Afortunado
Martín Circo Martín (Leonardo Sbaraglia) es un argentino afincado en España que se gana la vida como profesor asociado (antes adjuntos y mucho antes pnn) en una Escuela de Economía, donde imparte clases de su especialidad, Historia de la Economía.
Sus conocimientos de la materia le sirven para conseguir, en un concurso televisivo, el mayor premio jamás alcanzado, valorado en ¡500.000.000 Pts! en realidad, 3.000.000 de euros: todo en bienes materiales: una mansión, un yate, una avioneta, un coche y cientos de muebles y cachivaches.
Rodrigo Cortés es un novel director y guionista que el año pasado presentó su primer largometraje en el que medita acerca de la suerte y de los bienes materiales, del dinero y la felicidad o infelicidad que el mismo puede otorgar.
Lo hace mediante la película Concursante (2007), opera prima que adolece en parte de las prisas de todo novicio.
Con un arranque en titulos de crédito confeccionados por Royalcow y música de Victor Reyes, muy bien realizado, el director inicia el relato de la historia de modo Wilderiano, pues la voz en off que oiremos es la del propio protagonista, ya fallecido, que nos contará como caramba ha llegado a tal estado final.
Con una fotografía excelente de David Azcano, en alguna ocasión incluso demasiado efectista, excediendo el límite clásico de la obligación de sujetarse todo a la historia y un montaje asumido también por el propio Cortés, puntualmente demasiado acelerado, veremos al confiado Sr. Circo debatirse en una espiral de problemas crediticios impensables en un experto en economía, a priori conocedor de los entresijos de la forma en que los negocios se desarrollan, que, convencido por su bella novia española Laura (Miryam Gallego), ante la tesitura de tener que abonar un 45% del valor obtenido en el concurso como impuestos directos, solicita un préstamo de cien millones de pesetas que se convertirá en pesada losa que le arrastrará a su perdición.
La película pretende ser una crítica al sistema económico occidental impulsado por los bancos, haciendo altavoz de los pensamientos que un economista eremítico, un tal Edmundo (Chete Lera), que le irá aleccionando acerca de la realidad del sistema crediticio, de la inexistencia de dinero real y el provecho inmenso creado con el dinero virtual, en una ya vieja y conocida teoría según la cual, en cualquier préstamo, el cien por cien de la cantidad nominal del mismo nunca ha estado a disposición del prestatario, pues el prestamista, la entidad bancaria, apenas firmado, ya ha cargado los gastos de apertura y comisión y a partir de ese momento empieza a reclamar los intereses calculados sobre el nominal nunca disfrutado.
La idea es buena, pero la presentación de la misma cojea de precipitación; los mil y un problemas se acumulan sobre los hombros del afortunado concursante, bien representado por Sbaraglia, que pecha con un personaje demasiado esquemático y con un montaje que al inicio resulta confuso por sus innecesarios saltos temporales y luego en ciertas fases más que acelerarse casi podríamos decir que se sincopa, buscando Cortés una efectividad que deviene en efectismo, restando profundidad dramática a la historia; ello es evidente en las secuencias en las que interviene el díscolo Edmundo, dominadas por completo por Chete Lera, que se toma su tiempo para decir sus frases, resultando las más críticas e interesantes.
La película pues resulta interesante por momentos, aunque denota claramente su condición de ópera prima, arriesgada, precipitada, como si Cortés quisiera que nada se nos quede en el tintero, produciendo algún que otro borrón. No obstante, colocado el cinéfilo en la adecuada tesitura de disfrutar de una primera película de un joven autor, español por más señas, complace comprobar como todavía hay esperanza que el cine patrio produzca en un futuro cercano alguna que otra película que se aparte de la norma comercialmente ya saturada.
Excelente reseña, compa Josep, de esta opera prima que tan buenas expectativas causó el año pasado, cuando se presentó en el festival de Málaga, confirmadas a posteriori, aunque con algún matiz, del que tú das muy buena cuenta. De hecho, creo que podría suscribir tu reseña prácticamente en su totalidad, ya que coincido en lo sustancial con tus apreciaciones; una peli bastante potable, lastrada por un exceso de pretenciosidad formal en algunos pasajes (ay, esa escena del caballo blanco, ¿qué leches pintará...?), y un magnífico trabajo de interpretación de Sbaraglia, que, ciertamente, lo borda. Y, eso sí, a seguir reivindicando el cine español, que la cuenta es muy sencilla: seguro que hay más de cien pelis usamericanas de las estrenadas en España en el año 2007 que son, en el mejor de los casos, un poquito peores que ésta. Seguro...
ResponEliminaUn fuerte abrazo.
Creo que padece el problema de muchos debutantes: las ansias por decir demasiadas cosas, para que determinadas posturas queden claras, lo que conlleva reiteraciones y farragosidad, además de una absoluta falta de naturalidad en muchos diálogos. Pero, con todo, es una cinta muy interesante.
ResponEliminaSaludos
Me alegra ver que coincidimos en la apreciación de esta interesante primera película; una vez escrito el comentario, me pareció un tanto severo, pero ya no.
ResponEliminaGracias a ambos por vuestro aporte, Manuel y 39escalones.
¿Querras creer que tengo esta peli pendiente desde hace mucho tiempo para verla, porque me daba buenas vibraciones?
ResponEliminaDesgraciadamente nos pensamos más de una vez el visionado de una película española. Yo no sé si ha sido la ingesta de bodrios o la falta de talento, pero ¿donde están aquellas promesas que nos ilusionaron? Por eso ,cuando hablamos de cine con personas de otros pagos, el tema de la cinematografia española se ahoga entre el clásico Buñuel y el moderno Almodovar. Una pena.
Un abrazote.
Me lo creo, Antonio, me lo creo. Dale un vistazo, porque vale la pena. Si sigue así, nos va a dar alguna alegría, seguro.
ResponEliminaUn abrazo.