Censura Cinematográfica
Los visitantes asiduos de este bloc (gracias, a todos) habrán observado, en algunos comentarios, la extrañeza que causa en este comentarista la memez timorata que ha invadido últimamente las pantallas de cine proviniente de los Estados Unidos de América, observada claramente en los llamados "remake" de algunas películas de éxito de hace más de una década, a veces incluso más de dos décadas.
El ejemplo paradigmático más reciente es el personaje protagonista de la saga interpretada por Bruce Willis en "Die Hard", policía con un lenguaje un tanto soez y vulgar que, en su última aparición, ha sido "refinado" en tal forma que parece otra persona, ya que su expresión más conocida, el célebre "fuck, fuck, fuck", o sea, "joder, joder, joder" ha sido totalmente eliminada del guión.
Al tiempo, la mayoría de las historias incluyen personajes infantiles que toman indebida prestancia, como es el lamentable caso de la última representación de Superman, también comentada en este bloc.
Lo que podría parecer como una predestinación a conseguir públicos infantiles y con ello mayor audiencia, rechazando lo que podríamos denominar como películas para adultos, puede tener mayor enjundia y alcance del que presentan a simple vista.
La figura latente de la censura cinematográfica no es ninguna novedad: ya en el siglo pasado, justo en el momento de máximo esplendor del cine made in usa, se aplicaba con cierto rigor el conocido "Código Hayes", moralizante y puritano, que directores con talento supieron sortear: veamos, por ejemplo, lo que el maestro Alfred Hithcock hizo en Encadenados, sorteando, brillantemente,la absurda prohibición que los besos durasen más de tres segundos, con escenas que han devenido en memorables, como ésta.
En España, donde reside este humilde comentarista, la censura, como otras cosas, ha dado bandazos considerables: hemos pasado de absurdos cambios de guión (célebre el de Mogambo, convirtiendo un simple adulterio en una relación incestuosa) que ahora comprobamos absortos, al revisitar obras célebres, viendo cambios en las voces y el texto, cual es el caso de Con la Muerte en los Talones, en la famosa escena del tren, por seguir las ideas de Don Alfred, a visualizar sin mayor escándalo películas en las que el amor entre personas del mismo género tiene lugar sin casi cortapisa.
Los cambios observados en España no tienen parangón en la cinematografía estadounidense que sigue invadiendo, fin de semana sí, fin de semana también, los estrenos de nuestras carteleras, como supongo debe ocurrir en todo el orbe.
He comprobado que, desde hace unos años, impera en la cinematografía que proviene de los U.S.A. una propensión a presentar obras cinematográficas con marcado carácter infantiloide, despreciando una sensibilidad adulta que, por la experiencia que conlleva los años vividos, permite aquilatar con tranquilidad unos parámetros artísticos que han desaparecido de la pantalla grande. Las escenas de sexo "real", que pueden presentarse como lógicas dentro de una historia, han desparecido; no hablo de las abundantes escenas totalmente gratuitas de una época en la que se buscaba un público ávido de las mismas; me refiero a que su tratamiento actual adolece de una cierta gazmoñería, frente a un desatino en las escenas de violencia extrema, abundantes por doquier, hasta hartar al personal con una mínima sensibilidad.
Pensaba dedicar parte de mi tiempo a investigar un poco más a fondo el tema, cuando, viajando por la blogosfera, he tenido la suerte inmensa de topar con un comentario que, con permiso de su autor, hago mío en todas y cada una de sus palabras y manifestaciones, declarando mi envidia por su calidad estilística y por su muy buena documentación; sirvan estas mis pobres palabras escritas hasta ahora como preámbulo e invitaciòn a quien pueda leerlas para acudir, raudo, al comentario de faraway publicado en su excelente blog Denmen Celuloide, cuyo enlace se puede hallar aquí, donde hallarán perfectamente explicadas, las respuestas que se puedan albergar respecto a las dudas que este comentario pueda suscitar
El ejemplo paradigmático más reciente es el personaje protagonista de la saga interpretada por Bruce Willis en "Die Hard", policía con un lenguaje un tanto soez y vulgar que, en su última aparición, ha sido "refinado" en tal forma que parece otra persona, ya que su expresión más conocida, el célebre "fuck, fuck, fuck", o sea, "joder, joder, joder" ha sido totalmente eliminada del guión.
Al tiempo, la mayoría de las historias incluyen personajes infantiles que toman indebida prestancia, como es el lamentable caso de la última representación de Superman, también comentada en este bloc.
Lo que podría parecer como una predestinación a conseguir públicos infantiles y con ello mayor audiencia, rechazando lo que podríamos denominar como películas para adultos, puede tener mayor enjundia y alcance del que presentan a simple vista.
