Una Mirada Solitaria
Para el cinéfilo veterano, Paul Verhoeven se dió a conocer en estos pagos en el año 1973, con una película gamberra que se tituló Delicias Turcas (Turks Fruit 1973) con un éxito de público y crítica tal que la llevó a las puertas del Oscar a la mejor película no U.S.A., cuyo galardón recayó en La Noche Americana (La Nuit Américaine ), del malogrado François Truffaut , para este comentarista, con toda justicia.
Catorce años después, Verhoeven recaló en U.S.A. y realizó otro éxito comercial, Robocop (Robocop 1987), siguiendo otro éxito con Desafío Total (Total Recall 1990), para mí la mejor de su estancia estadounidense, que prolongó con la archipromocionada Instinto Básico (Basic Instint 1992), que no pasa de ser un mero trhiller, para seguir luego con Showgirls (Showgirls 1995), infumable, y levantar algo el vuelo con Starship Troopers: Las Brigadas del Espacio (Starship Troopers 1997), y después de un breve paso por Alemania, volvió en 2006 a su Holanda natal para realizar Zwartboek , titulada en España como El Libro Negro, estrenada hace unos meses.
Debo confesar que, de toda la filmografía indicada, sigo pensando que la mejor es, con mucho, Desafío Total, quizás porque se basa en un buen relato de Philip K. Dick.
Para su retorno holandés, Verhoeven se reunió con Gerard Soeteman , con quien ya co-escribió sus Delicias Turcas, pero olvidando el puntillo gamberro de su juventud, retomando una trama que, inicialmente, se desarrolla en un centro de interés muy holandés, cual es la ocupación germana de Holanda en la Segunda Guerra Mundial con el añadido de la persecución de todas aquellas personas, holandesas o alemanas emigrantes, pertenecientes a la etnia judía.
La historia gira alrededor de Rachel (Carice van Houten ), a la que vemos al iniciar la película ejerciendo de maestra en un kibbutz en Israel y toda la película es un largo flashback, lo que a ojos de este espectador es un error, ya que nos priva de la emoción del peligro, pues sabemos de entrada que ha podido sobrevivir.
Vemos a Rachel oculta en casa de unos holandeses y vemos que pronto adopta el nombre de Ellis, después de contemplar, horrorizada, cómo toda su familia muere acribillada cuando intenta escapar hacia Bélgica, en las prostimerías de la Segunda Guerra Mundial.
Rachel decide por voluntad propia introducirse en la resistencia y pronto se convierte en espía, al entablar relaciones con un capitán alemán.
La trama gira pues alrededor de las actividades de Rachel / Ellis y es una suerte que la bella y desconocida actriz holandesa sea capaz de soportar sobre sus hombros prácticamente todo el peso de la película.
Al margen de la trama, o quizá mejor dicho, alrededor de la trama, Verhoeven, como ya hizo en Desafío Total, escudriña fríamente el comportamiento humano en circunstancias límite, donde la heroicidad se mezcla con la traición, donde el altruísmo se topa con la avidez, donde el respeto a la vida imbuído por las creencias religiosas cede ante el impulso de acabar con el blasfemo, donde la venganza, en fin, ciega la confianza en los compañeros de viaje.
Los personajes que vemos transitar, tanto en un bando como en el otro, pasan de una camaradería fraternal a una sospecha y de la sospecha al ansia de eliminar al sospechoso, siendo la traición, entendida de formas distintas, la que reina en sus relaciones, así como la voluntad de vejar, incluso de exterminar al contrario, tanto en un bando como en el otro, sin piedad.
La figura del traidor la mueve con habilidad Verhoeven, captando el interés del espectador ante la incertidumbre, con una trama compleja, pese a que, durante toda la película, nos va dando señales que apuntan claramente en una sola dirección, señales que incitan a sospechas confirmadas al final. No hay engaño, pues, y Verhoeven demuestra que todavía tiene el pulso necesario para entretenernos durante casi dos horas y media, aún sabiendo que la solitaria heroína, que padece todas las vejaciones imaginables, acabará de maestra en un kibbutz que, en un guiño final, está cercado por altas vallas para protegerse de posibles percances, en clara alusión a que, pese a todo, Rachel todavía no ha hallado la paz, aunque sabemos que ha sido vengada por su propia mano.
La ambientación, el vestuario, la música, en definitiva los aspectos técnico-artísticos, han sido cuidados con detalles propios de una gran producción al estilo europeo, siendo de agradecer el esfuerzo, que favorece la parte espectacular, dando un resultado convincente en la representación de unos hechos que podrían ser históricos.
Película interesante, pues, aunque adolezca de falta de profundidad en los personajes que en ella viven, aspecto ése poco cuidado, máxime atendida su duración, que hubiera permitido mayor introspección en las motivaciones de los secundarios, ya que la principal, Rachel, se nos ha desnudado y nos ha encandilado con esa mirada solitaria que tiene, llena de pavor y de incomprensión por todo lo que le ocurre sin culpa alguna.
Película que tengo pendiente aún, pero que en breve visitaré sin duda. Paul Verhoeven es todo un animal cinematográfico, por encima de aquella fama coyuntural que le otorgó "Instinto básico". Coincido en que su mejor película, o la que más me hace disfrutar, es "Desafío total". No has mencionado "El hombre sin sombra", una muestra de cómo la maquinaria jolibudiense es capaz de tragarse a cualquiera: sólo hay que ver la última media hora de esa película. Saludos, y gracias por visitar nuestro pisito...
ResponEliminaGracias a tí por el honor de tu visita y más por tu comentario. Bienvenido seas. Esta es tu casa.
ResponEliminaMe alegro que coincidamos en la apreciación de Desafío total.
No digo nada de "El hombre sin Sombra" porque no la he visto entera. Sólo un par de trozos, en la tele, y no he hecho por verla pues lo que ví no me gustó. Para mí, una muestra más de la mala suerte de Kevin Bacon al elegir las películas en las que interviene, salvo honrosas excepciones.
Vuelve cuando quieras...
Saludos.