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divendres, 14 d’agost del 2009

Conduciendo a una Dama





Podríamos empezar recordando dos frases hechas, proverbiales, con claro significado:

1.- La excepción confirma la regla

2.- La venganza es un plato que se come frío.

Ambas se pueden aplicar con matices a la realidad constatada que la fabulosa actriz británica Jessica Tandy tuvo la paciencia de aguardar hasta poco más allá de su ochenta aniversario para conseguir el unánime reconocimiento de la industria hollywoodiense en forma de premio Oscar por su labor como actriz, después que, a pesar de haber conseguido el premio Tony a la mejor actriz teatral por su representación de Blanche DuBois en A Streetcar Named Desire, en Broadway, fuera la también excelente Vivien Leigh quien se ocupara de interpretar el personaje en la pantalla después de haberlo representado con éxito similar en el West End londinense, todo hay que decirlo.

Aquello ocurrió a mediados del siglo pasado y la Tandy siguió dominando buena parte de las tablas escénicas neoyorquinas, amén de alguna que otra incursión en el cine, pero, llegado que fue el año 1989, se tomó cumplida venganza, siendo la damnificada Dana Ivey, que había triunfado en el off-Broadway con una comedia melodramática escrita por Alfred Uhry , primera parte de una trilogía que el autor dedicó a la sociedad de Atlanta, obteniendo po
r su labor el premio Pulitzer.

Esa primera parte es una obra teatral que constituye, sin lugar a dudas, un regalo para cualquier actriz de solera, ya que su protagonista femenina es el eje de la narración.

La pieza, representada en el teatro John Houseman durante más de tres años tuvo como protagonistas iniciales a la citada Dana Ivey y a Morgan Freeman

Todavía con la obra en teatros, Hollywood decidió trasladarla al cine y así, en 1989, se presentó en la gran pantalla:




Richard D. Zanuck adquirió los derechos cinematográficos y, con muy buen tino, decidió que nadie mejor que el propio autor, Alfred Uhry, para trasladar la pieza teatral a guión literario cinematográfico. La apuesta de Zanuck tuvo su recompensa, pues Uhry recibió el Oscar por su trabajo, y él consiguió el Oscar a la mejor película de la temporada.

La película se tituló como la comedia, Driving Miss Daisy y se presentó en 1989, estrenada en España con el título de Paseando a Miss Daisy, dejando de lado la ambivalente acepción del "driving" original, resultando más apropiado usar términos como "conduciendo" e incluso "manejando".

Porque la trama nos presenta la relación sostenida a lo largo de un cuarto de siglo entre una pareja que pertenece a mundos bien distintos: una dama judía aposentada en Atlanta, Georgia, Miss Daisy Werthan (Jessica Tandy ), viuda, que deberá recibir ayuda de un chófer negro, Hoke Colburn (Morgan Freeman ), impuesto por su hijo Boolie Werthan (Dan Aykroid ), que considera, con buen juicio, que a sus 72 años su madre ya no está para conducir automóviles.

Miss Daisy se niega en redondo a aceptar la presencia de Hoke, a la sazón un veterano chófer de 60 años, que, a sueldo de Boolie, acabará por vencer la oposición de la Dama, iniciando una relación profesional que poco a poco se irá convirtiendo, con el roce, en una amistad.

Zanuck estuvo realmente inspirado como productor principal cuando escogió a Hans Zimmer para componer la banda sonora; Zimmer creó y ejecutó por entero la música mediante el sampler, en un ejercicio de toma de responsabilidad absoluta, sirviendo perfectamente de apoyo a la obra, cuya dirección recayó en Bruce Beresford que realiza, en mi opinión, su mejor trabajo hasta la fecha, consiguiendo la rara condición de que su película fuera nominada y obtuviera el Oscar a la mejor del año, sin que su trabajo fuera reconocido siquiera con una nominación, injustamente, creo, seguramente por la limitación a cinco.

Porque Beresford mueve la cámara con una elegancia inusitada consiguiendo que únicamente los buenos diálogos y las fantásticas interpretaciones del elenco nos hagan pensar a nosotros, espectadores europeos desconocedores de la existencia de la pieza teatral, que la trama viene de las tablas escénicas. Esa fue la impresión que todavía recuerdo viva, después de verla en estreno en el cine. Pensé: "esta sería una buena pieza para verla en el teatro". Beresford, con su elección de exteriores y gracias al magnífico montaje de Mark Warner, escapa con facilidad de la sensación de teatralidad de la obra original, dándole mucho "aire" a toda la trama.

