Pigmalion (2)
George Bernard Shaw es hasta la fecha el único escritor que ha recibido un premio Nobel de literatura y también un premio Oscar al mejor guión.
Lo obtuvo por su espléndido trabajo adaptando su comedia Pygmalion al cine; Shaw no tan sólo retocó algunos diálogos, sino que, además, incorporó la escena del baile, con la presencia del taimado chantajista lingüistico Karpathy, cuya escena, en la pieza original, es referida elípticamente.
Shaw se había resistido a los cantos de sirena de la Metro Goldwyn Mayer para adaptar su pieza, pero sucumbió al requerimiento del productor Gabriel Pascal, con quien se entendía mucho mejor, quedando satisfecho del resultado, no en vano le cedió los derechos de tres piezas más.
La dirección se encargó a Anthony Asquith, director británico que incomprensiblemente para este comentarista, aceptó la codirección del actor Leslie Howard, que había tenido gran éxito en distintas películas de mediados los años treinta del siglo pasado.
Así pues, la primera adaptación de la obra de Shaw sería fruto de dos cabezas pensantes; la película se titularía en España como la comedia, Pigmalión (Pygmalion, 1938)
Shaw había propuesto al productor Pascal que el Profesor Higgins lo representara Charles Laughton y que Eliza Doolitle estuviera a cargo de una actriz de teatro sin experiencia en el cine, una tal Wendy Hiller
Este comentarista se tira de los pelos cada vez que se acuerda de la propuesta del autor y maldice la debilidad de Pascal frente al riesgo y optando por un valor comercialmente seguro.
Porque a pesar de que la película es muy interesante, gracias al magnífico guión, adaptación perfecta como no podía ser de otra forma, conocidos los trabajos de Asquith como director, sólo cabe achacar los defectos cinematográficos de la película -que los tiene, sin duda- a la intromisión de Leslie Howard.
La representación del Profesor Higgins por parte de Howard es muy correcta, aunque, leída la obra, resulta demasiado frío, poco temperamental, para un hombre que sabemos está apasionadísimo por la virtud de la lengua y su vocalización; su compañero el Coronel Pickering (Scott Sunderland) carece de la elegancia y señorío que le distinguen de su amigo, y sólo la caracterización de la jovencísima Wendy Hiller como Eliza Doolitle consigue introducirnos en la temática expuesta por Shaw.
El resto de los actores cumple con su misión, especialmente Wilfrid Lawson, magnífico secundario, que aprovecha cada una de sus apariciones como Alfred Doolitle, padre de Eliza, en una actuación que inspirará, en lo sucesivo, a quienes con posterioridad tomarán el mismo encargo.
La película, con una ajustada duración de hora y media, coincidente en la práctica con el texto original más algún añadido, no se resiente en absoluto de su origen teatral, moviéndose la cámara con la solvencia habitual en Asquith, resultando un pequeño lastre alguna imagen que pretende impresionar al exhibir una tecnología como novedosa -y hoy verdadera anticualla- restando interés momentáneo a la acción, produciendo un bache. Este comentarista supone que las ideas poco afortunadas cinematográficamente pertenecen a Leslie Howard, del mismo modo que, a buen seguro, la dirección de actores también fue asumida por el entonces divo de la gran pantalla.
Siento no poder ser objetivo; mejor dicho: no lo siento en absoluto: nunca me ha gustado demasiado Leslie Howard, para mí, sobrevalorado.
La frialdad de Howard como Higgins contrasta con la calidez de la emergente Wendy como Eliza, dueña y señora de la función, fagocitadora de quienes a ella se enfrentan en la pantalla, causando un leve pero firme desequilibrio, que en la siguiente versión veremos corregido.
En su época esta primera traslación al cine del mito de Pigmalión fue un rotundo éxito, y ahora, puedo asegurar que su visión es obligada para cualquier cinéfilo consecuente con su afición, para poder contrastar con fundamento, pero, probablemente, su visión ha quedado descafeinada para el público en general.
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Intermedio musical
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Prime también.
ResponEliminaAquí colocaste ese homenaje.
Bastante de acuerdo con lo que expones.
A mí esta versión me gustó. La historia es tan buena. Y bueno, no es que no me guste Leslie, aunque no he visto muchas de su filmografía.. Igual lo asocias a la figura del "ideal" de Escarlata, un "calienta..." bueno, lo dejo, que me salgo de tópico (ja,ja).
A mí lo que me pasaba con su actuación es que no hacía más que pensar en Rex. Wendy Hiller en cambio está muy bien. Y la película es entretenida y se deja ver.
Un saludo.
Ya me acuerdo lo que pasó, David: preparé la entrada de la pieza teatral, luego la de la versión de Cukor, y, como no hallé la de Asquith-Howard, inserté los números musicales: luego, cuando pude ver la película, escribí el comentario.
ResponEliminaY de hecho, si te fijas, los tres artículos son de la misma fecha: la disposicion del bloc era distinta y aparecieron en la misma página.
Esta versión hubiera sido mejor sin Howard metiendo la nariz en temas de dirección: nunca me ha gustado, con lo que, para mí, es un serio hándicap.
Saludos.