Venganza
Háganse un favor: pulsen la flechita para oir la música mientras leen:
El Cine nació el 28 de diciembre de 1895, en París, Francia, Europa; se desarrolló y alcanzó su particular "Siglo de Oro" en los Estados Unidos de Norteamérica durante varios decenios del pasado siglo XX; últimamente, parece que la industria estadounidense del cine encamina sus pasos hacia una comercialización excesiva con ideas paupérrimas, en el único afán de conseguir el máximo rendimiento comercial, olvidando que el Cine, por encima de todo, es un Arte.
En los últimos años, quizás un par de decenios, el cinéfilo ha podido observar, a cuentagotas -por culpa de las distribuciones comerciales en manos americanas- el renacimiento del Cine en países del lejano oriente, donde directores de diferentes países, conocedores profundos del mejor Cine Clásico, han sabido utilizar los resortes de la ortodoxia cinematográfica para presentar de forma innovadora temas en principio locales que, por su calidad formal y contenido actual, han devenido en enormes éxitos en las pantallas que se han atrevido a exhibir unas películas a priori destinadas al espectador asiático.
Este comentarista no pretende en modo alguno incidir en tema ya conocido por la mayoría, ni este bloc puede albergar, en un sólo comentario, la extensión que el fenómeno merece.
Son tan sólo palabras introductorias para situarnos en la tesitura apropiada a la película cuyas virtudes se pretenden poner de manifiesto, por si a alguien pueda interesarle seguir leyendo.
Chan-wook Park es un cineasta coreano, nacido en 1963, que ha visto mucho cine; mucho: se nota. Por lo menos, su cinefilia queda diáfana cuando el cinéfago se pone a visualizar una de sus películas más aclamadas, fruto de la cosecha de 2003. Se trata de OLDBOY, obra que demuestra la madurez alcanzada por un cineasta que con cuarenta años nos permite confiar en largas horas de placer cinéfilo, todavía.
Bajo la apariencia de una historia de género tipo suspense con aderezos sangrientos, subyace un profundo estudio de las motivaciones humanas correspondientes a la malsana pasión de la venganza: un excelente guión fruto de la colaboración del mismo director con Garon Tsuchiya, que formula una historia basada en un tebeo de Nobuaki Minegishi, guionizado por Jo-yun Hwang, Chun-hyeong Lim y Joon-hyung Lim, es la base sobre la que Chan-wook, con la inestimable ayuda del cámara Jeong-hun Jeong y el montador Sang-Beom Kim, pergeña una obra cinematográfica inolvidable.
La trama, en su aspecto más superficial, nos relata los avatares sufridos por un hombre que, en el inicio de la película, vemos totalmente borracho, comportarse como un energúmeno en la comisaría de policía donde está retenido: un amigo suyo acude a prestar fianza y le sueltan; cuando están ambos llamando a casa del borrachín Oh Dae-Su (Min-sik Choi {parece que los coreanos anteponen en sus apelativos los apellidos al nombre de pila} ), de repente, sin que veamos cómo, éste desaparece.
Luego vemos a Oh Dae-Su encerrado en una habitación; no es una cárcel; parece un hotel; pero pasará allí quince años. Quince largos años, durante los cuales alimentará sed de venganza contra quien le ha encerrado. Máxime cuando, mediante la televisión que tiene en su habitación, sabrá de la muerte de su esposa, de la que le culpan, y la desaparición de su hijita.
Un día, Oh Dae-Su es liberado: su único afán es hallar cumplimiento de su venganza.
Chan-wook sabe muy bien lo que lleva entre manos: nos ha introducido magistralmente, con un ritmo muy medido, en la personalidad de Oh Dae-Su y ha conseguido que nos identifiquemos con su ansiedad de conocer el responsable de su largo encierro. La búsqueda de ése culpable, de ése hombre atroz que sin motivo conocido le ha encerrado durante quince años. Casi sentimos en nuestra piel la sed de venganza que, de inicio, obceca a Oh Dae-Su.
