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dissabte, 7 de juliol del 2007

El Díptico de Clint Eastwood



He dejado pasar un tiempo antes de llevar al papel (es un decir) las sensaciones que me produjo contemplar, en tan sólo dos días, la última obra de Clint Eastwood , lo que yo, como otros, he venido en llamar El Díptico de Clint, es decir, sus dos últimas películas como Director, Banderas de Nuestros Padres (Flags of our Fathers ) y Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima ), ambas fruto de la cosecha de 2006.

He leído, como no, diversas críticas, con las que coincido en parte; pero discrepo de casi todas ellas en tanto en cuanto diferencian dos películas, cuando para mí, sólo se trata de una, con dos partes, complementarias, sin que el orden de su visionado pueda llegar a influir en la sensación que el conjunto ofrece.

Es decir, para mí, se trata de una sola obra fílmica, que, forzosamente, hay que ver entera. Baso esta opinión en las propias palabras de Clint, que se manifiesta al respecto diciendo que, cuando se hallaba preparando Banderas... tuvo la sensación que el relato merecía la versión complementaria, que no contrapuesta, de la visión japonesa de la célebre batalla, y así se lo hizo saber a Spielberg, quien al intervenir como productor de ambas ha dado muestra, una vez más, de su infalible olfato cinéfilo y su sabiduría al encomendar a Eastwood la dirección de la obra, sin entrometerse. De modo que, mientras trabajaban preparando Banderas..., ya empezaron a trabajar en Cartas...

Aceptemos, no obstante, que cualquiera de las dos partes del Díptico goza de una entidad cinematográfica suficiente como para ser contemplada de forma única y que su visionado es altamente recomendable a cualquier cinéfilo, que disfrutará de una obra bien acabada, bien interpretada, con un guión excelente, unas imágenes impactantes, un sonido perfecto, una dirección elegante, propia del clasicismo que ha alcanzado Clint en su madurez, colocando la cámara donde debe estar.

Pero al cinéfilo consecuente con su afición no le puede bastar con ver sólo una de las dos partes: debe esforzarse por ver la obra entera, el conjunto. Aún más, puede empezar por ver cualquiera de las dos partes primero: el orden de los factores, no altera el resultado final.

La batalla de Iwo Jima, isla de dominio japonés en la llamada Segunda Guerra Mundial, alcanzó fama mediática cuando fue conquistada por las tropas estadounidenses, al publicarse en la prensa una fotografía que representa el momento en que unos soldados alzan la bandera de Estados Unidos en su cerro más alto. Esa fotografía, conocida mundialmente gracias a la propaganda pro militar, ha devenido, como otras imágenes, en un icono, con un claro significado.

En otro tiempo y en manos de otro director, esa imagen hubiera suscitado una película de corte muy distinto al que imprime Clint Eastwood en los albores del Siglo XXI.

Eastwood, tachado antaño por la progresía analfabetizadora como maniqueísta y casi parafascista, compone en su última obra un alegato antibélico contundente, del que sólo salen bien parados los ciudadanos de a pie que se ven obligados a combatir a muerte, los unos contra los otros, en defensa de unos intereses patrios que apenas alcanzan a entender.

Clint se nos muestra como un Director con mayúsculas, (sus películas descansan en mi estantería al lado de las de John Ford, lo cual demuestra mi aprecio particular) y se vale de una ajustadísima dirección, sin tratar de epatar al espectador, buscando y hallando el mejor resorte para cada escena, ofreciendo una narración de los hechos ejemplar y un tratamiento de la imagen adecuadísimo. La fotografía es sobresaliente sin llegar al recurso fácil que en ocasiones provoca un ¡oh, que buena fotografía! y se reconoce como tal después de haber visto la obra. El color empleado -me resisto a reducirlo a un blanco y negro- imprime al conjunto un carácter documental que otorga veracidad a la historia que se nos cuenta.

El uso recurrente del "flash-back" permite al autor ofrecernos, de una parte, la verdad de los hechos y de otra, su manipulación interesada a la consecución de unos fines con desprecio del individuo; las voces en "off" nos ayudan a entender los sentimientos personales de los individuos cuyo tránsito hacia la muerte, la gloria o la prisión, se nos muestra de la mejor forma, siguiendo una estructura férrea, fruto de unos guiones muy bien pergeñados.

