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divendres, 29 de febrer del 2008

The Killers (parte I)


No deja de ser curioso que transcurrieran tantos años desde la publicación del relato por Hemingway hasta su primera aparición en el cine, máxime cuando ya otras piezas del mismo escritor habían sido adaptadas a la pantalla.

El productor independiente Mark Hellinger, que disponía de su propia compañía, la Mark Hellinger Productions (está claro que no se rompió la crisma pensando en un nombre comercial), decidió realizar una película basada en el cuento corto de referencia; como ya hemos visto, la breve pero intensa narración es per
fecta para realizar un cortometraje, pero no alcanza en modo alguno a sustentar una metraje comercial, en este caso, de poco más de hora y media.

A tal fin, aprovechando íntegramente el relato original de Hemingway para los primeros minutos introductorios, una perfecta presentación que abre un interrogante inquietante:¿porqué "el sueco" asume su fatal destino?, decidió de alguna forma continuar la historia, tratando de ofrecer una explicación plausible a tan ilustre inicio.

Para ello, recabó la intervención del reputado escritor y guionista Anthony Veiller, autor, el mismo año de la celebrada The Stranger, que contó con la colaboración de Richard Brooks y de John Huston, conformando un trío que supo pergeñar una historia que ha devenido en clásica, introduciendo el elemento de la mujer fatal como eje alrededor del cual gira la historia y sus consecuencias; pero no nos anticipemos.

Hellinger que había trabajado anteriormente como productor para la Warner, inicialmente pensó en el director Don Siegel para llevar a cabo el proyecto; pero la Warner, con quien Siegel estaba bajo contrato, no quiso rebajar la tarifa de "alquilar a un tercero" sus servicios, por lo que Hellinger contrató en su lugar a Robert Siodmak, a la sazón bajo contrato con la Universal Pictures, destinataria y exhibidora final de la película a rodar.

Curiosamente, Siegel dirigiría, dieciocho años más tarde, el segundo y hasta ahora último largometraje basado en el relato de Hemingway.

Hellinger proveyó a Siodmak de un buen
arropaje al contratar al compositor Miklós Rózsa, autor de una sentida partitura, así como al director de fotografía Elwood Bredell y al montador Arthur Hilton, conformando así, en la parte oculta del rodaje, es decir, aquellos que sólo aparecen en pantalla en los títulos de crédito, un equipo que obtuvo nada más y nada menos que cuatro nominaciones a los Oscar entregados en el glorioso año de 1947

Habiendo gastado la mayor parte del pres
upuesto antes de iniciarse la fase de pre-producción, Hellinger trató de ahorrarse los emolumentos en los intérpretes, contratando a un desconocido y novato Burt Lancaster por unos míseros 20.000 dólares, a un emergente y eficaz Edmond O'Brien y a la denominada "animal más bello del mundo" Ava Gardner, por el sueldo habitual de estrella bajo contrato, de 350 dólares a la semana.

Robert Siodmak, cineasta todo terreno, capaz de dirigir sin estridencias cualquier película de cualquier género, probablemente halló un tréb
ol de cuatro hojas cuando Hellinger, en una época cinematográfica en que el productor era una figura muy importante en todas las fases de una película, le confió dirigir el rodaje de la que iba a ser el primer largometraje basado en el relato de Hemingway, que se tituló en España como Los Forajidos (The Killers, 1946), cuyo título, sin ser una traducción literal (más apropiada sería "Los Asesinos"), sí está adecuado a la historia que se nos presenta.

Partiendo, como ya se ha referido, de la estructura original, el guión desarrolla, de forma concisa y milimétrica, una narración salpicada de abundantes "flashback" o retornos al pasado en los que veremos la causa de la apatía del conocido como "el sueco" ante su muerte, que sucede en los primeros minutos del metraje.

Asesinado que ha sido por un par de maton
es a sueldo Ole Andersen "el sueco" (Burt Lancaster, en el papel que le lanzó a la fama), aparece en escena el investigador de la compañía de seguros que deberá pagar a su beneficiaria una indemnización de 2.500 dólares: Jim Reardon (Edmond O'Brien, siempre tan eficaz y sobrio en su actuación), al conocer la actitud fatalista del "sueco" ante su muerte, no puede menos que sorprenderse y procede a interrogar a la beneficiaria, quien resulta ser una camarera de un hotel donde Andersen estuvo apenas tres días, años atrás.

