Carregant el Bloc...

dimecres, 7 de juliol del 2021

De mudo, nada




Tendrán que reconocerme la proeza de mantener más o menos este bloc de notas cinéfilas durante catorce años sin haber dedicado jamás un simple comentario a un largometraje dirigido por Charles Chaplin. Hoy, que es el aniversario del bloc, me he dado cuenta.

Le echo un poco de morro a la cuestión antes que cualquiera se percate y me llame a rebato por desconsiderado en el mejor de los casos y merecedor justo de adjetivos denigratorios por darme pisto de cinéfilo y pasar por alto un personaje cabal de la Historia del Cine en mayúsculas y me excusaré asegurando que iba a hacerlo pronto, cualquier día de estos, conocedor que los nombres de los ausentes en el índice superan a los presentes, adverando que no están todos los que son, pero sí son todos los que están, y si cuela, cuela; porque ciertamente hay por ahí, en medio de esos catorce años, alguna reseña dedicada a algún que otro bodrio.

Salvaré con su permiso la circunstancia trayendo a colación una película basada en hechos reales que alimentaron una idea en el genial cerebro de Orson Welles que éste comentó con Charles Chaplin en el convencimiento que era el mejor actor para desarrollar un personaje que nació en la consideración del famoso Henri Landru, asesino en serie avant-la-lettre al que se le imputaron como pocos once asesinatos.

La idea de Welles, como tantas otras de su fecundo cacumen, fue quedando aparcada por Orson al estar más pendiente de otras películas de modo que Chaplin tuvo tiempo de cogerle cariño y acabó por pagar 5.000 dólares por usar la idea asegurándole que en los créditos constaría el origen wellesiano. Chaplin cumplió su palabra y el guión que firmó acabó siendo nominado al oscar, toda una hazaña impensable vista la respuesta de la sociedad estadounidense a la película de Chaplin y desde luego no sólo porque después de la Segunda Guerra Mundial esperaban reírse con Charlot y se encontraron con un frío y redomado asesino que aprovechaba cualquier ocasión para poner en solfa el sistema que regía sus vidas.

Anticipándose tres años al Billy Wilder de Sunset Boulevard que vimos aquí. Chaplin inicia su película mostrándonos la lápida mortuoria de Henri Verdoux y oiremos su voz en off que nos anuncia lo que va a ser el relato cinematográfico de sus hazañas: el conocimiento del fin que le espera al protagonista no resta un ápice de interés a una trama que nos muestra las actividades criminales de Henri Verdoux, ex-bancario víctima de la crisis financiera de los años veinte del siglo pasado que decide buscar el sustento de una esposa inválida y un hijo pequeño casándose con mujeres adineradas y dándoles pasaporte cuando ya les ha exprimido los ahorros. naturalmente llega un momento en que la policía empieza a buscarle por la insistencia de los parientes de las desaparecidas, más de ocho, que acabaron en humareda pestilente.

Este es el primer largometraje de Chaplin en el que no aparece Charlot si admitimos que en su anterior película, El Gran Dictador, de 1940, el barbero judío protagonista se le parece muchísimo; en Monsieur Verdoux, estrenada en 1947, ya finalizada la gran contienda, Chaplin, que a la sazón contaba 58 años, se nos presenta como un atildado caballero francés de verbo fácil para engatusar a cualquiera, muy capaz de asegurar que es capitán de un barco mercante o ingeniero de puentes y caminos en el extranjero, siempre en trabajos que requerían su ausencia del hogar, sin cuya excusa mantener la ficción de varios matrimonios simultáneos sería imposible.

El Sr. Verdoux es un asesino en serie carente de remordimientos absolutamente amoral pero no parece que las muertes que procura a sus amantes estafadas le den placer alguno: es cosa de negocio, de un trabajo más o menos rentable que le procura unos ingresos capaces de sufragar los gastos de una esposa inválida y un hijo de cinco años bien atendidos por una sirvienta y un doctor eficaz.

