Minutos Fuera
¿Quien no ha padecido en alguna ocasión el visionado de los viajes veraniegos de un aficionado a la fotografía o al cine y al video?
Le sueltan a uno, con la mayor ilusión e indisimulado orgullo, el fruto de miles de diapositivas, o fotografías, o películas en vídeo, sin que el "artista" se haya tomado el trabajo de tirar directamente a la basura cientos de fotografías desenfocadas, mal compuestas, peor iluminadas; escenas de panorámicas con pulso tembloroso, mezcladas con picados, contrapicados, caras conocidas que casi se salen de cuadro o de foco, una tortura que atenta contra el más elemental sentido del ritmo y la economía narrativa, incapaces algunos de eliminar imágenes totalmente innecesarias, como si no existiera un proceso de selección o unas tijeras en el proceso de montaje, cometiendo el peor pecado: aburrir al personal, que acaba deseando irse a casa y librarse del rollo.
Este comentarista y sufrido cinéfago, años ha, realizaba audiovisuales -nada del otro mundo- y de cada trescientas diapositivas obtenidas, más de doscientas nunca vieron la luz pública; algunas directamente tiradas, otras para el archivo "porsiacaso", y ahí quedaron.
Había gente que, como las "diapos" costaban una pasta, las metían todas. Un horror.
En el cine profesional sucede lo mismo, en demasiadas ocasiones.
Hacer una película, hoy, es cuestión de mucho dinero; mucho dinero y poco talento, en ocasiones, llegan a darse la mano.
Este comentarista opina - opinar, de momento, es gratis (o casi) y también un ejercicio de libertad - que el talento de un cineasta debe reflejarse también en la sala de montaje, que es donde la caligrafía y el ritmo de una película deben contraer matrimonio.
Esta opinión, como propia, no cede ante ninguna otra, aunque, evidentemente, es subjetiva y por lo tanto, puede ser errónea y por descontado, no compartida por nadie más.
Pero, como dice en alguna ocasión el interesantísimo bloguero faraway, este es mi bloc y digo en él lo que me viene en gana.
Todas estas disquisiciones filosófico-cinéfilas son un pequeño desahogo que pretende apaciguar la rabieta, el mal sabor y la frustación que a este sufrido cinéfilo - que últimamente no da pie con bola - le ha causado el asistir al estreno del último producto de un cineasta que desde ahora rebautizaré, en mi clasificación personalísima, como una-de-cal-y-otra-de-arena
Me refiero a Ridley Scott, que ha sido capaz de entretenerme y asombrarme con obras como Alien, Blade Runner, Black Rain y Black Hawk Down, y ha sido capaz también de aburrirme con Thelma & Louise, Gladiator y en la tarde del último sábado de 2007 con American Gangster
Confieso haber ido al cine con la prevención de asistir a una exhibición que dura más de dos horas y media, pero, habiendo leído alguna crítica tanto en la red como en los periódicos, la confianza en el director y en sus principales intérpretes, Denzel Washington y Russell Crowe, no hacía presagiar la catástrofe.
Máxime cuando algún comentario se inclinaba por decir, casi textualmente, que American Gangster viene a ser para los albores de este Siglo XXI lo que años ha fueron El Padrino de Coppola o Uno de los Nuestros, de Scorsese.
¡Vaya mentira más gorda!
La única similitud consiste en la duración del metraje. Ni el guión, ni la dirección, ni los intérpretes, resisten comparación en modo alguno.
Se dice que arrasará en los Oscar y me lo creo, lo cual no significa nada, vistos los últimos palmarés: mercadotecnia pura y dura, es lo que hay.
La película gasta (malgasta, sería más adecuado) 157 minutos de las vidas de los espectadores para contarles, sin pasión alguna, la vida de un mafioso de raza negra, Frank Lucas, investigado por un policía, Richie Roberts.
French Connection hace más de treinta años, sin llegar a las dos horas, lo contaba con más ímpetu e interés.
Los personajes están tan mal delineados que no suscitan complicidad alguna; los diálogos, carecen de la menor gracia; los intérpretes principales parecen tomárselo un poco en plan alimenticio y los carácteres secundarios son de pena, con algún que otro cameo como guiño para el mercado norteamericano.
