Gort, Klaatu barada nikto!
Ya no se hacen películas así....
Qué tiempos aquellos en que con cuatro dólares y mucho esfuerzo, de imaginación, de inteligencia, se ofrecían al público películas que, además de entretener, producían en el espectador un efecto posterior de complicidad, alcanzando, en el recuerdo imborrable, una dimensión que trasciende la pantalla, lo que luego, tras sesudas sesiones de cine fórum, alguien bautizó como "segunda lectura".
Es un placer, gracias al dvd, recuperar esas películas que uno ha visto hace años, quizás en un cine de barrio, en sesión doble, quizás en uno de esos añoradísimos ciclos de cine con que la fenecida televisión nos regalaba por lo menos en dos ocasiones cada año, cuando no trimestre tras trimestre, con la delicia para cualquier cinéfilo de poder seguir, semana sí semana también, la evolución cinematográfica de algún personaje de renombre en el séptimo arte; ahora sólo nos ofrecen semana sí semana también las penurias de personajillos mendaraces y faltos de toda ética moral tanto como de vergüenza.
Sorprende comprobar cómo, para algunas películas, el tiempo parece haberse congelado, ya que mantienen, en su revisión, el mismo interés del primer visionado. Y son películas sencillas, honestas, sin pretensiones.
El género de ciencia ficción, llevado a buen término mediante el uso de la inteligencia del espectador, receptor del mensaje implícito en la historia que se nos cuenta como ocurrida en tiempo futuro, y en ocasiones en tiempo actual pero con circunstancias extraordinarias por increíbles, sin grandes aspavientos ni demostraciones técnicas o tecnológicas, ha gozado siempre de buena acogida.
Resulta curioso comprobar cómo se ha desarrollado, en el cine el género de la ciencia ficción, tanto en lo que se refiere a las películas con temática alienígena, como en las que se refieren a aspectos fantásticos de la vida cotidiana, producidos por causas "científicas" que alteran dicha normalidad.
Antaño dichas películas solían tener un mensaje más o menos evidente, una filosofía, compartida o no, que se ofrecía disfrazada temporalmente o por medio de sucesos extraordinarios, con un uso de la metáfora excelente. Quizás la última gran película de ese tipo haya sido Blade Runner, aunque no encaje precisamente en la tipología de serie B.
Creo que George Lucas hizo un muy flaco favor al género de la ciencia ficción cuando dirigió La Guerra de las Galaxias y comprobó cómo una buena campaña de mercadotecnia rendía pingües beneficios, iniciando una saga con un montón de hijos espúreos que nos han inundado con obrillas menores de gran repercusión mediática, observando como pavorosamente, el avance se determina cada vez más en busca de espectadores infantiles, privando a los adultos de la buena sensación de degustar una película de ciencia ficción después de haberla visto.
Amig@ cinéfil@, si llegaste hasta aquí y no sabes de qué te hablo, a pesar del título de estas pequeñas reflexiones, te sugiero que sigas este enlace:
Qué tiempos aquellos en que con cuatro dólares y mucho esfuerzo, de imaginación, de inteligencia, se ofrecían al público películas que, además de entretener, producían en el espectador un efecto posterior de complicidad, alcanzando, en el recuerdo imborrable, una dimensión que trasciende la pantalla, lo que luego, tras sesudas sesiones de cine fórum, alguien bautizó como "segunda lectura".
Es un placer, gracias al dvd, recuperar esas películas que uno ha visto hace años, quizás en un cine de barrio, en sesión doble, quizás en uno de esos añoradísimos ciclos de cine con que la fenecida televisión nos regalaba por lo menos en dos ocasiones cada año, cuando no trimestre tras trimestre, con la delicia para cualquier cinéfilo de poder seguir, semana sí semana también, la evolución cinematográfica de algún personaje de renombre en el séptimo arte; ahora sólo nos ofrecen semana sí semana también las penurias de personajillos mendaraces y faltos de toda ética moral tanto como de vergüenza.
Sorprende comprobar cómo, para algunas películas, el tiempo parece haberse congelado, ya que mantienen, en su revisión, el mismo interés del primer visionado. Y son películas sencillas, honestas, sin pretensiones.
El género de ciencia ficción, llevado a buen término mediante el uso de la inteligencia del espectador, receptor del mensaje implícito en la historia que se nos cuenta como ocurrida en tiempo futuro, y en ocasiones en tiempo actual pero con circunstancias extraordinarias por increíbles, sin grandes aspavientos ni demostraciones técnicas o tecnológicas, ha gozado siempre de buena acogida.