La figura latente de la censura cinematográfica no es ninguna novedad: ya en el siglo pasado, justo en el momento de máximo esplendor del cine made in usa, se aplicaba con cierto rigor el conocido "Código Hayes", moralizante y puritano, que directores con talento supieron sortear: veamos, por ejemplo, lo que el maestro Alfred Hithcock hizo en Encadenados, sorteando, brillantemente,la absurda prohibición que los besos durasen más de tres segundos, con escenas que han devenido en memorables, como ésta.
En España, donde reside este humilde comentarista, la censura, como otras cosas, ha dado bandazos considerables: hemos pasado de absurdos cambios de guión (célebre el de Mogambo, convirtiendo un simple adulterio en una relación incestuosa) que ahora comprobamos absortos, al revisitar obras célebres, viendo cambios en las voces y el texto, cual es el caso de Con la Muerte en los Talones, en la famosa escena del tren, por seguir las ideas de Don Alfred, a visualizar sin mayor escándalo películas en las que el amor entre personas del mismo género tiene lugar sin casi cortapisa.
Los cambios observados en España no tienen parangón en la cinematografía estadounidense que sigue invadiendo, fin de semana sí, fin de semana también, los estrenos de nuestras carteleras, como supongo debe ocurrir en todo el orbe.
He comprobado que, desde hace unos años, impera en la cinematografía que proviene de los U.S.A. una propensión a presentar obras cinematográficas con marcado carácter infantiloide, despreciando una sensibilidad adulta que, por la experiencia que conlleva los años vividos, permite aquilatar con tranquilidad unos parámetros artísticos que han desaparecido de la pantalla grande. Las escenas de sexo "real", que pueden presentarse como lógicas dentro de una historia, han desparecido; no hablo de las abundantes escenas totalmente gratuitas de una época en la que se buscaba un público ávido de las mismas; me refiero a que su tratamiento actual adolece de una cierta gazmoñería, frente a un desatino en las escenas de violencia extrema, abundantes por doquier, hasta hartar al personal con una mínima sensibilidad.
Pensaba dedicar parte de mi tiempo a investigar un poco más a fondo el tema, cuando, viajando por la blogosfera, he tenido la suerte inmensa de topar con un comentario que, con permiso de su autor, hago mío en todas y cada una de sus palabras y manifestaciones, declarando mi envidia por su calidad estilística y por su muy buena documentación; sirvan estas mis pobres palabras escritas hasta ahora como preámbulo e invitaciòn a quien pueda leerlas para acudir, raudo, al comentario de faraway publicado en su excelente blog Denmen Celuloide, cuyo enlace se puede hallar aquí, donde hallarán perfectamente explicadas, las respuestas que se puedan albergar respecto a las dudas que este comentario pueda suscitar
No sólo no tengo nada que objetar a todas tus observaciones, compa Josep, sino que creo que podría suscribirlas en su totalidad, hasta la última coma. Es lo que tiene esto del imperio de lo políticamente correcto, y, por supuesto, claro que hay un trasfondo económico detrás de la corriente, nada es neutro ni inocente. Pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver, me temo que nos las van a seguir "colando" sin compasión alguna.
ResponEliminaSobre el blog que recomiendas, le he echado una visual al bies, y tiene una magnífica pinta. Así que me lo apunto para visita más sosegada (y ya te contaré).
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo también, Josep, es absurdo querer volver "políticamente correcto" a McClaine, ya que no es lo mismo sin su famoso "Yeeepe kai hei, motherfucker", del que sólo han conservado la primera parte. Los ejemplos que das también son modélicos, el beso de Encadenados o el tren de Con la muerte en los talones supieron burlar a la censura y sugirieron mucho mas que escenas mas explícitas; de eso también sabían mucho Lubistch o Wilder
ResponEliminaAmigo Manuel, ya sabía que te iba a interesar el tema y que te iba a gustar el enlace.
ResponEliminaCiertamente, parece que, a menos que el público empiece a rechazar esos productos debilitados, tendremos que sufrirlos ad limitum.
Quizás por ello gente como Allen prfieran trasladarse a Europa a trabajar con mayor libertad, y que se queden los americanos con versiones "light". Allá ellos.
Das en el clavo, Alicia, como siempre, al traer a colación a Lubitsch y a Wilder: el tema del tren ha sido usado en diversas ocasiones; recuerdo una escena amorosa que acaba con una imagen de un ferrocarrill entrando en un túnel, pero no recuerdo a qué película pertenece.... ??
Gracias por vuestros estimulantes comentarios.
Muy bueno el blog que recomiendas. Saludos!
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