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dilluns, 29 de desembre del 2025

Una carta disruptiva



Alejandro Casona fue un escritor español que como otros intelectuales puso pies en polvorosa cuando la guerra civil española se le hizo insoportable y después de haber llegado a América en México acabó por domiciliarse en Argentina donde escribió la mayor parte de su obra dramática hasta que ya entrados los años sesenta del siglo pasado regresó a España donde todavía escribió y estrenó una pieza recordada por el aficionado veterano.

Como he relatado en otras ocasiones, la prohibición (tan ligera como provocadora) de leer abundantes piezas de teatro que estaban a mi alcance consiguió que ya en mi primera adolescencia leyera con fruición algunas obras de teatro escritas por Casona y entre ellas está Las tres perfectas casadas que se estrenó en Buenos Aires en 1941.

Nos hallamos ante un melodrama basado en una situación inesperada:tres matrimonios formados por tres amigos inseparables y tres amigas íntimas desde la niñez que se casaron hoy hace dieciocho años en la misma ceremonia se aprestan a cenar celebrando el común aniversario y esperan la llegada del que fue padrino de esas bodas, pero éste no llega: se recibe aviso de que ha fallecido en accidente aeronáutico que llena las noticias de la noche, como llegan a saber los tres maridos, que se disponían a charlar en ausencia de sus esposas, en otra habitación.

El huésped de todos ellos asegura que tiene en su poder una carta del finado para ser leída por los tres amigos en caso de su fallecimiento: la misiva es una despedida que finaliza admitiendo que les engañó a los tres con sus relativas esposas.

La situación cambia drásticamente de pretendida comedia de clase alta a drama personal que cada marido enfrenta a su manera pero todo se agravará cuando al día siguiente el solterón comparece vivito y coleando y tomando a la ligera la certeza de sus aventuras sexuales con la esposas de sus amigos confirmándolas sin ambages.

Lo que ahora denominamos como infidelidades matrimoniales era en 1941 un caso clarísimo de delito de adulterio que no fue eliminado del Código Penal hasta varios años después: en España en 1978, en Argentina en 1995 y en México en 2011, si no yerro en mi documentación para situar en su lugar una propuesta de Alejandro Casona que se podría decir que ha envejecido mal por su temática básica y por emplear Casona un lenguaje que resulta excesivamente correcto causando la sensación de frialdad que no le conviene en absoluto porque lo que pretende el autor es presentar una amplia panoplia de sentimientos que van desde un machismo pretencioso hasta un amor soterrado por temor a los condicionantes sociales propios de una época en la que el adulterio recaía siempre sobre la cabeza de la mujer, quedando libre el hombre, motivo determinante de su derogación en los tres países mencionados, siendo preciso apuntar que todavía existe en diferentes países en la actualidad.

La realidad de los amoríos extra matrimoniales de esas tres perfectas casadas oculta en parte la traición para con los amigos de toda la vida que no queda resuelta como tampoco las consecuencias en los tres matrimonios que evidentemente no eran tan felices como se presuponían pues las tres esposas se dejaron seducir de muy buenas ganas y con un sentimiento que tampoco se ocupan en denegar o declarar como extinto, todo ello en diálogos educados por no decir edulcorados que en su época debieron resultar provocativos y escandalosos por mucho que algunos críticos quisieran negarlo porque abandonando la realidad temporal del adulterio lo cierto es que éste se ha despenalizado definiéndolo como infidelidad que puede ser causa de divorcio pero ante la falta de admisión y conformidad cornúpeta lo cierto es que las infidelidades suelen ir acompañadas de sufrimientos diversos.

No fue hasta 1953 que se estrenó en México Las tres perfectas casadas dirigida por Roberto Gavaldón y protagonizada por estrellas de la época como Arturo de Córdova y Laura Hidalgo, en una versión que logra alejarse de cierta claustrofobia teatral a base de grandes escenarios que nos presentan el conflicto en una clase social alta que representa muy bien los arquetipos diseñados por Casona, con algunos pequeños cambios pero conservando la estructura y buena parte de los diálogos de la obra original.

Gavaldón rueda con elegancia una trama contenida en sus formas probablemente para no traspasar muchas líneas marcadas en la época y entorno en el que se presentaba la película, de cuyo estreno en España no he conseguido noticia alguna, lo que no me extraña atendida la censura imperante en aquel momento.

Los intérpretes componen sus personajes con solvencia, naturalidad y fuerza diciendo sus frases con la convicción necesaria para dejar patentes unas situaciones inesperadas, exasperantes, dolorosas y causantes de angustia sin que hiperbolicen manteniendo una mesura ejemplar que apunta al texto como resolución de una trama que merecería un tratamiento más trágico y se mantiene casi que circunspecta, dejando al espectador la suerte de rememorar todo lo visto y decidir por sí mismo.

Esa película puede verse en youtube a fecha de hoy en el siguiente enlace:




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