor que iba a representar a DeSalvo no fue sencilla, quizá porque no aparece hasta transcurrida más de la mitad de la película, quizá por tratarse de un criminal odiado popularmente en la época: al parecer, los nombres de Robert Redford y Warren Beatty fueron barajados, pero quien se hizo cargo fue un amigo de Fleischer, con quien había trabajado en Los Vikingos: nada más y nada menos que Tony Curtis, ese actor guapo, de sonrisa encantadora que veíamos hace unos días en una comedia, género habitual para él.

Curtis tomó la decisión de cambiar de registro, pasando de la risa a la introspección, del ser amable al siniestro, del comediante al trágico.

Y lo hace con una facilidad asombrosa, con una naturalidad perfecta, dominando la cámara completamente, soportando primeros planos larguísimos, de duración inusitada, en un cambio de técnica acertado por Fleischer a partir del momento en que tomamos conocimiento de la identidad del estrangulador.

Mientras todo el mundo está pendiente del funeral de Kennedy, DeSalvo sale de paseo; su itinerario, errante, acabará en la puerta de Dianne Cluny (Sally Kellerman, en su primera aparición en el cine), y de nuevo podemos comprobar, en esta magnífica escena, sin apenas diálogo, cómo Fleischer, de forma sobria y elegante, nos inquieta ante la terrorífica acción que se desarrolla.

Como resultado de la supervivencia de Cluny, el cerco de la policía se cierne sobre DeSalvo, pese a que la mujer es incapaz de recordar su cara. entramos entonces en un desarrollo distinto de la acción, en un debate psicológico entre Bottomly (Fonda, con su aplomo habitual) y DeSalvo, en un escenario blanco, de altas luces, repleto de espejos, donde la imagen del estrangulador se refleja continuamente, reflejo expresivo de la dualidad de personalidades que alberga DeSalvo, hasta que él mismo acaba por ser consciente de sus hechos, confesándose, aterrado, autor de los estrangulamientos.

Acaba la película como empieza, con una nota asegurando que DeSalvo sigue en la actualidad internado en un centro de seguridad para enfermos mentales, lo cual no era cierto en el momento del estreno de la película, pues DeSalvo protagonizó una corta fuga coincidente, y tampoco lo es hoy, pues DeSalvo fue asesinado en su celda hace ya treinta años.

Película que se inicia como docu-drama de interés policíaco, precursora de la reciente Zodiac, pero mucho más ligera de duración, que nos permite comprobar que Tony Curtis, en arriesgado cambio de registro -que no perjudicó en absoluto su carrera- es un actor capaz de recrear toda clase de personajes, permaneciendo en el recuerdo esa sobresaliente interpretación suya, para este cinéfilo comentarista, como la mejor; ignorando porqué razón, aparte del miedo, Tony Curtis ni siquiera fue nominado al Oscar por su labor.

Otra nota final de la película, clama por la necesidad social de averiguar qué motivos pueden impulsar a un individuo a cometer tales horrorosos hechos, propugnando la búsqueda de una solución: añadido un tanto forzado, casi de última hora, como justificativo. uno se teme que proviene de alguna "mente preclara" de los estudios cinematográficos de la 20Th-Fox.


OTROSÍ: Lo malo de las películas que presentan hechos veraces, es que, a veces, el tiempo las desmiente. La búsqueda de información al respecto ha permitido a este comentarista llegar a conocer que la verdad no coincide con la película, sin que ello sea demérito a sus virtudes cinematográficas. Por si alguien estuviera interesado en saber más, puede buscar aquí y también aquí.



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diumenge, 9 de desembre del 2007

1908




Este caballero enjuto, vestido de negro, con una negra capa semejante a un murciélago, tocado con un negro sombrero, cuya fotografía encabeza estas líneas, no es Batman : Es el Professor Fate, arquetipo de malvado metepatas que personifica el más genuino, brillante, pérfido y desafortunado antihéroe que jamás se ha podido vislumbrar en película filmada con todos los honores del Technicolor y en pantalla ancha.

En el año 1908, unos aventureros afrontaron la posibilidad de ganar una insólita carrera: Desde Nueva York hasta París (Francia, no Texas, no nos confundamos), pensando, inicialmente, aprovechar los hielos invernales del estrecho de Bering para pasar del continente americano al asiático. Tal hazaña pretende ser rememorada en el año que viene, 2008, con motivo del centenario, existiendo ya los preparativos .

