Achicoria
Mi abuela Dolors, que falleció hace ya muchos años, a la avanzada edad de 81 años, longeva en comparación con su generación, pues nació en 1890, me dejó en herencia genética una querencia especial por el buen café y recuerdo como siempre me decía que, una de las cosas que hechó de menos durante la guerra civil que asoló España en el siglo pasado, así como en su inmediata posguerra, era el buen café que, en dos tomas diarias, solía degustar: tuvo que reemplazarlo por un sucedáneo, ahora apenas conocido, la achicoria.
El director Michael Radford, que, en opinión de este comentarista malogró la adaptación cinematográfica de una obra de teatro inmensa como es El Mercader de Venecia, demostrando carecer de la inspiración necesaria para adaptar ni siquiera fielmente (es decir, no al estilo "kennethiano") un buen drama shakesperiano, así como no disponer de la autoridad y dotes necesarias para dirigir a un Shylock histriónico y patético representado por Al Pacino en plan divo, no contento, digo, con semejante afrenta, se fue a tomar una taza que a buen seguro no era de café, sino de achicoria, con el fatuo Edward Anderson, que había escrito un texto, titulado Flawless (que según mi diccionario quiere decir "perfecto"), poseedor de unas ínfulas desproporcionadas ya desde su mismo título, con la intención de configurar una película del género "robo perfecto", producida el año pasado de 2007 y que se estrenó en nuestras pantallas con el título Un Plan Brillante (Flawless, 2007), cuyo trailer, en castellano, se puede ver aquí por suerte, sin perjuicio al desarrollo de la trama, que, por caridad, diré que contiene algo de "suspense"
Ya de entrada tenemos la advertencia sonora que la cosa va a ir a menos, pues, con el arranque de la celebérrima composición Take Five, que popularizó a primeros de los 60 del siglo pasado el músico de jazz Dave Brubeck, se nos hurta, inexplicablemente, parte de la música, quedándonos a medias; y a medias nos quedaremos, finalizada que sea la película, con la sensación de haber entrevisto una película de género sin mayor pretensión que entretener, pero que adolece de fallos garrafales de guión que, encendidas las luces, brillan más que los diamantes objeto de la codicia de los dos protagonistas de la cinta, un auxiliar de limpieza representado por Michael Caine y una ejecutiva de alto rango que tiene las facciones de Demi Moore.
El posible interés de disfrutar un duelo interpretativo, pues, también se nos ha hurtado, ya que el gran Michael Caine, sin apenas despeinarse y sin el más mínimo esfuerzo, saturnal y pantagruélicamente se merienda a la sobrevalorada Demi Moore en cada una de las muchas escenas donde ambos aparecen.
Es que no hay color: es como si viéramos un "Uno contra Uno" entre Earvin "Magic" Johnson y Tyrone "Muggsy" Bogues
El guión alberga en su seno una serie de cuestiones totalmente ilógicas, que desmerecen lo que hubiera podido ser un entretenimiento básico, y que se comportan como un tifón en la estructura de la trama, que, tratándose de un género ya conocido, debe sujetarse a reglas no por archisabidas menos imprescindibles; los diálogos, como no podía ser menos, carecen de gancho e interés; los personajes son insulsos y no despiertan simpatía ni afectividad alguna en el espectador.
No entraré en detalles por no desvelar cuestiones que malogren el posible interés de algún lector en ver esta película, a pesar de mi recomendación de esperar a su pase televisivo por la ventaja inherente al uso del mando a distancia que ello comporta.
En definitiva: en vez de una buena taza de café, un vasito de achicoria es lo que nos han ofrecido Michael Radford y Edward Anderson.
El director Michael Radford, que, en opinión de este comentarista malogró la adaptación cinematográfica de una obra de teatro inmensa como es El Mercader de Venecia, demostrando carecer de la inspiración necesaria para adaptar ni siquiera fielmente (es decir, no al estilo "kennethiano") un buen drama shakesperiano, así como no disponer de la autoridad y dotes necesarias para dirigir a un Shylock histriónico y patético representado por Al Pacino en plan divo, no contento, digo, con semejante afrenta, se fue a tomar una taza que a buen seguro no era de café, sino de achicoria, con el fatuo Edward Anderson, que había escrito un texto, titulado Flawless (que según mi diccionario quiere decir "perfecto"), poseedor de unas ínfulas desproporcionadas ya desde su mismo título, con la intención de configurar una película del género "robo perfecto", producida el año pasado de 2007 y que se estrenó en nuestras pantallas con el título Un Plan Brillante (Flawless, 2007), cuyo trailer, en castellano, se puede ver aquí por suerte, sin perjuicio al desarrollo de la trama, que, por caridad, diré que contiene algo de "suspense"
Ya de entrada tenemos la advertencia sonora que la cosa va a ir a menos, pues, con el arranque de la celebérrima composición Take Five, que popularizó a primeros de los 60 del siglo pasado el músico de jazz Dave Brubeck, se nos hurta, inexplicablemente, parte de la música, quedándonos a medias; y a medias nos quedaremos, finalizada que sea la película, con la sensación de haber entrevisto una película de género sin mayor pretensión que entretener, pero que adolece de fallos garrafales de guión que, encendidas las luces, brillan más que los diamantes objeto de la codicia de los dos protagonistas de la cinta, un auxiliar de limpieza representado por Michael Caine y una ejecutiva de alto rango que tiene las facciones de Demi Moore.
