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dimarts, 31 de gener del 2023

Trucos baratos





De repente uno tiene la sensación que está fuera de lugar, desubicado, porque parte del bagaje vital no acaba de cuadrar entre lo que se recuerda vagamente y lo que en la actualidad alguien se cuida de mostrarlo buscando, parece, un beneficio que sin ése precedente quizás carecería del más mínimo interés. O no. Queda la duda basada en la propia modestia y en la incapacidad de enfrentar la situación con firmeza y garantías de éxito.

Los lectores hispanos aficionados al género detectivesco que peinamos canas tuvimos la gran suerte de paladear piezas capitales como La carta robada y Los crímenes de la Rue Morgue en una traducción de Julio Cortázar (al que leí mucho más tarde y sin recordar su labor de traductor) que nos permite adentrarnos en la admirable prosa de Edgar Allan Poe, cuentista de lujo, innovador de la novela gótica e impulsor del género detectivesco hace ya doscientos años prácticamente. Poe reúne en su apetitosa bibliografía piezas totémicas, emblemáticas, tanto en lo que hace al raciocinio y la lógica como en lo que concierne a la fantasía de ultratumba más desatada, provistos esos relatos mistéricos de una poesía que en absoluto era ajena a Poe, que se tenía por poeta ante todo.

La importancia de Edgar Allan Poe en la literatura es indiscutible y también en el cine sus piezas literarias han sido usadas bien directamente bien como fuente de inspiración para muchísimas películas: en este momento, según imdb, son 438, entre películas de cine y productos televisivos.

No es de extrañar que un tipo espabilado como Louis Bayard, que se ha fijado en diversos caracteres de merecida fama para sustentar sus novelas -que no he leído y no puedo comentar- con más o menos misterio, acabara por aprovechar la corta y forzada estancia de Poe en la academia militar de West Point para meter baza y sacar un teórico lustre que quizás su talento no merece, pero que sin duda le generó el beneficio que alguien con poca lectura previa se decidiera a pagar los derechos de su novela de 2006 The pale blue eye para llevarla a la pantalla grande.

Ése no fue otro que Scott Cooper quien decidió ejercer de guionista, productor y cómo no, de director: yo me lo compro, yo me lo guiso y yo me lo como, como Juan Palomo. Y, además, con el apoyo de la todopoderosa Netflix.

La película se titula como la novela, The Pale Blue eye y no me pregunten porqué en España se titula Los crímenes de la academia, porque, aunque no tenga nada a ver con el título original, ciertamente hay varios crímenes en una academia, la de West Point, y algún otro en la propia película, en su parte literaria, en el guión, vamos: un crimen tras otro; un sindiós.

La sinopsis es sencilla: hay un crimen en West Point y llaman a un afamado policía para resolverlo y éste reclama la ayuda de un cadete que, mira por donde, atiende por Edgar Allan Poe: casualidades de la vida, mira.

El trabajo como guionista de Scott Cooper es nefasto: ignorando cómo de buena o mala pueda ser la novela, la labor de Cooper es deplorable, acusando un infantilismo ilógico que perjudica el conjunto. Admitiendo que la idea original, aprovechar que Poe está en West Point, tiene su punto de gracia, dibujar el personaje como casi un botarate resulta ofensivo y encomendar su caracterización a un tipo como Harry Melling, que ni siquiera se esfuerza en neutralizar su acento londinense y realiza su interpretación en base a aspavientos y exageraciones, es un error absoluto: por momentos, daban ganas que estuviese cerca Woody Allen para que me explicara el truco de La rosa púrpura del Cairo y saltar yo mismo a la pantalla y hacer callar a ese mal remedo de Poe que choca absurdamente con la imagen que cualquier lector se haya hecho del genial escritor.

