Carregant el Bloc...

divendres, 27 de juny del 2008

Timidez, esa muralla



La timidez se desarrolla de muy variadas formas y alcanza muy diversos estadios de gravedad.

A menudo representa un serio obstáculo en las relaciones interpersonales ya que quien la padece se bloquea y sufre lo indecible hasta que toma una decisión que, para el ajeno a la timidez, representa cuestión de décimas de segundo.

En su acepción más leve, la timidez obstaculiza siempre la interrelación entre personas de distinto sexo y todos hemos oido a muchos actores confesarse como tímidos eternos, lo que, para cualquiera ajeno a la timidez, encierra una contradicción, una paradoja irreal, pero lamentablemente cierta para quien la sufre en silencio.

La explicación de la paradoja es muy simple: el actor recita las palabras de otro y en ello no halla dificultad alguna.

Un día, en una cafetería, Julia queda prendada, súbitamente enamorada, del joven Oliver.

Acosada por su timidez, le sigue hasta la librería donde él trabaja, pero no se decide a expresarse...

Dejemos que el madrileño Iván Sáinz-Pardo nos lo cuente en unas magníficas imágenes:

El Sueño del Caracol (Schneckentraum, 2001)




Leer más...

dimarts, 24 de juny del 2008

Verbo contra Hipocresía



Bob Fosse, celebrado coreógrafo, director de teatro, de espectáculos y de cine, fue un personaje complejo, con una vida azarosa, plena de vaivenes. Su cortísima filmografía nos ha dejado unas obras muy interesantes, personalísimas, excepcionales.

En el año 1974 presentó su versión cinematográfica de una pieza para escenario escrita por Julian Barry para el off-broadway, ocupándose el propio Barry de pergeñar el guión de una película del género biográfico, versada en la vida de un monologuista llamado Lenny Bruce

La película, titulada Lenny (Lenny, 1974), es un alegato en pro de la libertad de expresión del artista, bajo la personal mirada de Bob Fosse que, como luego haría en All That Jazz, que ya se ha comentado aquí, vuelca en la historia que nos presenta todas sus obsesiones mientras vindica por la libertad del artista, sujeto a una censura impunemente hipócrita, muestra de la propia sociedad en la que se desarrollan los hechos.

Fosse acababa de ganar un Tony, un Emmy y un Oscar en el mismo año, galardones nunca más recibidos por nadie en un mismo período. Evidentemente, una buena aportación al ego del artista que, contra todo pronóstico, cambió de registro cinematográfico y se volcó en la adaptación a la pantalla de una biografía de un comediante maldito, un perseguido, acorralado, ajusticiado y humillado Lenny Bruce que aún tardaría años en ser homenajeado y congraciado aunque a título póstumo, eso sí, por una sociedad hipócrita, timorata y falsa.

La valentía de Fosse reside en la forma de afrontar la historia, con un inicio realmente espectacular que, de entrada, nos recuerda, cómo no, las primeras imágenes de Ciudadano Kane, con un primerísimo primer plano de los labios de Honey Bruce (Valerie Perrine), unos labios que iniciarán una narración de la vida del que fue su marido, Lenny Bruce (Dustin Hoffman).

Honey será el hilo conductor de la historia, presentada como una investigación que alguien -alter ego del propio Fosse, investigando el pasado de Lenny- que, grabadora en ristre, procederá a entrevistar no sólo a la ex-esposa, sino a la madre de Lenny, Sally (Jan Miner) y a su representante artístico, Artie (Stanley Beck)

En esos primeros minutos de Lenny, Bob Fosse planta la semilla de lo que va a ser la película: con el único número musical coreografiado cinematográficamente por Fosse en torno al sugerente cuerpo cada vez más desnudo de Honey, contemplado por lascivas miradas de hombres y mujeres, mientras la caja registradora va aumentando, vemos cómo en una de las muchas secuencias de actuaciones en vivo de Lenny, la palabra es usada como arma arrojadiza contra la hipocresía imperante, que acepta sin rechistar los bailes de mujeres quitándose la ropa mientras se escandaliza porque un judío atrevido osa hablar en público de la gonorrea.