Habiendo visto la habitación donde Andersen murió, una triste pensión de un remoto pueblo en cuya gasolinera trabajaba como empleado, y comparando con el hotel donde pocos años antes estuvo, siendo salvado de un intento de suicidio por la camarera beneficiaria del seguro, Reardon siente la imperiosa necesidad de averiguar el porqué Andersen fue asesinado.

Contra el parecer de su jefe, Reardon inicia unas pesquisas, interrogando sucesivamente a una serie de personas que conocieron a Andersen, quienes le relatarán sus inicios como boxeador profesional y su tránsito al mundo del hampa, donde conocerá a una tal Kitty Collins (Ava Gardner, bellísima y peligrosa como una pantera), a la que nosotros, como espectadores, vemos, pero que permanece oculta al investigador durante casi todo
el metraje.

El guión, modélico, permite a Siodmak realizar el mejor trabajo de su extensa carrera: supo aprovechar todos los elementos que le pusieron en bandeja, sirviendo a la historia con una caligrafía cinematográfica ajustada, muy elaborada en su simplicidad, confiriendo a la misma una veracidad y un ritmo perfectos, pese a los muchos retornos temporales insertos en la trama, que nos mantendrá pendientes, ansiosos de saber la clave de la asunción fatalista de la muerte por "el sueco" Andersen.


Entretanto, el imaginario de personajes se desarollará presentando individuos violentos, gente del hampa, algunos con pocos escrúpulos, movidos todos por la ambición, pululando en medio de ellos, como si nada, una mujer, de designios ocultos, que hará enloquecer al protagonista y le llevará a un destino impensable.

Por otro lado, la búsqueda de la verdad iniciada por el investigador Reardon, que contará con la ayuda de la policía, es el motor que impulsa la narración, aún contra los deseos de su propio jefe, que, pragmático, no quiere dedicar sus esfuerzos por un montante de sólo 2.500 dólares; la decisión de Reardon de saber la verdad, de conocer la causa de tan extraño comportamiento en su último minuto del "sueco", nos impregnará en todos los minutos de la película, incrementándose con los sucesivos hechos que, suministrados de forma muy inteligente, conformarán la verdadera historia de la azarosa vida de Ole "el sueco" Andersen, hasta el momento de su asesinato, cerrándose la historia de forma lógica y brillante.

Aún sin aventurarse el guión en vericuetos profundizadores de la complejidad de los personajes que nos presenta, sí los planta en escena robustamente y nos hace comprender las distintas pasiones y ambiciones que albergan en su interior como motivo y causa lógica de todo cuanto vemos suceder, inexorable destino propio de sus actos, como elemento trágico de un final ya conocido de antemano, siendo los diálogos y el control del tiempo en que se desarrollan las escenas causa y origen de un ritmo cinematográfico excelente al servicio de la trama presentada.

Las interpretaciones del trío protagonista son muy solventes, descollando la belleza fría y distante de Ava Gardner en un personaje cuya ambigüedad alimenta el interés de la historia, junto con un sorprendente trabajo de "novato" de Burt Lancaster, que con gran contención expresa las emociones apasionadas, ingenuas o contrariadas del "sueco", pelele en manos de una mujer fatal que le usará a su antojo y conveniencia; todo ello contemplado por el espectador al unísono con el investigador sólidamente construído por O'Brien, que sabe transmitir su interés por conocer los entresijos de una acciones que aventura criminales y que le conducirán a hallazgos inesperados.

La planificación, la música y el montaje son adecuadísimos, así como excelente la fotografía en blanco y negro, consiguiendo Siodmak un conjunto que no desmerece en nada el relato original de Hemingway, resultando ser una continuación perfecta al mismo, manteniendo idéntico tono realista, áspero y conciso, retrato ominoso de un destino inapelable que comportará la muerte del "sueco" a manos de los asesinos.

Imprescindible película para cualquier cinéfilo y de obligada visión a los amantes del "cine negro".



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