Sembrar vientos
En demasiadas ocasiones uno ha visto cómo algunos supuestos iluminados tienen la desfachatez de presentar como originales verdaderas estupideces y cómo algunos bobalicones de buena fe con escaso rigor y exigencia ausente permanecen boquiabiertos con los ojos como platos ensalzando las imaginarias virtudes de un objeto artístico, simplemente porque han oído previamente exclamaciones laudatorias pronunciadas por sesudos entendidos en la materia que se hallan por encima del resto de los mortales, pertenecientes a un limbo estratosférico, inimaginable, un círculo elitista de conocimiento exclusivo.
Esto no es ninguna novedad y de hecho pertenece a la esencia misma de la humanidad, porque timadores espabilados los ha habido y los habrá siempre y para muestra un botón o mejor dos, pertenecientes ambos a la más pura tradición literaria española: el más antiguo, perteneciente al Libro de los ejemplos del Conde Lucanor, recopilación del Infante Don Juan Manuel del que se supone muchos habrán oído alguna mención escolar, que, en su ejemplo XXXII expone claramente la cuestión, como luego lo haría el ilustre Cervantes de una forma que se adecúa mucho más a la temática de este bloc de notas, refiriendo engaño semejante pero sucediendo el mismo en el mundo de la farándula, en su célebre entremés El Retablo de las Maravillas.
El origen de la idea expositiva se pierde en los tiempos y hay quien asegura que en textos árabes milenarios e indostanos se hallan referencias y de lo que no hay duda es que ha sido fuente de inspiración también para Andersen en su no menos conocido cuento El traje nuevo del Emperador, lo cual demuestra que la inspiración es un motor importante para la creación y que cuando en la recreación hay talento, no hablamos nunca de plagio y sí de fuente de inspiración.
Esto lo tengo muy claro desde una tarde de verano, hace ya bastantes años, cuando leyendo un cuento en una antología de novela corta clásica, me topé con la historia de los amantes de Verona, con el mismo esquema que, años más tarde, dramatizó Shakespeare de forma ejemplar; a nadie se le ocurriría tachar al Bardo como plagiario y todos nosotros, cinéfilos al fin y al cabo, sabemos que Romeo y Julieta ha sido versionada en diversas películas, algunas tan libérrimas en su concepción que llegan al punto de trasladar el encono de Montescos y Capuletos a los barrios neoyorquinos del siglo pasado como lo hizo West Side Story, que no tan sólo asombra por su atrevimiento al cambiar la época sino que además reconvierte el drama romántico en película musical dotada de excelentes bailes y canciones, una película inolvidable.
Así pues, cuando uno se enfrenta a una versión de un original literario debe intentar hacerlo con la mente abierta confiando en el talento de quien va a procurar una nueva experiencia: en este bloc hemos comentado en alguna que otra ocasión reinterpretaciones de clásicos literarios, bien sean de novelas o piezas teatrales, y debemos aceptar que algunas de ellas han sido bastante atrevidas al trasladar acción y personajes a un tiempo y espacio muy distinto del pensado y escrito por el autor, pero normalmente el texto ha sido respetado y con ese respeto se ha guardado también la construcción identitaria de los prototipos creados hace años en letra impresa por célebres autores, consiguiendo que el espectador identifique y empatice rápidamente con sus héroes ficticios que, construidos a golpe de lectura e imaginación en el interior de cada cual, se erigen en nexo de unión insustituible entre espectador y pantalla.
Ese respeto por el original tan sensato y útil a la vez para poder conducir el ánimo del espectador hacia nuevas versiones, se halla ausente totalmente en el británico Guy Ritchie que estrenó a finales del año pasado un producto denominado Sherlock Holmes que se pudo visionar en los cines y que por causas imputables únicamente a las distribuidoras, pese a estar anunciado en "mi cine" durante semanas, al fin he visto en dvd de alquiler pues ya su exhibición comercial normal parece haber finiquitado, cine de consumo con fecha de caducidad cada vez más corta.
Así que, como ya advertí en su momento, aquí estoy para dar cuenta de la experiencia.