Beresford saca enorme partido de la adecuadísima escenografía de Victor Kempster y su caligrafía cinematográfica se refuerza con el excelente trabajo del camarógrafo Peter James que ilumina los interiores de forma perfecta y recrea una paleta de colores apastelados que casan con las diferentes épocas en las que la acción transcurrirá, con la concurrencia oportuna del vestuario diseñado para la ocasión por Elizabeth McBride que complementa la sensación del paso del tiempo.

No deja de sorprender que esta película obtuviera el máximo galardón de los Oscar al inicio de la última década del siglo pasado, porque su estructura cinematográfica es pausada, más semejante al rumor de las aguas de un río vital que al trueno de épicas acciones, alejada con su delicadeza de los montajes sincopados pretendiendo una acción agotadora; es un remanso de paz, en el que se desarrolla una trama pacífica en apariencia pero que alberga un sutil retrato de la sociedad estadounidense de buena parte del siglo pasado: ambos protagonistas son iconos de clases muy diferenciadas, ambas alejadas del ideal del denominado WASP , ya que la dama es judía y el chófer negro.

La inicial oposición de Miss Daisy a la presencia de Hoke se debe entender no como un rechazo frontal a la presencia de un negro en su hogar, ya que convive durante el día con su asistenta Idella (Esther Rolle), también negra; se debe al convencimiento de Miss Daisy de ser, todavía, capaz de conducir su propio coche, a sus 72 años, negándose a admitir la merma física que conlleva el paso de los años, merma que comporta una leve pérdida de independencia. Lo entendemos en los primeros minutos, cuando, manifestándole su hijo Boolie que volverá a verla cualquier tarde, le espeta: "Puede que no esté; no dependo de ti para tener compañía".

Pero Hoke demuestra saber insistir con amabilidad persistente, conduciendo el magnífico Hudson mientras Miss Daisy anda, tozuda, hacia el supermercado, hasta que, ante lo ridículo de la situación, ésta entra en el coche, un punto enfurruñada.

A lo largo de esos veinticinco años se desgranan en diferentes episodios las distintas personalidades de ambos protagonistas conformando un retrato prototípico de dos clases sociales distintas: ella se manifiesta como una dama sureña atípica, orgullosa de sus inicios duros, renuente a presumir de su fortuna económica, protestando cuando Hoke la llama "rica" pero orgullosa de haber alcanzado su situación gracias al propio esfuerzo; se proclama asimismo orgullosa de su condición de judía y se burla de las veleidades de su nuera Florine (Patti LuPone) con los gentiles; protesta también en favor de la igualdad con los negros, pero, en una escena clave, cuando acude a una cena en la que escuchará una disertación del Reverendo Martin Luther King (a la que su hijo Boolie rechaza acompañarla por temor a que dirán sus clientes) acaba por invitar, a pie de escalera, a Hoke, quien se negará a ser último recurso de soledad, invitado casi que forzoso, rezongando que, contra lo que dice su viajera, los tiempos no han cambiado tanto.

Frente al carácter fuerte de Miss Daisy, Hoke opone una sensibilidad paciente y podría decirse que la forma de entender de ella va cambiando gracias a su relación con él. De ahí la ambivalencia del título original, despreciado en su traducción al castellano: Hoke va conduciendo a Miss Daisy no tan sólo físicamente en los diferentes automóviles que conducirá a lo largo de 25 años, si no que, más allá, conseguirá que ella vaya entendiendo la igualdad como una forma más justa de comprender la vida. Ejemplo de ello son dos escenas: cuando ambos salen del estado de Georgia y son interrogados por una pareja de policías de Alabama y cuando descubren que el templo judío al que asiste Miss Daisy ha sido objeto de un atentado, señalándose en su conversación de forma implícita al mutuo enemigo de negros y judíos como autor: el klan.

La relación entre ambos se va estrechando con el paso del tiempo pese a sus varias diferencias, llegando a apreciarse mutuamente hasta el extremo que Miss Daisy, que nunca hace regalos de navidad, le entrega a Hoke un libro para aprender a escribir (con él aprendió el Alcalde, le asegura), insistiendo mucho en que no es un regalo de navidad, porque los judíos no hacen regalos de navidad.

