El Huésped
De las hemerotecas: En febrero de 2000 en una base militar estadounidense situada en el centro de Seúl, la capital de Corea, un empleado estadounidense ordenó a sus subordinados verter a las alcantarillas una gran cantidad de formaldehido, substancia tóxica que acabó en el río Han. Los subordinados, coreanos, denunciaron el vertido. La justicia coreana, que tropezó con todas las objeciones posibles por parte del ejército estadounidense, tardó casi cinco años en dictar sentencia condenando al imbécil de Mr. McFarland, que así se llamaba el tipo, aunque éste, con el amparo de su gobierno, escurrió el bulto y no cumplió condena alguna.
Quizá como ajuste de cuentas, el director coreano Joon-ho Bong, tomó la noticia y la guionizó junto con Chul-hyun Baek, con el objetivo de llevarla a la pantalla, con el título original de Gwoemul , traducido al inglés como "The Host", título que se mantiene en las pantalla de España, cuando lo más apropiado hubiera sido mantener el título original coreano o, en su defecto, traducirlo al castellano como El Huésped, mucho más acertado.
Se trata de una película indefinible o, mejor dicho, de distintas facetas, lo cual producirá, probablemente, que, siendo distintas las personas que la hayan visto, la puedan contar desde ópticas diferentes, tal es la amalgama que se nos ofrece.
Para este espectador, se trata de una obra que remite directamente a las clásicas películas de Serie B con temática de ciencia ficción, de la mejor cosecha, ya que el autor aprovecha la narración aparentemente dinámica y de acción para depositar un mensaje de contenido humano y político que deviene en carga de profundidad para el orden establecido.
Es una película con monstruo mutante, como lo fueron los insectos en la famosísima Them! presentada en España como La Humanidad en Peligro .
Es pues, una criatura que ha visto alterado su ser por la mano humana.
En el aspecto técnico, hay que decir que se ha cuidado mucho tanto la figura como los movimientos del monstruo, lo que condujo a que en el último Festival de Cine Fantástico de Sitges (Festival Internacional de Cinema de Catalunya, 2006) obtuviera el galardón a los mejores efectos especiales, con toda justicia. Pocas veces se ha visto un monstruo tan ágil y elegante al desplazarse, salvo cuando está con los pies en el suelo.
Por lo que hace a la historia que cuenta, en la superficie, es la aventura llevada a cabo por la familia Park, que lucha contra el monstruo de forma denodada y heroica, como sólo los héroes anónimos pueden hacerlo, sin obtener más que el desdén, la indiferencia, la incomprensión, la obstaculización e incluso la persecución por parte de las autoridades locales, con el "apoyo indondicional" del gobierno estadounidense, que, con toda desfachatez, actúa en defensa de sus propios intereses, para acabar de entorpecer el empeño de los ciudadanos, ya de por sí mismos nada aventajados para cumplir con sus escasas fuerzas en la misión en que se han comprometido, arriesgando sus vidas en ello.
Joon-ho Bong bebe pues directamente de las fuentes del mejor cine de ciencia ficción, al contarnos una historia mientras en realidad, nos está contando otra, de mayor calado. Es una gozada comprobar cómo todavía hay directores capaces de transmitir un mensaje serio por medio de una película que, amigo lector, podrías calificar de terror, de una de monstruos, de acción, cuando, en realidad, la idea que perdura, cuando todo acaba, es que, aún en el siglo que vivimos, todavía la distancia entre el pueblo y quienes lo gobiernan sigue siendo, en ocasiones, insalvable, acabando en ser héroes quienes más lejos están de la burocracia, constatando como ésta, representada por funcionarios inútiles, impide que la pronta solución de un gravísimo problema se pueda realizar, por ni siquiera escuchar al ciudadano que, legítimamente, solicita ayuda y apoyo, hallando, por respuesta, desdén, incomprensión y hasta tortura.
Algunas escenas lastran el ritmo de la película que, no obstante, se puede recomendar sin miedo.
Quizá como ajuste de cuentas, el director coreano Joon-ho Bong, tomó la noticia y la guionizó junto con Chul-hyun Baek, con el objetivo de llevarla a la pantalla, con el título original de Gwoemul , traducido al inglés como "The Host", título que se mantiene en las pantalla de España, cuando lo más apropiado hubiera sido mantener el título original coreano o, en su defecto, traducirlo al castellano como El Huésped, mucho más acertado.
Se trata de una película indefinible o, mejor dicho, de distintas facetas, lo cual producirá, probablemente, que, siendo distintas las personas que la hayan visto, la puedan contar desde ópticas diferentes, tal es la amalgama que se nos ofrece.
Para este espectador, se trata de una obra que remite directamente a las clásicas películas de Serie B con temática de ciencia ficción, de la mejor cosecha, ya que el autor aprovecha la narración aparentemente dinámica y de acción para depositar un mensaje de contenido humano y político que deviene en carga de profundidad para el orden establecido.
Es una película con monstruo mutante, como lo fueron los insectos en la famosísima Them! presentada en España como La Humanidad en Peligro .
Es pues, una criatura que ha visto alterado su ser por la mano humana.
En el aspecto técnico, hay que decir que se ha cuidado mucho tanto la figura como los movimientos del monstruo, lo que condujo a que en el último Festival de Cine Fantástico de Sitges (Festival Internacional de Cinema de Catalunya, 2006) obtuviera el galardón a los mejores efectos especiales, con toda justicia. Pocas veces se ha visto un monstruo tan ágil y elegante al desplazarse, salvo cuando está con los pies en el suelo.
Por lo que hace a la historia que cuenta, en la superficie, es la aventura llevada a cabo por la familia Park, que lucha contra el monstruo de forma denodada y heroica, como sólo los héroes anónimos pueden hacerlo, sin obtener más que el desdén, la indiferencia, la incomprensión, la obstaculización e incluso la persecución por parte de las autoridades locales, con el "apoyo indondicional" del gobierno estadounidense, que, con toda desfachatez, actúa en defensa de sus propios intereses, para acabar de entorpecer el empeño de los ciudadanos, ya de por sí mismos nada aventajados para cumplir con sus escasas fuerzas en la misión en que se han comprometido, arriesgando sus vidas en ello.
Joon-ho Bong bebe pues directamente de las fuentes del mejor cine de ciencia ficción, al contarnos una historia mientras en realidad, nos está contando otra, de mayor calado. Es una gozada comprobar cómo todavía hay directores capaces de transmitir un mensaje serio por medio de una película que, amigo lector, podrías calificar de terror, de una de monstruos, de acción, cuando, en realidad, la idea que perdura, cuando todo acaba, es que, aún en el siglo que vivimos, todavía la distancia entre el pueblo y quienes lo gobiernan sigue siendo, en ocasiones, insalvable, acabando en ser héroes quienes más lejos están de la burocracia, constatando como ésta, representada por funcionarios inútiles, impide que la pronta solución de un gravísimo problema se pueda realizar, por ni siquiera escuchar al ciudadano que, legítimamente, solicita ayuda y apoyo, hallando, por respuesta, desdén, incomprensión y hasta tortura.
Algunas escenas lastran el ritmo de la película que, no obstante, se puede recomendar sin miedo.
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