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dimarts, 31 de maig del 2022

Un ejemplo perfecto a priori fácil de repetir





Hace poco más de una década (24 de enero de 2012) mi amigo Alfredo escribía esta magnífica reseña sobre la quinta película como director de Ronald Neame, The Man Who Never Was (El hombre que nunca existió, 1956) y como prometí me la apunté para verla así que tuviese oportunidad, declarándome admirador confeso de las películas de espionaje que se centran más en la inteligencia que en los mamporros y más conociendo algún trabajo de Ronald Neame, del que nos ocupamos por aquí anteriormente comentando su película Odessa, basada en una novela que parte de la segunda contienda mundial, precisamente el momento temporal en el que se desarrolla la novela escrita por Ewen Montagu y publicada en 1954 con el título The Man Who Never Was, en la que Montagu relata de forma casi autobiográfica lo que sucedió en la denominada Operation Mincemeat (que sería Operación carne picada) en la que tomó parte como promotor principal y responsable de la misma ante el estado mayor de la armada británica. Una operación destinada a convencer a Hitler que los aliados iban a desembarcar en Grecia tras la conquista del norte de África.

Montagu escribió su novela con el permiso del estamento militar británico al que perteneció desde que se alistó para participar en la contienda siendo destinado a operaciones de inteligencia militar: de espionaje y otros engaños, vaya, y siguió en la Armada desarrollando una carrera como Letrado e incluso Juez.

La novela tuvo un éxito fulminante (la he buscado en vano) y como consecuencia dos años más tarde, en 1956, se estrenaba la versión cinematográfica basada en un guión de Nigel Balchin que cabe suponer muy ajustado a la novela porque de lo contrario la colaboración de Ewen Montagu (que seguía siendo militar en alto cargo de la Armada) con el rodaje no hubiese existido (incluso aparece en un cameo en una junta militar) y seguramente tampoco la poderosa Armada hubiese consentido nada fuera de lugar.

La película de Ronald Neame ha ganado muchos enteros con el paso del tiempo acercándose a lo que desde la visión de un cinéfilo veterano es una pieza magistral porque nos muestra con sencillez que es posible contar muchas cosas sin atropellarse, sin perder ritmo y manteniendo la tensión cinematográfica, máxime porque resulta ser un largo flashback pues en el primer minuto de la película ya se ofrece una interesante información relativa al desarrollo de lo que luego veremos producirse y la virtud de Neame es tal que a los cinco minutos ya uno ni se acuerda ni tiene tiempo en recordar lo que vió de inicio.



La película se estrenó en Barcelona en enero de 1959 y pueden ver en el anuncio que se publicó en La Vanguardia que se presentaba como muy interesante. El anuncio es en blanco y negro porque entonces así era el periódico y si se consulta la página enlazada, puede que lean algo interesante.

Si a la construcción de un artificio genial se le dedica la minuciosidad empleada por Neame siguiendo un guión por demás lógico y lleno de rigor y se nos muestran los pasos a seguir sin perder tiempo en adornos fútiles, tenemos una cinta de acción porque ocurren cosas, porque se hacen cosas, porque unas suceden a otras y todas encaminadas a culminar un engaño monumental con un riesgo admitido, una apuesta al viento que tiene en un contrapunto romántico una vertiente llena de peligros.

Ronald Neame sortea con una elegancia magnífica, propia de un cineasta de fuste, la incisión en una trama de espionaje de una relación romántica que nada tiene a ver con el objeto principal de la trama: una situación muy apropiada en una época de amores inciertos a causa de la guerra: una pareja que se conoce y se ama pero se resiste a proclamarlo abiertamente con fuerza por el temor que les infunde la inseguridad aparejada al desempeño del pilotaje de un avión de combate. Una relación amorosa narrada muy bien por Ronald Neame con el concurso extraordinario de una Gloria Grahame que en dos escenas memorables (obligado disfrutar su actuación en v.o.s.e.) se convierte en el centro de una operación militar que ni por asomo sospecha.

