ESD 23 THE MAN WHO KNEW TOO MUCH (1956)
Para cerrar el homenaje realizado en honor del gran Don Alfred Hitchcock, estoy seguro que el amable lector sabrá dispensar que acuda, una vez más, a una escena sin diálogos que demuestra, por si hiciera falta, la maestría del genio al expresar acción únicamente con la cámara y en este caso la inestimable ayuda de Bernard Herrmann.
El pícaro Hitchcock, no contento con su primera versión (que, por otra parte, es buena) de una historia de intriga y suspense que tiene como sujeto a un hombre corriente, decidió en 1956, cuando sus conocimientos cinematográficos estaban ya más que asentados, ofrecer una nueva versión de El Hombre que Sabía Demasiado.
Vean, si les place, la escena del clímax que sin duda ha sido vista y estudiada con detenimiento y detalle por grandes cineastas de la talla de Martin Scorsesse:
¿Verdad que nadie se ha molestado por ver de nuevo "algo" de Don Alfred?
Genio y figura, compa Josep, genio y figura. Demostrando, una vez más, que sus proclamas verbales no eran milongas, ni cuentos, sino el destilado verbal de su forma de hacer las cosas, esta es una prueba bien palpable de lo que el mago Hitch declaraba acerca de la preeminencia de lo visual sobre lo dialogado en el cine: siempre que puedas decir algo con imágenes en vez de con palabras, usa las imágenes, que estás haciendo cine... Y voilà...
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buen fin de semana.
Bueno, tras una semana ajetreada saco un ratillo para escribir.
ResponEliminaMe ha encantado el homenaje que te has marcado. Todos y cada uno de los posts que has dedicado a Hitchcock los he disfrutado enormemente.
Muchas gracias por estos momentazos
A Hitchcock, Manuel, nadie podía decirle aquello de predicar y dar trigo, porque, como bien apuntas, llevaba a la práctica toda su sapiencia cinematográfica, para goce de todos nosotros, claro...
ResponEliminaUn abrazo.
Celebro que te hayan gustado todas esas entradas, Supercinexin, porque por momentos pensé que me excedía, pero, mira: yo también los he disfrutado mucho al prepararlos...
ResponEliminaSaludos.
¡Y tanto que a nadie le ha molestado vovler a ver algo de don Alfred, Josep! Es de los pocos directores cuyas peículas se pueden ver siempre hasta la saciedad y nunca cansan. Pocos pueden decir lo mismo.
ResponEliminaA mí no me ha molestado. Incluso podría aguantar algunas entradas más (ja,ja). Un saludo.
ResponElimina¡Uy! Que estamos todos de acuerdo, jajaja. Te lo has ganado con creces.
ResponEliminaMe pondré seria: D. Alfredo era y será por los siglos de los siglos, cual Raúl, un genio y se merecía el homenaje..:-)
Besos.
Nadie puede estar en desacuerdo con esta escena. Estoy seguro que Coppola la vió una y mil veces para la última escena de El Padrino III.
ResponEliminaEs el propio Herman el que dirige la orquesta ¿No es cierto?
Precioso homenaje a este genial director Josep. Ha sido todo un placer.
Un abrazote.
Yo me apunto a otra sesión 'Hitchcocksiana'..Creo que tienes bastante material para seguir ji ji..
ResponEliminaUn beso :-))
Coincido contigo, Alicia: pocos directores como Hitchcock tienen esa rara virtud que uno siempre halla cosas nuevas en sus películas y siempre se queda uno con ganas de más.
ResponEliminaSaludos.
No me provoques, David, no me provoques, que por poco que me piquen acudo raudo,,, jajajaja....
ResponEliminaSaludos.
El que se lo ha ganado ha sido Don Alfred, Blanca, y merecidamente, claro.
ResponEliminaBesos.
Cierto, Antonio: una de las escasas ocasiones en que Herrmann aparece en escena.
ResponEliminaMe alegra que te haya gustado este homenaje. La escena, claro, es de suponer que muchos la habrán repasado a conciencia muchas veces...
Un abrazo.
Material no falta, Abril, pero si no te importa, variaremos un poquito, no sea que el efecto acabe siendo contraproducente...
ResponEliminaBesos.
Acabo de mirar y me ha asaltado una duda, Josep. He puesto algo de Raúl, me refería al jugador y no sé si alguien me ha entendido.De ahí lo de los siglos.
ResponEliminaEspero no haber molestado a nadíe.Los del atleti somos así. Es que soy un poco rarita y a veces no me entienden, aunque creo que eres uno de esos hombres que saben demasiado..
Besos
Si eres del Atleti, Blanca, no eres la única colchonera que corre por aquí.
ResponEliminaSin embargo, debo aclararte que, como me autodefino, no sé demasiado de nada en absoluto y menos de fútbol, que sigo sólo para dar la lata a algunos...
besos.
He vuelto a verla este finde. Me gusta especialmente ver a don Bernard batuta en mano. Con la que no he podido, ni podré, nunca es con Doris Day, incluso si no habla por teléfono de madrugada...
ResponEliminaSaludos.
Estupendo colofón para este merecidísimo “homenaje” que le has dedicado a Hitchcock en tu blog.
ResponEliminaMagnífica elección, “muestra representativa” de su manera de hacer y entender el cine.
Besos
Ya veo que has aprovechado el tiempo, Alfredo; yo creo que la Doris en esta película está muy bien, porque Hitchcock supo exprimirla al límite...
ResponEliminaSaludos.
Me alegra que te haya gustado, Vivian, la escena: creo que sí, que es muy representativa del modo de entender el cine por parte de Don Alfred..
ResponEliminabesos.
Me repito, pero digo, cuanto le debe el cine, el buen cine, a Sir Alfred.
ResponEliminaUna abraçada
Esa repetición, Alma, no me extraña nada de nada, mira...
ResponEliminaUna abraçada.