Las obsesiones sexuales de Fosse son mostradas de forma impúdica, al añadir una escena en la que Lenny induce y convence a su esposa Honey a mantener un trío con otra mujer, escena de alto voltaje erótico, una más en una película que consiguió ser calificada como X, R, y aún así, consiguió seis nominaciones a los premios Oscar, aunque no consiguió ningún premio; claro que ese año la competencia era durísima.

Fosse, cuya voz es la del interrogador que nunca veremos, procede a reconstruir en forma de falso documental la corta vida artística de Lenny Bruce, un tipo que se bate en sus inicios como cómico entre números de striptease, para luego empezar una fulgurante ascensión como monologuista, primero entre los primeros, dedicado a improvisar en clave de humor sarcástico sobre los temas de la actualidad de su época, los sesenta del siglo pasado, apenas quince años antes de rodarse la película.

Mediante una lujosa fotografía en blanco y negro del gran Bruce Surtees y un eficaz montaje de Alan Heim, la apariencia formal de la película es de un verdadero documental, ciñéndose las diferentes secuencias a los recuerdos que los entrevistados van desgranando, manteniendo un cierto orden cronológico avanzando en la narración, con algún que otro salto en el tiempo para apuntar detalles de la vida de los artistas ambulantes, con fiestas desenfrenadas donde el sexo y las drogas se mezclan y las relaciones se degradan, incluyendo estancias entre rejas por tenencia de estupefacientes.

Pero lo que marca la diferencia, lo que hace de esta cinta un caso ejemplar en defensa de la libertad, es el uso que de la palabra hace Lenny Bruce al incidir públicamente en la contradicción de una sociedad que admite el espectáculo de mujeres que se desnudan mientras trata de ocultar expresiones convenientemente listadas en sus códigos penales como obscenas o soeces.

La palabra, portadora de ideas, la palabra, manipuladora de conceptos: Lenny se ensaña sin compasión con el mundo de la comunicación, poniendo en la palestra pública las intenciones de quienes dirigen la sociedad. Se atreve a criticar incluso el enaltecimiento público de Jackie Kennedy, que, según los periódicos, permanece al lado de su marido recién asesinado, presentada como heroína, cuando, según Lenny, lo que cualquiera debe hacer, en el caso, es largarse corriendo, pues de nada sirve permanecer al lado de un cadáver.

O cuando grita ¡negro! ¡negro! ¡negro! ¡todos deberíamos gritar negro! todos, hasta que la palabra negro perdiera el significado ofensivo que se le da; gritemos
todos negro hasta que la palabra negro nunca más pueda hacer llorar a un niño en su escuela al oirla.

La película, rodada en 1974, no se estrenó en España hasta 1977; no la vi en el cine, por lo que mis recuerdos son inexistentes; la vi en televisión, subtitulada, a finales de los setenta, y quedó bien guardada. Y ahora, buscando información relativa a su estreno en España, descubro que el difunto Camilo José Cela se encargó de dirigir la traducción del guión para confeccionar los subtítulos al castellano, cuyos subtítulos recibieron varapalo de la censura de la época.

Antes que nadie se rasgue sus vestiduras, sugiero que se le de un vistazo a la ficha de IMDB: en sus comentarios, hay uno, reciente, iniciado en el foro en abril de 2006, donde diferentes usuarios hablan de la calificación "R". No sé si se podrá seguir el enlace, pero vale la pena: todavía hay gente por ahí que se escandaliza con Lenny.

Ignoro que tal debe ser la versión final doblada al castellano, pero animo con todas mis fuerzas al cinéfilo consciente que busque la versión no doblada: si el trabajo que realiza Dustin Hoffman llega a sorprender a muchos que le han visto sólo en sus trabajos más acomodaticios a partir de los ochenta, lo que causa verdadera sensación es la interpretación de Valerie Perrine, con una exhibición de matices inabarcable, desde diosa sexual a ingenua mujer abatida por las adversidades, un trabajo que ya no volvería a repetir, dejada de lado por la industria, llamada sólo para papeles menores y de adorno con su deslumbrante belleza, una injusticia más.

Provista la película de unos buenos diálogos y brillantes reconstrucciones de diversos monológos de Lenny Bruce, aguanta la tensión perfectamente, con un pequeño bajón pasada la hora y media, coincidiendo con el declive del propio Lenny que, agotado por la persecución judicial inmisericorde, acabó perdiendo el gracejo y aburriendo a su público, lo que le abocó a su ruina personal, anímica y vital.