Vaya por delante que esta ha sido la primera película que he visto del afamado Guy al que tan sólo conocía de su aventura matrimonial con Madonna, con lo que ningún prejuicio ni en favor ni en contra me ha podido influir, salvo una diferencia enorme entre el británico y este aficionado cinéfago: a mí siempre me ha gustado leer y estudiar y además habré leído todas las aventuras de Sherlock Holmes unas cuatro veces, aunque es cierto que ya hace tiempo: y desconozco absoluta y totalmente esas cintas de cassete relatando historias de Sherlock en las que al parecer y según propia confesión se basó Mr. Ritchie para tener ideas firmes respecto al personaje creado por Arthur Conan Doyle hace ya tanto tiempo, cuyas hazañas al parecer todos menos Ritchie hemos leído, construyendo cada cual es su mente una configuración del personaje, pero siempre manteniendo sus virtudes y defectos característicos.
En alguna parte he leído algún comentario que asegura que Ritchie se basa en un tebeo que alguien hizo sobre Sherlock Holmes; esa afirmación, que no he podido corroborar, en mi opinión no tan solo no sirve para excusar la gran pifia obtenida sino que acrecienta la responsabilidad de Mr. Ritchie que manteniendo una actitud de insultante ignorancia pretende haber realizado una adaptación moderna del arquetipo creado por Conan Doyle.
No estaría tan sorprendido de la enorme zafiedad e ineptitud del guión si hubiera tenido la precaución de comprobar quiénes son los autores de semejante fechoría: sólo saber que Simon Kinberg está entre ellos y da la sensación de ser el autor de los "últimos retoques", sabiendo que es el ideólogo de cosas como Jumper, su anterior trabajo, ya es toda una declaración de principios: nada puede ir bien con estos antecedentes.
No es que no vaya bien: de hecho, va de mal en peor.
Ritchie y compañía demuestran un desconocimiento total de lo que representa Sherlock Holmes en el imaginario colectivo al tiempo que hacen patente su ignorancia y escasa preparación cultural para afrontar con una mínimas garantías de calidad una reinterpretación que nadie ha pedido ni solicitado.
Titular una película con el nombre de Sherlock Holmes, individuo que desde hace años persiste como icono del detective sagaz que basa sus éxitos en su inteligencia y enormes dotes de observación, es efectuar una llamada a los millones de seguidores que el personaje tiene en el mundo; presentar luego un personaje que poco o nada tiene a ver con el arquetipo, es cometer un engaño, una falsedad, aprovechando la fama para intentar pasar moneda falsa, piezas de latón -ni siquiera cobre- por doblones de oro. Y para dicho engaño no hay excusa posible, pues nadie ha obligado al inculto y escasamente preparado -según sus propias declaraciones- Mr. Ritchie a titular su bodrio con el nombre del famoso detective, aprovechando que su autor lleva años fuera de combate y nada puede objetar ni reclamar.
Pero para ese trabajo, el de protestar por la afrenta, están tipos como yo mismo, aunque llegue tarde, pero muy pronto para la secuela que están montando esos espabilados que se forran gracias a que venden muy bien un paño inexistente y han logrado que algunos vean bien sus muñequitos falsarios.
Porque ese Sherlock Holmes que nos presenta Ritchie adolece de serios defectos de todo tipo y condición: de entrada me quedo sorprendido por la inane condición del estilo cinematográfico de Ritchie, de quien he leído alabanzas por sus obras anteriores que, como he dicho, no he visto y me parece que no veré: la forma de filmar es caótica, al estilo de los video clips que han llevado a Ritchie a la fama: mucho efecto digital, como si filmar consistiera únicamente en dominar los trucos de la consola de edición; a Ritchie le pasa lo que a muchos que se las dan de buenos fotógrafos cuando lo único que saben es usar muy bien el editor de fotografía, como el que ha retocado el póster de la película, quitando unos cuantos añitos a ambos coprotagonistas, que vergüenza debería darles a esos dos de participar en productos de esta entidad.
Ritchie se ufana en presentar movimientos vertiginosos y planificaciones sincopadas, así como presentar escenas violentas reiteradas y con todo lujo de detalles mientras juega con su moviola y acelera o ralentiza digitalmente lo que mal rueda, porque ni él sabe planificar ni su fotógrafo sabe encuadrar y menos aun iluminar con un poco de gracia las escenas, recreando un ambiente opresivo y cansino por lo reiterado, oscuro y sucio.