El guión resulta modélico porque siguiendo el curso de la operación y de la historia romántica entremezclada, no deja de relatarnos detalladamente muchos de los sucesos y en todos ellos se detiene de forma particular para adornar y así dar verosimilitud a cada participante en la trama:la extensa fama de gozar a mediados del siglo pasado los británicos de un elenco de secundarios muy recios es palpable en cada episodio de los que se van sucediendo, desde las reuniones con los mandos superiores (con alguna elipsis cinematográfica en la que se huele la mano experta de Neame) hasta los funcionarios de toda clase con los que Montagu (muy bien interpretado por Clifton Web) debe lidiar para conseguir redondear su descabellado plan, no otro que situar en las playas de Huelva un cadáver de un militar británico: el Mayor Martin, por ejemplo.

Y que nadie note que es un engaño. Porque los alemanes pican, pero no son tan tontos y aprovechándose de la sabida animadversión de los irlandeses (Lo vimos en The Eagle has Landed en este comentario) envían a un espía muy hábil y decidido a averiguar que hay de cierto en la persona del Mayor Martin y así podemos ver a Stephen Boyd muy jovencito lucirse en un breve pero intenso personaje que no tiene desperdicio, tratado por la cámara de Ronald Neame con una precisión asombrosa, lo que demuestra, una vez más, que no hay papeles pequeños sino intérpretes que no saben aprovecharlos y directores vagos que olvidan que, en las grandes películas, el secreto está en los detalles.

Y esta magnífica película de Ronald Neame está repleta de detalles se mire por donde se mire y uno se da cuenta que ha pasado una hora y tres cuartos y no te has podido recrear en nada porque te han llevado en volandas de una cosa a otra y te dices que tendrás que verla de nuevo porque ahí hay escenas breves en las que la maestría de Neame brilla tanto en la planificación excelente como en la dirección de intérpretes, colocando la cámara en el mejor lugar de un encuadre panorámico.

¿Exagero? Para muestra, un botón:



(Como dice mi amigo Alfredo, me gusta que los planos salgan bien)

En definitiva, una película absolutamente imperdible, para verla en versión original y darle un visionado más de propina, porque seguro habrá sabido a poco. Que la disfruten.

p.d.:



Hace unos días se ha estrenado vía internet un abominable refrito por partida doble: había pensado escribir una reseña detallada pero me da mucha pereza dedicar minutos de mi tiempo a detallar las mil y una pifias observadas entre bostezos al ver Operation Mincemeat (El arma del engaño, 2021) dirigida por John Madden basada en un guión de Michelle Ashford sobre una novela cuyo responsable es Ben Macintyre, quien ha tenido la poca vergüenza de plagiar la novela de Ewen Montagu y añadirle, supongo, cuatro sandeces de su propia cosecha.

El caradura de Macintyre nos explica la operación creada de la nada por Montagu y luego explicada con detalle en su novela y tiene la desfachatez, Macintyre, de incluso grabar un vídeo en youtube para explicar no sé qué, supongo que para disimular lo que a todas luces es un mal plagio.

La película exhibida por Netflix (que no para de ofrecernos cosas deleznables) está protagonizada por Colin Firth que aparece acompañado por intérpretes de la televisión británica a los que la trama, mal escrita y peor rodada, les cae como un tiro en el pié.

Se repite la circunstancia de un asunto romántico pero tan mala diseñado, escrito, rodado e interpretado que dan ganas de decir ¡corten!¡váyanse a casa! y tratar de seguir con la trama de inteligencia militar.

Todo lo malo de este refrito lamentable se puede resumir en que dura más de dos horas y te aburres desde el minuto quince porque ya te hueles que la cosa va a ser falta de ritmo y escasa de interés.

La traducción del título, de Operation Mincemeat (recuerden: operación carne picada) a El arma del engaño, ya es una advertencia: esta cosa, me niego a llamarla película, es un timo: te roban dos horas de tu tiempo a cambio de bostezos. Así que mejor, el sábado después de la comida.

Buena siesta.



12 comentaris :

  1. Ben Macintyre no es un caradura ni un plagiador. Es un historiador que ha dedicado buena parte de su carrera su carrera al tema del espionaje. Operation Mincemeat no es una novela, sino una investigación sobre la operación en cuestión, que lógicamente cuenta más o menos lo mismo que aparecía en la película de Ronald Neame, porque es lo que sucedió. Lo que John Madden haya hecho con su material ya no es responsabilidad suya.
    Macintyre es además un escritor excelente, y por ejemplo A Spy Among Friends es un estupendo relato de la carrera de Kim Philby y el círculo de Oxford que se lee como una novela de John Le Carré, porque básicamente cubre los hechos sobre los que el novelista construyó toda su obra.