En 1965, como quien dice a medio camino, la Warner Bros, aceptó producir en parte una película que iba a homenajear la efeméride: sobre una historia escrita por el guionista y director Blake Edwards, guionizada por Arthur A. Ross , el propio Edwards tuvo que aflojar algo de su parte para poder llevar a cabo un proyecto que, con el tiempo, se ha convertido en el mejor exponente sonoro de lo que se conoce como "Slapstick" , comedia repleta de gags físicos y, aprovechando el sonoro, en este caso, asimismo con multitud de frases con doble sentido.

La película en cuestión, se denomina, en honor a la base verídica, como The Great Race , afortunadamente traducido su título al castellano como La Carrera del Siglo.

Blake Edwards, hombre de cine y evidentemente cinéfago de pro, toma las riendas de una producción compleja, llena de personajes y de paisajes, barroca, alocada, y decide, con muy buen criterio, construir un homenaje a los orígenes del cine, adaptándolo a la época.

Tiene la suerte, o el privilegio, de contar con excelentes compañeros de viaje, ya que aparte de la excelente factura técnica y artística, nos encontraremos con un Jack Lemmon y un Peter Falk que, con el permiso de Blake, mostrarán todo el histrionismo de que son capaces, consiguiendo con su actuación forjar unos malvados cómicos que nos harán rememorar, en clave diabólico-humorística, la pareja a la que se dedica la obra.





La intención de Blake ya se comprende cuando comprobamos como empieza la película, mostrando el cartel que antecede durante casi cuatro minutos, con una magnífica banda sonora en la que destacan las piezas originales de su amigo Henry Mancini, para introducir unos espléndidos títulos de crédito, a modo de diapositivas, cuya autoría se debe a Ken Mundie y este comentarista no ha sido capaz de hallar en parte alguna; en ellos, vemos que la película se dedica a Mr. Laurel & Mr. Hardy , lo cual es una declaración de principios diáfana.

Concatenado con los títulos de crédito, vemos al Gran Leslie (Tony Curtis), vestido de blanco impoluto toda la película, con una sonrisa "brillante" y encantadora, ser objeto de besos y abrazos por parte de las féminas al iniciar un arriesgado número de escapismo, al estilo del Gran Houdini, con la ayuda de su amigo Hezekiah (Keenan Wynn), apareciendo, camuflados, el Professor Fate (Jack Lemmon) con su ayudante Max (Peter Falk), quienes intentan sabotear el espectáculo de Leslie.

Fate es el enemigo acérrimo de Leslie, su némesis, su adverso: siempre de negro, malhumorado, huraño, vive en un caserón de aspecto tenebroso, y aplica su ingenio en diferentes aventuras con las que alcanzar la fama, tratando de emular a Leslie en sus aventuras aéreas, al tiempo que trata de sabotear infructuosamente a su rival, cuando no obteniendo resultados inesperados en sus experimentos de alta velocidad.

A propuesta de Leslie, se convoca una carrera para demostrar que la industria americana del automóvil nada tiene que envidiar al resto del mundo, y, a tal fin, intentarán partir de Nueva York y llegar a Paris.

Aparece en escena entonces la mujer, una pizpireta y sufragista Maggie DuBois (Natalie Wood) que consigue primero participar en la carrera y luego intervenir en la misma en distintas formas, concitándose una suave guerra de sexos entre Maggie y Leslie, otorgando una referencia romántico-vindicatoria que, lejos de molestar al ritmo de la película, dará lugar a diferentes gags y ayudará a embrollar aún más la historia.

Max, siguiendo instrucciones de su jefe y mentor Professor Fate, acabará por conseguir que sólo los dos vehículos de ambos antagonistas puedan seguir con la carrera, produciéndose toda clase de encontronazos y situaciones cómicas, en la línea del slapstick, gracias a los artilugios con que va dotado el coche del Professor Fate (por cierto, motorizado realmente por Wolkswagen), precursor avant-la-lettre de los gadgets de Bond, James.

Blake rinde homenaje al western en la llegada y estancia de los aventureros al poblacho de Boracho (se dejaron una "erre", pero la intención es clara), donde asistiremos a una larga pelea que da cuenta con el saloon y sus ocupantes, hasta que llegan a la fría Alaska, acabando por aposentarse los cinco intrépidos protagonistas en un aislado iceberg que les trasladará de América a Asia, en una secuencia repleta de gags visuales y de diálogos, y, entonces, Blake nos ofrece dos minutos de


Pues sí: alcanzada justamente la hora y media, de nuevo, al estilo antiguo, un cartel nos ha indicado que disponemos de tiempo para estirar las piernas, prender un pitillo o atender a necesidades primarias.