Claro que eso pertenece al (mal) gusto del director y en ello lleva la razón pues es libre de presentar el ambiente como le plazca, siendo como es accesorio: importante, pero accesorio.
Lo que ya no es tan accesorio es el respeto que se le debe al autor que durante una serie de relatos ha perfilado una personalidad reconocible, lográndolo con tesón, trabajo y talento. Tres virtudes que a buen seguro Ritchie no tiene, porque nos presenta un Sherlock Holmes irreconocible, falto de todas sus virtudes e incluso sus defectos, y provisto de unas características que nada tienen que ver con el personaje.
Esto lo entiendo sin ambages como una falsedad, un engaño que se perpetra no contra tipos como yo que se han leído los relatos de Conan Doyle y están de vuelta ante intelectualoides de nuevo cuño como Ritchie, sino contra espectadores que todavía no han tenido la oportunidad o la ocasión de leer ninguna de las aventuras de Sherlock Holmes y se harán del personaje una idea que, probablemente, les apartará de la apetencia de la lectura.
Sépase pues que Ritchie engaña al espectador desprevenido y le presenta a un tipo al que llama Sherlock Holmes cuando quizás lo más oportuno sería llamarle Guy Ritchie, dando la cara con valentía en vez de parapetarse tras la fama del personaje creado por Arthur Conan Doyle.
Ese Sherlock presentado por Ritchie es un tipo harapiento y descuidado en su aspecto externo, sucio y maloliente, detalles que indican claramente una débil autoestima.
Además, es lo bastante estúpido para recibir trompazos a diestro y siniestro sucumbiendo siempre a los trucos y martingalas que le presenta su enamorada Irene Adler que también queda minimizada a la altura de una casquivana carterista preso su intelecto de sus sentimientos, una pareja disminuida respecto a la original en muchos grados.
Pero lo más grave, en mi opinión, es que Ritchie presenta al gran Sherlock Holmes como un adalid de la violencia, tergiversando profundamente la identidad del personaje y convirtiéndolo en un individuo que alberga una maldad inaudita: en dos ocasiones el basto Ritchie se recrea con su moviolita digital presentando con todo lujo de detalles los golpes que Sherlock propina a dos individuos mientras oímos su voz en off en la que calcula fríamente dónde y cómo dará los golpes y sus consecuencias, decidiendo sádicamente aplicar más castigo del necesario para solventar una situación de riesgo físico.
De entrada, el verdadero Holmes casi nunca debe enfrentarse físicamente a nadie porque su ventaja está en sus habilidades mentales y no precisa la acción física: cuando es necesario, sus acciones son rápidas, breves y económicamente contundentes y siempre excepcionales.
El Sherlock de Ritchie se recrea en la pelea al punto que la busca como mero entretenimiento y aun así, de solaz, causa más daño del necesario a su contrincante: es un bestia sin entrañas ni corazón, y con un sentido nulo de lo que es justo y necesario. Tal vez la sociedad en la que vivimos sea proclive a aceptar como héroe a un tipo así, que no lo creo, porque me produce náuseas: en cualquier otra película uno ve acciones semejantes e incluso peores, pero los personajes nunca se mueven con la misma sangre fría y la pasión les puede: este Sherlock es frío como un témpano y piensa mucho antes de atacar: se regodea y disfruta de antemano con el dolor que producirá.
Las facultades deductivas de Sherlock brillan en este caso por su ausencia porque, claro, tratándose de una historia inventada por esos ¿guionistas? pretender que la trama sea inteligente es pedir demasiado y por lo tanto, ya que el malo de la función es un timador de medio pelo que basa su estrategia en sobornar a todos para hacerse pasar por muerto y resucitado (vaya truco más bueno, Kinberg) para conseguir hacerse con el gobierno de la Gran Bretaña ¡y recuperar las "antiguas posesiones al otro lado del Atlántico" ! (¡¡Cielos, pretende apoderarse de los U.S.A.: que mieeedoooo !!) cualquiera con dos pies en el suelo se da cuenta de la endeblez y estupidez supina de la trama y evidentemente si el malo es flojito, a santo de qué va a lucirse el protagonista con su superior intelecto: lo guardan en una sombrerera en guardarropía, porque en la sombra permanece el célebre Moriarty que saldrá, si no hay justicia en el mundo (que no la hay, vamos) en sus pantallas dentro de un añito más o menos, porque toda esta troupe de engañabobos pretende seguir con el chollete visto que la mayoría de sus espectadores nunca ha leído a Conan Doyle y lo que es peor, nunca lo leerá, al paso que vamos.