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    1. No puedo decir nada de la forma de escribir de Macintyre pero lo de plagiador sin vergüenza se le aplica justamente al que agarra una novela de hace más de medio siglo y la fusila añadiendole quién sabe qué chorrada. Si además resulta que es célebre por contar lo que ya hizo de forma brillante John Le Carré, resulta que su especialidad verdaderamente es el plagio y lo puede hacer tranquilamente porque, por desgracia, en este siglo que vivimos los necios incultos faltos de precedentes abundan en demasía y permiten a listillos vivir del cuento sin dar palo al agua. Llamar historiador al que se ha dedicado a leer novelas de espionaje debe ser un nuevo oxímoron que desconocía. Siempre se aprende algo nuevo. Muchas gracias, nadie.

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    2. Uf. Vale... Lo intento con un ejemplo. En los años 70 Cornelius Ryan escribió una narración sobre la operación Market Garden que tituló Un Puente Lejano y acabó siendo adaptada al cine como sin duda sabes. En 2018 Antony Beevor publicó Arnhem. La batalla por los puentes, cuenta exactamente lo mismo, pero con más información, porque han pasado cincuenta años y se han desclasificado más documentos de archivos militares, etc. y con otro estilo narrativo, etc.
      Eso no convierte a Beevor en un plagiador de Ryan, igual que no convierte a Ben MacIntyre en un plagiador de Montagu porque haya escrito otro libro sobre la operación Mincemeat desde una perspectiva moderna, que sin duda le faltaba al original, aunque solo sea por las restricciones de seguridad que tuvo que seguir Montagu. En la época en que publicó su libro Bletchley Park y el descifrado de enigma seguía siendo un secreto de estado en el Reino Unido. Solo por eso está claro que el relato de Montagu no podía ser completo.
      MacIntyre tampoco ha plagiado a Le Carré, y me disculpo si mi comentario daba esa impresión. Lo que ha hecho ha sido escribir como historiador sobre la carrera de Kim Philby como agente doble de la Unión Soviética dentro del círculo más íntimo del MI6. Philby es sin duda una de las inspiraciones del personaje Bill Haydon en El Topo. Esa es toda la conexión entre MacIntyre y Le Carré. Uno escribe ensayos históricos sobre personajes reales. El otro escribía novelas inspiradas en esos mismos hechos históricos. Me extiendo en estas explicaciones porque no acababa de entender las descalificaciones en tu reseña contra un autor que al parecer ni siquiera has leído, pero claro, éste es tu blog, y es tu derecho insultar a quien te parezca oportuno. Un saludo.

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    3. Vamos a ver: que personas distintas escriban una novela, en épocas diferentes sobre unos hechos históricos, puede tener alguna excusa: débil, pero excusa si es que no hay demasiados "parecidos razonables". Pero que se fusile una novela y se le añadan o cambien cuatro cosas, no exime del plagio. cierto que no he leído ninguna de las dos novelas, pero sí que he visto y muy detenidamente ambas películas y salvo por defectos de la segunda, tanto la trama como los personajes son los mismos. Esto ocurre también, por ejemplo, en las versiones de Hamlet. Pero al primero que se le ocurra escribir una tragedia como Hamlet con los mismos personajes, también le acusaré de plagio. Y eso no es ningún insulto: es una verdad. En todos los años de este blog, jamás nadie ha insultado a nadie, pero sí se han vertido críticas sin miramientos ni a la nueva industria del cine ni tampoco de las editoriales que deberían también procurar no favorecer los plagios. Saludos.

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  2. Tan magnífica es la película de Neame como desastre es esta nueva versión de la historia de aquella operación. No es que fuera con muchas expectativas (breve paso por los cines antes de la reclusión en su ignominiosa plataforma), pero las pocas que tenía se diluyeron más bien al principio. El resto del tiempo fue un triste e impaciente deambular hacia el ansiado final, que por sabido, además se hizo poco menos que un trámite. De verdad, que hayan gastado tiempo y dinero en esto en vez de colgar en su plataforma la película de Neame, dice mucho de lo desorientados que andamos en nuestro tiempo.

    Un abrazo, y gracias por la mención.

