PODER NEGRO
Mientras a finales de los 60 en Europa las calles estaban abarrotadas de jóvenes que clamaban por diferenciarse de sus ancestros, en los Estados unidos de Norteamérica, aparte de los movimientos juveniles tipo "hippy", buena parte de su población se alzaba contra lo establecido y clamaba por algo más primario, como es la igualdad de derechos sin distinción por causa del color de la piel de cada quien. Héroes pacíficos como Martin Luther King, o más agresivos como Malcom X, configuraron lo que se denominó "Black Power". La foto que encabeza muestra a dos atletas estadounidenses que compitieron en las Olimpiadas de México 1968, y ganaron, respectivamente, la medalla de oro y la de bronce en la prueba de los doscientos metros lisos: son Tommie Smith y John Carlos, que nunca más pudieron defender su galardón, pues fueron expulsados del teóricamente pacífico y apolítico seno olímpico internacional, al proclamar, puño en alto, estando en el podio, su apoyo al movimiento antirracista, imagen vista en directo en todos los televisores del mundo y repetida mil veces en los subsiguientes noticiarios y periódicos.
En Estados Unidos de Norteamérica, las protestas contra la discriminación racial abundaron en aquella época y fue, justamente en el año 1967 cuando el muy interesante director canadiense Norman Jewison, con el decidido y valiente apoyo del productor Walter Mirisch , decidió llevar a la pantalla una novela de John Ball , muy bien guionizada por el siempre eficaz Stirling Silliphant (que ganó merecidamente un Oscar por su labor) y así se presentó en sociedad una película que sería un éxito de pantalla y de taquilla: En el Calor de la Noche (In the Heat of The Night , 1967).
La película, muestra de género policíaco, incide poderosamente en los problemas raciales del profundo Sur de Estados Unidos:
Con el acompañamiento inolvidable de la voz del inclasificable Ray Charles , cantando el tema "In The Heat of The Night", compuesto expresamente por el gran Quincy Jones , vemos un tren nocturno llegando al pueblo de Sparta, Mississippi; un hombre, negro (vemos sólo su mano llevando una maleta), entra en la estación.
El agente de la policía local Sam Wood (Warren Oates , gran actor secundario) hace su ronda nocturna y tropieza con un cadáver: es el del magnate Sr. Colbert, acaudalado empresario que estaba dispuesto a invertir en Sparta construyendo una fábrica; inmediatamente, Sam inicia la búsqueda del sospechoso por el solitario pueblo y, en medio de la calurosa noche, tropieza, en la estación, con un negro; le registra y al ver que lleva bastante dinero en su cartera, le detiene y le lleva a presencia del Jefe de Policía Bill Gillespie (Rod Steiger , que consiguió el Oscar por su actuación), eterno masticador de chicle, cabreado porque el aire acondicionado no funciona:
Al ser inquirido el detenido por el origen del dinero, manifiesta ser su sueldo de una semana como Detective en Filadelfia, especializado en asesinatos: Virgil Tibbs (Sidney Poitier , en su mejor momento, pues el mismo año rodaría Adivina quién viene a cenar esta noche [Guess Who's Coming to Dinner ], nada menos que con Katharine Hepburn y Spencer Tracy como compañeros de reparto)
La sorpresa de Gillespie al comprobar que su sospechoso fácil no es tal sino un policía de ciudad, con conocimientos técnicos superiores a los suyos, simple policía de puelbo, es mayúscula. Como enorme su disgusto al recibir la orden del alcalde, presionado por la viuda del asesinado, de obtener la colaboración de Tibbs para resolver el asunto, so pena de que la inversión millonaria vaya a otro lugar.
Jewison, nos ofrece por tanto dos lineas a seguir: las pesquisas encaminadas a esclarecer rápidamente el asesinato, bajo el apremio de la viuda millonaria, y las relaciones de Tibbs, procedente de una capital del Este, con los habitantes de un pueblo del sur, donde todavía viven casi como esclavos sus congéneres de raza, doblando la espalda de sol a sol en extensos campos de algodón, recibiendo continuo desprecio por su condición de negro.
Naturalmente, Tibbs, que tan sólo se paró para hacer transbordo ferroviario, no piensa en otra cosa más que en marcharse; pero los trucos de Gillespie le retendrán, contra su voluntad. La relación de ambos policias es enfrentada primero, luego circunspecta y acaba por ser casi cordial, fruto del respeto que Tibbs infunde, con sus conocimientos, a Gillespie, que no pasa de ser un policía local más, sobrepasado por los acontecimientos y lo enrevesado de la trama policial, con diversos giros que nos mantienen atentos mientras Jewison, de forma sutil, va acercando las posturas inicialmente opuestas de ambos protagonistas.