La representación de la actividad bélica en sí misma, recuerda a quien suscribe otra obra antibélica por excelencia, "La Delgada linea Roja" (The Thin Red Line ), de Terrence Malik, ya que vemos una encarnizada lucha entre soldados que no se nos presentan como héroes, sino como hombres que tratan de sobrevivir, matando, si es preciso, algunos con crueldad, otros con compasión, todos con mucho miedo, como es normal, en la realidad.

Esos hombres, representados por actores poco conocidos, salvo el gran Ken Watanabe , que hace una composición de militar profesional consciente de sus fuerzas y por ende, de su destino, se nos hacen cercanos gracias a una muy buena dirección de actores, ofreciéndonos una gran muestra de las diferentes actitudes con que uno puede comportarse ante una situación límite como es la guerra, desde el honor, la lealtad, el orgullo de servir, la búsqueda de un beneficio medrando, el miedo, y, de forma sobresaliente, la propia condición humana. Pero ninguno de ellos muestra un genuino afán de luchar por una causa que, siempre, parece lejana a sus propios intereses humanos, lo que acaba por resultar en alegato antibélico, dejando en manos de aquellos que nunca vemos, los poderosos, la toma de decisiones que comportarán la muerte de muchos de los que acabamos conociendo.

Así, en la parte "estadounidense", comprobamos cómo un grupo de soldados son trasladados del campo de batalla a su país, con el objetivo de recaudar más fondos para seguir con la contienda; vemos cómo la realidad se tergiversa, buscando una popularidad circense y contemplamos, cruda realidad, el tránsito de los supuestos "héroes" de Iwo Jima, desde la fama hasta la más absoluta soledad y olvido, sujetos reducidos por la historia a meros objetos, apartados, cuando no olvidados, por una sociedad que lo mismo los encumbra que los hunde sin conmiseración.

Del otro lado, en la parte "japonesa" de la historia, vemos como algunos actúan movidos por su condición de militar profesional o de mando, en una sociedad más jerarquizada, constatando por una parte su orgullo de servir a la milicia y su lealtad a la promesa de cumplir con honor la obligación asumida, aunque por otra parte son conscientes de la inutilidad del empeño al que se ven abocados, aceptando su destino de forma estoica, con episodios de suicidio colectivo ante la debacle impuesta, una vez más, por aquellos poderosos que están tan, tan lejos, del campo de batalla; y vemos también aquellos hombres que no han tenido la libertad de decidir, que se han visto forzados, obligados, a comparecer a las puertas de la muerte, por "salvar una tierra sagrada", dejando atrás a sus familias.

Y Clint Eastwood esta ahí, mirando por un agujero, todo lo que va pasando: la lucha, la muerte, el miedo, el amor a los no presentes, las órdenes absurdas, el engaño, la manipulación, la adulación, el olvido, la miseria...

Y nosotros lo vemos con él, medio siglo después, asomados a su ventana mágica, testigos de unos hechos que forman parte de la historia, contada de muchas formas hasta ahora, porque ya se sabe que la historia la escriben usualmente los vencedores, y somos conscientes, después de contemplar, disfrutar y rememorar El Díptico de Clint, que la historia, a veces, no es verdad ni mentira, sino todo lo contrario.

(Dedicado en el día de su onomástica a Fermí Marimón , en gratitud por su buen hacer como dueño de la única sala de mi pueblo durante tantos años y especialmente por haber ofrecido El Díptico de Clint seguido, el Viernes y Sábado Santo del año 2007)

2 comentaris :

  1. Compa Josep, me cabe el honor de ser el encargado de inaugurar los comentarios de tu blog, y no puedo hacerlo más que manifestando mi más sincera felicitación por dos circunstancias: la primera, la de que te hayas animado a emprender esta iniciativa, de la que espero disfrutar por mucho tiempo; y la segunda, la de que lo hayas hecho glosando tan magníficas películas -aunque no las he visto aún, no te quepa duda de que no tardarán en "caer", y más después de lo que cuentas...-, y con una reseña que no les va a la zaga en cuanto a nivel. Felicidades, compa...

    Un abrazo.

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  2. Apreciado Manuel, el honor es mío por tu visita y tus amabilísimas palabras de elogio inmerecido y de buenos deseos para el futuro.
    Espero y confío ver pronto, en tu blog, las sensaciones que te produzca la última obra de Clint.

    Un abrazo.

    ResponElimina

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