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diumenge, 4 de març del 2018

Dos obras maestras con siete estrellas




Que no lo son, advierto: que no son obras maestras, digo. Que eso gritan los de costumbre, propiciados por los mercachifles que pretenden confundir al personal. Que no. que no son obras maestras, mal que lo digan algunos carteles y algunos mal autodenominados críticos de cine.

La más antigua del lote, el último truño producido por la mente calenturienta de Christopher Nolan, otro que tal calza, otro Juan Palomo que se ha creído tocado por la gracia de los dioses del séptimo firmamento. Yo debo ser un tipo raro, porque he visto varias películas dirigidas por Nolan y ninguna me ha gustado y sigo cayendo en la trampa, acuciado por la malsana curiosidad: malsana porque ya sé que al final acabaré por lamentarlo. Es lo que me ha sucedido con Dunkerque y mira que ya estaba advertido de antemano, pero es lo que hay.

Nolan una vez más se nos muestra grandilocuente, excesivo, innecesario, usando todos los planos imaginables sin ningún sentido del orden ni la proporción y ni siquiera logra sorprendernos con una propuesta que acabe por ser una construcción sólida y moderna a la vez: es pretenciosa como acostumbra y marea como siempre al personal con idas de olla sin venir a cuento: baste recordar que usa los flashback sin atenerse a la lógica más elemental, buscando el ¡oh! papanatizado que le encumbre como el genio que debe pensar es, cuando no es más que un tipo con suerte al recibir fondos suficientes para películas que van sobradas de todo menos de inteligencia: porque mira que el tipo tiene medios a su alcance, materiales e incluso artísticos incluyendo un elenco que podría dedicarse a cosas más provechosas, todo para intentar epatarnos una vez más con una sarta de insensateces cinematográficas que no pasarán veinte años sin caer en el ridículo.

Una hora y tres cuartos perdidos de mal recuerdo. Si es que no aprendo: la próxima de Nolan, no la veo. Lo apunto aquí par acordarme. (El año que viene, más risas)

Lo que me duele es que me ha decepcionado -y mucho- la tercera película (cuarta, si sumamos el excelente corto) de Martin McDonagh, dramaturgo de peso que se dobla en cineasta de interés, porque como ya he dejado escrito anteriormente, sus dos largometrajes anteriores me gustaron mucho; más la primera que la segunda, pero esta tercera era esperada como la confirmación y algo ha pasado que ha frenado lo que parecía una interesante forma de entender el cine.

McDonagh es conocido como dramaturgo por la dureza de las situaciones que formula en sus piezas y tanto en Six Shooter como en la espléndida Escondidos en Brujas y luego en la más extraña Siete psicópatas mantiene unas tramas en las que la violencia es parte integrante pero no principal y siempre mantiene unos personajes con ricos matices que se comportan de forma un poco rara pero con una lógica aplastante que cuadra con el motivo de la trama, usualmente por encima de los propios personajes.

No ocurre lo mismo en esta Tres anuncios en las afueras que me ha dejado con una sensación extraña: la trama no parece escrita por Martin McDonagh: apenas hay violencia y la intriga brilla por su ausencia: el asesinato de la hija de la protagonista es apenas una mera excusa para dedicarse a ofrecer planos y secuencias en los que se luzca Frances McDormand y pueda enfrentarse a tipos duros de pelar como Woody Harrelson y Sam Rockwell, siempre preparados para robar una escena al más pintado.

Cuando aseguro que apenas hay violencia no me refiero únicamente a que no hay muertos por la mano de nadie y a que no se huele la violencia en el ambiente, lo que sí existe en las anteriores películas de McDonagh. Uno tiene la impresión que el autor (escribe y dirige acertadamente) ha dejado de lado su carácter británico para americanizarse, me temo que bajo la interesada influencia de los Coen, que no aparecen pero cuyo aliento se huele y no sólo porque la película sea un vehículo al servicio de la McDormand (que le darán el premio sin merecerlo) sino porque el guión no tiene la firmeza de las anteriores ocasiones y rechina perdiendo aceite lo mismo que buenas oportunidades, quedando todo en una mera anécdota que pretende pasar por un retrato de la américa profunda pero que permanece como el retrato de una mujer profundamente estúpida e injusta y un imbécil con permiso de armas con menos cerebro que un mosquito, plagado de ideas machistas y racistas, tan simple que se hace imposible encuadrar la idea que tiene para conseguir un ADN, porque es que el tipo no da para tanto.

