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dissabte, 25 de febrer del 2023

Jack se equivocó





Ni siquiera se molestó en leer el guión endiablado que le habían dejado en su camerino de un teatro de Connecticut -donde estaba representando una pieza de Shakespeare- dos veinteañeros que pretendían protagonizara una película que estaba en aquellos momentos en el limbo de las ilusiones.

Stan y James, neoyorquinos nacidos ambos en el verano de 1928, se conocieron gracias a un amigo común, Alexander: James tenía muy buen ojo para elegir novelas que pudieran llevarse a la pantalla y Stan era capaz de imaginar un universo visual representando la idea literaria y habían conseguido con sus ahorros y algún sablazo los 10.000 dólares que les pidieron por los derechos cinematográficos de una historia escrita por Lionel White que ya había llamado la atención de Frank Sinatra, reciente todavía su éxito de Suddenly.

Ambos jóvenes cineastas se habían reunido con Bob Benjamin, de la United Artist y éste, en un alarde de veteranía, habiendo escuchado las líneas generales de la idea básica de la novela y viendo su entusiasmo, les dijo: traedme un actor con nombre y os proporcionaremos 200.000 dólares para hacer la película.

Jack Palance fue el primer invitado a protagonizar la película en ciernes y ni siquiera se leyó el guión que le dejaron, porque jamás había tenido noticia alguna de James y Stan en la industria del cine y Jack ya había intervenido en Shane un par de años antes.

James, que pretendía ocuparse de las tareas propias del productor, le dijo a Stan que fuese trabajando sus ideas para dirigir la película y que él ya encontraría algún actor con nombre para protagonizarla. El padre de James, con mucha retranca, puso de manifiesto el poco apoyo que la UA les estaba prestando al prometer una inversión financiera pero sin soporte logístico.

Sterling Hayden -que precisamente había co protagonizado Suddenly con Sinatra para la UA- sí se leyó el guión y le gustó y aceptó protagonizar la cinta de esos dos desconocidos pero solicitando 40.000 dólares y James y Stan sin pensárselo dos veces agarraron los bártulos y se desplazaron hasta la costa oeste porque rodar al otro lado del país les daba muchas ventajas.



Ambos habían fundado una compañía productora, Harris-Kubrick Pictures y pusieron manos a la obra para crear sobre la base de la novela titulada Clean Break una película que titularon The Killing conocida en España como Atraco perfecto.

Stanley Kubrick se había ocupado en su segunda -para él la primera- película Killer's kiss que ya vimos aquí hace años tanto del guión técnico como de la dirección y la fotografía (entendida como uso de la cámara e iluminación) pero ahora, trabajando en el entorno de la UA, se encontró con que el poderoso sindicato le dijo que nones, que debía contratar a un especialista, y le ofrecieron el cargo a Lucien Ballard, un veterano director de fotografía con el que Kubrick tuvo sus más y sus menos hasta que todo empezó en serio y el joven Stan, sin alzar la voz le dió un ultimátum: "o dejas puesto el 25mm o te vas a casa"

Ya sabemos -porque lo vimos en Killer's Kiss- que Kubrick dominaba el lenguaje visual y era muy capaz de sacar provecho de la nada gracias a su talento fotográfico y para rodar The Killing decidió usar un objetivo de 25 milímetros que era el angular máximo que admitían las cámaras Mitchell de 35mm que usaba en el rodaje y además, tomando alguna idea de Orson Welles, hizo construir los decorados eliminando muchas paredes que no iban a verse porque la cámara, con tal angular, debía situarse más cerca de los intérpretes y por las propias condiciones ópticas del objetivo, el campo visual ostentaba líneas dinámicas que enfatizaban el emplazamiento de la cámara obteniendo Kubrick de esa forma refuerzo de las ideas presentes en la narrativa visual y las imágenes disponían de una inusitada profundidad de campo lógica atendida la corta focal del objetivo.

La exagerada profundidad de campo le sirve a Kubrick para enfatizar una proximidad de todos los personajes en escena y al mismo tiempo para encerrarlos a todos en la pantalla abundando cierta sensación de claustrofobia porque en realidad todos están encerrados en el mismo plano que tan sólo queda liberado en los primeros planos que así, resultan más impactantes.

Las ideas visuales de Kubrick, propias y aprendidas de antecedentes gloriosos, permanecen, si el cinéfilo lo mira con detenimiento, en muchas películas que suelen agradarnos en cualquier época y lo que sorprende es que no se usen más a menudo.

