2016 : Olimpiadas y Cine
Miro atrás con asombro al comprobar que en este año tan activo deportivamente hablando y en un período inferior a seis meses he visto dos biopics centrados en deportistas. La sorpresa tiene su lógica si consideramos que no soy muy amante de las películas biográficas y que el deporte en una pantalla en pocas ocasiones consigue retener mi atención.
Dos películas que en realidad nada tienen a ver la una con la otra y que coinciden tan solo en que se desarrollan en torno a unos Juegos Olímpicos bien diferentes: los de 1936 y los llamados de Invierno de 1988. Más allá de dicha circunstancia, la de ser un relato cinematográfico que sucede en las olimpiadas, está el subtítulo de basarse el guión en una historia real: diría en ambos que probablemente basado en hechos reales; en lo que no hay duda es en que los protagonistas, varones ambos, fueron deportistas olímpicos y no pasaron inadvertidos en su momento. Curiosamente, tienen en común el hecho que tan sólo participaron en unos juegos olímpicos, aunque por diferentes motivos.
Gracias a unas invitaciones conseguidas por mi ahijado asistimos él y yo al preestreno de la película dirigida por Stephen Hopkins titulada Race (El héroe de Berlín [una nueva muestra de traductor/traidor/tonto] en la cartelera española, con lo fácil y veraz que hubiese sido simplemente Carrera) que desarrolla el guión escrito por Joe Shrapnel y Anna Waterhouse con todos los tópicos propios de una biografía deportiva, concretamente la del famoso Jesse Owens ofreciendo una visión bastante ajustada a la realidad en los aspectos más cómodos para el espectador estadounidense, concretándose a un período de tres años, los que transcurren desde 1933 hasta 1936: Owens acude a la universidad de Ohio buscando el interés del entrenador Larry Snyder y éste le propondrá trabajar duro para luchar por el oro olímpico en las próximas Olimpiadas de Berlín.
La película de Hopkins tiene a su favor una construcción semi documental bien vestida y dotada de escenarios y atrezzo que nos trasladan al final del primer tercio del siglo pasado para contar lo que probablemente sucedió a Jesse Owens con bastante detalle incluyendo toda clase de anécdotas que ayudan a componer la épica del personaje.
A pesar del lastimoso título español resulta evidente que Hopkins no busca enaltecer la vertiente heroica del atleta como gran personaje de aquellos juegos olímpicos: aún centrándose en el personaje principal, no dejan de tener interés los personajes secundarios que no están ahí para reforzar el carácter heroico del protagonista: van a lo suyo, ayudando a configurar una presentación de conjunto de un ambiente olímpico teñido de intereses políticos, sin que la tensión llegue a ser objeto de foco principal: la posibilidad de un boicot estadounidense a los juegos berlineses (que repitieron y ejecutaron en 1980 con los moscovitas, quienes naturalmente, devolvieron la pelota a los angelinos en 1984) propiciado por algunos interesados en politizarlos e incluso la intromisión de movimientos en pro de los derechos de los estadounidenses negros tienen sus momentos de pantalla; diríamos que Hopkins no los rehuye pero prefiere dedicarse al atleta protagonista, quitándole en su mirada implicación en aquellos aspectos; dejándolo en su sitio real, vaya: Jesse Owens no fue a Berlin a combatir a nadie más que a sí mismo y a los récords establecidos.
Hopkins cuenta con Stephan James y Jason Sudeikis para cargar con los dos protagonistas y un buen grupo de secundarios de fuste para completar el escenario; la narración se le cae un poco de las manos en el momento de empuñar las tijeras en la sala de montaje y se alarga el metraje hasta dos horas y cuarto excesivas: parece haber olvidado que casi todos ya sabemos cómo acabaron aquellos juegos olímpicos y que no pueden haber sorpresas en la meta. Hubiera sido mucho más interesante reducir la cantidad de anécdotas previas e incidir seriamente en lo que se nos cuenta telegráficamente al final de la película en letreros sobre impresos: Jesse Owens tuvo que esperar a morirse para recibir públicamente los honores que, de haber sido blanco, se le hubiesen tributado de inmediato a su llegada a los U.S.A. En la actual situación (actual y de hecho parece que sempiterna, pues desde que vemos la tele siempre lo hemos visto) racial estadounidense, no estarían de más un par de escenas que abundaran en la final, cuando el homenajeado en una cena tiene que entrar por la puerta de servicio por ser negro.
Cinematográficamente, una película de sesión de tarde, cómoda, falta de pegada: para los amantes de los biopics, supongo que algo más que entretenida.