El paso del tiempo desde el inicio hasta el final, esos 25 años de la vida de ambos protagonistas, lo refleja Beresford con una serie de elipsis cinematográficas muy bien insertadas en la narración, apoyadas especialmente en la estupenda labor del departamento de maquillaje de Manlio Rocchetti, Lynn Barber y Kevin Haney que consiguieron un merecidísimo Oscar por su trabajo, ya que vemos envejecer a los personajes poco a poco, sin estridencias, levemente, de una forma muy natural; un trabajo maravilloso, notable, apenas perceptible, muy discreto y más eficaz de lo esperable.

Por lo que hace a la labor de los intérpretes, este comentarista ha llegado a la conclusión que Beresford no es un buen director de actores :

Seguramente, la propia entidad de Jessica Tandy como buenísima actriz, capaz de interpretar sin decir nada, como ya hemos visto aquí, añadida a su buen ojo al decidir interpretar a Miss Daisy, verdadero bombón para una buena actriz, le permitió conseguir el Oscar a sus 80 años, lo que demuestra que la edad de la jubilación es tan sólo una entelequia para algunos; permanece hoy como la actriz de más edad en conseguir el galardón y resulta un bastión casi que inexpugnable en contra de la inveterada costumbre de la industria hollywoodiense de rechazar a las actrices cuarentonas.

Su trabajo es una delicia que hay que disfrutar como es debido en versión original; su capacidad para mostrar sentimientos con una sola mirada o un gesto de hombros es de escuela para aprendices a estrella; su dicción es asombrosa y el lenguaje corporal, con unas facultades inimaginables en una señora de 80 años, realmente sorprendente.

El trabajo de Morgan Freeman es asimismo excelente; se nota que el personaje lo había rodado en las tablas escénicas neoyorquinas y sabe, a ojos de este comentarista, huérfano de conocimientos exactos, producir una dicción que seguramente se aproximará a la de los negros de Georgia de mediados del siglo pasado. Cuando vi la película hace veinte años, fue un descubrimiento para mí y me temo que también para muchos otros, ya que con posterioridad Freeman ha venido alcanzando lugares de prestigio con muy buenos trabajos. Pero precisamente, al revisar la película, me he dado cuenta de un pequeño defecto en la actuación de Morgan Freeman: frunce los labios de forma casi constante, en muchas escenas, recurriendo a lo que en el argot se llama "una muleta" para reforzar la interpretación del personaje, siendo así que no viene a cuento. Por ello, entiendo que Beresford, que tuvo que ser consciente de ese pequeño fallo, yerra en la dirección de actores; quizás, corregido que hubiera sido, la nominación de Freeman al Oscar hubiera devenido en premio. No sé.

El que sorprende también de forma muy agradable es Dan Aykroyd en su interpretación de Boolie Werthan, ofreciendo un trabajo interpretativo muy encomiable, ajustado, alejado del histrionismo fácil, muy comedido, probablemente la mejor representación que jamás haya realizado. Seguro que la Tandy tuvo algo que ver en ello.

En definitiva, una película con una apariencia amable que contiene un trozo de la vida de buena parte de la sociedad estadounidense, poco extrapolable a otros lugares, y una oportunidad de disfrutar de unas muy buenas actuaciones de unos intérpretes que saben dar cuerpo a personas nada extraordinarias que viven una amistad perdurable, finalizando armónicamente en una escena sin apenas palabras que simboliza ese sentimiento de amistad a través del tiempo, mientras el primer vehículo que les sirvió de cobijo, ese Hudson, se dirige al horizonte infinito:






Ahora que han visto los títulos de crédito iniciales y los finales, ¿a qué esperan para ver todo lo que hay en medio? Cómprense el dvd: vale la pena.




12 comentaris :

  1. Una de estas pelis a las que, pese a sus mil y un pases televisivos (o sea, ocasiones no me han faltado, desde luego), y a lo mucho que me llama la atención, no les he echado ojo aún (como bien sabes -y el compa Marcbranches, también-, no es la única...). Después de leer tu extraordinaria reseña (algo a lo que ya nos vas mal acostumbrando hasta en plena mitad de agosto...), no me dejas muchas alternativas, no...

    Un fuerte abrazo y buen verano.

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  2. Absolutamente fantástico Josep, claro,conciso, preciso, con los datos apropiados.....en fin, no por mucho repetirlo voy a ser rácano con el elogio.
    Y es que la película se lo merece. Hay sentimiento dentro de ella y sobretodo inteligencia.
    ¿Puntilloso sobre la labor directiva?...pues un pelín, pero eso va en tu naturaleza perfeccionista y lo paso por alto.
    Un dato que no recordaba era la presencia de Patti LuPone en la peli. Una actriz soberbia y mejor cantante.
    Hay que matizar que la obra se representó en el Off-Broadway y fué la primera de este peculiar circuito teatral que se llevo al cine.
    En Londres fue todo un éxito teatral y el papel principal corrió a cargo de la estupenda Wendy Hiller.
    Desde luego nadie que se le haya escapado verla tiene ahora excusa alguna.
    Vamos a tener que hacer todos los amigos una recolecta para pasarle a Don Manolo Márquez las pelis que se ha perdido....es una broma, Manolín.