Ya camino de Paris, en el centro de Europa, Blake nos ofrece una parodia de la celebérrima película El Prisionero de Zenda, fragmento hilarante gracias a la precisa dirección de Blake, que construye la mayor pelea de pasteles jamás vista, con la complejidad añadida de comprobar cómo el Gran Leslie, de impoluto blanco, transcurre entre todos los contendientes sin recibir mancha alguna (lo que significó que Tony Curtis tuvo que revestirse en muchas ocasiones y que, según las malas lenguas, Blake aprovechó para vengarse del divismo de Wood al ocuparse él mismo de lanzar los pasteles que sobre ella impactarían)

Blake Edwards da un recital de cómo hay que llevar a cabo una comedia disparatada con un buen ritmo, consiguiendo que nos divirtamos y nos carcajeemos durante más de dos horas y media, sin olvidar la presentación de unos personajes que provocarían la creación de una serie de dibujos animados también de gran éxito; personajes típicos y tópicos, como el bueno siempre de blanco, como los malos siempre de negro y recibiendo mil y un trompazos, como la mujer vindicativa, valiente, persistente, pero que no sabe cantar (hay una escena, francamente sarcástica, al modo "karaoke", en la que Blake machaca a Wood -doblada en su canción, igual que en West Side Story, lo que produjo fricciones en el rodaje- que seguramente dió pie a que nunca más trabajaran juntos); hay persecuciones, hay peleas de esgrima, hay disputas de amoríos, hay trampas, hay.... hay de todo.

Blake demuestra su buen oficio, indiscutible en la comedia y aquilatado en un par de dramas de alcance, y nosotros disfrutamos de ello, en una película imposible de realizar hoy, pues el cúmulo de localizaciones exteriores y de masas movidas, realizadas al modo actual, con profusión de ordenadores, perderían esa autenticidad que todavía mantienen las originales películas del género slapstick y The Great Race en especial, en nuestro recuerdo de cinéfilos sonrientes y divertidos.



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dijous, 6 de desembre del 2007

Escalofriante sonrisa

Los años cuarenta del pasado siglo fueron una época prodigiosa en la industria del cine, tanto por la calidad de las películas producidas como por la enorme cantera de profesionales que en ellas intervenían, sin cuyo concurso, evidentemente, el resultado hubiera sido más anodino.

El sistema de produción de los estudios favoreció la norma no escrita de adaptar la duración de las películas alrededor de la hora y media, con el fin de proveer a las sesiones dobles habituales hasta hace unos cuantos años ya, buena costumbre irremediablemente perdida.

La gran ventaja de la duración clásica de la hora y media es que para aburrir, todo debe estar rematadamente mal; en ocasiones, alguna de esas películas pasa a la historia del cine por alguna escena en particular o por la composición que de algún personaje relevante lleva a cabo algún afortunado artista.

De ese modo, en 1947 la Twentieth Century-Fox encargó al cineasta Henry Hathaway , solvente director con varias películas interesantes en su haber, que llevara a la pantalla una historia guionizada por los excelentísimos guionistas Ben Hecht y Charles Lederer , con una trama del género negro, también usual en la época.

La película, El Beso de la Muerte (Kiss of Death 1947 ), trata la historia de un delincuente, ladrón de joyería cautivo, Nick Bianco (Victor Mature), que, al conocer por una enamorada vecina suya, Nettie (Coleen Gray), el suicidio de su esposa y el internamiento en un orfanato de sus dos hijas pequeñas, decide aceptar la oferta recibida por el ayudante del fiscal, Louis D'Angelo (Brian Donlevy), para convertirse en delator de sus compinches y así obtener la ansiada libertad condicional.

La trama, simple pero bien construida, aunque sin grandes diálogos, lo que induce a sospechar que fue un encargo más para tan distinguidos guionistas, probablemente en otras manos hubiera alcanzado mayor eficacia, sin que ello signifique que la película no sea agradable de visionar, pasados tantos años, pues sigue siendo notable, incluso mejor que algún que otro bodrio que pulula por la gran pantalla ahora mismo.

Pero lo que ha hecho distinguible a Kiss of Death es la sobrecogedora actuación de un debutante en el cine, un joven actor de treinta y tres años (resulta sorprendente tal adjetivo, cuando hoy a esa edad todos parecen ya casi de retiro, pero eso podría ser objeto de otro comentario), un joven que provenía de Broadway, y que, aprovechando que le había tocado en suerte representar al villano, lo hace en tal forma que se inserta en la memoria cinéfila eternamente:




Richard Widmark, en su primera aparición cinematográfica, rompe moldes y se erige en el villano de la función y del año, robándole al pobre Mature la función en cada escena en que actúan juntos.

Una verdadera lástima, porque si esa actuación se hubiera llevado a cabo con un entorno más favorable, hoy hablaríamos de un clásico: ni el director ni el resto del elenco están a la altura del principiante Widmark, que tuvo que luchar para no encasillarse, y a fe que lo consiguió, vistas sus posteriores intervenciones.