James B. Harris tuvo que trabajar bastante como productor para conseguir facilidades del rodaje que resultaran económicas y no llegaron a los extremos de filmar en lugares públicos sin permisos municipales pero casi, porque siendo la trama un atraco perfecto de un hipódromo, nadie veía con buenos ojos permitir la identificación de los lugares, así que todos los interiores se construyeron en dependencias de la UA y aprovechando lugares ya usados anteriormente.

Las dificultades propias de una primera película "seria" con un "presupuesto serio" enfocada tanto a la pantalla como a la taquilla no fueron obstáculo para que Kubrick se detuviese en los aspectos de la trama menos mecánicos y más personales de los personajes que veremos vivir en la pantalla con sus propias particularidades:

Johnny (Sterling Hayden) acaba de salir de la cárcel con un plan para enriquecerse: su filosofía, su aprendizaje vital, consiste en que pasó cinco años por robar poca cosa y ahora va a dar un golpe definitivo: por lo menos espera obtener dos millones, a repartir con los asociados. Johnny tiene una novia, Fay (Coleen Gray) que está loca por él y jura seguirle en todo lo que haga. Son una pareja enamorada.

Marvin (Jay C. Flippen) es un hombre en edad de jubilación que siente por Johnny una especial amistad (hay algún detalle a obervar con detenimiento) y se erige en mecenas del golpe, adelantando financiación para los gastos previos.

Randy (Ted de Corsia) es un policía que debe mucho dinero a un prestamista mafioso y Joe (Mike O'Reilly) es un camarero cercano a la jubilación que tiene a su esposa gravemente enferma y necesita mucho dinero para atenderla debidamente.

George (Elisha Cook Jr.) es un cajero del hipódromo casado con una beldad malévola y adúltera, Sherry (Marie Windsor) que le tiene loco y obsesionado mientras devanea y hace planes con un donjuán sinvergüenza que atiende por Val (Vince Edwards) que se burla de la cornamenta del pobre George.

El plan ideado por Johnny es perfecto, un cronómetro ajustado a una acción delictiva que no puede fallar porque cada uno de los integrantes tiene una función muy simple y eficaz y si todos actúan como deben el resultado será óptimo.

La novela escrita por Lionel White entusiasmó primero a James B. Harris y luego a Stanley Kubrick y por razones bien distintas: a James le pareció que el atraco perfecto era algo que en pantalla iba a funcionar muy bien y a Stan lo que le enamoró fue la estructura literaria de la novela, porque rompiendo la habitual línea discursiva y sucesiva de los acontecimientos, ya en el texto literario el tiempo era algo en manos del autor y del lector que debía consentir e imaginar un relato fragmentado temporalmente, lo que, evidentemente, provocó en Kubrick las ganas de llevarlo a la pantalla siguiendo el discurso mediante un montaje que hasta entonces y salvo en ocasiones de primer nivel, no solía verse en los cines.

No fue por tanto idea original de Kubrick valerse de un montaje en el que el tiempo real no es respetado, pero sin lugar a dudas el cineasta supo organizarlo montando las escenas perfectamente para conseguir que a pesar del ajustadísimo metraje -menos de hora y media- el espectador reciba una cantidad de información detallada de todos los aspectos de la trama y muy especialmente dosificando con sabiduría aquellas escenas en las que la fatalidad, tomando ventaja de la debilidad humana, se va erigiendo en protagonista de la narración causando una ominosa sensación que esos preparativos minuciosos que el montaje nos muestra detalladamente acabarán dando un resultado inesperado.

Contra lo que dicen algunos de los carteles de la época de su estreno la película no es tan violenta como otras, aunque en su conclusión se precipitan los hechos trágicos, pero al igual que sucede en los clásicos en los que la fatalidad es omnipresente, la violencia se observa y se siente como parte lógica dotada de una cierta frialdad porque su advenimiento no sorprende al avisado espectador y a pesar de la fecha de su estreno, en 1956, no hay visos de moralina alguna más allá del reconocimiento que la suerte, buena o mala, existe.

Resulta curioso saber ahora que la película llegó a pasarse a modo de ensayo en un montaje digamos que "lineal" conservando el mandato del tiempo porque alguien adujo que no se entendía bien en su original forma y por fortuna -esta vez de la buena- al final la compañía Harris-Kubrick Pictures consiguió que se la estrenaran en su formato ideal y así es como ahora podemos disfrutarla y la cinefilia más joven se percatará que, ciertamente, algunos han aprendido bastante de esta estupenda película, imperdible y de visionado obligado en v.o.s.e.

p.d.: los datos históricos relatados provienen de la biografía de Stanley Kubrick escrita por Vincent LeBrutto que me regaló, hace años, mi llorado amigo ANRO.