La dirección de Scott es sosa, tomando prestados -o sea, mal plagiados- montajes paralelos que, en todas las películas de la saga de El Padrino, el Gran Francis Ford Coppola dejó como ejemplos imperecederos de virtud cinematográfica.
En definitiva, una decepción total y absoluta. Puede que le den el Oscar; incluso varios; pero este comentarista seguro que nunca se va a molestar en conseguir para su colección el dvd de ése truño, otro más que incrementa la sección de las películas que no me han gustado.
Quizás dentro de veinticinco años Ridley Scott presente la "versión del director" de American Gangster y la reduzca a un formato de hora y media, con lo cual pasaría de ser un rollo aburrido a una película normalilla de Serie B carísima, ejemplo del cine de su época, para desgracia nuestra.
Avisados quedan.
N. del B. : si es que cualquier trozo de El Padrino , sea el que sea, es más divertido; creo que mañana revisaré cualquiera de la trilogía, a sorteo, para reconciliarme con el verdadero Séptimo Arte.
:-)
p.d.: Veo que mis "avisos" sirven de poco, por fortuna: como muestra, la excelente reseña que Alicia ha dejado en su sede. Aunque, evidentemente, no la comparto: Lo cortés no quita lo valiente.
:-)
Compa Josep, has estado "sembrao", y, desde luego, no me extraña que no te haya gustado, conociendo (ya a estas alturas) un pelín tus gustos. Yo aún no la he visto, pero me he temido, desde su promoción, que se trata de un globo infladísimo (a lo de El padrino del siglo XXI, que tú, benevolamente, atribuyes a comentarios CASI textuales, le puedes quitar ese CASI: vete a la portada del Fotogramas del mes de enero...), y lo del infladísimo no va sólo por lo de su duración (esa aberración que ya se ha hecho tendencia generalizada, de que no puede haber gran película si el metraje no excede, y de largo, las dos horas...).
ResponEliminaTambién me ha hecho gracia la mención a French conecction, porque, en el reportaje de la misma revista antes mencionada sobre la peli, se reproducen unas declaraciones de Scott en las que éste alude a ese film como su referente a la hora de pergeñar ésta. Ya veo -y tu testimonio me parece muy fiable- que de referente a inspiración, va un trecho bien largo.
En fin, amigo, lo siento: supongo que va a ser lo último en pantalla grande que te metas entre pecho y espalda en el presente año, y cerrar el año así es un pelín jodido. Pero, ya sabes, según andan las carteleras, aspirar a lo contrario está cada día más complicado (salvo que vayas al cine una vez cada seis ó siete meses, y tampoco es plan...).
Un fuerte abrazo (y feliz cambio de año...).
P.S. sobre el juego de la reseña anterior, tengo activado el seguimiento de respuestas por correo, pero para ésa en concreto no me ha funcionado. No importa, he leído tu respuesta repasando el blog, pero no insistas: sigo siendo incapaz, ordinal, numeral y algebraicamente. Lo siento, de veras...
Amigo Manuel: no me extraña lo de Fotogramas: hace tiempo que dejé de comprarla, cuando empezó a perder la independencia y el sentido crítico que antaño tenía.
ResponEliminaPor lo que hace a French Conecction, la idea me vino a la mente porque precisamente, en una escena, un personaje la saca a colación, a modo de homenaje explícito. ¡Hay que ver!
Feliz entrada de Año Nuevo, padrino...:-)
Y un fuerte abrazo.
El problema de los director's cuts es que por lo general son más largos que los originales. Yo no lo esperaría. Y qué suerte que me avisas de este engendro, voy a tratar de que en el reparto de críticas de esta semana no me toque comentarlo...
ResponEliminaBueno, y sigue enojándote, que entradas así dan gusto leerlas.
¡Ja, ja! Tienes razón, faraway: pero hay que ser optimista, por lo menos en estas fechas, ¿no?
ResponEliminaAlgún día, la versión del director será mejor que la "comercial"... :-)
¡Ojito! conste que mi opinión puede no coincidir con otra.... Tú mismo... :-)