Buenas costumbres perdidas
En ocasiones como el día de hoy me pregunto por la causa que origina cierto desapego por costumbres culturales antaño muy arraigadas y no me decido a considerar la globalidad y el intercambio intercultural por encima de la presión mediática servidora de mercadotecnias hambrientas de beneficios crematísticos a largo plazo.
No me refiero al debate entre las ibéricas castañadas y la costumbre celta del halloween -que aborrezco y maldigo- porque se ha tornado bizantino y hace tiempo decidí no perder energías en simplezas semejantes.
Me refiero a que uno va viendo pasar los años y hay aspectos que mejoran -y mucho- con el paso del tiempo, pero hay otros que no es que empeoren: es que desaparecen, sin más, y lo peor es que a nadie parece importarle un ardite. Entonces es cuando se me ocurre que quizás sea yo quien está fuera de juego.
Hasta no hace muchos años era una tradición que tal día como hoy los teatros ofrecían una versión de la obra teatral más conocida del dramaturgo vallisoletano José Zorrilla : Don Juan Tenorio
La pieza de Zorrilla, más llevadera que la que en su día escribió Tirso de Molina, El burlador de Sevilla y convidado de piedra, centrándose ambas en la figura del mito de Don Juan, pergeñado por Tirso, que ha dado lugar a sesudos ensayos (leí hace años el de Marañón y me dejó alucinado) y cientos de representaciones tanto teatrales como cinematográficas (mala, pero mala, la de Johnny Depp y Marlon Brando, Don Juan DeMarco), comedias musicales y óperas.
Don Juan Tenorio se estrenó en Madrid en 1844 y es la pieza teatral española que ha sido representada en más ocasiones.
Mal va un pueblo cuando deja perderse en el olvido a sus propios mitos culturales: a día de hoy, con un número excesivo de cadenas televisivas y un teatro que se queja de la falta de público, quizás no sería mala idea recuperar una tradición: antaño, el aficionado al teatro acudía para comprobar si los intérpretes del momento eran capaces de sostener -y no enmendar- los versos románticos escritos por Zorrilla.
O a lo peor es que no hay nadie capaz de afrontar las escenas sin hacer el más espantoso de los ridículos, mal que el listón del respetable está a niveles muy asequibles.
Si el aficionado da un vistazo a esta lista de representaciones rápidamente entenderá que hubo un tiempo en que llenar una platea era relativamente fácil un día como hoy, porque gozar de una Doña Inés a cargo de Margarita Xirgu o un Don Juan a cargo de Enric Borrás era una alternativa a debatir y una decisión muy difícil.
Como quien dice, hasta que no hacía un Don Juan Tenorio, no se tomaba cátedra.
De cuando la tele era en blanco y negro y aparte de buenos ciclos de cine se ofrecían al televidente buenas piezas del teatro universal, vean, si les place, la versión de Don Juan Tenorio que yo ví en 1966:
Muy buenas noches apreciado y siempre añorado vecino:-)
ResponEliminaComprendo tu indignación por la pérdida de las buenas y tradicionales costumbres del pais pero tengo que contradecirte. Al menos por éstos lares se han propuesto, "Amigos del Teatro de Valladolid, los representantes genuinos de un Tenorio en producción totalmente vallisoletana", en un teatro que lleva su nombre , Zorrilla (renovado y remozado), y durante unos cuatro días producir DON JUAN TENORIO, inmortal obra de nuestro querido D. José Zorrilla.
Espero tener ocasión de asistir alguna de éstas funciones. Mientras tanto me pasaré por aquí para disfrutar del enlace que amablemente nos dejas.
Suya afectisima. Milady :-D
P.d. No sé si tú tambien nos honrarás con tu presencia por ésta tu casa y por las nuestras pero te quedaremos muy agradecidos...un beso.
Buenas noches, querida Milady: No sabes la suerte que tienes que tus paisanos pucelanos hayan tomado tal iniciativa, lógica y casi que obligada en mi opinión, porque dejar que caiga en el olvido ése dramaturgo y su pieza más conocida debería tomarse como vergüenza o afrenta al más elemental sentido ciudadano. Comprendo que la pieza está pasada de moda y ha envejecido mal, pero aún así, resulta mucho más interesante que otras ruedas de molino que nos quieren hacer tragar.
ResponEliminaEspero que puedas asistir a alguna de las representaciones y confío en que la pericia de los intérpretes, por lo menos, les permita recitar las conocidas frases sin el deleznable auxilio de la electrónica y así te emociones directamente con los bellos susurros de tu ilustre paisano.
Dulces sueños, Milady.
Pues este fin de sermana tengo la posiblidad de verla en dos localidades distintas a veinte minutos de casa cada una.Por aquí siguen poniéndola año tras año.
ResponEliminaTe diré que la última vez que la ví hace mucho tiempo. Y no he visto esa versión con Conchita Velasco.
