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diumenge, 16 de setembre del 2007

TRES RELOJES

Después de una asombrosa época en la que consiguió por su trabajo diversos galardones, Joseph L. Mankiewicz tuvo la mala fortuna de hacerse cargo de una película que, a la postre, le arrastró a una inmerecida mala fama en los ambientes de Hollywood; fue en 1963 cuando dirigió la polémica Cleopatra , cinta promocionada de forma extraordinaria y que, en su estreno, fracasó de forma estrepitosa a causa de la gran expectación, debiendo pasar varios años hasta que fue aceptada por crítica y público, a pesar de los varios galardones obtenidos en distintos apartados.

Cuatro años más tarde, en 1967, Mankiewicz, autoexiliado en Europa, decidió aprovechar las oportunidades brindadas en Cinecittà y, reclamando a su lado al Director Artístico Boris Juraga , y al actor Rex Harrison , ambos también partícipes de la denostada Cleopatra, dirigió una película extraña para la época, fuera de lugar, pero muestra definitiva del estilo y gustos de su director.

Titulada para la exhibición española como Mujeres en Venecia, quizás por la dificultad de traducir correctamente al castellano su título inglés original, The Honey Pot , es una película en la que, sobre una trama aparentemente sencilla pero intrincada al tiempo, Mankiewicz desata sus demonios personales, sus obsesiones, su devoción por la palabra, ejecutando un estudio nada placentero sobre la condición humana: ambición, falsedad, ansia de poder y obsesión por el tiempo se entremezclan en una historia que transcurre en un ambiente claustrofóbico, un palacio veneciano con decoración del Siglo XVII, con puertas ocultas, jardines escondidos y trampas por doquier.

Mankiewicz, asimismo autor del guión, se basó libremente en la novela de Thomas Sterling titulada "The Evil of the Day", y en la obra de teatro de Frederick Knott "Mr. Fox of Venice", ambas basadas en la celebérrima pieza teatral Volpone, de Ben Jonson , creando un argumento de intriga policial sólido, no en vano Knott es autor de la celebrada obra Crimen Perfecto (Dial M for Murder).

Ya en las primeras imágenes de la película, Mankiewicz nos muestra al excéntrico millonario Cecil Fox como único asistente a la representación que del clásico Volpone se hace en el Teatro de Venecia, una representación, dicen los carteles que vemos, privada. El único espectador, en un momento de la obra, se pone en pié y asegura haber visto bastante: ¡Bravo!¡Bravo! Pero señor, no hemos acabado y usted ha pagado la representación entera... ¡No importa!¡Me la sé de memoria! Y se va.


Acto seguido, vemos a William McFly (Clift Robertson ), actor con mala suerte, que acude al palacio de Fox al reclamo de una oferta de trabajo como secretario "particular".

Ya en los primeros diálogos, Mankiewicz dispara con bala blindada contra el mundo de los actores, de la industria de cine, de la avaricia: ¿Cuanto es bastante? Bastante. ¡Nunca es bastante! Conozco el dinero...

De su conversación con Fox, conocemos la trama: el millonario, aburrido, pretende hacer lo que denomina una charada, invitando a su palacio a tres mujeres que han sido algo para él en su vida, con la excusa que, enfermo de gravedad, quiere estar seguro de a quien dejar su innombrable fortuna. McFly, como actor, deberá cuidar los detalles de la representación, improvisando sobre los acontecimientos, remitiendo cartas parecidas a las tres mujeres: la Princesa Dominique (Capucine), la famosa actriz Merle McGill (Edie Adams) y la rica mujer de negocios Sra. Sheridan (Susan Hayward ), que se presentará la última, acompañada por su enfermera Sarah Watkins (Maggie Smith ), a quien Fox dará el mote de "saltarina".

Las tres mujeres han acudido (ante la sorpresa de McFly, que presumía el fracaso de las misivas enviadas, por su condición de bienestantes ) al reclamo de la posibilidad de recoger la herencia de Fox, que se mantiene aislado en sus palaciegas habitaciones, riéndose de ellas por las protestas de cada una al comprobar la comparecencia de las otras dos, rivales en el pasado amor de Fox y en el futuro de sus bienes.

Cuando Fox se reune con cada de ellas por separado, recibe el mismo regalo, en tres apariencias distintas: un reloj de arena, en realidad oro, de la Princesa (el tiempo es oro, magníficamente representada la metáfora); un reloj de porcelana, con una bailarina anunciando las horas, frágil, como el tiempo mismo, de la Sra. Sheridan; y un reloj, en realidad muchos, insertados en una pieza de cristal, marcando las horas de diversos lugares del mundo, obsequio de la actriz Merle, como ejemplo de la universalidad del tiempo, corriendo incesante, imparable, en todo el orbe.