Un muy buen ejemplo de biografía en clave de denuncia, reivindicando el honor del biografiado, sin ocultar sus defectos ni ensalzar sus virtudes, con una objetividad bastante precisa, aún conteniendo alguna que otra licencia personal, ofreciendo la verdad de los hechos y sus consecuencias en un entorno social que fue y que debería estar ya superado, pero que, leído lo leído, sólo aparentemente ha cambiado para bien.



Leer más...

divendres, 20 de juny del 2008

MM 7 Paint Your Wagon


Ben Rumson es un minero loco, borrachín y pendenciero que tiene un amigo y de repente una novia con la que se va a casar.

Su pasión por el oro tendrá repercusiones impensables y todo su mundo se vendrá -literalmente- abajo...

Ben decidirá seguir su camino nómada y transhumante en pos del oro, dejando atrás novia y amigo y cantando una triste canción:

I was born under a wandering star





p.d.: Lee Marvin nunca llegó a comprender las millonarias ventas del "single" con su encallecido vozarrón liderando audiencias.



Leer más...

dimecres, 18 de juny del 2008

Bailar con ella


Cyd Charisse (08-03-1921~17-06-2008)


On a Island With You (1948)



Singing in The Rain (1952




The Band Wagon (1953)




Deep in My Heart (1954)




Meet me in Las Vegas (1956)




Bailar con ella, con la bellísima Cyd Charisse, es un sueño recurrente de cualquier hombre aficionado al cine musical.

Dotada de un físico impresionante, una belleza embriagadora, unos movimientos felinamente sugestivos y una mirada cautivadora, fue un verdadero placer haberla visto bailar en tantas escenas inolvidables.

La Parca, insaciable cinéfila, ha decidido sacarla a bailar y me temo que ya no nos la devolverá.

Siempre nos quedarán sus películas para comprobar, maravillados, que ya no hay bailarinas así. Irrepetible.



Leer más...

dilluns, 16 de juny del 2008

Meteduras de pata



Me siento en la ineludible obligación de comunicar a mis amables lectores dos meteduras de pata, una propia y otra ajena.

Vayamos (vaya el burro delante, no se espante..) por la propia :

Cuando después de haber revisado My Fair Lady decidí dedicar unos comentarios a Pigmalión y a su traslación al cine, procedí a releer la comedia; cuando busqué el video del Pygmalion de 1938, grabación televisiva de hace años, me encontré con que la cinta se había estropeado.

Con la neurona hirviendo, no se me ocurrió otra que poner blanco sobre negro mis impresiones y, en un alarde de imaginación, vistas las características de blogger, publiqué tres comentarios, numerados; en el segundo, cronológicamente
hablando, por no dejarlo vacío, inserté unos videos a modo de intermedio musical.

Agradecí entonces de corazón y ahora lo hago de palabra, la cortesía de 39escalones y de Alicia al pasar por alto en sus amables e interesantes comentarios semejante extravagancia.

Conseguida que fue la película, por fin he podido insertar en su lugar el comentario que completa la trilogía ideada de inicio.


Perdón por la chapuza y gracias por la comprensión.



Vayamos ahora por la metedura de pata ajena:

He leído que la Columbia Pictures piensa hacer un "remake" de My Fair Lady, estando en tratos con la actriz Keira Knightley para representar a Eliza Doolitle. La genial idea consiste en adaptar tanto el texto de Shaw como la comedia musical a un contexto más real, explorando más a fondo las emociones de Eliza, todo ello para entretenimiento y solaz del público actual.

¿Es que nadie puede impedirlo?
¿Vamos a tener que aguantar durante mucho tiempo más todos esos innecesarios "remakes"?
¿Qué pasa? ¿No hay ideas propias?
¿Ya nadie tiene vergüenza de la buena en Hollywood?
¡Arghh!


Leer más...

diumenge, 15 de juny del 2008

El Declive


En el año 1999, M. Night Shyalaman obtuvo un resonante éxito comercial y de crítica con El Sexto Sentido; en el año 2000, siguió con una muy buena reflexión alrededor de la mitología incrustada en los tebeos, con El Protegido; en el 2002, rodó una película extraña, relativa a los extraterrestres, que no me gustó mucho, titu
lada Señales; dos años después, remontó su currículo con El Bosque, para este comentarista quizás la mejor de su filmografía; nuevamente, dos años después, en 2006, presentó La Joven del Agua, que me parecía, hasta hace pocos minutos, la peor de su carrera como director y guionista.