Pero a mí, amigas y amigos, el tal Ritchie ya no me la da más con queso: directo a la lista negra de timadores que se hacen pasar por gentes de buen cine cuando en realidad son vendedores de humo: por mucho que sean cientos los papanatas que les aclamen y les rían las gracias, siempre aparece el quisquilloso que les saca las vergüenzas al aire: es lo que tiene sembrar vientos, que uno recoge tempestades.
Compruebo, compa Josep, que estás en buena forma: la peli te ha "encantado", y la tratas con ese "cariño" tan especial que arropa tus letras cuando te encuentras bajo el influjo de un film "maravilloso". Estás en buena forma, compa, vaya que sí... La peli no la he visto, pero, ante tanta controversia como ha generado (las opiniones que he leído sobre ella son cualquier cosa menos concordantes...), me da a mí que no me queda alternativa: ver y opinar. O mejor, sólo ver, quizá. Ya opinais mucho mejor otros...
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buena semana.
Chapeau, Josep, ya sabía yo en cuanto he visto la imagen que el texto iba a ser tan divertido como demoledor. Esta es una de las fechorías fílmicas más denunciables y punibles de las muchas que hemos padecido en los últimos 30 y pico años. El amigo Ritchie -que prepara la saga en cuestión sobre su "Sherlock"- es uno de los más sobrevalorados especímenes surgidos del culto a lo cutre modelo Tarantino. Es un director de una sola película, la única que sabe hacer bien (de hecho, la ha filmado ya tres veces con títulos distintos): mafia, personajes marginales, humor, atracos, violencia, música y videoclip. Le sale muy bien, pero cuando se sale de "su" fórmula, es, sin contemplación alguna, una mierda enlatada.
ResponEliminaSaludos.
Cálmate un poco, Josep, que te va a dar algo ; ante todo te sigo recomendando Lock & Stock y Snatch, las dos son divertidísimas, y confirmarte que se trata de la adaptación de una novela gráfica de Lionel Wingram. No estoy del todo de acuerdo contigo, ya que sencillamente se trata de otra versión del personaje, lo que no significa que sea la definitiva. ¿Que Sherlock no era sucio ni antisocial? No es así, era una persona que vivía tan absorto en su mundo de investigación que era capaz de pasarse días enteros sin comer ni dormir (y consecuentemente, sin lavarse) cuando estaba enfrascado en sus pensamaientos deductivos, pero como reconoce Watson, sus generosas pagas hacían que su patrona fuera tolerante con sus peculiares costumbres.
ResponEliminaJa, ja, ja...Hazle caso a la amiga Alicia, querido Josep,los disgustos son malos para la salud y la cosa no tiene mayor importancia.
ResponEliminaNo he visto la peli, aunque probablemente la vea algun día porque la tengo grabada en cierto disco duro, pero tampoco estoy ansioso. De Richie he visto "Snatch, cerdos y diamantes" y coincido con Alicia en que es muy divertida y original "Rockrollo" tampoco estaba mal, pero no me gustó tanto.
Es cierto que el amigo Sherlock es un personaje irrepetible, pero como todo ser nacido de la imaginación de un artista se puede matizar y enriquecer. Ejemplos en cine ya lo dió Wilder y en lo literario tambien Maurice Leblanc lo emparejó con Arsenio Lupin en sus novelas. En estas obras el inefable Holmes tiene unos tintes distintos a los que su autor le pintó.
En fin, seguramente la peli no sea nada del otro mundo y tendrás razón, pero tal vez algún chaval despistado de 18 años sienta curiosidad por el original y se ponga a la labor de leer el Canon de Sherlock (lo ha editado Cátedra y es genial). A mí me ocurrió que pelis horrendas me pusieron en camino de ver buen cine.