Tráiler
Para completar esta sesión doble contamos con una película de estreno más reciente, de esas que uno va a ver porque le presupone una idea gamberra, claramente contracorriente.
Porque uno se acuerda del personaje principal, conocido mundialmente como Eddie the Eagle, de verdadero nombre Eddie Edwards, que se dio a conocer en los Juegos de Invierno de Calgary, en 1988. Me acuerdo perfectamente del ruido que se montó en los medios de comunicación, siempre ávidos de sucesos fuera de lo normal.
Así que cuando aparece una película titulada muy justamente Eddie the Eagle (Eddie el Águila [no todos los traductores son tontos traidores, justo es reconocerlo] en España) uno tiene cierta idea y bastante curiosidad por averiguar que habrá hecho Dexter Fletcher con un guión escrito por Sean Macaulay y Simon Kelton, un terceto sin mucho bagaje a sus espaldas.
El guión se basa en la historia de Eddie Edwards tomándose todas las libertades, reinventando en su mayor parte lo que hizo y lo que le pasó a finales de los ochenta del siglo pasado pero guardando íntegro el carácter ilusionado y la tenacidad increíble que le llevaron a ser citado incluso en el discurso de clausura de los Juegos de Calgary.
Eddie siente desde su más tierna infancia la llamada del olimpismo: quiere participar en unas olimpiadas y no ceja en perseguir su sueño luchando contra todos los obstáculos, incluyendo su escasa habilidad como deportista.
Hay una cierta coincidencia en el trasfondo de ambas películas: el olimpismo puro debería pertenecer a los deportistas: sin embargo, como en todo, debe haber cierta organización, ciertos límites.
Eddie supo que había un hueco y lo explotó a conciencia: no habiendo en toda la Gran Bretaña nadie dedicado al salto de esquí, él se convertiría en saltador. En menos de tres años. A riesgo de su vida, naturalmente. Un loco romántico.
Quizás porque Dexter Fletcher ha sido actor antes que director y también porque el joven intérprete Taron Egerton es capaz de ofrecernos muy buenos ratos con su arte, el personaje de Eddie que veremos en pantalla produce una sensación cada vez más insólita en las pantallas actuales: empatía. El tipo está loco de atar y alguien debería cuidarle porque se va a quebrar todos los huesos y cuando le ves que mira hacia el trampolín de cuarenta metros apenas ha saltado del de quince, percibes en la mirada extraviada y el gesto desafiante una determinación que no precisa palabras.
Son momentos de cine en estado puro los que nos ofrecen Taron Egerton y Dexter Fletcher porque los diálogos no tienen nada de espectacular y la concatenación de sucesos pertenece al conocido estilo del biopic deportivo, con entrenador que bebe más de la cuenta (Hugh Jackman en un papelito sin dificultad, pasando el cepillo) y contrariedades que, precisamente por tratarse de un biopic, sabes cómo van a acabar.
Pero la cámara persigue al protagonista en todo momento y sentimos su tenacidad y coraje en una forma que nos lleva a tomar partido en su favor: la forma de filmar es muy adecuada porque mantiene al sujeto en su realidad individual: su soledad aliviada ocasionalmente con llamadas telefónicas a su mamá se percibe intensa y refuerza la determinación y el carácter de ese Eddie capaz de lo que sea con tal de cumplir su sueño, de acariciar un récord, no digamos poseerlo, hacerlo suyo...
El personaje trasciende más allá incluso de lo pretendido por Eddie Edwards que tanto en la realidad como en pantalla posee una cierta ingenuidad desarmante: el público se volcó en su favor al saber que prácticamente se había costeado él mismo toda su aventura y que incluso usaba material anticuado y prestado para sus entrenamientos. Egerton lo representa de modo ejemplar porque todos los datos se nos muestran sin maquillaje y sin añadir melodramatismo barato y el tipo se mantiene erguido, intenso, constante, centrado en su empeño. Saber que luego de Calgary aparecieron normas nuevas elevando el listón para las comparecencias -que descabalgaron definitivamente a Eddie Edwards y a cualquier otro con resultados parejos- puede propiciar un debate muy interesante en estos días en los que, una vez más, podemos ver a algunos deportistas de algunos países muy concretos participar mostrando grandes carencias: pero no todas las que tuvo que afrontar Eddie el Águila con el apoyo de su mamá.
La película tiene un metraje ajustado: una hora y tres cuartos que discurren sin sobresaltos con un ritmo tranquilo, bien filmados tanto interiores como exteriores dinámicos, evidentemente sin sorpresas ya que estamos en un biopic que resalta las virtudes propias de la tenacidad y oculta un poco la evidente temeridad del empeño de ese tipo salido de la clase trabajadora que con sólo sus arrestos logra cumplir su sueño olímpico en una práctica deportiva realmente temeraria y peligrosa. El tono general, además, evidencia el origen británico de la pieza, con un puntillo irónico que no se abandona para reforzar la ejemplaridad del tipo.
