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dilluns, 29 de setembre del 2025

De Ove a Otto



En 2015 se estrenó una película sueca titulada de original En man som heter Ove que recibió su correcta traducción como Un hombre llamado Ove, basada en una novela de Fredrik Backman que al parecer tuvo su éxito popular en Suecia. Relata los sucesos vitales de alguien que ha enviudado hace unos meses y que de propina el destino le coloca en una prejubilación no solicitada ni deseada, lo que produce un estado de ánimo propenso al suicidio, una situación que a priori podría situarnos en un género trágico pero que en manos de Hannes Holm -que actúa como guionista y director- e imagino que siguiendo el curso del ignoto original literario va tomando aires de comedia dramática gracias a la aparición de una serie de personajes que conviven con el protagonista en una misma urbanización con caracteres de comunidad de propietarios de viviendas unifamiliares, lo que acentúa la proximidad y confianza evidentes entre los vecinos.

La película se va convirtiendo paulatinamente en un canto a la vida gracias a la superación de habituales inconvenientes que trufan la existencia de la mayoría de los mortales y provocan la cercanía por solidaridad entre las buenas gentes y queda como un retrato más bien optimista de las relaciones humanas.

Servido por unos intérpretes que no son de primera fila pero hacen lo que pueden, fue la elegida por los suecos para representarles en los premios oscar de su año y por lo tanto fue vista por los miembros de la academia hollywoodiense.

Desde la perspectiva de un veterano aficionado al cine y en la libertad que se ejerce al comentar una película públicamente sin pretender nada más que ofrecer una visión claramente subjetiva en muchas ocasiones uno se topa con sorpresas porque el estúpido titulador español -porque de no ser estúpido será malvado, lo que es peor- ha colocado -una vez más- un título que llama a engaño y probablemente ahuyenta a determinados espectadores entre los que me encuentro.

Tom Hanks cumplió en 2021 sesenta y cinco años que es al parecer la edad de jubilación deseada por muchos mortales pero en el caso de Tom ello no tiene porqué ser así, siempre y cuando se vaya adaptando a los papeles que le permitan ejercer su oficio sin caer en el más espantoso de los ridículos y aunque ha cometido varios errores de bulto en la última década su búsqueda de personajes a interpretar con solvencia y lucimiento tuvo un momento de suerte cuando vió al impertérrito sueco Ove y se percató que tenía la edad y las posibilidades de trabajar muy a gusto exprimiendo a fondo unos detalles que al sueco se le escapan.

Así pues se encomendó a los buenos oficios como productora de su esposa Rita Wilson: adquirieron los derechos y se marcaron un remake en toda regla de un éxito europeo que nadie había visto en el gran mercado estadounidense, operación por otra parte habitual como todo cinéfilo sabe.

El único fallo del matrimonio fue no controlar al titulador español que no tuvo otra ocurrencia que traducir A man called Otto por El peor vecino del mundo, título que demuestra una vez más que ni siquiera se han preocupado de ver la película antes de acometer el desatino.

Hay que suponer que la contribución de David Magee como añadido en el departamento de guión y la elección de Marc Foster como director vienen de las intenciones del matrimonio Hanks & Wilson, porque aunque la mayoría de las situaciones son idénticas, su tratamiento es bien distinto y el ritmo conseguido en pantalla también es más eficaz en el remake estadounidense a pesar que nadie diría que el presupuesto de unos y otros sean muy dispares salvo, claro está, la sección de los emolumentos que, por otra parte, parecen justificados.

Tom Hanks se percató a la primera que el personaje de Ove era un caramelo para un actor de su condición, una oportunidad de lucirse trabajando a gusto porque en ése hombre afectado por una reciente viudez y una jubilación no querida hay muchos matices y complejidades que deben sacarse a la luz con delicadeza, sin estridencias, aflorando desde lo más hondo de su ser, una oportunidad para un actor en busca de un personaje desde hace tiempo, un trabajo que demuestra que, como le ocurrió a Paul Newman, los años ayudan a algunos intérpretes a desembarazarse de lo que aprendieron en las academias y, despojados de tics y vicios, rebanan su ser hasta coincidir con el momento que deben representar para que el espectador se emocione con un personaje creado desde un buen guión y un histrionismo controlado al cien por cien.