    Josep, mi niño, hágame el favor de aparcar toda actividad en estos días y váyase de vacaciones, como todo el mundo. ¡Mucho mejor!...toma prestada una de esas avionetas que pilotas y plántate aquí en Playa del Inglés, donde hay sitio para aterrizar. Ya nos encargaremos de tratarte bien.
    Venga, un abrazote.

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  3. Diría, Manuel, que te gustaría esa película, amable en su apariencia y con un claro mensaje en su interior, amén de una gozada para los amantes de las grandes interpretaciones.

    Eso sí: mejor en v.o.s.e., por descontado.

    Además, su duración, apenas hora y media, la hace muy fácil de ver, no sobrando nada en ella.

    Y gracias por el elogio, reconfortante.

    Un abrazo.

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  4. Muchas gracias, Antonio, por tus lisonjas.

    Sí que la película merece un comentario extenso, sí; como bien dices, aúna sensibilidad e inteligencia.

    En España la llevó hace unos años al teatro Amparo Rivelles y me avergüenza decir que dejé se me escapara, porque recaló en Barcelona un tiempo. Nadie es perfecto, ya se sabe... :-)

    Lo de la avioneta ya me gustaría, ya...

    un abrazo.

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  5. Poco se puede añadir después de lo que tu mismo has dicho. Quizás que es una de esas películas que se pueden ver siempre, sea cual sea tu estado de ánimo, por esa amabilidad con fondo que desprende y que te hace esbozar de cuando en cuando una ligera sonrisa que reconforta y que además te hace congraciar con el cine si es que alguna vez desesperas de lo que se hace.

    Una abraçada

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  6. Es verdad, Alma; es una de esas películas que, por lo bien escrito que está el guión y por lo bien que lo representan, siempre cae bien y le da a uno esperanzas de ver algo semejante la semana próxima.

    Una abraçada.

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  7. Cuando la ví, a medida que iba transcurriendo, sentí que en lo que nos estaba contando subyacía algo, o mucho, sin contar, de aquello que todos de sobras sabemos o damos por sabido, aunque pocas veces recordemos pues anidada en el caso que nos muestra en concreto se encuentra una metáfora humana en lo universal.

    De ahí, para mí, su encanto y conquista del estado de ánimo del pasivo espectador-voyeur.

    Deliciosa película que contiene en sí misma no pocas evidentes razones de conciliación que siempre caen por su propio peso.

    Gracias por tu estupenda entrada y un beso, Josep.

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  8. En el fondo, Susy, vemos el curso de una amistad que nace y se forja con el paso del tiempo y eso siempre emociona y permanece en el recuerdo.

    Gracias a tí por leerla y comentarla.

    Besos.

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  9. Tras una disección como la que nos regalas, uno poco más puede decir con respecto a la película, sino es decir si le gustó o no. Y a mí esta película me encántó. Tiene ese toque tan etéreo que percibo en algunas de las películas en las que el Sur está de por medio. En Tomates verdes fritos, estoy pensando ahora. O incluso en Cookies Fortune.
    Celebro que le hayas dedicado tu espacio a una película como ésta.

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  10. Está claro, Raúl, colega, que tenemos muy buen gusto ambos.... :-)

    Porque esas dos que mencionas también me encantan y tarde o temprano voy a detenerme en ellas.

    Tienen todas ellas un sentido vital embriagador.

    Saludos.

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  11. Esta pelicula es buenisima,la he visto muchisimas veces y coincido con los que la recomiendan en V.O, yo he visto ambas y la V.O no tiene nada que ver, es muchisimo mejor, en la traduccion al castellano se pierden bastante matices, que es la esencia de esta pelicula. Ahora que he visto el post la voy a buscar y la voy a volver a ver, que me han entrado ganas jeje.

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  12. Si he conseguido que, habiéndola visto, tengas ganas de volver a verla después de leer el artículo, me doy por bien pagado. Claro que la película merece ser revisada, por supuesto, para disfrutar nuevamente de ella.

    Saludos.

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