En fin querido Josep, yo voy a seguir en la labor de seguir viendo y gozando el Mundial y en algun ratito trataré de escribir la continuación de mi última entrada.
Un abrazote.
Estoy con Alicia en lo que tiene que ver con el ensimismamiento del personaje ( consecuencias logicas: descuidar aspecto fisico )en todo lo demas contigo Sir Guy. No tanto en la forma como en el fondo. Pasion no te falta para expresar tu desagrado con argumentos muy solidos.
ResponEliminaEsto de Guy Richie es otra cosa y la verdad a mi no me extraña que el cine comercial use y abuse de
efectos y otros trucos para ' engañar' o entretener a las masas ( juveniles sobre todo ).
Todas estas 'versiones' o imposturas-engaños a mi lo que me dan es ganas de revisar al verdadero personaje, en libros o en las anteriores peliculas que nos ' dibujaron' a Holmes y su inseparable Watson.
Hasta la version que hizo Wilder" La vida privada de Sherlock Holmes "con Robert Stephens( de la que no estaba del todo satisfecho por que le metieron la tijera en el montaje )nos muestra con humor
una relativa homosexualidad de Holmes, el inconfundible sarcasmo del Sr. Wilder, pero esto tampoco importa demasiado si la narracion nos acerca al inteligente detective.
Esto es un caso para que lo resuelva el propio Holmes ( dicen que House esta inspirado en el ).
Un abrazo Sir Guy y no te alteres ¡ por dios !:-)
Apunto aquí cuando leo a Anro, que tengo el Canon de Holmes y en verdad es una edición genial. Creo que comenté aquí en alguna otra entrada que he recopilado todo o casi todo lo que se ha rodado sobre Holmes, incluso algunas serie de la BBC y Granada TV bastante aceptables. Y añado, esta no la guardaré con las demás.
ResponEliminaUna abraçada
Caramba nada más empezar a leer me he sentido identificada como bobalicona porque lo que escribes sobre cine lo creo a píes juntillas y además, creo que eres un genio en esta materia. Luego he seguido leyendo y al ver que compartimos opinión,( la mía menos documentada y además apoyándose en la tuya en su totalidad) la película de Sherlock Homes, primera película que veo de Guy Ritchie(otra coincidencia contigo) es de una mediocricidad total, de un aburrimiento pasmoso, de una interpretación grosera, de una libertad en cuanto a los personajes que dan pena. Otra vez pienso como tu (¿entenderé algo de cine finalmente?)siempre he creído que S.Holmes combatía al enemigo con la inteligencia,nunca con la fuerza.Un beso
ResponEliminaBuuufff. No la he visto.. Y había leído un par de reseñas de gente de la que me fío que decían que era entretenida...pero después de leer tu entrada.
ResponEliminaDe Ritchie sólo he visto una que me gustó (la de Cerdos, diamantes y no sé qué más). Empecé otra que dejé al momento porque vi que era más de lo mismo (un poco lo que apunta 39escalones).
Leí hace muchísimo algunos cuentos de Holmes. No me parece ni bien ni mal "readaptar" o "cambiar" a un personaje. ¿Traición? Si la película es buena... lo mismo me da. Vamos... Aunque estoy de acuerdo en parte...Si Peter Pan era el niño que no había crecido, no tiene sentido que Spielberg hiciera una (malísima, por cierto) en la que Peter Pan se había hecho mayor. Así que también entiendo tu postura...
Pero en realidad, aunque la peli "falsee" al personaje, si estuviera bien, me daría igual, porque como dije en una entrada que en parte hablaba de esto: "No hay nada sagrado en la ficción. Nadie va a estropear o destruir a un personaje, un libro o una película porque dé su versión del asunto, sea la que sea. La obra original siempre estará ahí."
Así que si la peli de este hombre no te ha gustado por los motivos que expones me parece genial, pero no va a acabar con Sherlock Holmes, tranquilo.
Debo decir por otra parte, que me has quitado las posibles ganas que tenía de verla después de aquellas entradas que leí el día de su estreno (que no creo que estuvieran hechas por sastres-timadores (era gente a la que sigo y aprecio (como a ti)... al final todo es cuestión de gustos)... A mí me encanta el Ricardo III de McKellen, aunque en realidad no traiciona el texto, me parece.