Diría que el único personaje salvable es el del sheriff incorporado por Woody, eficaz como siempre, provisto de las frases más inteligentes de todo el guión y eso, teniendo en cuenta que es un secundario de corto recorrido, ya nos dice mucho de la película en conjunto.

Una pena, porque, no siendo mala película, hubiese podido ser mucho mejor: pretende ser crítica y queda en anecdótica.








16 comentaris :

  1. Me temo, mi querido Josep, que aquí no podré explayarme, según mi costumbre. Sólo he visto Tres anuncios en la afueras, que ya te comentaré en otra ocasión, pero las otras.Debo confesarte que nunca he visto la entrega de los Óscar, la alfombra roja y los paseíllos con modelos de diseño, y, sobre todo, esa gente alucinada, fanática, hambrienta por tocar a uno de sus ídolos. A decir verdad, jamás he seguido ningún tipo de premio cinematográfico. Que si el Goya, que si el Gaudí, que si el cine de Málaga, que si el cine de Villabotijos de Abajo, etcétera. Hollywood es el glamur, y todo lo demás un pálido reflejo donde se acentúa lo estúpido y lo banal; el narcisismo de los directorcillos de moda y los caretos de actores ibéricos sin afeitar que parecen surgidos del agujero de Atapuerca. Vaya usted a saber. Incluso el festival de Sundace me la suda. Y ya ni te digo el de Venecia sin ti. Por cierto, viene Charles Aznavour a Barcelona. Menudo tipo, que trabajó en el cine, incluso representó algo en la nouvelle vage, cantó con los ojos cerrados esa canción llamada La Bohème, que tantas y tantas veces he puesto en mi equipo de música y a todo volumen, para que se extienda por todas las deprimentes traseras y medianeras que se ven desde mi reducido balcón. ¿Por dónde iba? Ah, sí, por los festivales, premios, alfombrillas impolutas y carentes de ácaros, estatuillas (mira que llegan a ser horrorosas todas ellas), mujeres con la cara lavá y recién peiná, taconcitos, meneos de cadera y sonrisas profijen para quedar bien en las fotos. En estos momentos me viene a la memoria las resacas de Sam Peckinpah, la falta de parné de Rosselini, el olvidado Monte Hellman, la tristeza profunda de Max Ophüls cuando le quitaron su grúa porque no creían en él, y cuando murió de pena tras el fracaso de esa maravilla titulada Lolo Montes. Hoy, recuerdo el bolsillo de la gabardina de Gregory La Cava, donde siempre llevaba una botella de whisky, tan necesaria para seguir dirigiendo aquellas maravillosas películas. Recuerdo a la ya envejecida Marlene Dietrich confesando que todavía seguía estando perdidamente enamorada de Billy Wilder. Hoy recuerdo tantas cosas olvidadas… La memoria del cine amontonada en el desván desordenado de las antiguas emociones.

    Creo que a Hitchcock nunca le dieron un Óscar, bueno, al final y por pena. Tampoco a Paul Newman, bueno, al final, y también por pena. Qué pena de festivales, amigo mío. Ahora se presentan las candidatas y uno se pone a rememorar, por ejemplo, aquel 1939, aquella década de los cuarenta y cincuenta. En fin, que al final me he explayado más de lo debido. No tengo remedio.

    Un fuerte abrazo, amigo Josep.

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    1. Estos premios, amigo Paco, llevan camino de convertirse en la nada absoluta: no tan sólo por las clamorosas ausencias que claman al cielo sino también porque se les ve el plumero a leguas, en la intención de remachar campañas de mercadotecnia que en su especialidad son mucho mejores que la película que promocionan.

