Guasada
Todavía recuerdo lo sorprendido que me quedé al saber que a Dustin Hoffman le habían concedido el premio oscar a la mejor interpretación por la gansada que se marcó en la película Rain Man -de 1988- que casi nadie -de los que la vimos entonces- situaría entre sus preferidas del año incluyendo el trabajo de sus dos actores principales, porque el otro era Tom Cruise: desde entonces -y ya ha llovido mucho- todos tenemos muy claro que la academia hollywoodiense -es un eufemismo tras el que se parapetan intereses económicos nada artísticos- no puede resistirse a elevar a la cima a los que hacen extravagancias como muecas histriónicas, afear el aspecto físico (especialmente las actrices), perder o ganar un montón de kilos, sin que nada tenga a ver la finura de la interpretación de un personaje que a priori debería hallarse bendecido con unos diálogos, frases y situaciones bien trabados. A Cary Grant nunca se lo dieron, así que la cosa ya viene de antaño.
De modo que me atrevo a vaticinar ¡y aún no ha acabado el año 2019! que Joaquin Phoenix recibirá el oscar al mejor actor en la ceremonia que se celebrará dentro de unos meses. Quien sabe si también la película que protagoniza, Joker recibirá el máximo galardón, porque ¡ay! la cuestión se le pone difícil ya que contra los miles de voces alzándose a proclamar obra maestra la última película de Todd Phillips, están otros miles clamando lo mismo por la última de Tarantino, que ya comentamos hace unos meses, así que la competición parece estar muy ajustada en lo que a obra maestra del año se refiere y quién sabe lo que pasará.
Si nos fijamos un poco podemos llegar a la conclusión que las pantallas de cine de este siglo están llenas de películas que o bien son continuaciones de una saga iniciada con éxito comercial, o secuelas de otra, segundas partes nunca previstas, episodios de los mismos personajes en diferentes lugares pero iguales desarrollos, refritos desafortunados además de innecesarios y también vueltas de tuerca en torno a personajes que principian como adláteres y acaban por asumir protagonismos difícilmente justificables.
Ejemplos hay tantos que citar a unos sería olvidar otros muchos, así que dejaré a su elección, amigos, el apunte a diversos títulos que encajan perfectamente pero permítanme que dedique cuatro letras al último ejemplar, ese Joker interpretado por el bueno de Joaquin Phoenix a las órdenes -es un suponer- de Todd Phillips:
Vaya por delante que no soy ni pretendo ni deseo ser un experto en el entorno de Batman, ese personaje creado hace ochenta años por Bob Kane, pero internet lo mismo sirve para un roto que para un descosido y ahí tenemos una mínima referencia que nos indica entre otras cosas que el malvado Joker lleva desde 1940 dando vueltas fastidiando a los contemporáneos de Batman haciendo gala de una maldad inteligente y despiadada matando a cualquiera sin el menor atisbo de arrepentimiento ni duda moral: un criminal puro que no precisa de razón alguna que justifique ni sus actos ni su existencia.
En esas estamos cuando Todd Phillips (que ya me aburrió con su anterior película Juego de armas) demuestra insistir en el descabezamiento que impera en sus trabajos de guionista y no tiene otra ocurrencia que reinventar los orígenes nada menos que del Joker, presentando un tipo desgraciado, paranoico probablemente por herencia genética, convencido de ser el mismísimo hermano de Batman y acabando como excusa imitada por alborotadores públicos que dicen levantarse contra el maléfico imperio económico mundial, lo que ha sido aprovechado por algunos ¿críticos de cine? que pretenden revestir esta castaña cinematográfica de valores sociales que ni en sueños pretendía su autor, pues Phillips ejerce de guionista, productor y director, así que su autoría respecto al bodrio no cabe quitársela y a él le recaen todas las responsabilidades de tamaño desorden por mucho que la excelentísima campaña mercadotécnica ejecutada por D.C. haya conseguido convencer a muchos de lo contrario: esta película es mala de remate y no tiene agarradero alguno: no es la peor que he visto en lo que llevamos de año, pero casi, casi.