Más allá de merecer los parabienes del aficionado al biopic, recomendable para degustar el buen trabajo del joven actor Taron Egerton, muy bien dirigido, sin duda, por Dexter Fletcher.
Tráiler
Bien por este pedazo de artículo, amigo Josep. Creo que la última película que vi sobre las aburridas olimpiadas fue Múnich de Spielberg y un estupendo documental que pasaron hace poco por la tele sobre el atleta negro Owens que ridiculizó en 1936 al mismísimo Hitler. Interesante la vida de este buen hombre y todo lo que tuvo que pasar después en su propio país EE.UU. ¿Qué tendrán las películas de deportes que son tan malas? Otra cosa es el boxeo; deporte que detesto pero que a través del cine lo amo. Por ejemplo, el béisbol, solo me gusta esas maravillosas escenas de Buster Keaton en El cameraman. Carros de fuego, ay, si no fuera por Vangelis este bodrio estaría donde se merece. El fútbol, Evasión o victoria con Stallone de portero parando los balones en plan Rambo. Creo que las mejores olimpiadas que he visto en mi vida en una película es en El colegial, de nuevo el maravilloso Buster. Al principio es un patoso en eso de la gimnasia. Todo el mundo se ríe de él, incluso la chica que tanto quiere. Pero, amigo mío, cuando esta está en peligro Buster es un genio en todas las competiciones. Hay una escena donde coge una pértiga para introducirse dentro de la habitación donde la chica está encerrada. Sin tomarse un respiro la besa, se casa, engendra hijos y luego se muere.
ResponEliminaAbrazos, amigo mío.
Flaco favor hace a todas esas películas, Paco, incluso al propio Huston (en horas bajas) sacando a colación al gran Buster, capaz de solventar alguna que otra escena simplemente demostrando unas condiciones atléticas sobresalientes, como si nada.
EliminaCoincido contigo en que salvo el boxeo, retroalimentado por obscuros designios casi siempre, que le prestan un interés añadido, el deporte es un tema casi que tabú para la pantalla, porque no acaba de redondear. Buen tema para indagar con calma y documentación.
Un abrazo.
Un tema candente, bien escogido, sire, aunque no sea mi cine favorito. No he visto ninguna de las dos y de ellas, el atleta del que más conozco es Jessie Owen..además de Lou Gehrig con aquella memorable pelicula de Gary Cooper El orgullo de los yanquis. Y he de confesar que ni entiendo el béisbol más allá del guante, el bate y el grito ¡Strike back !
ResponEliminaUltimamente lo que he visto más cercano al deporte, mejor dicho, estoy viendo porque es una miniserie documental, es O.J. Simpson Made in America que no es sólo una reseña sobre el atleta sino un repaso por la historia de los EE.UU. Muy interesante.
La última que ví en el cine ha sido The Blinde side tambien basada en una historia real. De Olimpiadas inevitable recordar Carros de Fuego (la banda sonora y esa escena de los atletas corriendo)y Munich, porque peliculas sobre deportes y con la etiqueta "basado en.." hay para aburrir y nunca mejor dicho. No he visto Invictus...de las españolas, ni mentar títulos
Me pasa lo mismo que a Paco, me gustan más ciertos deportes en el cine que en el campo o en el ring..de fútbol recuerdo a una jovencisima Keira Knightley en "Quiero ser como Beckham"
En realidad, si lo pienso bien..he visto unas cuántas sobre diferentes disciplinas, siempre con ese mensaje de superación que hay detrás de todo esfuerzo humano.
Tengo una sobrina en los JJ.OO en el equipo de Rugby seven y quizás por ello lo estoy siguiendo un poco más..pero no es lo mío...¿natación sincronizada? ¿gimnasia ritmica? ¿patinaje...? la nueva Nadia Elena Comăneci Simone Biles en gimnasia artística..
Besos. Milady
Pues enhorabuena a tu sobrina, Milady, porque creo que han conseguido diploma olímpico, que no es moco de pavo: he visto uno de los partidos de rugby 7 y me ha parecido interesante por la reducción de participantes, aunque 15 minutos es un tiempo muy corto a pesar de su forzosa intensidad.
EliminaEstas dos películas como es evidente aprovechan el tirón de la coincidencia con el año olímpico pero no pasan mucho mśa allá de biopics al uso. En ambas se podría haber incidido con más fuerza en aspectos ligados al mundo olímpico, pero han preferido dejarlo en apunte.