Resulta curioso comprobar cómo se ha desarrollado, en el cine el género de la ciencia ficción, tanto en lo que se refiere a las películas con temática alienígena, como en las que se refieren a aspectos fantásticos de la vida cotidiana, producidos por causas "científicas" que alteran dicha normalidad.
Antaño dichas películas solían tener un mensaje más o menos evidente, una filosofía, compartida o no, que se ofrecía disfrazada temporalmente o por medio de sucesos extraordinarios, con un uso de la metáfora excelente. Quizás la última gran película de ese tipo haya sido Blade Runner, aunque no encaje precisamente en la tipología de serie B.
Creo que George Lucas hizo un muy flaco favor al género de la ciencia ficción cuando dirigió La Guerra de las Galaxias y comprobó cómo una buena campaña de mercadotecnia rendía pingües beneficios, iniciando una saga con un montón de hijos espúreos que nos han inundado con obrillas menores de gran repercusión mediática, observando como pavorosamente, el avance se determina cada vez más en busca de espectadores infantiles, privando a los adultos de la buena sensación de degustar una película de ciencia ficción después de haberla visto.
Amig@ cinéfil@, si llegaste hasta aquí y no sabes de qué te hablo, a pesar del título de estas pequeñas reflexiones, te sugiero que sigas este enlace:
Ultimátum a la Tierra. 1951. dirigida por Robert Wise, autor además de West Side Story y de Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music), algo más que un buen artesano del cine.
Entrando en materia y con el peligro que se escape algún que otro SPOILER podemos decir que esa película sin grandes pretensiones ha sido una buena fuente en la que han bebido no pocos, después de haberla visto en varias ocasiones, para comprobar cómo, sesión tras sesión, hay en ella detalles sutiles que ayudan no poco al placer antes indicado de conversar sobre la película una vez se han encendido las luces del cine.
Michael Rennie, en su debut en el cine americano, nos ofrece una composición de un ser elegante, inteligente, superior, que se presenta, por amor a los terrícolas, como mensajero de buena voluntad, advirtiendo que el comportamiento de los terrícolas acabará por conducirles a un exterminio total.
Entrando en materia y con el peligro que se escape algún que otro SPOILER podemos decir que esa película sin grandes pretensiones ha sido una buena fuente en la que han bebido no pocos, después de haberla visto en varias ocasiones, para comprobar cómo, sesión tras sesión, hay en ella detalles sutiles que ayudan no poco al placer antes indicado de conversar sobre la película una vez se han encendido las luces del cine.
Michael Rennie, en su debut en el cine americano, nos ofrece una composición de un ser elegante, inteligente, superior, que se presenta, por amor a los terrícolas, como mensajero de buena voluntad, advirtiendo que el comportamiento de los terrícolas acabará por conducirles a un exterminio total.
Curiosamente, nada más aterrizar, es herido a causa del miedo pavoroso que despierta lo desconocido, recibiendo un tiro como respuesta a un ofrecimiento de buena voluntad.
Su personaje adquiere simbolismo cuando se mezcla entre nosotros -los terrícolas- tomando la identidad de un tal "Carpenter" es decir, "Carpintero", guiño nada ocasional a la figura de Jesucristo, hijo de carpintero, ya que como él, también acaba resucitando. Y curiosamente, comprobamos, escuchando bien las frases, que ése personaje no representa la máxima autoridad de allí de donde viene, pues el máximo poder reside en el robot que parece acompañarle, Gort, ejemplar de las máquinas que han creado para autolimitarse buscando una armonía autoimpuesta, cuya armonía, llevada a términos galácticos, la conducta terrestre en pos de un uso inadecuado de la fuerza nuclear puede llegar a alterar y de ahí su visita y su mensaje de advertencia.
Si leemos los periódicos, comprobaremos cómo ése mensaje de paz obligada, escrito con letras de oro en 1951, no ha tenido éxito, y no nos iría del todo mal que la ficción, por una vez, deviniera en realidad.
Evidentemente, el cine actual, más espectacular y grosero, tan sólo nos ofrece soluciones del tipo de Independence Day y bodrios del mismo calado.
Hay también en la película detalles, pinceladas, que nos demuestran cómo cada cual afronta de forma distinta lo desconocido, desde el desdén, el miedo, la desconfianza y la esperanza, siendo motores de tales sensaciones tanto la ignorancia como la fe en la buena voluntad de los otros, venga éstos de donde vengan.