Christian Bale empieza a preocuparme: tengo la sensación que el chico está gafado o que su agente artístico está descontento con la paga, porque lleva una serie de títulos que están muy por debajo de sus calidades histriónicas y lo mismo le ocurre al otro británico, Toby Jones, que intenta salvarse de la quema y no lo consigue porque Cooper, malvado, le empareja con una Gillian Anderson que está francamente fatal, horrorosa, aunque quizás sea la más acorde con lo que acaba por ser el género de esta película, un popurrí descabezado que mezcla aspectos semi fantásticos con una lógica detectivesca aparente pero rota por el uso de trampas infantiloides, trucos baratos que acaban por exasperar al buen aficionado a las tramas de intriga que se resuelven aplicando el raciocinio y sin añagazas de última hora, resortes de magia potagia, como un ¡hale-hop y mira qué listo soy! Que dejan al espectador con una cierta desazón, cuando no cabreo manifiesto, en la creencia que le han timado y le han hecho perder el tiempo además de tomarle por tonto, lo que es una falta de respeto que en la época clásica de Hollywood era un pecado capital.

Que además uno tenga que leer por aquí y por allá que esta película es la más mejor y la más súper estupenda de lo que nos ofrece Netflix ya raya en lo inaguantable y provoca las ganas de avisar a los amigos que se abstengan de perder el tiempo con cosas así, que si quieren saber algo de Poe mucho mejor que acudan al original que siempre es garantía de éxito.



7 comentaris :

  1. Es una excelente idea el que Edgar Allan Poe como personaje, en una película con crímenes a resolver, por un investigador. Y en la academia militar, en que estuvo Poe.
    Lástima que sea fallida, según tu reseña y alguna otra leída en un blog.
    Que Gillian Anderson falle con su personaje, seguramente no siendo culpa de ella, casi que me parece un crimen. Es una actriz que me fascina siendo la agente Scully. Y también en la primera temporada de American Gods, como una diosa de los medios.

    Saludos.

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    1. Aparte de las fallidas interpretaciones apuntadas, que muy bien pueden obedecer a falta de cuidado, interés o autoridad del director, lo más grave es una serie de detalles que van apareciendo hasta un final precipitado y falto de lógica al punto que resulta increíble y proporciona esa sensación de tomadura de pelo.
      La Anderson me gustó bastante en la serie La caza.
      Un abrazo.

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  2. Lo primero que me sorprendió en la película es qué diablos estaba haciendo un detective tan destacado en Nueva York, metido de cabeza en ese monte. Y en cuanto a lo demás... estoy de acuerdo contigo, muchas trampas que, por cierto, no supieron disimular

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  3. Veo que coincidimos, Alí, en exigir un poco de lógica y rigor en una trama en la que la intriga formar parte de la base y que no puede resolverse caprichosamente y de forma un tanto infantiloide, dejándonos defraudados.
    Un abrazo.
    p.d.: sigo con problemas para comentar en mi propio blog y los de google sin arreglarlo, desde hace meses.

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  4. Hola Josep, no he leído la novela, aunque sí los cuentos que en la traducción de don Julio son una exquisitez.
    Ahora con tu reseña-crítica negativa no se qué hacer, si ver la película o no Creí que con Bale de protagonista tendría lo suyo.
    Creo que si la veo será más bien para ver si tu y yo coincidimos en gustos y opiniones, como en la mayoría de las veces, o si esta es una excepción.

    Ya te diré.
    Abrazos

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    1. Si has leído a Poe en la estupenda traducción de Cortázar, amigo Frodo, probablemente tendrás sentimientos parejos a los míos cuando veas a ese Poe de mentirijillas en pantalla.
      Ya me dirás si también en esta ocasión hemos coincidido, o no, si decides verla.
      Un abrazo.

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  5. Durante media hora o algo más, el escenario, la combinación de dos mentes tan distintas a la hora de afrontar lo analítico y el misterio en un escenario único me parecieron notables. Su sobriedad tb.
    Pero a partir de ahí el batiburrillo se adueña de la función. Y bien contado el primer final podría haber tenido su interés.
    Del segundo final mejor ni hablo y de la sucesión de explicaciones que tienen que sacarse de la manga tampoco.
    Pero no hay por ahí un corrector de guiones que diga por el amor de dios todo esto fuera

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