Vale la pena revisar la película, aunque sólo sea para admirar a Richard Widmark.

p.d.: A 27 de marzo de 2008 me entero, gracias al amigo Hatt , del fallecimiento de Richard Widmark el 24/03/2008. Sirva este comentario como homenaje a su estimable carrera cinematográfica.




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diumenge, 2 de desembre del 2007

Examen de Cinefilia (parte II)

Me siento hoy particularmente inclinado a retorcer mentes amigas, lo cual podrá redundar en que alguien me maldiga o, peor, decida dejar de leer en el acto: me arriesgaré, no obstante.

Algunos de mis amables lectores pudieron, hace un par de semanas, distraerse con un acertijo cinematográfico que les propuse, con la idea de llamar la atención sobre quienes, con su callada labor, coadyuvan no poco al buen resultado que vemos en la gran pantalla.

Recuerdo que, cuando tomé conocimiento de la persona cuyo arte he disfrutado en el cine en varias ocasiones, me quedé sorprendido por no haber tomado conocimiento de su actividad en la forma más natural, es decir, a través de los títulos de crédito; siempre me ha extrañado que esas personas, pese al mérito profesional que ostentan, sean grandes desconocidos del público en general.

No debería ocurrir lo mismo con los cinéfilos de pro.

Intentaremos, pues, hoy, subsanar un olvido general de una persona que ha colaborado, desde 1949, en varias películas.





¿Vamos pues, a presentarnos al pérfido examen? Advierto que es difícil: es para nota, vaya, sobresaliente, diría. Allá vá:

Hoy, a pesar de la dificultad, SÍ VALE comprobar todos los enlaces que se propondrán.

(Porque no va a servir de mucho, je, je, je.)


Dato 1:
Inició su colaboración en el cine a muy temprana edad, interviniendo en THE SECRET GARDEN 1949

Dato 2:
Su primera intervención "estelar" ocurrió siete años después, en la película THE KING AND I 1956

Dato 3:
Una parte del éxito de WEST SIDE STORY 1961 corresponde a la persona cuya identidad se debe averiguar.

Dato 4:
También merece gran reconocimiento por su labor en MY FAIR LADY 1964

Dato 5:
El mismo año 1964, intervino en la gran adversaria de la anterior en la lucha por los Oscar, la inolvidable e irrepetible MARY POPPINS 1964

Dato 6:
Al año siguiente, aparece en otro éxito cinematográfico: THE SOUND OF MUSIC 1965

Dato 7:
Su última intervención fílmica hallada por este comentarista ha sido en la película MULAN 1998


¡TIEMPO!


¿Qué? ¿Cómo lo llevamos? ¿Se mueven esas neuronas? Lo de la cabeza caliente no es fiebre: es actividad....

Bueno, bueno, proporcionaré algunas pistas, no me gustan las quejas...:

¿No nos acordamos de las películas mencionadas? Veamos unos trozos:

THE KING AND I 1956

WEST SIDE STORY 1961



¡TIEMPO!



¿No es suficiente? ¿Más? Vale, vale, no nos alborotemos; ahí van otros trozos:

MY FAIR LADY 1964

WEST SIDE STORY 1961



¡TIEMPO!




¿Todavía no? Otra pista, vayan sumando coincidencias:

WEST SIDE STORY 1961


¡TIEMPO! ¿Todavía no? es difícil, hoy, ¿eh?



Reconozco que hoy el examen está hecho un poquito de mala idea, así que la siguiente pista, aunque no pertenezca a ninguna película en la que ha intervenido, será de gran ayuda, por su temática, ahora que tenemos las neuronas calentitas:

Una gran película, en la que no intervino, repito, pero que puede ayudar a la identificación.


¡TIEMPO! ¡Se acabó! ¡Dejen sus cuartillas!


Eyeyeyey, tranquis, colegas, dejen esas motosierras apagadas y en el suelo, por favor, que no hay para tanto: La persona cuya identidad se trata de averiguar, aparece con su nombre y apellido en los titulos de crédito de UNA de las películas relacionadas, y, además, su nombre de pila está escrito con letras mayúsculas en este comentario.

Tengo la solución en un video de youtube, pero, como he dicho, hoy me siento particularmente pérfido, así que no lo pongo.

¡Hala!

p.d.: Su Majestad Marcbranches, hoy está iluminado: primero nos regala con un excelente comentario acerca de Buster Keaton, y luego acierta la respuesta.
¡Enhorabuena!

O sea: No mire nadie los comentarios, a menos que se de por rendido. Avisados quedan.



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