Hasta hace pocos minutos, digo bien, porque acabo de ver El Incidente (The Happening, 2008)

Es posible que la capacidad intelectual de este comentarista no esté a la altura precisa del espectador idóneo de la última película de Mr. Night.

Me ha parecido una tomadura de pelo; una anécdota alargada de forma inmisericorde y reiterativa hasta conseguir enaltecer los cabreados ánimos del respetable -que paga su entrada- al finalizar una película sobre nada que malgasta hora y media de nuestro preciado tiempo de esparcimiento.

Con un principio estimulante y bien rodado, una presentación enigmática marca de la casa, el interés, por la reiteración, decae bien pasados veinte minutos del metraje, confiados en buena fe que la cosa mejorará, que es una película del director del Sexto Sentido, que ya verás como remonta, y, de pronto, en la forma más imbécil, se acaba, con una explicación que sabe a poco y un final que promete una globalización del problema presentado.

Una especie de alegato ecologista en el que la naturaleza pone las cosas en su sitio de forma fantástica, pero que aburre soberanamente. Si la idea podemos decir que en origen no es mala, su desarrollo es nefasto.

Mr. Night Shyamalan demuestra una vacuidad discursiva alarmante y se halla a años luz de la precisión del engaño cinematográfico de sus dos primeras películas y del estudio sociológico de grupo de El Bosque.

Si la anterior La Joven en el Agua ya era débil en su formato y en su paupérrima interpretación, salvando al amigo Paul Giamatti, en esta su última entrega la inanidad se contagia a todos los concurrentes, con un Mark Wahlberg estático e hierático y un John Leguizamo totalmente desaprovechado, careciendo los personajes de fuerza dramática alguna y nulo interés.

Una vez más, la teoría de este comentarista de huir como de la peste de los estrenos mundiales simultáneos cobra relevancia; lo malo es que en mi pueblo sólo hay un cine (con pantalla panorámica, eso sí, que no ha servido de nada, pues el formato es el paupérrimo 1.85:1) y te la tienes que jugar, so pena de ir luego al dvd, o agarrar el coche; habrá que considerar muy mucho sucesivas afrentas.

En definitiva: que este comentarista, en su simple forma de entender el cine, acaba de colocar a Mr. Night Shyamalan en su lista negra de directores y que dentro de dos años, si se atreve a dirigir otra, puede contar Mr. Night con que de mi bolsillo no va a recibir un céntimo el día de su estreno mundial.

Avisados quedan.






Leer más...

dissabte, 14 de juny del 2008

Opera Prima



La suerte, la fortuna, el destino, conceptos que escapan al dominio de las voluntades humanas pero que las motivan en múltiples ocasiones, se han cebado de forma especial en un chicarrón californiano que atiende por el nombre de Ben Affleck.

Después de haber conseguido hace diez años un Oscar como guionista por su trabajo en Good Will Hunting, Ben ha tenido que soportar numerosos chistes relativos a sus trabajos como actor (concursante, diga cual es el peor actor de la historia: Ben Affleck no cuenta) y ha recibido varias nominaciones a los premios Razzie.

Este comentarista ya defendió en su momento el buen trabajo interpretativo de Affleck en Hollywood Land y me mantengo en la opinión que Affleck sabe más de cine que muchos de sus coetáneos.

Y acabado de ver el último trabajo de Ben Affleck, esa opinión se mantiene de forma gozosa, ya que de nuevo Affleck demuestra ser un buen guionista, en este caso conjuntamente con Aaron Stockard al trasladar la exitosa novela de Dennis Lehane, autor contemporáneo que se está convirtiendo en fuente de buenas películas. La novela, ambientada en los suburbios de la ciudad de Boston, se titula Gone Baby Gone y nos cuenta las vicisitudes que se desarrollan alrededor de la desaparición de una niña.