El posible interés de disfrutar un duelo interpretativo, pues, también se nos ha hurtado, ya que el gran Michael Caine, sin apenas despeinarse y sin el más mínimo esfuerzo, saturnal y pantagruélicamente se merienda a la sobrevalorada Demi Moore en cada una de las muchas escenas donde ambos aparecen.
Es que no hay color: es como si viéramos un "Uno contra Uno" entre Earvin "Magic" Johnson y Tyrone "Muggsy" Bogues
El guión alberga en su seno una serie de cuestiones totalmente ilógicas, que desmerecen lo que hubiera podido ser un entretenimiento básico, y que se comportan como un tifón en la estructura de la trama, que, tratándose de un género ya conocido, debe sujetarse a reglas no por archisabidas menos imprescindibles; los diálogos, como no podía ser menos, carecen de gancho e interés; los personajes son insulsos y no despiertan simpatía ni afectividad alguna en el espectador.
No entraré en detalles por no desvelar cuestiones que malogren el posible interés de algún lector en ver esta película, a pesar de mi recomendación de esperar a su pase televisivo por la ventaja inherente al uso del mando a distancia que ello comporta.
En definitiva: en vez de una buena taza de café, un vasito de achicoria es lo que nos han ofrecido Michael Radford y Edward Anderson.
Hola Josep,
ResponEliminaTens un bloc molt interessant, em caldrà temps per anar passejant-me per ell, és molt elaborat.
Salutacions cordials,
Eva
Benvinguda, Eva: com si fossis a casa teva.
ResponEliminaGràcies pel comentari.
Passeja per on vulguis i no oblidis deixar qualsevol comentari u opinió on et sembli, per antiga que sigui l'entrada; sera ben rebuda, com tu.
Salutacions.
No he visto la película, ni tengo intención de hacerlo (y mucho menos después de leer tu latigazo), pero que sepas que me ha encantado la referencia NBA, que me ha despertado la nostalgia de las noches en vela delante del televisor y de Ramón Trecet, en la época más dorada del baloncesto norteamericano. Y, además, con video yutubiano de mi jugador favorito: eso es magia y no Harry Potas. Un saludo.
ResponEliminaQue sepas, Marcbranches, que ya hace tiempo quería meter algo de la NBA, más que nada para ver si picabas...
ResponEliminaUn día, por chiripa, me encontré un comentario tuyo en no recuerdo qué página deportiva con referencia a la NBA.
Ya casi no me acordaba, pero al surgirme la idea de la analogía en la confrontación desigual, y en esta semana tan NBA con el ansiado traspaso de Pau Gasol, pues... que todo vino rodado...
Así que considéralo como un brindis.. :-)
Por cierto: yo también seguía con fruición las "mágicas aventuras" de la mano de Trecet...
Saludos.
¿Un brindis? Pues nada: chin-chin, y un sorbito nada más, que luego tengo que conducir. Dónde leerías tú un comentario mío sobre la NBA... si es que internet es un pañuelo. El traspaso de gasol ha coincidido con una semana trabajando de noches, así que he recordado viejos tiempos interesándome, de nuevo, por los Lakers, aguantando estoicamente los larguísimos tiempos muertos-publicidad y ¡oh sorpresa! hasta he visto buen baloncesto, que cada vez cuesta más allende el atlántico. Que sepas que yo incluso asistí una vez en directo a uno de los programas de Trecet, uno que hacía los viernes por la tarde y en el que combinaba NBA con música en directo (aquella tarde eran Loquillo y los Trogloditas). El tipo está como una regadera, pero valió la pena. Momento Cebolleta off.
ResponEliminaTrecet fue un pionero en este pais y creo que ayudó bastante a difundir la afición por el baloncesto NBA.
ResponEliminaY los Lakers parece que están revolucionados con Pau, de momento. El juego no es tan vistoso como hace años, quizás por la falta de confluencia de jugadores irrepetibles.
Veremos cómo acaba la temporada....