      Yo no veo tampoco ninguna entrega de premios, entre otras cosas porque suelen ser aburridísimas: a toro pasado parece que en los Oscar siempre hay algún momento entretenido, incluso divertido, pero en los demás la fanfarria autocomplaciente acaba por resultar excesiva y vergonzante así que prefiero pasar. Después de todo, si no me han impresionado las películas, ¿a qué voy a contemplar el reparto de prebendas? Sirven, en cualquier caso, de referencia a cómo se mueve la industria, eso sí. De pena, vale decir.

      Un abrazo.

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  2. Estas si las he visto. La de Nolan, con música de Hans Zimmer, me resulta grandilocuente, inoperante y cargada de un ego típico del autor que se coloca por encima de la historia que cuenta y no al servicio de ella. Durante toda la pretenciosa proyección me estuve acordando de tantos y tantos artesanos que en los 40 y 50 hacían notables films bélicos sin pretender contarnos la película definitiva sobre nada. Buenas historias bien narradas con suspense y emoción, algo que aqui brilla por su ausencia.
    Particular mención para la tan alabada pericia técnica de Nolan. No hay que remontarse muy lejos. La mismisima Angelina Jolie le da mil vueltas en Invencible en cuanto a lo que supone narrar un combate aereo con brio y bien montado. Gran decepción. Y contratar a Kenneth Branagh para que se pasee por un muelle sin decir palabra, en fin...
    Los anuncios. Luces y sombras. Por empezar por lo último, hay cosas que si yo fuese, que sé yo, un Jack Warner del siglo 21, eliminaría de un plumazo y creo q saldriamos ganando:
    1 el momento bambi
    2 el encuentro de los quemados en el hospital
    3 el encuentro en el restaurante con el ex con regalo de botella de vino
    4 el momento en que la novia del ex pilla a su pareja a punto de dar una paliza a su ex mujer y se para a contar no se que historia del zoo
    5 no hace falta poner al poli escuchando chiquitita a los cascos para deducir…
    El intento por cerrar todas las tramas le juega en ocasiones malas pasadas al director, tal y como ocurría en Crash con la que comparte similares defectos de guión.
    Pero por otra parte la peli tiene cierto músculo, vibra y el retrato de esa comunidad en la que conviven el absurdo, la tragedia y el sentido del humor es un acierto conseguido unas veces mejor q otras.…aunque no me trague en absoluto que Woody sea capaz de escribir cartas tan poéticas.
    Aunque para mi, lo más potente es la lectura política final y que incluye una inesperada y auténtica bomba de precisión a la hora de describir esas dos presuntas américas que llevan en seria disputa durante los últimos tiempos. En eso la película sube muchos enteros: el poli básico, racista, fanfarrón, violento y bocazas es una perfecta metáfora de la américa Trump, al cual se envia un mensaje directo de posible regeneración.
    Pero lo magistral llega cuando descubres que el poli politicamente correcto, pulcro y que respeta las normas en realidad es un ser más abyecto aun que no tiene inconveniente en encubrir al asesino bajo el manto de la buracracia. El soldado que luchó por la patria en arenas lejanas resulta ser intocable y por ahí no sigas que no hay nada q investigar y carpetazo. Es un soldado, un patriota y no vamos a manchar su hoja de servicios. No estaba en el pais eh? Es esa America Obama pulcra y politicamente correcta que guarda las formas y sonrie pero que en el fondo tb tiene sus agujeros negros de los q avergonzarse y q es tan venenosa como la otra o más. Ya que el poli negro no tiene ni siquiera la atenuante de ser medio borderline. En ese apartado chapeau para la peli, que con ese certero análisis me dejó clavado en la butaca.
    No me enrollo más. Un abrazo

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    1. No sé porqué, Víctor, me parece que Nolan consigue aunar pareceres críticos con cierta facilidad a pesar de la fantástica propaganda que tiene a su servicio: su forma de presentar la historia me parece propia de un enfant terrible que pretende, en primer lugar, epatar al personal y provocar que diga: ¡oh, genial! al comprobar que casi no entiende la propuesta de un director que, en realidad, no sabe hacer lo que sí hizo Fuller, escribir con la cámara. Si Fuller hubiese tenido la mitad de los medios para rodar películas bélicas,no hubiese caído en el olvido del que gentes raras le sacamos de vez en cuando.