Chaplin crea un personaje cuya complejidad se incrementa conforme avanza la película y vemos sus reacciones ante diferentes situaciones, siempre con una frialdad y elegancia exquisitas, bien dispuesto a soltar alguna que otra reprimenda verbal a una sociedad que considera le ha impulsado a optar por un camino que en pequeña escala le llevará a la guillotina y en cambio a gran escala le convierte a uno en héroe de la sociedad: las ideas de Chaplin afloran en las justificaciones que Verdoux formula a quienes con él se encuentran en plano de sinceridad mientras que como seductor es capaz de dejar alucinada a una florista al escuchar los requiebros que telefónicamente dirige a una de sus elegidas víctimas.

Monsieur Verdoux no es una película plana en absoluto: sus muchas facetas descansan en los pequeños pero fuertes hombros de Chaplin que dota a la trama de la ambivalencia física de un asesino decidido a la vez que dulce esposo y afable padre y en esa ambigüedad de carácter y sentido ético halla Chaplin la oportunidad de lucirse con diálogos acerados y también de mostrar que aún en el cine sonoro sus virtudes atesoradas en el cine silente le sirven perfectamente para mostrar momentos de comedia; negra, eso sí; y el ritmo visual marca de la casa sigue eficaz e incluso le queda a uno la sensación que Chaplin no puede evitar un lenguaje corporal muy expresivo cuando no está demostrando que ¡caramba! también sabe recitar muy bien sus sentidas frases, en su mayoría continentes de aceradas expresiones que molestaron mucho a los poderes fácticos de la sociedad estadounidense de la posguerra, una época de sujeción de las libertades existentes en los añorados años veinte y con el ojo avizor sobre cualquiera capaz de pensar por sí mismo y de criticar el auge armamentista de una sociedad capitalista que ya empieza un camino sin retorno que nos ha llevado donde estamos.

Chaplin no desdeña en absoluto la posibilidad de insertar incluso imágenes de la realidad socio-política de la entreguerra pero apunta a un presente que ya era complicado y ello no hizo más que granjearle problemas y dificultades que acabaron propiciando su exilio. Al igual que en la anterior y también en la siguiente, en esta película Chaplin se queda a gusto expresando sus ideas políticas y económicas y desde luego, no era lo que esperaba el espectador estadounidense, de ahí que siga resultando sorprendente que nominaran su guión a un premio; ni que decir tiene que en Francia, patria del oprobioso Landru, recibieron exultantes esta película que navega de forma magistral surcando mares procelosos entre la comedia más negra y la crítica social.

Hay quien asegura que Charles Chaplin no puede pasar a la Historia del Cine como un buen director y discrepo totalmente: aún sin tener en cuenta otras grandes obras de la época silente, en esta película se observa una maestría en el lenguaje visual y en los emplazamientos de la cámara: si empieza de forma que luego quizás inspirara a Wilder, acaba con un plano que probablemente inspiró a Berlanga en el final de El Verdugo (que vimos aquí).

Sin utilizar planos especiales ni lentes inusuales, manteniendo el plano en muchas ocasiones, la cámara de Chaplin "parece que no hace nada" adscribiéndose a una larga lista de directores que, contra estilos más atrevidos y personales como los de Welles, Hitchcock y Wyler, optan por una naturalidad que cualquier optimista adjetivará de fácil hasta que trate de imitarla y se percate que de forma subrepticia está perdiendo el ritmo de la acción, cosa que no ocurre con este Monsieur Verdoux que deambula de esposa verdadera en esposa víctima y se desplaza con inusual elegancia en los ambientes más dispares y uno no puede quitarle el ojo de encima porque en cualquier momento, con mucha amabilidad, eso sí, va a darle pasaporte a algún incauto.

Sabemos, porque lo hemos visto documentado en película, que Chaplin era un maldito perfeccionista, otro estajanovista más capaz de repetir hasta la eternidad una toma cualquiera de sus películas, en las que es el todo: guionista, productor, director, protagonista. Basta ver cómo se mueve, como interactúa con los elementos y utensilios más diversos para comprender que lo ha ensayado muchas veces. Y siendo así ¿hemos de creer que desdeñaba cuidar con mimo el lenguaje visual que conocía desde sus albores?