9 comentaris :

  1. Que sorpresa que el tal Stan haya resultado ser Stanley Kubrick, uno de los grandes directores de cine.
    Vi esa película, como vi Killer' Kiss, una gran película. Magistralmente filmada. Con interesante conflicto, en que alguna de las mujeres influye. Y hay un personaje amable, que se vuelve molesto.

    Vi esta película en un ciclo de Cine Ar, de películas en blanco y negro, de Stanlek Kubrik. Como Killer' Kiss, Fear an desire.

    Interesante entrada. Saludos.

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    1. Celebro que te haya parecido interesante, Demiurgo; te envidio por haber tenido la ocasión de ver Fear and Desire, que la tengo pendiente de localizar y ver desde hace tiempo, cuando descubrí de casualidad Killer's Kiss.
      Esta The killing por suerte y gracias a la tele pública que hace años nos regalaba con buenas películas, la descubrí hace mucho tiempo y siempre me ha parecido que había que enfocarla teniendo en cuenta que cuando la dirigió, a Kubrick no le conocía prácticamente nadie fuera de su círculo íntimo.
      Un abrazo.

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  2. Magnífico y detallado texto, pardiez, sobre una obra maestra monumental en su aparente sencillez. Tiende a minusvalorarse el papel de Harris, que en estos inicios es crucial, aunque no sustantivo, como puede verse en su posterior carrera como director. De esta me gusta, cómo no, el final que mejora con un talento inmenso cualquier limitación del código Hays, y también buscar y reconocer en otras películas la larga sombra de su influencia, empezando por Tarantino.

    Un abrazo

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  3. Muchas gracias, querido Alfredo, por tus elogios. Esta película sin duda le debe bastante a Harris, que liberó a Kubrick de preocuparse de la logística siempre complicada de una película y que entre ambos consiguieron estrenarla a su modo y manera, que ahora puede resultar vista pero que en su momento fue sin duda un avance del que algunos pocos, como Quentin, sí han sabido sacar provecho, empezando por la estructura narrativa y acabando por el tratamiento de la fatalidad que obvia la intervención de una censura que, de otro modo, hace ya 67 años, no hubiese quedado sin intervenir.
    Un abrazo.

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  4. Gran reseña.
    Es una película que cuando la vi me encantó, tendría que volver a repasarla, pero estoy seguro que es de esas que puedes ver muchas veces sin cansarte.
    La vi más o menos en la época que hice esta entrada:

    https://frodorock.blogspot.com/search?q=kubrick

    Como podrás ver por la extensión de la entrada, por ese entonces tenía mucho tiempo, menos responsabilidades, y no sintetizaba mucho. Esa fue una entrada que, de hacerla hoy, la subdividiría en otras 27 y en cada segmento me explayaría un poco.

    Abrazo grande como este clásico, Josep querido!

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    1. PD: fui al enlace de ANRO. No pudo creer esas entradas finales, con los saludos de su hijo

      Abrzo gigante, amigo

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    2. ¡Ay! El tiempo, amigo Frodo, es como el agua de la playa que se te escapa entre los dedos y si acaso te deja algo de arenilla como muestra.
      Aprovecha el que tienes y dedícale hora y media a esta enorme película que, como bien apuntas, seguro que te seguirá interesando porque no ha perdido fuerza; si acaso novedad por la forma que debió sorprender y mucho a los que la gozaron de estreno absoluto.
      ANRO y tú, seguramente, hubieseis conectado fácilmente.
      Un abrazo.

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  5. También aparecía Marc Lawrence, ese actor con cara marcada por la viruela encasillado en papeles de gangster. La vida de Lawrence quedó marcada por su papel en la vida real como delator. Fue denunciado en 1950 por Lee J. Cobb durante la Caza de Brujas por su militancia comunista. Los inquisidores amenazaron a Lawrence con deportar a su esposa italiana si no daba nombres y cantó más que un canario flauta. Casi el 60 por ciento de los acusados por el Comité de Actividades Antiamericanas salieron de la boquilla de Lawrence: Edward G. Robinson, Luther Adler (actor especializado en papeles de nazi) Howard da Silva… y muchos directores y guionistas. Lawrence decidió emigrar a Italia después de colaborar en la mítica “La jungla del asfalto” donde –ironías de la vida- interpretaba a un confidente que delataba a sus compañeros. No volvió al cine de Hollywood hasta Diamantes para la eternidad (1971) en un papelito -no acreditado- de un mafioso que hacía sudar a James Bond.




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    Respostes
    1. No recuerdo haber visto la inconfundible jeta marcada por la viruela de Marc Lawrence, actor que habré visto cien veces en películas de cine y de televisión, así que me da otra excusa, orgo, para repasar de nuevo este clásico.
      Un abrazo.

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