Un abrazo.
Acabo de leer el comentario de Anro y pienso bastante parecido a lo que apunta (excepto que no he visto otra de este hombre aparte de la de cerdos y diamantes, que ya digo que me pareció entretenida y divertida). Otro saludito.
ResponEliminaJajaja, Manuel: no puedo engañarte ni por un momento: ya sabes bien que en algunas ocasiones quedo como poseído por esa influencia que tu percibes y no puedo resistirme -ni lo pretendo, a que vamos a mentir, a estas alturas- y claro, sale lo que sale...
ResponEliminaDe todas formas, espero que si la ves algún día, tengas la gentileza de expresar tu opinión, que seguro será interesante, como siempre.
Un abrazo.
Celebro mucho, Alfredo, que te haya gustado la reseña; ya suponía tu adhesión por algún comentario tuyo al respecto, como de pasada, a la espera de una buena Tienda... que nunca estaría más justificada, salvo lo que está por venir, que puede ser peor todavía...
ResponEliminaSaludos.
No te preocupes, querida Alicia, que la virtud de largar escribiendo es lo tranquilo que uno se queda después: es casi catártico, mira...
ResponEliminaLo de la novela gráfica de Wigram me huele a excusa barata: ¿tú la has visto? Porque no aparece referencia en IMdb y ya me extraña...
Por otra parte, Sherlock no es un sucio gañán como el que aparece en este bodrio: una cosa es que esté dos semanas concentrado estudiando los tipos de ceniza y otra que sea un tipo que no se lava y que no sabe vestirse: ese Holmes de Ritchie nunca lo ves meditando ni concentrado en nada.
Y no me parece que ni Ritchie ni ninguno de sus pseudo guionistas esté capacitado para ofrecer una versión de Holmes: todos esos, juntos, no le llegan ni a la suela de los zapatos a Conan Doyle y, por variar, apenas poco más a Wilder y sus colegas, a años luz en lo que sí es una versión.
Francamente, Alicia: no me apetece mostrarme amable con productos como este: creo que no lo merecen.
Besos.
Lo malo de los disgustos, Antonio, es quedárselos dentro: para eso está el bloc: para sacar la mala leche que a uno le entra cuando ve que intentan tomarle el pelo.
ResponEliminaMencionas a Wilder y estoy de acuerdo, como ya sabes: lo de Leblanc y su Arsenio, como sin duda no ignoras, ya es harina de otro costal y me alineo con Conan Doyle y el cabreo que agarró, porque Leblanc se permitió cosas inadmisibles, pero en fin...
El amiguito Ritchie ha perpetrado (con toda la intencionalidad del término) una pésima recreación del mito literario y me temo que ninguno de los espectadores jóvenes se sentirá inclinado a leer nada y, si lo hace, se encontrará con un personaje totalmente distinto.
Eso, eso: tú sigue viendo fútbol, que es ese ¿deporte? en el que cuando una pelota entra en la portería contraria, puede ser gol o no, según el ojo que lo ve... igualico que el Holmes de Ritchie, mira.... jajajaja...
Un abrazo.
Pero Milady, si ese Sherlock de Ritchie apenas para quieto un momento: entre tanta acción, ¿cómo va a pararse a meditar nada?
ResponEliminaEs un dejado absoluto, por convicción: Ritchie no se atreve (como hizo Wilder) a presentarnos un Holmes de dudosa sexualidad y adicto a la droga, y lo convierte en un guarrete: una reducción infantilista dirigida al público adolescente que no ha querido leer nada de Conan Doyle (o nadie se lo ha dicho, que todo puede ser) y esa versión hace un flaco favor a un personaje perfectamente delimitado y que no precisa de inventos.
La película de Wilder (de la que ya hablamos hace tiempo) le da sopas con honda a ésta cien mil veces y con las luces apagadas: se nota que Wilder sí había leído a Conan Doyle: Ritchie, a su lado, parece un analfabeto, y uno ya no tiene ganas de aguantar tonterías, por mucho que intenten venderlas bien, y, como que no quiero (ni puedo) alterarme, prefiero soltar sapos y culebras y quedarme tan tranquilo, April, que tampoco la cosa es tan seria... ;-)
Besos.