Besos.
Mmmm. Igual no fue culpa del traductor lo del héroe de Berlín. Él dijo "Carrera" y algún otro por encima dijo que no, que de eso nada. Así funcionan las cosas muchas veces... También y tratando de lo que trata podía haberse traducido como Raza (la palabra se presta en inglés al doble sentido; en castellano, no).
ResponEliminaRecuerdo que vi algún momento de una serie televisiva sobre la vida de Jesse Owens. Me quedé con que enseñaba a su rival alemán cómo mejorar en ¿salto? ¿carrera? Y el rival alemán fue amable con él... Pero no recuerdo mucho más. Alguna imagen de él en un banco y sin pelas (como que nadie sabía quién había sido)...
No he visto ninguna de las dos. Apuntadas...Me da que veré primero la de la entrada anterior. La recomendabas con más ganas y parece más divertida ;-)
Un saludito.
No seas puñetero, David: el traductor es el que da el visto bueno, lo mismo que el director es el máximo responsable y no, no estoy dispuesto, una vez más, a entrar en discusiones bizantinas contigo... :-)
EliminaViene a ser como dar la culpa de las pifias periodísticas -en incremento últimamente- a los becarios, como si no hubiese ningún responsable que cobra su salario por leer antes de publicar.... ¡corrector, le llamaban antes!
En cuanto a las películas, puestos, mejor ver primero la de risa: eso seguro... :-)
Un abrazo.
Ah! Enhorabuena también para la sobrina de Abril!
ResponEliminaGracias a los dos. Sí, las chicas han trabajado mucho y han venido muy contentas.:-D
ResponEliminaYa sabéis, en la vida, en casi todo, además de suerte, es trabajo y esfuerzo.
No sé si el de los gorritos tendrá algún " pero" que añadir..supongo que sí, porque no sería él.. Jiji XDD
Besos
Una entrada muy interesante. "Race" me pareció demasiado larga, estaría mejor en una miniserie de dos episodios. Leí algo curioso y es que el director Antoni Ribas quiso hacer una coproducción con Inglaterra sobre las frustradas Olimpiadas Populares de Barcelona de 1936. Se basaba en el caso real de Alan Westcott, un atleta británico que acabó alistándose en las Brigadas Internacionales. Ese fue uno más de los proyectos de Ribas que acabaron en un cajón.
ResponEliminaSaludos!
Borgo.
Creo que aciertas, Borgo, al señalar que Race estaría mejor por partes, como una mini serie. Y entonces, podrían añadir también el humillante trato que recibió a pesar de sus éxitos deportivos. De hecho, Race es un mal biopic porque deja por contar la mayor parte de la vida de Owens, quién puede saber lo que hubiese acontecido de haber podido celebrarse los juegos olímpicos de 1940 y de 1944...
EliminaCreo que a Ribas le ha faltado siempre un poco de ambición...
Un abrazo.
Pues no las he visto...me llama la atención y me alegra que Stephen Hopkins se haya serenado un poco con la cámara...le habrán dado algun sommnifero o algo...la anoto...y lo del que usaba material anticuado y prestado para sus entrenamientos...si es que está pidiendo una peli a gritos...
ResponEliminaAlgo vi del rugby 7.... y se intentó con muchas ganas...pero es que Australia y NZ en esto juegan en otra liga. Muy buen partido el último de las leonas...
Pero yo quiero que un día hagan el very biopic de Samaranch Avelange y cía...y de Alberto de Monaco...este si que es un atleta, un arte lo suyo a la hora de colocar medallas y manejarse en la compra de votos...le doy un 9,99 en estilo y un 10 en ejecución. Un abrazo
Ja,ja,ja: ése biopic, Víctor, no confíes mucho en llegar a verlo: me quedaría contento con saber cuanta pasta han gastado los jerifaltes patrios para darse un garbeo por Río y cuanto han cobrado los ilustres periolistos que han llegado a decir lindezas como "los cuatrocientos metros obstáculos", tanto como saber quién decidió lo que se ofrecía y en qué momento....
EliminaUn abrazo.
Es muy interesante tu block pero me gustaría saber que opinan de la deprolable participación de México en los actuales juegos olímpicos de río 2016 también como se podría mejorar esta condicion
ResponEliminaHe visto la de Eddie. Entretenida y bien hecha. Sí, es lo que apuntas...un biopic bien hecho, con un punto de humor y el personaje-actor producen empatía. Superación, good-feeling... Se ve con agrado.
ResponEliminaMe alegro, David, que te haya entretenido; gracias por comparecer y comentarlo.
EliminaUn abrazo.