Ben Affleck además de escribir el guión decidió tomar las riendas del producto final y contando con el apoyo de Stockard como productor asociado, se encargó de la dirección del rodaje, afrontando su primer largometraje, no habiendo en su bagaje cinematográfico más que una experiencia de 1993 en la que dirigió un corto de apenas un cuarto de hora.

Las noticias que se iban desgranando alrededor de ése rodaje daban cuenta de un cierto nepotismo artístico ya que Ben confió a su hermano menor Casey Affleck la representación del protagonista de "su" película, cuestión que levantó no pocos comentarios adversos indicando un nuevo fiasco en la carrera de Ben.

Con estos
antecedentes y perspectivas brevemente presentados, este espectador -como todos- afrontó la visión de la ópera prima de Ben Affleck, titulada en España Adios, pequeña, adios (Gone, baby, gone, 2007) con un cierto recelo, huérfano voluntario de mayor información producida desde su ya pasado estreno.

Ignorante como me hallo de la novela que da origen a la historia pero sabedor, ahora sí, que su autor se mostró complacido con el resultado final, puedo asegurar que el amable lector -que ya haya visto la película- forzosamente coincidirá conmigo en que la labor de guionista de Affleck, junto con su amigo Stockard, es excelente.

Los diálogos mantienen perfectamente el interés de la acción que se nos presentará mientras se va dibujando el carácter de los personajes, muy bien delineados, personas con intereses, defectos y virtudes, todos ellos alejados del maniqueísmo al uso cotidiano en las pantallas paupérrimas de talento que asolan las salas.

En la línea del mejor cine negro, la acción policial emprendida por el Capitán Jack Doyle (Morgan Freeman) y los detectives Remy Bressant (Ed Harris) y Nick Poole (John Aston), todos ellos especialistas en secuestros de infantes, que tratarán de dilucidar la desaparición de la pequeña Amanda McCready, se verá complementada por las investigaciones de unos detectives privados, Patrick Kenzie (Casey Affleck) y su socia y pareja sentimental Angie Gennaro (Michelle Monaghan), contratados por los tíos de la desaparecida, Bea McCready (Amy Madigan) y Lionel McCready (Titus Welliver), quienes abominan del descuido de la madre de la pequeña, la dogradicta Helene McCready (Amy Ryan).

Hagamos un paréntesis: la coexistencia de ése grupo de intérpretes en el primer largometraje de Affleck provocó, por su elección, una imagen preconcebida de que el resultado iba a ser lo que en Catalunya calificamos como "de costellada", que, mal traducido al castellano, sería como decir una farsa entre amigos, ya que, aparte del parentesco, confluyen amistades con Freeman y Harris, quien acude a la invitación en compañía de su esposa, Madigan, una especie de representación a los postres después de una merienda campestre.

Nada más lejos de la realidad: Affleck toma el pulso de la trama aprovechando su conocimiento de la misma y huyendo de fáciles y comerciales efectismos retrata muy bien, al modo clásico, el entorno suburbial donde la pequeña desaparecida vive con su madre; la pareja de detectives se moverán con soltura entre los delincuentes menores que pululan en Boston y les seguiremos en sus pesquisas en la búsqueda de la niña ausente de su hogar.

Con una facilidad pasmosa en una ópera prima Affleck nos introduce en la desazón que embarga al joven detective privado cuando siguiéndole en sus investigaciones vamos comprendiendo su forma de pensar y sentir, sus miedos y temores, sus dudas respecto a lo que va descubriendo, sus avances nunca rectilíneos, dando saltos inesperados como mosca dentro de una tela de araña, de hilo en hilo, constante buscador del centro del enigma, como transeúnte dentro de un laberinto que se irá tornando más violento y sangriento a medida que se irá acercando a la resolución del enigma planteado, en una desaparición de una niña por la que no cabe pedir rescate alguno, dada la carencia de medios de su madre y la falta de comunicación por parte de quien o quienes la hayan secuestrado.

Presentando los hechos violentos con una elegancia casi elíptica, sin acudir a fotogramas sangrientamente espectaculares y desechando la inclusión de escenas eróticas que en nada ayudarían al desarrollo de la historia, Affleck se centra en la presentación escueta de las acciones de una serie de personajes que se alejan de los prototipos, resultando por ello mucho más humanos, gentes con una historia, un pasado y un presente con claroscuros que a cuentagotas vamos conociendo de la mano del joven Patrick, sin que nada se nos oculte de forma artera ni artificiosa; tomando el conocimiento de esa humanidad ambigua importancia para alcanzar la verdad de lo ocurrido, llegaremos al final de la película sorprendidos, como el mismo Patrick, enfrentados a un dilema que él resolverá según su condición moral, propia e intransferible, asumiendo con plena convicción una decisión que le dará la paz, aunque no le liberará de la duda.

