ESD 7 From Here to Eternity
El Código Hays (Hays Code) constituyó una forma de censura que durante tres décadas se aplicaba a rajatabla en las producciones cinematográficas de los Estados Unidos.
Justamente las tres décadas más brillantes de la historia del cine.
Cuando el gran Fred Zinnemann emprendió la traslación a la pantalla de un libro de gran éxito que desarrollaba su trama en los días en que se produjo el ataque a Pearl Harbor, tuvo que enfrentarse a muchos problemas: unos fueron de casting (que luego han sido idealizados en otra gran película) y otros, los principales, de adecuación a la normativa para poder representar la tórrida relación que se establece entre el sargento de primera Warden y la esposa de su capitán, la señora Karen Holmes.
Ya sabemos que Zinneman era un director con recursos y de nuevo podemos comprobarlo con la siguiente escena, que parecerá timorata sólo a quienes ignoren lo que significaba el Código Hays:
Esas olas que inundan a los protagonistas, metáfora de su pasión, y su abrazo cálido y sensual casi desnudos, levantaron no pocas ampollas hace casi cincuenta y seis años.
El talento siempre ha podido con la estúpida censura que, con sus limitaciones, obligaba a cineasta y público a pensar y entender el significado de una escena casual o no, siempre sugerente...
Casualmente, compa Josep, tuve ocasiíon de ver esas imágenes hace no muchos días, y te puedo asegurar que no he visto muchas con semejante potencial erótico, ni en esa época, ni en las precedentes, ni en las subsiguientes. Tremenda, tremenda...
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buen fin de semana.
Qué tiempos los del Código Hays, y qué similar es, en algunos aspectos, la censura en el cine norteamericano actual. Porque antes al menos se sabía la razón, a qué obedecía y quién estaba detrás. Ahora nos lo imaginamos, pero las cosas en Hollywood no han cambiado tanto.
ResponEliminaSaludos.
Evidentemente, amigo Manuel, ver la escena en su medio natural, es decir, insertada en la estupenda narración creada por Zinneman, le da más carga erótica que a simple vista.
ResponEliminaSupongo que es una buena costumbre la de repasar esos clásicos...
Un abrazo.
No dejas de tener razón, 39escalones, porque ya hace tiempo que vengo observando una especie de moralina muy rara en el cine estadounidense actual: las escenas violentas son harto significativas, pero no sale una teta ni por casualidad.
ResponEliminaEn los años setenta, recién derogado elfamoso código, y todavía sin mucha fuerza su sustituto, las películas de allí gozaron de una libertad que ahora parece extinguida, salvo casos excepcionales o "de género".
Tal parece que la "gran mayoría" presiona más de lo necesario...
Saludos.
Sirvió para que Deborah Kerr dejara de lado su imágen de perfecta lady inglesa, y lo supo hacer muy bien, pero me molesta el militarismo de la película. Yo siempre he sido partidaria del sugerir más que el mostrar, y con el código Hays tuvieron que hacer auténticos malabarismos para evitar la censura ¿qué decir del larguísimo beso de Encadenados, que Hitchcock hizo que fuera interrumpido constantemente para así evitar las normas?
ResponEliminaPues gracias al código tenemos esas escenas tan cojonudas. Esos tipos eran tan cortos de mente(en su retorcimiento ratonil) que se olvidaban de la inteligencia de los realizadores y de la rebosante imaginación del espectador, con lo cual se incentivaba el arte y la líbido alcanzaba cotas mucho màs altas. En fin, gracias Sr. Hays y compañía, por esa escena de la playa, por la del beso de "Encadenados" que cita Alicia y muchísimas más que permanecen en nuestra retina cinéfila.
ResponEliminaUn abrazote, Josep.
Deborah Kerr está fantástica ofreciendo, como dices, Alicia, un giro a sus habituales personajes; precisamente nadie se lo esperaba, con lo cual el efecto se reforzó.
ResponEliminaNaturalmente, sugerir tiene más fuerza que mostrar, porque se dirige al intelecto y a la imaginación, y el mostrar se queda en los meros ojos.
La película, aún en ambiente militar, no deja de contener una cierta crítica hacia el estamento (la crueldad del personaje de Borgnine pertenece a la leyenda) y carece del patrioterismo fácil de la muy posterior Pearl Harbor...
El beso ése que citas tendrá que salir algún dia también, está claro.... :-)
Saludos.
Debo ante todo felicitarte, Antonio, por esa modernización que has llevado a cabo... :-)
ResponEliminaEse apunte tuyo acerca del Sr. Hays daría para una buena charla, porque, como bien apunta 39escalones, la censura sigue presente de alguna forma y los resultados no son los mismos...
Pero sí: gracias, Sr. Hays, por haber conseguido que mentes preclaras se estrujaran el coco para dejarlo en ridículo... :-)
Un abrazo.
Tras leer tu comentario en el blog de Alfredo, tenía que volver a pasarme (alguna que otra vez creo haberlo hecho) por tu casa y, al menos, saludarte.
ResponEliminaEn cuanto a tu entrada, haré alusión al comentario de 39 pero para sacarle punta. Sabemos que hoy hay censura en el cine holliwodense, y sabemos que ésta es más zaína y menos clara que la que promulgaba el Código. Sin embargo no provocan el mismo efecto positivo la una y la otra, ese efecto colateral que hace que los artistas, para salvarla, tengan que agudizar el ingenio.
Un placer, Josep.
Bienvenido, Raúl:
ResponEliminaLa -supuesta- ventaja del códiigo Hays es que estaba más o menos delimitado, con lo que el "campo de juego" era conocido de antemano.
Tal parece que hoy la cosa está más difusa y sujeta a intereses crematísticos, alcanzando incluso al cine no estadounidense que procure obtener salas de exhibición que sistemáticamente son negadas según la dichosa letrita que se adjudica a una película.
Todo lo que agudiza el ingenio del buen creador de imágenes me parece oportuno, aunque en ocasiones llegue a limitar la libertad de expresión, perdiendo entonces la conveniencia.
Creo que es un tema complejo, difícil de aquilatar en todos sus aspectos.
El placer es mío por tu visita.
Saludos.