Lejos de mantener Chaplin una forma de rodar y de expresarse con la cámara anclada a usos y costumbres propios de la época silente, el ojo entrenado percibirá que hay muchas expresiones que residen en elipsis y que éstas pueden ser visuales y también sonoras, incluyendo los sonidos también como medio de reforzar una sonrisa inesperada y el virtuosismo queda patente cuando advertimos que los momentos hilarantes no empecen ni el discurso propio de una conducta absolutamente vacía de moralidad ni tampoco la decidida expresión de unas ideas muchísimo más serias encaminadas a revolver la conciencia ciudadana. Además de mantener nuestro interés con una intriga que sabemos como acabará (porque nos lo ha chivado el autor al principio), de hacernos sonreir e incluso carcajear, Chaplin reparte mandobles y acuchilla sin piedad a una sociedad que le roddea y espera reirle las gracias y va a quedarse con un palmo de narices.

Uno lo mira y se queda maravillado. Si no la han visto todavía, ¿a qué esperan?. Y si la vieron hace tiempo, ya va siendo hora que la disfruten de nuevo fijándose en esos detalles que en la primera ocasión se perdieron. Y por supuesto, en versión original, ni que sea para comprobar que ¡ostras! Charles Chaplin sabía decir muy bien sus frases.

p.d.: lo del ron, genial.





17 comentaris :

  1. Excelente texto, completísimo. Una película generalmente infravalorada, que es de lo mejor de su director, que a su vez es de lo mejor, a secas. Tiene una virtud, como apuntas, que es que salva ese demérito suyo tan recurrente que es el sentimentalismo. Es más negra que de costumbre pero igual de aguda, y nada complaciente, ni en lo dramático ni en lo ideológico. Y además está muy muy bien dirigida. "Un asesino es un villano. El que mata a millones es un héroe. Es la santificación de los números". Qué buena vista. ¡Feliz aniversario! Un abrazo, y que sean muchos.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias, amigo; y tú que lo veas. Esta película de Chaplin la descubrí hace muchos años en la tele y me dejó descolocado porque entonces no tenía ni idea y esperaba una chanza. Recuperarla ahora y en v.o.s.e. ha sido un placer y pensé que era idónea para un día especial como el de hoy.
      Un abrazo.

      Elimina
  2. ¿Puedes creer que ignoraba que chaplín había filmado una película así?... Mi ignorancia es enciclopédica. Pero gracias por "desasnarme".
    ---
    CATORCE AÑOS... Qué bueno poder felicitarte desde tigrero.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola, Alí: cada cual tenemos algunos huecos que vamos rellenando conforme pasa el tiempo; desde hace unos años, quizás décadas, hay un buen montón de películas que no aparecen por ninguna parte, como si estuviesen apestadas; parece que no interesa que cine de esa calidad esté al alcance, cuando sí lo está, pero hay que saber que existe para luego buscarlo donde se halla.

      No sabes lo que me alegra poder cumplir con la función de llamar la atención sobre alguna película que inmerecidamente ha quedado oculta a varias generaciones y si mis comentarios sirven para que nuevos espectadores disfruten de ellas, miel sobre hojuelas.

      Catorce años supera con creces la previsión inicial y ahí estamos, siempre con los amigos.

      Un abrazo.

      Elimina
  3. Ay... asignatura pendiente. Y es cierto que por aquí no se paseaba este tipo tan genial y eso que son muchos los años...(felicidades por cierto)tanta gente estupenda y algunos bodrios como bien dices a los que diste caña sin reparo y sin importarte ir contracorriente.
    No sé si David te lo va a perdonar 😉
    Yo agradezco la sugerencia y me congratulo de ser parte de los invitados a tu casa durante este recorrido.

    Besos. Milady

    ResponElimina
    Respostes
    1. Es que el tiempo pasa volando, querida Milady, y uno va dejando para otro momento lo que parece obligado y sencillo; bien cierto es, como apuntas, que he tratado en estos catorce años de dar cumplida opinión de forma subjetiva sin atender a razones externas, normalmente convencido que el tiempo va situando las cosas en su sitio.
      Esta maravilla de Chaplin te va a encantar y más ahora que estś avisada y estarás atenta a los detalles magníficos que el autor nos regala.
      Tu compañía y asiduidad han sido un acicate, amiga mía, en todo este tiempo, incluso cuando no hemos coincidido. Gracias por tu perseverancia.