Nos muestra incluso como el mensaje no puede ser recibido por los representantes de todos los países porque resulta imposible concitarlos a todos, debido a sus propias rencillas, tanto como por las dificultades que la bur(r)ocracia llega a imponer, acabando por ser el mundo científico el único capaz de unirse para aprender y tomar debida nota de un saber que reconocen como superior, receptores del mensaje que cierra de forma abrupta la película, que acaba de repente, sin más, dejando al espectador en la sensación que ahora, la pelota, está en nuestro tejado, y somos nosotros quienes debemos ponerla en movimiento.
Con apenas 92 minutos, la dichosa hora y media, Robert Wise y compañía nos dejan un buen sabor y un mensaje.
Si no la has visto, no te la pierdas. Películas así ya no se hacen... :-)
Su personaje adquiere simbolismo cuando se mezcla entre nosotros -los terrícolas- tomando la identidad de un tal "Carpenter" es decir, "Carpintero", guiño nada ocasional a la figura de Jesucristo, hijo de carpintero, ya que como él, también acaba resucitando. Y curiosamente, comprobamos, escuchando bien las frases, que ése personaje no representa la máxima autoridad de allí de donde viene, pues el máximo poder reside en el robot que parece acompañarle, Gort, ejemplar de las máquinas que han creado para autolimitarse buscando una armonía autoimpuesta, cuya armonía, llevada a términos galácticos, la conducta terrestre en pos de un uso inadecuado de la fuerza nuclear puede llegar a alterar y de ahí su visita y su mensaje de advertencia.
Si leemos los periódicos, comprobaremos cómo ése mensaje de paz obligada, escrito con letras de oro en 1951, no ha tenido éxito, y no nos iría del todo mal que la ficción, por una vez, deviniera en realidad.
Evidentemente, el cine actual, más espectacular y grosero, tan sólo nos ofrece soluciones del tipo de Independence Day y bodrios del mismo calado.
Hay también en la película detalles, pinceladas, que nos demuestran cómo cada cual afronta de forma distinta lo desconocido, desde el desdén, el miedo, la desconfianza y la esperanza, siendo motores de tales sensaciones tanto la ignorancia como la fe en la buena voluntad de los otros, venga éstos de donde vengan.
Nos muestra incluso como el mensaje no puede ser recibido por los representantes de todos los países porque resulta imposible concitarlos a todos, debido a sus propias rencillas, tanto como por las dificultades que la bur(r)ocracia llega a imponer, acabando por ser el mundo científico el único capaz de unirse para aprender y tomar debida nota de un saber que reconocen como superior, receptores del mensaje que cierra de forma abrupta la película, que acaba de repente, sin más, dejando al espectador en la sensación que ahora, la pelota, está en nuestro tejado, y somos nosotros quienes debemos ponerla en movimiento.
Con apenas 92 minutos, la dichosa hora y media, Robert Wise y compañía nos dejan un buen sabor y un mensaje.
Si no la has visto, no te la pierdas. Películas así ya no se hacen... :-)
Magnífica reseña, compa Josep, de otra de esas que no he visto, pero a la que le tengo muchas ganas: hay que ver con qué soltura se movía por géneros tan dispares el bueno de Robert Wise, que igual te manufacturaba un musical de la talla de West side story, que una de éstas milenaristas...
ResponEliminaUn abrazo.
Seguro, Manuel, que no te va defraudar; si puedes pillar el dvd, es muy completo e interesante en sus extras. Ciertamente, un día de estos habrá que replantearse una revisión del conjunto de películas de Wise.
ResponEliminaUn abrazo.
Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios aquí expresados, acerca de esta gran película.
ResponEliminaNada que ver con la basura de remake realizada recientemente, donde aniquilaron la esencia de la peli original y el mensaje de la misma, en esta otra, brilló por su ausencia... y ya cuando parecía que no podía ser peor, al final parece que el Director como que se acordó de "algo que le contaron" que ocurría en la peli original (porque, sinceramente, dudo que la haya visto) y se le ocurrió plasmarlo en lás escenas últimas de esta 'bofetada' al espectador.
Tristemente, ahí es donde se nota la falta de iniciativa del cine de ciencia ficción actual.. que les dá por hacer remakes... pero realmente mediocres.
...y a Keanu Reeves, mejor déjenlo haciendo sagas de Matrix...
Ante todo, bienvenido, Mauro.
ResponEliminaMe alegra que coincidamos en la apreciación es esta joya, todo un clásico de la ciencia ficción.
Respecto al deplorable remake a que haces mención, si lo deseas, puedes leer también por aquí mi comentario al respecto.
En este enlace:
Esto es el AcaboseEspero que también coincidamos.
Saludos.