Que en aquellos años sesenta y pico el protagonista dotado de inteligencia y conocimientos para resolver un intrincado caso de asesinato fuera lo que ahora eufemísticamente se denomina un "hombre de color" (como si los que no somos negros fuéramos incoloros) y que el sufrido ayudante que se equivoca una vez y otra fuera un hombre blanco ("wasp", que dicen -o decían- por allí, sería más apropiado), resultó ser una apuesta atrevida que Jewison convirtió en caballo ganador, ya que, aunando misterio criminal y desarrollo de la problemática social, otorga un mensaje antirracista firme, diáfano: de la colaboración de ambos, la solución se alcanza, y con ello, el beneficio que para la comunidad representa la construcción de la nueva fábrica, donde todos, negros y blancos, podrán trabajar en mejores condiciones que en los campos de algodón, donde la barata obra de mano impide el uso de recolectoras mecanizadas, suponiendo, apunta la trama, un menoscabo para los inmemoriales latifundistas descendientes de los esclavistas.
Jewison, con la inestimable ayuda de Hal Ashby como montador (Oscar al mejor montaje), consigue, en unos ajustados 106 minutos, entretenernos, mostrándonos al tiempo que discurre el proceso criminal, la forma de vida de una sociedad anclada en conceptos añejos de discriminación, con actitudes no tan sólo racistas, sino machistas, un pueblo cuya forma de vida en el momento del rodaje estaba en la palestra de todas las discusiones, con una resonancia internacional que, por otra parte, ayudó mucho a la estruendosa acogida que recibió allí donde fuera exhibida la película, que merece ser revisada, especialmente para quien se halle contagiado de auténtica cinefilia, al constituirse en un hito, ahora ya, intemporal.
p.d.: El éxito de En el Calor de la Noche propició dos películas más con el protagónico Poitier/Tibbs, que no pasan de mediocres, así como una serie de televisión, con el mismo título, inspirada directamente en la película.
En Estados Unidos de Norteamérica, las protestas contra la discriminación racial abundaron en aquella época y fue, justamente en el año 1967 cuando el muy interesante director canadiense Norman Jewison, con el decidido y valiente apoyo del productor Walter Mirisch , decidió llevar a la pantalla una novela de John Ball , muy bien guionizada por el siempre eficaz Stirling Silliphant (que ganó merecidamente un Oscar por su labor) y así se presentó en sociedad una película que sería un éxito de pantalla y de taquilla: En el Calor de la Noche (In the Heat of The Night , 1967).
La película, muestra de género policíaco, incide poderosamente en los problemas raciales del profundo Sur de Estados Unidos:
Con el acompañamiento inolvidable de la voz del inclasificable Ray Charles , cantando el tema "In The Heat of The Night", compuesto expresamente por el gran Quincy Jones , vemos un tren nocturno llegando al pueblo de Sparta, Mississippi; un hombre, negro (vemos sólo su mano llevando una maleta), entra en la estación.
El agente de la policía local Sam Wood (Warren Oates , gran actor secundario) hace su ronda nocturna y tropieza con un cadáver: es el del magnate Sr. Colbert, acaudalado empresario que estaba dispuesto a invertir en Sparta construyendo una fábrica; inmediatamente, Sam inicia la búsqueda del sospechoso por el solitario pueblo y, en medio de la calurosa noche, tropieza, en la estación, con un negro; le registra y al ver que lleva bastante dinero en su cartera, le detiene y le lleva a presencia del Jefe de Policía Bill Gillespie (Rod Steiger , que consiguió el Oscar por su actuación), eterno masticador de chicle, cabreado porque el aire acondicionado no funciona:
Al ser inquirido el detenido por el origen del dinero, manifiesta ser su sueldo de una semana como Detective en Filadelfia, especializado en asesinatos: Virgil Tibbs (Sidney Poitier , en su mejor momento, pues el mismo año rodaría Adivina quién viene a cenar esta noche [Guess Who's Coming to Dinner ], nada menos que con Katharine Hepburn y Spencer Tracy como compañeros de reparto)
La sorpresa de Gillespie al comprobar que su sospechoso fácil no es tal sino un policía de ciudad, con conocimientos técnicos superiores a los suyos, simple policía de puelbo, es mayúscula. Como enorme su disgusto al recibir la orden del alcalde, presionado por la viuda del asesinado, de obtener la colaboración de Tibbs para resolver el asunto, so pena de que la inversión millonaria vaya a otro lugar.