Affleck, muy bien apoyado por la cámara de John Toll, demuestra poseer un sentido cinematográfico innato, una buena letra para contar una historia nada lineal, pletórica de giros y sorpresas, en la mejor tradición del cine negro estadounidense, donde los hechos y las acciones no son otra cosa que el resultado de una forma de entender lo que es éticamente aceptable: hurgando en la distinta moralidad de cada uno de los personajes y enfrentándola a la que nosotros, como espectadores, podamos albergar en nuestro corazón, ese director novel se aleja sin tomar partido ni tratar de aleccionarnos o convencernos, dejándonos clavados en la butaca, indecisos, pero con la esperanza de disfrutar en un futuro de nuevos trabajos de semejante calibre.






Leer más...

divendres, 13 de juny del 2008

MM 6 The Man Who Knew Too Much (1956)


En esta época cinematográfica tan proclive a ofrecernos "remakes" de películas antiguas, este comentarista no puede menos que añorar el talento desplegado por uno de los Grandes del Cine: Don Alfred Hitchcock: no contento con el resultado de una de sus películas del período británico, procedió a crear una nueva versión que superara al original. Lo consiguió, por descontado.

Uno de los cambios que hizo, él, que abominaba de los actores, fue profundizar mucho más en el aspecto psicológico de los personajes.

Para desarrollar a la esposa del protagonista, no se le ocurrió otra que contratar a Doris Day, conocida cantante y actriz de comedias amables.

Y encima, apenas iniciada la película, ya vemos a la conocida actriz cantando una canción.

¿Se ha vuelto majareta Don Alfred? ¿Doris Day y encima cantando?

Don Alfred, que no dejaba nada al azar, sabía lo que se llevaba entre manos; y nosotros, felicísimos espectadores, descubriremos en un angustioso final que la música sirve para muchas cosas, cuando uno tiene el endiablado y genial cerebro del taimado Don Alfred:

Que será, será






Leer más...

dimecres, 11 de juny del 2008

Nadie supo




Richie Havens - High Flyin' Bird


Nadie, del millón de personas que pisaron los verdes prados de la granja de Max Yasgur en Bethel, Condado de Sullivan, estado de Nueva York, supo, imaginó, ni tuvo conciencia de entrar a formar parte de la leyenda.

Eso ocurrió hace ya casi treinta y nueve años, cuando entre el 15 y el 18 de agosto de 1969 decidieron asistir al anunciado concierto de música de Woodstock, que mantuvo el nombre pese a trasladarse inopinadamente a la granja del Sr. Yasgur, por culpa de la memez del concejo del pueblo de Woodstock.

Quienes allí estuvieron, pueden decir orgullosamente: yo estuve allí.

Michael Wadleigh tuvo la genial idea de producir y dirigir un documental cinematográfico del evento que iba a producirse. Obtuvo de la Warner Brothers como financiación cien mil dólares, y se las apañó como pudo para convencer a cien colaboradores que, con la promesa de cobrar luego si todo iba bien, acudieron a la inolvidable cita. Seguro que mañana repetirían gratis. Uno de ellos fue Martin Scorsese, que operó como director de segunda unidad y también como ayudante del montaje.


Woodstock el documental, obtuvo el Oscar de forma indiscutible y casi lo consigue en su apartado de edición: buen olfato el de Martin, sin duda.