Tres relojes que marcan la hora; tres relojes que cuentan los minutos que faltan para el fatal desenlace que la enfermedad de Fox -que sabemos ficticia- anunciada como grave, proporcionará a este el descanso eterno y a su heredera gran beneficio. Curioso regalo de homenaje para un moribundo.

Relojes que hay diseminados en todo el palacio, múltiples y variados, hasta en la música que, de forma constante suena, El Vals de las Horas, obsesión de Fox que lo baila a menudo, como ejercicio, dice él, cuando sabemos que su mayor ambición hubiera sido ser bailarín. Relojes que, algunos, no marcan la hora con puntualidad.

La trama da un giro inesperado cuando se produce una muerte; primero parece natural, pero pronto sabremos, por boca del Inspector Rizzi (Adolfo Celi) que en realidad ha sido un asesinato.

Mankiewicz nos ha llevado por su camino: primero, nos induce a pensar que nos hallamos ante una adaptación libre del Volpone; incluso los personajes tienen similitud, ya que la trama la urden Fox y McFly, es decir, el Zorro y la Mosca; de improviso, la comedia se convierte en tragedia y la tragedia en intriga criminal.

Y todo es confusión; Mankiewicz da una vuelta de tuerca y nos va desgranando las motivaciones de los personajes que nos ha presentado y que ahora se hallan presos en el enorme palacio, con sus puertas falsas, su jardín escondido y la ominosidad de saber que, de sus cinco habitantes, uno ha cometido el asesinato, sin que, aparentemente, haya lugar a sospechar el motivo, ya que Fox sigue vivo.

Hasta el desenlace, Mankiewicz, aquí palabra e imagen, ha procedido a desmenuzar las vidas de los variopintos personajes, que nada tienen en común: vemos sus afanes, sus deseos, sus ambiciones, su soledad, la búsqueda de un amor deseado pero jamás hallado, la codicia que les mueve, la insatisfacción de toda una vida, incluyendo la incomprensión que en su propio hogar tiene el Inspector Rizzi, cuando su mujer y sus hijas están más pendientes de la televisión ofreciendo la serie de Perry Mason que de su esposo y padre, quien, en silencio, sacando su pistola, apunta amenazadoramente a la pantalla televisiva...¿otra ironía más de Mankiewicz?

En definitiva, una película que, a pesar de no haber obtenido en su momento el deseado éxito, permanece por sus virtudes incólume al paso del tiempo; lastrada en parte por su extensísimo y prolijo guión, su duración, de dos horas, excesiva cuando se estrenó, entra ahora brillantemente en la media, y nos permite, al revisarla, disfrutar de unas frases muy bien escritas, con una acerada ironía, sin desperdicio, recreando un reducido y complejo universo de personajes que no son lo que parecen ser, como tampoco la película es lo que a primera vista pensamos.



6 comentaris :

  1. Siento una total simpatía por esta película, Josep. Me encanta. Aparte de que Mankiewick siempre me ha gustado, sobre todo los los maravillosos e inteligentísimos diálogos (como echo de menos diálogos de ese estilo), es una ironica reflexión sobre el paso del tiempo, muy bien representado como dices por los tres tipos de reloj diferentes que regala cada una de las esposas. Soberbio Rex Harrison como el muy zorruno Fox y un final totalmente burlón, como corresponde al tono de la película.

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  2. Me alegro que te guste, Alicia. Ciertamente, Rex es el rey de la función y da un recital de interpretación: hay que ver cómo aguanta los primeros planos y con que elegancia se mueve: parece que no haga nada; fantástico.
    Respecto a los diálogos, que te voy a decir que ya no sepas: tengo la duda si Mankiewicz era mejor guionista o director, aunque quizás sea indisoluble cuestión.
    Saludos.

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  3. Pase Sr. Josep a recoger su premio. No se demore! ;-)

    Felicidades

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  4. mmmmm....no sé, no sé... tengo esta peli porque me la regalaron hace ya años..la vi y no te creas que me terminó de convencer del todo. De hecho, la tengo bastante olvidada. A medida que leía la entrada la iba recordando... no sé. Igual algún día la reviso.
    Bueno. Me voy a dormir. Buenas noches, Josep.

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  5. Creo que a tí, precisamente, David, te debería encantar, con todos esos personajes encerrados en un escenario casi único, esa mansión en la que se entrecruzan constantemente y no sólo físicamente.

    Puede que cuando la viste no fuera en las debidas condiciones: dale otra oportunidad, pero que sea en v.o.s.e.

    Un abrazo.

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  6. Pues no sé. No es de mis favoritas de Mankiewicz.. Pero como está por aquí en casa, igual le doy otra oportunidad.
    Jo! Me parece que vas comentando y te voy siguiendo. Esto parece el juego del ratón y el gato (ja,ja).
    Lo dejo por hoy.
    Un abrazo y buenas noches otra vez.

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