Jewison, nos ofrece por tanto dos lineas a seguir: las pesquisas encaminadas a esclarecer rápidamente el asesinato, bajo el apremio de la viuda millonaria, y las relaciones de Tibbs, procedente de una capital del Este, con los habitantes de un pueblo del sur, donde todavía viven casi como esclavos sus congéneres de raza, doblando la espalda de sol a sol en extensos campos de algodón, recibiendo continuo desprecio por su condición de negro.
Naturalmente, Tibbs, que tan sólo se paró para hacer transbordo ferroviario, no piensa en otra cosa más que en marcharse; pero los trucos de Gillespie le retendrán, contra su voluntad. La relación de ambos policias es enfrentada primero, luego circunspecta y acaba por ser casi cordial, fruto del respeto que Tibbs infunde, con sus conocimientos, a Gillespie, que no pasa de ser un policía local más, sobrepasado por los acontecimientos y lo enrevesado de la trama policial, con diversos giros que nos mantienen atentos mientras Jewison, de forma sutil, va acercando las posturas inicialmente opuestas de ambos protagonistas.
Que en aquellos años sesenta y pico el protagonista dotado de inteligencia y conocimientos para resolver un intrincado caso de asesinato fuera lo que ahora eufemísticamente se denomina un "hombre de color" (como si los que no somos negros fuéramos incoloros) y que el sufrido ayudante que se equivoca una vez y otra fuera un hombre blanco ("wasp", que dicen -o decían- por allí, sería más apropiado), resultó ser una apuesta atrevida que Jewison convirtió en caballo ganador, ya que, aunando misterio criminal y desarrollo de la problemática social, otorga un mensaje antirracista firme, diáfano: de la colaboración de ambos, la solución se alcanza, y con ello, el beneficio que para la comunidad representa la construcción de la nueva fábrica, donde todos, negros y blancos, podrán trabajar en mejores condiciones que en los campos de algodón, donde la barata obra de mano impide el uso de recolectoras mecanizadas, suponiendo, apunta la trama, un menoscabo para los inmemoriales latifundistas descendientes de los esclavistas.
Jewison, con la inestimable ayuda de Hal Ashby como montador (Oscar al mejor montaje), consigue, en unos ajustados 106 minutos, entretenernos, mostrándonos al tiempo que discurre el proceso criminal, la forma de vida de una sociedad anclada en conceptos añejos de discriminación, con actitudes no tan sólo racistas, sino machistas, un pueblo cuya forma de vida en el momento del rodaje estaba en la palestra de todas las discusiones, con una resonancia internacional que, por otra parte, ayudó mucho a la estruendosa acogida que recibió allí donde fuera exhibida la película, que merece ser revisada, especialmente para quien se halle contagiado de auténtica cinefilia, al constituirse en un hito, ahora ya, intemporal.
p.d.: El éxito de En el Calor de la Noche propició dos películas más con el protagónico Poitier/Tibbs, que no pasan de mediocres, así como una serie de televisión, con el mismo título, inspirada directamente en la película.
Como muy bien dices, Josep, lo realmente transgesor de esta película es que presentara a un protagonista (vale, seamos políticamente correctos) afroamericano, guapo, inteligente y elegante, chocando con la vulgaridad de los habitantes del pueblo. Creo que no hubo mejor propaganga para el black power que el Oscar que se llevaron Denzel Washington y Halle Berry, porque no se podía ser mas guapos y elegantes. Que coincidiera con el honorífico de Sidney Poiter hizo el resto.
ResponEliminaLa verdad es que el galardón a Poitier fue merecido, no en vano abrió las puertas a muchos; el valor suyo es que, en su época, prácticamente era el único representante de su raza en Hollywood, salvo artistas del ramo musical, que no consiguieron nunca ser protagonistas.
ResponEliminaFíjate que a Poitier ni siquiera le nominaron, mientras Steiger se llevaba el Oscar al mejor intérprete, aunque merecido, por otra parte.
Saludos.
Hola, es cierto que este film fue transgresor y que fue en algún punto parte de una movida política de liberación de la cultura negra en oposición a la blanca aunque desgraciadamente los blancos explotaron esto económicamente. Saludos!
ResponEliminaEs lo que tiene el sistema: se aprovecha hasta cuando se le critica, incluso tan abiertamente con en este caso.
ResponEliminaSaludos.
ola soy nelson y soy negro y k pues es mejor ademas k soy racista de blancos asi k poder negro
ResponEliminaPor lo que puedo leer se ve una interesante pelicula de las epocas del antiracismo, el poder negro como se llama se pudo aprovechar en buena parte en esta pelicula, dando a los afroamericanos las actitudes que tomarian en gran parte las personas de raza blanca.
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