La película, con una duración que se va alternando según la copia que uno puede visionar, per siempre cercana a tres horas, va desgranando no tan sólo las actuaciones que se sucedieron en aquel ya mítico fin de semana, sino que recoge un modo de vida o mejor dicho, de entender la vida, que resume perfectamente el sentir de quienes hoy son jubilados y entonces jóvenes rebeldes. Las cámaras se pasean primero por aquellos que convierten los verdes prados en un asentamiento para miles de personas, creando de la nada un amplísimo escenario; luego se detendrán en la llegada de los convocados al evento que, plantando tiendas de campaña, se dispondrán a pasar unos días de fiesta ya histórica, trabando amistades eternas, naciendo amores y sucediendo rupturas, experimentando el amor libre y la droga, una variopinta multitud retratada, entrevistada, reflejo de una época que fue y ya no volverá. Las imágenes del documental, naturalmente de una incorrección política sublime, en plena protesta contra la guerra del Vietnam, con unos usos y costumbres rompedores contra lo establecido por la generación inmediata anterior, resultarán extrañas y sorprendentes para los actuales jóvenes que ignoran el pasado inmediato:¿esa que baila desnuda, eres tú, mamá?¿qué tú fumabas porros, papá? No me lo puedo creer....

Cuando uno repasa con nostalgia las actuaciones de los músicos que tuvieron la acertada idea de decir sí a su presencia en el concierto (hay casos ilustres que todavía se tiran de los pelos -en sus tumbas, algunos- por haberse negado), se da cuenta que, desde entonces, las rupturas e innovaciones musicales son juego de niños de leche, porque ese grupo de músicos de finales de los sesenta estaba -y sigue estando- a años luz de quienes les precedieron apenas una década antes, y los que les han seguido...

Cuestión de gustos, naturalmente; pero para muestra, unos cuantos botones:

Johnny Winter - Mean Town Blues




Santana - Soul Sacrifice




Joe Cocker - With a Little Help From My Friends



Janis Joplin - Try



Jimi Hendrix - Fire




p.d.: este comentarista no se hace de ningún modo responsable de la llantera nostálgica de ningún viejo carrozón ni de la dentera envidiosa de quien no sabía nada al respecto.



Leer más...

dissabte, 7 de juny del 2008

Examen de Cinefilia (Parte VII)

Ha quedado ya demostrado en anteriores exámenes que ciertas personas han contribuído de forma más que generosa munífica a la historia de la cinematografía.

Hoy vamos a tratar de averiguar, sin trampa ni cartón, la identidad de quien merece con todos los honores ocupar la cima de su especialidad: nadie puede vanagloriarse, excepto la persona oculta tras las pistas que se ofrecerán, de haberse vencido en varias ocasiones en la carrera de los premios Oscar, incluso obteniendo ex-aequo el preciado galardón, todo ello referido a la misma persona. Un verdadero mito del cine, vaya, de cuya labor penden no pocos éxitos de gentes mucho más renombradas.

Me parece que ya estoy dando demasiadas pistas; podría añadir que su participación se cifra más allá de las cuatrocientas películas, pero sería ponerlo demasiado fácil y esto es un examen previsto para torturar cinéfilos de pro. ¡Vaya! Si es que soy un bocazas...

Dejémonos de prolegómenos farragosos no sea que acabe facilitando en exceso la solución y se pierda el interés en visionar algunos de los enlaces que seguirán y digo bien, pues hoy son tantos, que visionarlos todos representará esfuerzo ímprobo. Claro que por eso, precisamente, presento el examen en sábado...

¡Atención! ¡Usted, en la última fila! ¡Despierte, caramba! Un poco de atención, que esto empieza:


Prohibido, totalmente, acudir a la biblia cinéfila, so pena de expulsión de la sala.

La persona cuya identidad se debe averiguar, dejó su huella en todos y cada uno de los siguientes títulos:


Pistas para supercinéfilos:

The Facts of Life




The Heiress



The Man who would be King



Pistas para cinéfilos de pro:

The Man Who shot Liberty Valance



Roman Holiday





Pistas para cinéfilos atentos:

Sabrina



The Sting



Funny Face


Se habrán dado cuenta los examinandos, de la enorme variedad de géneros cinematográficos y de directores e intérpretes concurrentes, todos ellos agradecidísimos por el buen trabajo desarrollado.

Pistas para cinéfilos normales:

A Place in the Sun



A New kind of Love



Inside Daisy Clover



Airport 75





Si sumamos todas las pistas, lo que queda son titulos para los que van en buen camino de ser cinéfilos:

Family Plot



El Dorado



The Great Race




Está claro que la persona oculta era querida por los más grandes.... ¿no? ¿todavía nada?

¿Una aspirina? ¿Un poco de tila, para tragarla?