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    1. Si no fuera por la curiosidad cinéfila, querido Alfredo, casi que en ocasiones como ésa nos podrían tachar de masoquistas, porque sabiendo cómo se hace el cine ahora ya nos lo podíamos oler.
      Debía mencionar tu estupenda reseña forzosamente no tan sólo por sus méritos sino porque gracias a ella descubri esa pieza clásica y lo cierto es que me encantó y enganchó a la pantalla.
      Los de Netflix, simplemente ofreciendo un catálogo de todas esas películas que se van comentando en blogs como el tuyo, incluyendo enlaces a las reseñas para completar el servicio, probablemente ganarían clientes. Pero la industria actual los perdería como consecuencia de su propia ineptitud. Cosas veredes.
      Un abrazo.

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  3. Vale. No he visto la de Netflix...y después de tu recomendación, no sé si la veré algún día, pero ayer a la noche (en parte porque estaba en esa lista de pendientes y animado también porque vi que le habías dedicado entrada hace unos días (siguiendo la recomendación de Alfredo) ) me puse con la original. Terminaba de ver también hace poco Cheaper by the dozen (que no está mal) y me pareció curioso ver en un registro tan distinto, sobrio y serio a Clifton Webb en esta. Los actores están estupendos, sí. Y Gloria Grahame fantástica en esos dos momentos que tiene. La película tiene un aire casi de documental...menos la parte de la trama amorosa y cuando viene el espía para comprobar la identidad del hombre. Esos momentos para mí son los mejores de la peli. Cuando aparece el espía en escena. Porque los otros están bien llevados, pero son casi como la crónica-proceso de cómo urdir el engaño.
    Pero la parte del espía me da a mí que es el punto más de ficción o dramatizado. El detalle de que entre en la casa y luego llegue Gloria (que acaba de saber que ha fallecido su prometido) y cuando el otro le pregunta por el mayor William ella suelte lo de que "no existe" está muy bien. Y la espera del espía pensando que va a ser atrapado. La verdad es que la película está bastante bien. Del remake de Netflix no digo nada (bastante decís ya Alfredo y tú) que no la he visto...
    Un saludito.

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    1. Me alegra, David, que la recomendación haya sido provechosa; la película de Neame mezcla sabiamente los datos descriptivos con la acción y como no he leído la novela, no sé si hay mucha o poca ficción en lo que se refiere al espía irlandés, pero considero que hay posibilidades de que en buena parte sea cierta la acción.
      Clifton Web, como Gloria Grahame, fueron dos grandes coprotagonistas que a la más mínima demostraban su valía y la amplitud de registro que poseían.
      La de netflix no creo que te vaya a gustar, la verdad.
      Un abrazo.

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  4. Quisiera ver esa película de 1956 pero no tengo cómo. Lo que he hecho es pasearme por algunos de los documentales del caso "carne picada" que son muchos y ver algunos... interesantísimo

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    1. El tema, Alí, es muy interesante. La película no está, creo, en youtube, pero quizás sí en algún contenedor de dvds antiguos en un mercado de ocasión, lo mismo que la novela. Si encuentras, lo disfrutarás.
      Un abrazo.

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  5. ¡Ay, el Fémina de Passeig de Gràcia! Qué recuerdos... allí vi mi primera película en 3-D "Carne para Frankenstein" y mi primera en Odorama "Polyester"
    Yo sí leí el libro. Un plan calculado al milímetro. El cuerpo de ese supuesto piloto era en realidad el de un indigente galés. Su tumba se encuentra en el cementerio de La Soledad, en Huelva, y una mujer que falleció en el 2019 solía poner flores en su tumba.
    Stepehn Boyd, el que puso una nota gay en la película "Ben Hur". Tuvo mala suerte, no pudo interpretar "Cleopatra", papel que finalmente fue a para a Richard Burton.
    Saludos, Josep!
    Borgo.

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    1. El Paseo de Gracia ya no es lo que era: en esa calle asistí a los dos últimos estrenos de Hitchcock, en cines y años diferentes y también a una de Wilder.
      Me agrada saber, Borgo, que has leído la novela original. Espero que tengas la oportunidad de ver la película de Neame o si acaso vieses el refrito, ya dirías lo que te pareciese. En la primera, Boyd aprovecha muy bien un secundario que por momentos domina la escena y la acción.
      Un abrazo.

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