Es una verdadera lástima que un buen actor como Joaquin Phoenix, capaz de interiorizar un personaje (ya lo demostró en Gladiator, robando a Rusell Crowe todas las escenas), se encuentre protagonizando una película en la que soporta casi todas las escenas al interpretar un tipo carente de interés, con diálogos malos, frases hechas y acciones penosas, reducidas sus facultades histriónicas al paroxismo y la exageración rozando las cercanías del mimo en unas gestualidades que como propias de un mimo tampoco son apreciables por burdas y poco sugerentes. Resulta evidente que Todd Phillips no ejerce como director de un actor que sin límite alguno ni advertencia objetiva queda desnortado perdiendo en la exageración descontrolada toda la poca fuerza que el personaje tiene, tan mal dibujada está esa personalidad que esperábamos malévola y acaba siendo simplemente desquiciada y falta de voluntad propia, actuando a remolque de sucesos en los que la lógica se muestra también ausente, muestra del poco cuidado que Phillips ha tenido en el conjunto. Valga como ejemplo que en la famosa escena del baile en la escalera, imitada por lo visto por una legión de inesperados admiradores: de repente, en medio de los movimientos, aparece un cigarrillo a medio consumir que jamás vimos encender, mágico quizás, detalle que este comentarista que suscribe percibió como señal inequívoca de fallo de raccord absoluto que fácilmente se arregla en la sala de montaje porque la escena, de por sí superflua, puede aligerarse mucho sin dificultad: claro que igual aparece un sesudo ¿crítico de cine? y le halla connotaciones perceptibles únicamente por mentes privilegiadas, capaces de relacionarlo con la colilla que el raro payaso tira nada más empezar a bajar la escalera. Resurrección tabaquera, quizás. No sé. Igual lo del fumar cigarrillos es porque ya se sabe que con las nuevas ideologías los fumadores son los malos. Así de simple.
Además, Joaquín no tiene ninguna gracia moviéndose. Prefiero con mucho este otro Joker:
Es lo que tiene sujetar un argumento a un entorno ficticio con ochenta años de historia a sus espaldas: querer innovar es un deseo apetecible y las versiones son aceptadas siempre y cuando eleven el listón de lo conocido: Todd Phillips lo único que hace es aprovecharse de la fama de un personaje existente en el universo del tebeo o novela gráfica pero le faltan redaños para adentrarse en una psicología siniestramente abrupta y se pasa más de media hora sin que suceda nada de interés, luego ocurre algo y hemos de esperar otra media hora para retomar el ritmo de una narración sincopada con lapsus enormes entre puntos de interés verdaderamente livianos, faltos de fuerza, inhábiles para conseguir que el espectador sienta algo por un protagonista que ni acabamos amando ni odiando pues de suscitar algo se limita a perplejidad y aburrimiento, ni siquiera concita lástima y para rematar la faena Todd Phillips nos presenta escenas complementarias que tampoco ayudan a encadenar el conjunto y sobran totalmente cuando no chocan con todo lo que ya tenemos sobradamente conocido, como la muerte del matrimonio Wayne.
Empezábamos con una referencia a una película de 1988 y mira por donde al año siguiente, 1989, hace treinta años, Tim Burton nos presentaba un origen del Joker más sólido, más unido a Batman y más siniestramente malvado que este que nos ha presentado Todd Phillips, un tipejo que no es más que un desgraciado asesino algo desquiciado pero sin la voluntad de regodearse en el mal, sin el insano placer de cometer atrocidades, sin el peligro de vivir al filo de la locura y usando el macabro humor como medio de comunicación perverso: este Joker del pobre Joaquin es bastante previsible y no da miedo: curiosamente, aplicándole el nombre en que el personaje fue conocido en la américa hispana, El Guasón, a esta película le cae como anillo al dedo la cualificación de guasada.
Si ya la han visto y les gustó, están de suerte, porque ya está en marcha el Joker 2.
Lo que decíamos: son cansinos.Y faltos de ideas.
Es que algunos temas son los mismos, desde que la ficción escrita empezó con La epopeya del Gilgamesh el Inmortal. Y hay historias que se cuentan otra vez, como las tragedias de Shakespeare, los mitos griegos.
ResponEliminaCreo que el Joker es una buena película, le encuentro algo de La broma macabra, algo de El regreso del Caballero Oscuro. Y alguna referencia a El rey de la comedia.
Y hay una buena interpretación, la risa compulsiva está bien lograda-
Aunque la película de Tarantino tiene muchos méritos. Tendría sentido un premio para Leonardo di Caprio y Brad Pitt. Hicieron una excelente dupla actoral.