Seguro, Alma, que no vas a guardarla con el resto, no sea que la carcoma se contagie y alcance a las gemas...
ResponEliminaEse célebre Canon ya me está dando comezón por las ilustraciones que dicen lleva, y por tenerlo todo junto, porque ahora lo tengo en varios libros diferentes y de diferente calidad: supongo que serán varios volúmenes y me encantaría saber quien se ocupa de la traducción...
Una abraçada.
Eres muy amable, Camy, aunque bastante exagerada, pero te agradezco los piropos igual: seguro que tu tienes una opinión, formada como la mía, y la diferencia es que yo, como no tengo imaginación para escribir, me dedico a relatar mis sensaciones después de ver una película y, en casos como el presente, elimino la bilis cargando contra todo quisque intentando explicar el porqué no me ha gustado.
ResponEliminaTu y millones de personas como tu y yo, Camy, estamos muy seguros que Holmes combate al enemigo gracias a su talento y no a su fuerza: algunos, como Ritichie, todavía no se han dado cuenta: ésa es la raíz del problema de Ritchie y sus colegas...
Besos.
Por descontado, David, que sobre gustos no hay -no debe haber- disputas y me parece que vas a tener que verla por tí mismo para salir de dudas.
ResponEliminaYo no critico que se haga una versión de u personaje como Holmes: lo que critico es que haga de forma tan lamentable: la película de Wilder es excelente y se toma sus libertades...
Y la de Richard III ya la comenté hace tiempo: precisamente la tenía en mente al escribir esta reseña, sin que me acabe de convencer del todo, pero el personaje está muy bien cuidado, sí.
Tienes razón en que Ritchie, por muchas películas que haga de Holmes, no puede mancillar el personaje: lo malo es que apartará con sus cagadas a posibles lectores y, aunque no acabe con él, tampoco le hace ningún favor y se vale de su fama para conseguir pingües beneficios sin merecerlos.
Está claro que vas a tener que verla... :-)
Un abrazo.
Vaya,pues estamos de acuerdo y, aún diría yo más, te quedas algo corto.
ResponEliminaLa vi cuando se estrenó y tuve dolor de corazón durante no poco tiempo, además de mala conciencia por haberme dejado arrastrar.
Un beso, Josep.
Josep disculpa, pero en este comentario si he sido exagerada porque lo comencé en plan bromista y de buen rollo, pero realmente quedo admirada de lo mucho que sabes de cine, como analizas personajes, director, guión, época,. Espero que en nada te haya molestado.
ResponEliminaUn beso
Caramba, Susy, querida, me adelantas a una velocidad de vértigo...
ResponEliminaY yo que pensaba que la crítica me había salido pelín feroz...
Eso sí: mejor que el dolor lo tengas de cartera o de bolsillo que de corazón, te lo digo por experiencia.. ;-)
Es verdad que, acabada su visión, uno tiene la sensación extraña por haber perdido el tiempo miserablemente y por haber asistido a un engaño burdo: es lo que hay, ya ves...
Besos.
Pero Camy, querida, como voy a molestarme cuando me tiras piropos: exagerados, pero piropos al fin y al cabo y eso nunca molesta, aunque hay que saber olvidarse de ellos: lo que te decía -y digo- es que yo únicamente pongo escrito lo que muchos pueden pensar y no lo hacen por darlo por entendido y procuro dar razones en las que apoyar mi opinión y más, si cabe, si ésta, como hoy, es negativa respecto al producto repasado, porque el lector merece respeto.
ResponEliminaBesos.
Holaaa, Josep, de éste Sherlock, que no me gustó tampoco y eso que el personaje da para hacer solo obras de arte, me queda el recuerdo, más que nada, de la música. El tema principal que me hizo soportar el bodrio y Hans Zimmer que me encanta. Bueno, la verdad es que tengo toda la BSO, porque me gustó mucho. Así de simple soy..
ResponEliminaBesos
Eso es un agravante, Blanca: siendo como es Sherlock un arquetipo universal con aspectos muy interesantes, olvidarse de todos ellos para añadir lo que no es, me parece una pérdida de tiempo; me alegra que por lo menos la BSO te haya entretenido: una suerte que saques algo bueno de tanto estropicio... :-)
ResponEliminaBesos.