      Besos.

      Elimina
  4. Hola. Lo primero, felicidades "Ringo" (y ahora vete a ver cuándo nació "el batería") por esos añitos de blog.Y pasamos a la entrada.Ego te absolvo, "lorito"...que a todo ni llegamos (ni podemos llegar). Sobre esta peli y tu reseña. A partir de aquí, desvaríos mal hilados (a ver si se me entiende algo)
    Hay quien asegura que Charles Chaplin no puede pasar a la Historia del Cine como un buen director y discrepo totalmente:Yo también. No creo que fuera un mal director en absoluto. El problema radica en que no era un director tipo Hitchcock, Lang, Tourneur o yo qué sé...de estos que movía la cámara o jugaba con las imágenes (que Chaplin también podía hacerlo, pero no era lo que más le interesaba)... Lo de mejor o peor es subjetivo en estos casos...y no diré que hay mejores directores, pero sí que igual tengo otros directores "favoritos" o a los que considero más mmmm... "¿eficaces?" jugando con la imagen o la narrativa fílmica...peeeeeero creo que ninguno de ellos supera a Chaplin como "cineasta". 
    Pues hace unos añitos (bastantes) que no revisito esta. No me pasa con otras como La quimera, Luces, El chico o Tiempos Modernos (que les pego un repaso más a menudo). Y eso que esta me gusta bastante-bastante y sinceramente, creo que es su última gran obra maestra. Vale, acepto si quieres "Candilejas" como el cierre de obras maestras, pero "Un rey en N.Y" es ya solo para los muy cafeteros (aunque a mí tiene cosas que me gustan) y la de "La condesa de H.K" la he visto una vez hace mucho (y no sé si la volveré a ver; igual algún año...pero eso que decía no recuerdo qué crítico de El País en plan "Obra maestra a redescubrir" eeeh.. no en mi caso).
    Mankiewicz decía que Chaplin era el mejor mimo del mundo pero un mal actor "cockney". No sé... Yo no creo que fuera malo, pero sí que tira del gesto más de lo que a lo mejor lo habría hecho un actor del sonoro que no arrastrara décadas de interpretación "silente" basada en los gestos y la expresividad. Igual está más "comedido" en el tema muecas en "Candilejas". La película está muy bien llevada...y ese rollo del discurso final donde el personaje expone sus motivos y ese alegato de "si hubiera matado miles" tendría medallas... Es un poco como "El gran dictador". La gente dice que son discursos o monólogos "no-cinematográficos". Pero la gente dice tantas cosas. A mí son dos discursos que me encantan. El de ambas pelis. No sé hasta qué punto Chaplin ha...no sé a qué término o palabra recurrir..."¿educado?" mi pensamiento, no solo en el aspecto estético, sino ideológico o de contenido. Y para mí ambos discursos no solo funcionan dentro de las películas. Es que no las concibo sin ellos. Puede que "sobre" la explicación del psicólogo en Psicosis como apuntan otros...pero que a nadie se le ocurra quitar los discursos de estas pelis.!!  (sigo...que no sé si me va a dejar el cajetín)

    ResponElimina
    Respostes
    1. También podrías haber tirado por lo más cercano y pensar en Fermín, pero lo que tira, tira.....
      En esta película creo que Chaplin sigue emplazando la cámara con eficacia, la mueve cuando hace falta y respecto a sus dotes histriónicas permanece en una ambivalencia pues declama muy bien y desde luego en cuanto a gestualidad lo borda, aunque por momentos se pasa de frenada, pero es que no tiene director que lo modere y resulta tan expresivo y cómico que poco más hay que añadir. Sigo.