Vamos a relajarnos viendo a la persona en cuestión, homenajeada:




Hay que estudiar más, hay que estudiar más....

p.d.: Cuidadín con leer los comentarios, pues la pareja Lola - Antonio ya han dado con la solución del enigma presentado; se conoce que esto del viajar despierta la mente...


p.d.2: Ahí está, por fin, la foto de la ganadora recogiendo su premio:














Leer más...

divendres, 6 de juny del 2008

Afortunado


Martín Circo Martín (Leonardo Sbaraglia) es un argentino afincado en España que se gana la vida como profesor asociado (antes adjuntos y mucho antes pnn) en una Escuela de Economía, donde imparte clases de su especialidad, Historia de la Economía.

Sus conocimientos de la materia le sirven para conseguir, en un concurso televisivo, el mayor premio jamás alcanzado, valorado en ¡500.000.000 Pts! en realidad, 3.000.000 de euros: todo en bienes materiales: una mansión, un yate, una avioneta, un coche y cientos de muebles y cachivaches.

Rodrigo Cortés es un novel director y guionista que el año pasado presentó su primer largometraje en el que medita acerca de la suerte y de los bienes materiales, del dinero y la felicidad o infelicidad que el mismo puede otorgar.

Lo hace mediante la película Concursante (2007), opera prima que adolece en parte de las prisas de todo novicio.

Con un arranque en titulos de crédito confeccionados por Royalcow y música de Victor Reyes, muy bien realizado, el director inicia el relato de la historia de modo Wilderiano, pues la voz en off que oiremos es la del propio protagonista, ya fallecido, que nos contará como caramba ha llegado a tal estado final.


Con una fotografía excelente de David Azcano, en alguna ocasión incluso demasiado efectista, excediendo el límite clásico de la obligación de sujetarse todo a la historia y un montaje asumido también por el propio Cortés, puntualmente demasiado acelerado, veremos al confiado Sr. Circo debatirse en una espiral de problemas crediticios impensables en un experto en economía, a priori conocedor de los entresijos de la forma en que los negocios se desarrollan, que, convencido por su bella novia española Laura (Miryam Gallego), ante la tesitura de tener que abonar un 45% del valor obtenido en el concurso como impuestos directos, solicita un préstamo de cien millones de pesetas que se convertirá en pesada losa que le arrastrará a su perdición.

La película pretende ser una crítica al sistema económico occidental impulsado por los bancos, haciendo altavoz de los pensamientos que un economista eremítico, un tal Edmundo (Chete Lera), que le irá aleccionando acerca de la realidad del sistema crediticio, de la inexistencia de dinero real y el provecho inmenso creado con el dinero virtual, en una ya vieja y conocida teoría según la cual, en cualquier préstamo, el cien por cien de la cantidad nominal del mismo nunca ha estado a disposición del prestatario, pues el prestamista, la entidad bancaria, apenas firmado, ya ha cargado los gastos de apertura y comisión y a partir de ese momento empieza a reclamar los intereses calculados sobre el nominal nunca disfrutado.

La idea es buena, pero la presentación de la misma cojea de precipitación; los mil y un problemas se acumulan sobre los hombros del afortunado concursante, bien representado por Sbaraglia, que pecha con un personaje demasiado esquemático y con un montaje que al inicio resulta confuso por sus innecesarios saltos temporales y luego en ciertas fases más que acelerarse casi podríamos decir que se sincopa, buscando Cortés una efectividad que deviene en efectismo, restando profundidad dramática a la historia; ello es evidente en las secuencias en las que interviene el díscolo Edmundo, dominadas por completo por Chete Lera, que se toma su tiempo para decir sus frases, resultando las más críticas e interesantes.

La película pues resulta interesante por momentos, aunque denota claramente su condición de ópera prima, arriesgada, precipitada, como si Cortés quisiera que nada se nos quede en el tintero, produciendo algún que otro borrón. No obstante, colocado el cinéfilo en la adecuada tesitura de disfrutar de una primera película de un joven autor, español por más señas, complace comprobar como todavía hay esperanza que el cine patrio produzca en un futuro cercano alguna que otra película que se aparte de la norma comercialmente ya saturada.


Leer más...
Print Friendly and PDF
Aunque el artículo sea antiguo, puedes dejar tu opinión: se reciben y se leen todas.