Pero esto no es suficiente: el director sabe perfectamente que la grandeza del héroe se mide siempre, por la grandeza de su oponente. Debemos conocer al villano; debemos conocer la magnitud de su poder; sólo así la figura del héroe crecerá en nuestra mente.
El villano es Lee Woo-jin (Ji-tae- Yu), personaje enigmático, poderoso, mentalmente frío y superior al pobre Oh Dae-Su. Es un villano memorable, muy bien escrito.
De hecho, ambos personajes han sido cuidadosamente, meticulosamente, minuciosamente diría, escritos en el guión, revelando un trabajo enorme, merecedor de todos los premios habidos y por haber.
Poco a poco, siguiendo el desarrollo de las actividades de Oh Dae-Su, se nos ofrecerán detalles que irán esclareciendo el misterio, la clave, la razón por la cual el villano se encargó de encerrar y mantener en vida al protagonista durante quince años de su vida.
El camino para Oh Dae-Su no será fácil: el tratamiento aparente, como se ha indicado, es un compendio de escenas violentas, algunas incluso excesivamente fuertes a ojos de este comentarista, todas ellas resueltas por Chan-wook con una economía de medios extraordinaria pero demostrando conocer al dedillo los secretos de la caligrafía cinematográfica más clásica, recreándolos en unas composiciones fotográficas excelentes en ocasiones, inventando en otras, como por ejemplo, en la presentación realista de una lucha sin cuartel en un estrecho pasillo, presentada innovadoramente con un largo travelling lateral.
Chan-wook nos sorprende continuamente, llevándonos por donde a él le interesa, con una facilidad al alcance sólo de los grandes; el tratamiento de la historia que vemos físicamente nos emociona y nos engancha a la pantalla, mientras, sigilosamente, con los datos que vamos conociendo, de forma pausada pero constante, nos vamos formando una idea relativa al meollo de la cuestión: la pasión por la venganza, la forma que ésa venganza adopta, el precio que se va a pagar por la deseada venganza, precio que no todos conocen, precio que uno está dispuesto a pagar, precio que otro deberá abonar mal que le pese en el alma, concluyendo Chan-wook que la satisfacción obtenida por el hecho vengativo tiene, siempre, una contrapartida de dolor irresistible.
No es pues OLDBOY tan sólo una película violenta al uso; es una reflexión moral en torno al sentimiento de la venganza, camino iniciado sin fin aceptable. El primer aspecto, superficial, se rompe en un segundo visionado, al conocer las claves de la historia; pero el tratamiento profundo de los personajes, de sus motivaciones, de sus actitudes, crece en una revisión, a todas luces satisfactoria.
Chan-wook tiene el acierto, el privilegio, de acompañar su excelente caligrafía cinematográfica con una banda sonora compuesta por Yeong-wook Jo, que, probablemente tan cinéfilo como el propio director, titula las veintitres composiciones originales que forman la excelente banda sonora con títulos de películas, con el añadido de un movimiento del Invierno de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.
Disfruten con la excelente música de OLDBOY:
The Searchers
Breathless
The Old Boy
Farewell, my lovely
¿Alguien se acuerda de esos títulos? :-)
N. del B.: Quiero agradecer a quienes han visitado este blog el tiempo que le han dedicado desde que inicié esta aventura, hace unos meses; especialmente, a quienes, además de visitarme, han dejado constancia de ello con sus comentarios, siempre bienvenidos: si escribir es divertido, que encima te lean y te comenten, es fantástico.
A todas y a todos, mis mejores deseos para el próximo año 2008.
Els comentaris d'aquest bloc son subjectes a llicència Creative Commons (veure al peu).
Pel que fa a les imatges, sons o vídeos, es mostren com a ajuda per la difusió de les obres respectives que hi son comentades.
Si quelcom en disposa dels drets de difusió, i no vol que s'ofereixin, es prega ho comuniqui per correu electrònic per tal de retirar-los immediatament.