Me gustaría mucho, Demiurgo, poder dar un vistazo un día al guión de esta pieza: me parece que ocupará muy pocas páginas, porque la historia que cuenta está falta de fundamentos. Con un guión tan flojo no se puede hacer una película: las novedades que pretende introducir lo son casi a título de anécdota, demasiado breves, sin alimentar sensaciones. Si pretendía basarse en una relación familiar oculta, hubiera debido dedicarle más escenas: me parece que va un poco a salto de mata y pierde fuelle cada dos por tres, lo que también va en detrimento del ritmo interno de la narración, repleta de momentos gratuítos, como la famosa escena de la escalera, absolutamente prescindible. Agarras unas tijeras y la dejas en media hora quitando lo superfluo y esa sensación que me quedó es la que persiste.
EliminaCon estos mimbres, no puede hablarse, creo, de una gran interpretación: estoy de acuerdo en que es mucho mejor, comparando, la de Leonardo di Caprio, sin que sea para tirar muchos cohetes.
Ya tengo ganas que lleguen esos premios, para ver quien pudo influir más en los votantes...
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo, querido Josep. Bodrio sin paliativos, y lo que es peor, pretencioso. Pura justificación victimista de la violencia, para que luego digan que es revolucionaria, contestataria o antisistema. Me reiría si no fuera tan triste y tan patético.
ResponEliminaUn abrazo
No deja de ser llamativo, amigo Alfredo, que haya podido provocar tantos elogios, empezando por Venecia fíjate, una pieza de ese calibre con un único protagonista (porque la intervención de De Niro es otra cuestión aparte y archisabida) tan mal escrito, tan mal delineado psicológicamente, desechando además posibilidades muy abiertas para quedarse en un pobre tipo desquiciado sin más.
EliminaEs que ni siquiera profundiza en la discutible teoría de la violencia justificada (lo que significa la negación del mal como condición intrínseca) y esos dos minutos finales de revueltas tampoco sirven como pretexto para que le erijan en tótem de los revolucionarios antisistema, cabe que imaginar que éste representado por el putativo Wayne que, ya puestos, podría Phillips haberlo hehcho morir de la mano del Joker, que ni eso se le ocurre y no es novedad tampoco.
Si será triste, que ya andan confeccionando una segunda presentación y si da beneficios, hasta que se cansen....
Un abrazo.
Como siempre que me pintan un peliculón me quedé muy defraudado con esas cargantes escenas de bailes en la escalera y tanto divismo por parte de Phoenix. Creo que la película tendría que haberse terminado con el tiroteo en el Reality que presenta de Niro (no entraré en comparaciones con "El rey de la comedia" que ya cansan) las escenas de los disturbios y el sanatorio estaban de más. Salvaría la ambientación setentera con el fondo de aquella interminable huelga neoyorquina de basuras y la escena en la que el enano suplica a Joker que le abra la cadena de la puerta para poder salir de su apartamento.
ResponEliminaSaludos, Josep!
Borgo.
Hola, Borgo: Me ocurre igual y lo cierto es que si no hubiese recibido toda esa lluvia de elogios no le hubiera dedicado una entradilla: me da rabia y me siento engañado.
EliminaA la película le sobran muchos minutos y también un poco de narsicismo de su protagonista que se recrea en sus gestos, buscando descaradamente el elogio fácil.
La escena del enano quizás es la más verídica, mira que te digo, por su economía y brevedad.
Un abrazo.
p.d.: ¿has reconocido esas escaleras de Barna?
a mi me encantó la verdad y como sabés que esto es muy subjetivo no voy a dar las muchas razones para no cansar. Amé a Nicholson en la de Burton y me fascinó Ledger en la de Nolan. Pero cada uno va bien en su película y no podría intercambiarse. Este de Phoenix se me antoja un paso mas allá por el recorrido de su personaje y por tener mas metraje en pantalla.
ResponEliminaEso si, si harina una segunda parte seria una pavada porque se notarían los billetes jaja... saludos!
ah y otra cosa: la de Tarantino es una masturbación ja, mala en serio...