      Elimina
  5. ¿hemos de creer que desdeñaba cuidar con mimo el lenguaje visual que conocía desde sus albores?
    Pues creo que en parte sí. Buscaba que todo llegara al espectador, no sorprenderlo. Hay algún recurso visual en Candilejas que la gente puso como ejemplo de que Chaplin sí sabía usar el lenguaje y no sé dónde leí que esas dos o tres ideas habían sido de Aldrich, que actuaba de ayudante de dirección (¡ojo!...si Chaplin decidió meterlas, da igual que fueran sugerencias de Robert).
    Cuando se podía tirar horas filmando-improvisando en la época del silente en plan estajanovista como mencionas para dar con la mejor escena-idea-sketch...esto se le acabó cuando se encareció el proceso de rodaje.. Y lo que he leído es que repetía una y otra vez los diálogos con variantes y las escenas antes de ponerse a filmar.
    En fin.. encuentra un director que un período tan amplio como tres décadas (El chico es de 1921 y esta de 1947) te vaya soltando obras maestras tan seguidas sin ser "bueno"...
    Una entrada muy maja...
    PD: ¿no crees que este el otro psicópata asesino amoral con el que a pesar de todo "empatizas" como te pasaba con el de "Ocho sentencias de muerte" (o al menos me pasaba a mí jajaja).
    Un saludito.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Ya sabes sobradamente que opino que el director es el máximo responsable para lo bueno y para lo malo. Es quien firma y quien decide y más cuando como en este caso ejerce de productor, así que si alguien del equipo tenía una buena idea, maldita la gana de no sacarle provecho al sueldo que se le paga: lo que importa es el conjunto final sin desdeñar las piezas del rompecabezas que es una película. Sabemos que Chaplin trabajaba muy a fondo sus piezas y en ésta, además, sigue explayándose intelectual e ideológicamente de una forma que acabaría por llevarle fuera de los E.E.U.U.
      Me alegro que te haya gustado la entrada. Como apuntas, ese asesino llega a provocar simpatía, lo cual viene sin duda causado por la victimización frente a la hipócrita sociedad, lo mismo que en el baronet la excusa de la afrenta causa la misma simpatía.

      Un abrazo.

      p.d.: ¿ves como sí que tengo razón y lo mejor de este bloc son los comentarios?

      Elimina
    2. Jajaja. Y dale.
      Que nooooooo, loritoooo...Que son tus entradas.

      Elimina
  6. Ah! Totalmente de acuerdo que el personaje del barbero es todavía Charlot...aunque hable. Es en esta película en la que "mata" al personaje.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Sí. En esta le da finiquito definitivamente. Hay un tránsito de época.

      Elimina
  7. Josep, no la he visto, pero después de tu reseña, dan ganas.
    Felicitaciones por estos 14 años en que evitaste olímpicamente a Chaplin.

    Chiste malo: ¿sabes por qué su primer cine era mudo?
    Porque los directores le decían no "charles" Chaplin

    Abrazos

    ResponElimina
    Respostes
    1. Te encantará, Frodo, te lo aseguro.

      Jajajaja...... no lo había oído nunca: me encantan esos chistes malos.

      Un abrazo.

      Elimina
  8. ¡Já, já...! ya sabía que Frodo y yo compartimos el gusto por los chistes infames.
    "Chaplin Changes!" era el texto del cartel de la película. Chaplin cambia de registro y me habría gustado ver como él y Orson Welles trabajaban juntos en el film como inicialmente estaba previsto. Creo que "Monsieur Verdoux" fue la última obra maestra de Chaplin. "Candilejas" y "Un rey en Nueva York" no han soportado tan bien el paso del tiempo y "La condesa de Hong Kong" me parece floja.
    Por cierto, mi tía Montse, cuando vivía en Londres, se topó con Brando cuando estaba rodando esa película. Por si lo quieres leer:
    http://miquel-zueras.blogspot.com/2017/01/suenas-con-este-hombre.html
    Saludos, Josep!
    Borgo.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola, Borgo:
      desde luego, esa colaboración entre Welles y Chaplin hubiera sido para verla una y otra vez. Sueños de cinéfilo, supongo.
      Un abrazo.

      Elimina

Los comentarios son lo mejor del blog. ¡Gracias de antemano por tu colaboración!
(Comentarios publicitarios son borrados sin dudarlo.)

Print Friendly and PDF
Aunque el artículo sea antiguo, puedes dejar tu opinión: se reciben y se leen todas.