En mi opinión todo tiene su término medio. Hay costumbres o tradiciones que no se deben perder, puede ser. Pero tampoco deben cerrar el paso a otras cosas. Vamos que en la variedad encuentra uno el gusto. Un abrazo
Estaba seguro que había respondido a todos los comentarios: perdón a todos por el despiste.
EliminaEstoy contigo en que el eclecticismo es una virtud, Víctor, pero me da pánico el poder aniquilador de algunas costumbres demasiado mercantilizadas que llegan de los usa...
Un abrazo.
Hola, Josep, buenas tardes; soy yo (a diferencia de mi mujer, a la que siempre le tiró bastante) poco teatrero, con lo cual, a título personal, igual no he de lamentar demasiado el retraimiento de estas puestas en escena a las que aludes. De todos modos, una cosa es la querencia personal y otra la observación objetiva de que, en materia teatral, como en cualquier otra materia que tenga alguna relación con la cultura, las cosas pintan como pintan (y casi mejor no extenderse demasiado, ¿no...?)
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buen sábado.
P.S. Ya se te echaba de menos por estos ciberpagos, amigo...
Ya sabes, Manuel, que el teatro me tira mucho y no puedo más que lamentar el bajón de nivel cualitativo y cuantitativo que estamos observando últimamente, y dejar de lado tradiciones como la apuntada me parece craso error: luego uno va a ver películas españolas y la mitad de lo que dicen no se entiende....
EliminaUn abrazo.
Nunca deberíamos olvidarnos del Teatro, fuente inagotable de historias y buenos actores. Aprovecho para secundar esta tu reivindicación y mostrar mi indignación por el olvido de estas costumbres tan provechosas.
ResponEliminaMe alegra y agradezco tu solidaridad, Gourmet, y no puedo menos que alabarte el buen gusto... :-)
EliminaUn abrazo.
Lo de Halloween creo que ya lo discutimos en alguna vieja entrada por aquí (o igual fue en otro sitio; no recuerdo).
ResponEliminaA mí lo de preservar "tradiciones" no me va mucho.... Depende cuáles sean esta. En este caso acepto totalmente, pero lo ideal sería que un clásico no tuviera por qué verse por tradición en una época, sino en cualquier momento, ¿no?
Pero bueno, creo que también es tradición Peter Pan en teatro en Londres por Navidad (no estoy seguro de si continua así), y a mí ya sabes que me encanta ver "Qué bello es vivir" el 24...Jaja..
Dos horas y cuarto... Jo! No sé..
De todas formas, leyendo tu comentario a Abril "Comprendo que la pieza está pasada de moda y ha envejecido mal.." Eso es lo importante. Si la obra no envejece mal... se puede representar en cualquier momento y también el día "tradicional", ¿no?
"La vida es sueño" creo que sigue bastante fresca (hace poco leí como en un tebeo ambientado en Israel se representaba en hebreo (y estaba ambientado en el 2007 o así)... Las clásicas de Shakespeare siguen sin envejecer... No sé... Ya sabes por dónde voy.
Un saludito.
Ya sabes que sí sé por donde vas, David, pero también que, a pesar de que el romanticismo del Tenorio está un pelín fuera de órbita desde el punto de vista popular, no deja de ser cierto que puede uno tomar la trama desde nuevas perspectivas y considerar cuestiones derivadas interesantes, aunque ya será después de la representación, claro. La gracia de la representación en "su fecha" reside precisamente en lo que vino a ser la tradición: dejar lo habitual para retomar por breves días -en ocasiones sólo uno- el drama versificado, lo que no dejaba de ser una especie de duelo actoral que, por lo que sé, llenaba teatros.
EliminaComparar a Zorrilla con Calderón y con el Bardo es jugar con ventaja, David: no vale... :-)
Un abrazo.
Me posiciono en el lado de Josep pero tambien en el tuyo David ( y no es contradictorio). Lo que gusta, lo que nos sigue emocionando uno lo ve siempre que le apetece por diferentes motivos.
ResponEliminaEntiendo que Josep se refiere a las instituciones culturales o a seguir respetando lo que en su día fue tradición, valioso..no sé, parte de nuestra cultura e historia. claro que si no apetece pues nadie te va a obligar a verlo.
Respecto a conservar o cerrarse a la evolución de las costumbres (que no son inamovibles) pues..ya sabeis, casi es mejor abrirse, ser receptivo porque sino corres el riesgo de quedarte obsoleto.
Conservar conservar (tradición tradición)..ummm.. solo lo que merezca la pena. Si no todavia estaríamos tocando el tambor y viviendo en cabañas... no sé si me explico.
Besos (con permiso del anfitrión extensible a los invitados)
¡Amén!
EliminaTe explicas y de pé a pá con lo que dices ;-)
ResponEliminaHablando de buenas costumbres perdidas...¿Qué pasa con éste bloc..?
ResponEliminaAgradecer, se agradece las visitas, pero se echa de menos lo que por aquí se aporta a la cinefília.. :-)
Besos. Milady
P.D. Hasta Sherlock vuelve..no te digo más.