EliminaPor supuesto, JLO, los gustos de cada uno se respetan al máximo, aunque no se compartan; pero sí concuerdo contigo en el aprecio de los trabajos de Nicholson y Ledger: claro que ellos dispusieron de un guión mucho mejor, porque el pobre Joaquin apechuga con cuatro líneas, tres diálogos y poca cosa más y así no hay quien defienda ningún personaje. Que le darán el premio igual, pero ya es harina de otro costal, pura mercadotecnia para preparar la presentación de la siguiente...
EliminaUn abrazo.
Josep...¿Desde cuándo somos originales?...¡Olvídalo!...Lo importante es darle un nuevo lustre a algo que es muy viejo pero no por ello vamos a dejar de disfrutar ¿no te parece?
ResponEliminaSi la mayor queja no viene por presentar temas archisabidos, Alí, que un poco también: lo malo es que, en esas condiciones, la película sea tan mala, tan aburrida, tan falta de interés, porque ¡caramba! el personaje es un villano con todas las de la ley y no un pobrecito desgraciado que tiene un mal día y se carga a uno pelma.
EliminaAunque ser original no esté de moda, lo prefiero, eso sí. Por lo menos, que lo intenten, que para eso cobran un pastizal.
Un abrazo.
Yo ni entro en el debate. Me resulta muy cansino. Sí recuerdo a Nicholson y Legder, este último sobretodo.
ResponEliminaEste Joaquin que en otras admiro, aquí me crispa los nervios. Sin verla ya me imagino de qué adolece, pero oye, con todo respeto por aquellos que la disfruten ¡faltaba plus! Y también confieso que en más de una ocasion me lo he pasado genial con algún bodrio.
Larga vida para la industria, yo no pierdo la esperanza...cinecinecine..
Besos.Milady
Sobre gustos ya se sabe, Milady: lo único que hago es de alguna forma protestar por la mercadotecnia excesiva que ha promovido una serie de opiniones "oficiales" y premios "serios" llevando este producto que me defraudó muchísimo a un nivel a todas luces inapropiado.
EliminaQuien en otras ocasiones haya coincidido conmigo, ya sabrá a qué atenerse.
Bodrios que divierten son otra categoría, superior a ésta, porque no divierte nada y aburre mucho.
Besos.
A estas alturas sabido es que quienes por aquí visitamos poco nos preocupan las campañas oficiales.
ResponEliminaA mi la película me parece interesante a varios niveles y todos ellos independientemente de su discurso.
Reconozco ciertos valores cinematográficos en la aproximación al delirio. A Phoenix no le veo mal. Es un personaje extremo básicamente porque es un enfermo en caída libre. Y ciertamente las conexiones con el film de tesis de espíritu reaccionario y anarquista a la vez se ve venir...pero no me molesta excesivamente precisamente por eso. La idea de contraponer y enfrentar las taras y enfermedades del protagonistas con las de la sociedad y hacerlas colisionar no me parece mal aunque no sea nuevo.
Y hasta ahí.
Por que la película tiene un serio problema de estructura de guión en mi opinión. Plantea bien el conflicto y lo resuelve de forma digna. Pero en medio el segundo acto deriva hacia el desastre. Cuando el guion decide centrarse en términos absolutamente folletinescos propios de la peor telenovela con interrogantes como soy o no huérfano? Atiza ese es mi padre? Lo podré conocer? Para pasar a jo es que lo quiero conocer!! Pero que pasó entre mi madre y mi padre?
Ahí la película pierde muchísimos puntos que le cuesta recuperar.
Ahora bien...está película nos regala la secuencia de sonrisa congelada más escalofriante que he visto en mucho tiempo. Transformando en un solo segundo un sketch de raíz humorística en un momento aterrador de impredecibles consecuencias. Me refiero por supuesto al momento en el que el enano se da cuenta de que su altura no le permite alcanzar el pestillo.
Solo por ese momento de maestría absoluta ya mereció la pena pagar la entrada.
Un abrazo
Yo puntualizaría asegurando que me consta en lo que hace a los que tenéis la gentileza de dejar huella de vuestra estancia, Víctor. De los callados, no sé nada.
EliminaCoincido contigo en que la mejor escena es la del enano.
Por lo demás, me parece dispersa, fútil y una lástima porque realmente creo que Joaquin merece hallar un papel acorde a sus facultades y también, por supuesto, un director que sepa dirigirle.
Un abrazo.