Por insistir que no quede, Don Juan
Si los otros dan la tabarra año tras año, no veo porqué no puedo también yo dar la brasa.
Me ahorro el texto que se puede leer en este enlace
A lo que vamos: ya que no resulta fácil en directo, veámoslo en diferido:
Para quienes piensen que la pieza sólo tiene un reducido interés local, aquí dejo un texto bilingüe
Iba a decir que me ahorro el comentario, que se puede leer en el mismo enlace que apuntas, pero tengo que decir al menos que has cambiado de vídeo ;-)
ResponEliminaUn saludito.
No te falta razón, David... ;-)
ResponEliminaUn abrazo.
Entiendo tu indignación y respeto tus fobias pero querido, son " lentejas".
ResponEliminaY me remito a lo dicho ( como David) en la entrada de hace tres años.. Ya ves en qué punto estamos.
Por aquí también andan en hermanar a Cervantes con el Bardo y tradiciones no faltan pero el " susto/truco o trato" se impone entre los niños y los papis encantados con la juerga.
Tomarse la muerte a risa parece una opción menos siniestra.
Otro tema son los clásicos que como lo son nos valen a full time...pasados o no.
Besos. Milady
Para lentejas, Milady, las que yo, como juanpalomo, me las guiso y me las como. De lo otro, aunque sea cierto que es ir contra corriente, tanto me da: no doy mi brazo a torcer, ¡válgame! :-)
EliminaBesos.
Leído todo, mi querido Josep, todo todito: enlaces, vídeos, comentarios, indignaciones, sensibilidades, épocas, televisiones, programas, estudios unos (en plural aunque suene mal), etc. A mí el Tenorio me cuesta. No hace mucho volví a ver una representación teatral en Barcelona de La casa de Bernarda Alba, con dos de las grandes: Núria Espert y Rosa Mª Sardà, y tampoco, que no puedo con el teatro de Lorca, pero amo su poesía. Volvamos al Tenorio, solo he podido aguantarlo en aquella versión (publicada en un libro donde se recoge todos los escritos de Buñuel) que hicieron este maño universal, Lorca, Pepín Bello y Dalí en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y, en su momento. Te lo cuento, amigo. Fui y soy más de las obras del divino marqués de Sade y algunos capítulos de las pesadas memorias de Casanova. Ojo, que tiene capítulos magníficos de este tunante veneciano que se tiraba a todas las que se le ponía por delante, más sus fugas carcelarias. También me gustan algunas obras de la picaresca española, tan y tan moderna. Fíjate tú lo que dice en primera persona (toda una proeza para la época) Lázaro de Tormes al final de esta obra; anticipa el Cándido de Voltaire. Incluso diría yo que La Celestina tiene lo suyo, por inaugurar una nueva época, es decir, cuando caen los muros de las ciudades del medievo y entra la ciudad moderna, la itinerante, la diversa, se fue para siempre aquello de “¡Ah, de la casa!”, en fin, el puterío, entre otras cosas. Petronio y Juvenal, los bukowskis de Roma, la Roma de verdad y no la de los historiadores, la Roma escrita de primera mano de quiénes deambularon con sus borracheras y gonorreas en sus insomnios nocturnos por sus calles a lo Blade Runner pero sin coches volando. Todo eso conocí yo antes de que me cayera encima el Tenorio y donde la luna brilla en esa apartada orilla. Incluso Penélope tejiendo a la espera de su tunante marido tiene tela, porque dicen algunos expertos que fue Ulises el primer gran cornudo de la literatura. Joder con el ciego griego. ¿Por dónde iba? ¿Cuál es el origen de este comentario? Ya me he perdido.
ResponEliminaUn fuerte abrazo, amigo Josep.
Paco: aunque sea tarde, te digo: a Lorca, deberías verlo bien interpretado, porque esas dos, por mucho que salgan en los papeles, ni son, ni han sido, ni serán capaces de transmitir el genio de Lorca. De lo otro, un placer leerte: tus comentarios desbordan y enriquecen el sitio.
EliminaUn abrazo.