Muy bien llevado por la cámara dirigida por Marc Foster, Hanks se toma todo el tiempo del mundo para incorporar a un Otto que hallará su némesis redentora, salvífica y optimista en Marisol (Mariana Treviño, magnífica composición del personaje), una diminuta revolución vital adornada de una irresistible sonrisa que sin complejo alguno le perseguirá con propuestas y solicitudes que consolidarán una relación vecinal íntima que alejará la sensación de soledad e inutilidad que inicialmente embarga a Otto y que forzado por su ejemplar sentido de la solidaridad con sus semejantes deberá ceder y ejercer sus oficios de manitas capaz de arreglar muchas cosas, de chófer e incluso profesor de conducción de automóvil, de canguro y casi de abuelo, un sin parar de momentos que dejan evidente que Otto es más que un buen vecino, alguien a quien todos tienen algo que agradecer.

La vida de ése Otto está trufada de recuerdos que Marc Foster se cuida mucho de ofrecernos a través de flashback que no rompen en absoluto la narración y nos ayudan a entender mejor el personaje (representado en su juventud por un hijo de Tom Hanks: todo queda en casa) y su evolución, así como los diferentes momentos de la actualidad retratan su actitud frente a situaciones muy reales en la sociedad que probablemente requerirían un comportamiento como el mostrado sin alcanzar más allá que mero apunte porque la cinta está dedicada absolutamente a mostrarnos las complejidades de un ser humano muy normal, lo que no significa nunca sencillo.

Esas complejidades advertidas por Tom Hanks a la primera son las que le permiten ofrecer un trabajo interpretativo que probablemente sea el mejor que nos ha mostrado hasta ahora en una carrera larga y lo digo muy consciente que algunas voces se levantarían en contra de esta opinión que se basa en la enorme dificultad que tiene para un actor representar a un hombre común: un hombre que se resiste a ayudar a una vecina a purgar los radiadores porque el marido fue antaño un amigo con el que se disgustó tontamente, con el guarda un enfado infantil, una situación que cambia al pensar en ello detenidamente: pensar, sufrir, sentir, son emociones humanas que el actor debe interpretar y que no está dicha labor al alcance de cualquiera: la mirada, los micro gestos, la expresión corporal apenas insinuada, la composición de un personaje paso a paso, lentamente pero con seguridad y firmeza durante todos los minutos del metraje, es un trabajo que no suele ser aplaudido a menos que haya una exageración, un componente extraordinario: sólo los grandes intérpretes son capaces de elevar su arte por encima del resto afrontando la personificación de una persona normal, ordinaria.

A Tom Hanks le hurtaron sus compañeros de la academia hollywoodiense un galardón, pero la historia y la videoteca le dará su merecido honor.

No diría que es una película imperdible pero desde luego la actuación de Tom Hanks es motivo suficiente para verla (en v.o.s.e., por supuesto) y desde luego es mucho mejor de lo que presupone un título español que pasa a la historia de los despropósitos.

2 comentaris :

  1. Caramba. Jamás se me hubiera ocurrido ver esta película. A mí particularmente nunca me ha convencido Tom Hanks como intérprete. No es que me parezca malo, pero tampoco creo que haya hecho excesivos alardes interpretativos, salvo una o dos excepciones. Me sorprende tu entusiasmo por ambos, pero me la apunto.
    Un abrazo

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  2. La vi de casualidad porque, habiendo visto y deplorado algunas de las últimas de Hanks ni su presencia ni mucho menos el título español de esta me daban ánimos a verla.
    Una sorpresa, en suma, tanto porque la historia es más compleja y por tanto rica que la pretendida historieta de un gruñón (que no lo es, aunque llame ididotas a los idiotas que se encuentra) como porque a poco que lo mires detenidamente, Hanks realiza una actuación memorable, contenida y expresando con la mirada y el tempo emociones que además son muy comprensibles y dando autenticidad al personaje.
    Espero que la disfrutes sabiendo de antemano que no es una imperdible pero tampoco una pérdida de tiempo. Ya me contarás.
    Un abrazo.

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