      En cuanto a McDonagh, reitero mi decepción: las sombras que apuntas son muy oscuras e inexplicables, faltas de lógica en un relato que no parece del celebrado dramaturgo que ya mostró buenísimos guiones antes.

      Respecto a lo que te ha impresionado, no lo veo muy claro ni en el guión ni en la propia pantalla: no creo que haya una intención de apuntar a Trump directamente, y creo que el retrato de esa américa profunda tan desconocida en realidad y que siempre se nos ha presentado con matices similares, tampoco es que goce de mucha originalidad, la verdad y tampoco me parece que haya posibilidad inmediata de regeneración, visto el final, con dos botarates tomando camino de una venganza sin sentido, porque, contra lo que tú entiendes, yo entiendo que el tipo ése al que van a buscar y del que no se facilitan datos, en el momento de aquel delito estaba fuera del país (no quieren decir donde, lo que entra en lo posible por lo que imaginamos) y recuerda que únicamente a través de la conversación oída en el bar suponemos que, en otra parte, hizo algo delictuoso, supuesto, pero no concretado, así que lo del poli que llega para poner orden tampoco lo entendí como tú cuentas.

      Hay algo que no me cuadra, porque en lo que respecta al poli negro, parecería que tú y yo hemos visto escenas distintas.

      Un abrazo.

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  3. Veo que se reparte estopa a granel...tanta inquina me produce desaliento.
    No he visto ninguna de las propuestas. Seguramente alguna caerá. Y si es el caso algo te comento..pero ya conociendo tu análisis es dificil aportar mucho màs puesto que te han decepcionado todas...¡ qué pérdida de tiempo entonces !

    Besos. Milady

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    1. Estopa hay para todos, efectivamente, Milady: inquina no tanta; más diría decepciones varias, porque uno siempre espera salir del cine contento y lo malo es encontrarse con verdaderos peñazos o con películas que no alcanzan el nivel esperado y la verdad es que uno ya no espera mucho, como puedes imaginar.
      Claro que te digo lo de siempre: para gustos, los de cada cual. Eso sí: las opiniones, libres como el viento. Puedes correr el riesgo y luego, vienes a contarlo, si te place.
      Besos.

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  4. Aquí me tienes de nuevo y ésta vez la estopa la doy yo. En caliente para que no se me olvide nada. De Dunkerque todavía nada que aún la tengo en la nevera..
    Va..
    "Los tres anuncios a las afueras" que parece ser lo más original de la película. Dices que te extraña que sea del mismo que hizo "Escondidos en brujas" y lo entiendo, aquella era estupenda, original. Me gustó, en suma...la de los psicópatas no tanto, es más creo que no la terminé de ver y ahora no recuerdo por qué.

    Pregunta ¿dices que no hay mucha violencia en la que nos comentas cuando se palma... está latente durante todo el metraje...? Una violencia que no es solo de casquería...es de las otras.
    Suscribo lo de la protagonista una mujer tremendamente injusta y estúpida...no empatizo con ella ni queriendo, ¡no sabes cómo recordaba a la espléndida Sarah Lancashire de Happy Valley ! Esa madre con todo el peso de la tragedia de su hija y todo lo que la rodea y cómo se enfrenta a ello...no hay color.

    Sigo más abajo..porque ya se me ha borrado el anterior comentario y no quiero que me vuelva a pasar

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    1. Muchas gracias por regresar, Milady: lo de la violencia lo digo y pienso porque en las otras dos hay muertos, asesinados, todo ello con una violencia no exenta de razones (locas, si se quiere, pero motivos al fin y al cabo) y aquí sólo hay un cierto afán de venganza mal resuelta porque no culmina...
      Sigo contigo...

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  5. Decia que Frances McDormand repite papel o careto, es decir el mismo registro, gesto adusto, cara de amargada, borde y despectiva que la he visto en los últimos trabajos. Y aquí tiene sentido, una madre que ha vivido una tragedia, parece que tambien maltratada y con un sentimiento de culpa que no le cabe en el cuerpo y por eso arremete contra todo sin medida.

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    1. Que le dieran el premio a la McDormand no fue sorpresa porque se nota el mercadeo, la manipulación: esa mujer no es fuerte: será obstinada, será tozuda, pero le falta raciocinio: cuando el sheriff se va a hablar con ella, sus explicaciones son claras, diáfanas y lógicas y la mujer queda en nada. No me paree un personaje siquiera difícil de interpretar y desde luego, muy por debajo de lo que McDormand es capaz de desarrollar....
      Sigo contigo, Milady...

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  6. Sin hacer spoliers, el mejor Woody y eso que...ya sabemos.
    El idiota racista, un gran trabajo de Sam Rockwell, es irritante y cuesta creer que está en esa comisaría con revólver y placa...¿qué clase de exámen hizo este hombre para entrar..? La America profunda, topicazos como lo de la novia adolescente,el ex maltratador... la madre sonada del poli racista...,la America de Trump...bueno ya nos lo han contado y no era Trump...La jauría humana, En el calor de la noche, La conspiración del silencio...diferentes crímenes pero los mismos zoquetes...con placa o sin ella.
    Me alineo con Victor...el momento bambi,las zapatillas, las coincidencias...allí estaba el cazurro en la comisaría cuando la mujer se dedica a lanzar cócteles molotov...y en el bar los dos tipos...y el nuevo que se niega a ir más allá con el tema, delitos impunes...¿qué clase de personajes son esos..?
    No digo que no haya seguido con mucho interés la pelicula pero...me chirrian muchas cosas... y el Oscar...bueno, cantado porque sabemos lo que le gusta a Hollywood premiar a los tipos@ tarados.
    Podría seguir con ésto pero creo que no te aburro más y además hoy nos hados no me son propicios...es el tercer comentario que se esfuma y estoy que muerdo..

    Besos. Milady

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    1. Realmente, juntas todas esas sensaciones y así como en Escondidos en Brujas todo acaba encajando de maravilla basándose en un concepto del honor muy peculiar, aquí no hay agarradero posible, el final queda falsamente abierto (como hagan una secuela me parece que paso de ella directamente) y, aunque me gusta cómo trabaja Rockwell, lo mismo que en el caso de ella, me parece que el personaje está muy por debajo de sus posibilidades y no le resulta meritorio componerlo...

      Tómate un vinito de esos de tu tierra, Milady, mejor que una tila, con unas pocas nueces, y verás la vida de otra forma...

      Besos.

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  7. A este paso, según voy viendo las peliculas susodichas, me vendrá bien el vinito antes..y más que las nueces prefiero unos pinchos deliciosos para acompañarlo...no se me suba a la cabeza y sea peor el remedio..

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    1. Ahí les has dao, Milady: mucho mejor unos pinchos, a qué negarlo, siempre más digestivos que algunas de esas películas tan famosas...
      Besos.

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  8. En la playa de Dunkerque había 340.000 personas y cientos de miles de toneladas de material. En la película de Nolan parece, en cambio, Benidorm en noviembre. O sea, que estamos de acuerdo, de obra maestra, nada de nada. Y en cuanto a la otra... Pues una cosita ramplona, políticamente correcta, como fueron todos los Oscars de este año, películas seleccionadas políticamente.
    Un abrazo

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    1. Lo del cine bélico es una cuestión de difícil resolución y desde luego conducirlo al mero espectáculo nos lleva a productos como éste, en el que los fuegos artificiales intentan opacar una realidad histórica que, por desgracia, importa a un porcentaje cada vez más reducido de espectadores y así les vale a gentes como Nolan para salir indemnes y casi que endiosados. No había pensado en el símil con Benidorm, pero es muy acertado.
      La otra, una decepción, esperando algo más cañero. Un día alguien hará un ensayo sobre la autocensura de este siglo...
      Un abrazo.

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