Unos niños muy especiales
Ya es casi una verdad aceptada como dogma por la mayoría de los cinéfilos de cierta veteranía (es decir, que han visto muchas películas) que existió en su momento lo que se vino a llamar Serie B, eufemismo destinado a clasificar producciones de escaso presupuesto, y que no todas las obras pertenecientes a esa clasificación son ni mucho menos desdeñables, pudiéndose hallar entre ellas verdaderas joyas, diamantes mal tallados podríamos decir en ocasiones, pero que reflejan un talento que en ocasiones echamos de menos en producciones de enormes proporciones económicas.
Dicha Serie B no se circunscribe únicamente a las producciones baratas de la industria hollywoodiense: en Europa también se rodaron bastantes películas en las que el talento superaba con creces los medios económicos puestos a su servicio.
Unos cuantos años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, los británicos todavía sentían generacionalmente la comezón del peligro de la invasión de sus tierras por gentes extrañas, habitantes del otro lado del canal. El escritor John Wyndham, londinense por más señas, publicó una historia en forma de novela bajo el título de The Midwich Cuckoos, que tuvo un notable éxito comercial; la Metro Goldwyn Mayer estuvo a punto de producir la película en sus estudios de Hollywood, contando con la intervención de Ronald Colman como protagonista, pero al final, poseyendo los derechos, los cedió a su división británica, donde ejercía como productor Ronald Kinnoch, quien ocasionalmente ejercía también como guionista con el seudónimo de George Barclay.
La MGM seguramente advirtió que no debían gastarse mucho dinero en la producción, de modo que se recortó el presupuesto sobremanera, encargando la dirección al alemán Wolf Rilla, también ocasional guionista, y dejando que el reconocido guionista Stirling Silliphant se cuidara de la adaptación de la novela a la gran pantalla, iniciándose así el rodaje de la película que tomó el título de El Pueblo de los Malditos (Village of the Damned, 1960).
Se eligió como protagonista a George Sanders que había decidido volver a su nación de origen después de su exitosa carrera en Hollywood; Sanders, a la sazón un veterano con más de cien películas a sus espaldas, encabeza un elenco de británicos prácticamente desconocidos para el público residente fuera de la isla; un ramillete de actores de segunda fila en el que destaca la bella Barbara Shelley que acabaría rodando para la Hammer escenas de alto contenido erótico como vampiresa de las de verdad, de las que muerden.
Gordon Zellaby (Sanders, en un carácter muy alejado de los que le dieron fama y prestigio, demostrando su versatilidad) es un científico que vive en la apacible aldea de Midwich con su esposa Anthea (Barbara Shelley). Un buen día todos los habitantes de la aldea pierden el conocimiento durante varias horas; todos: incluso los animales domésticos y las vacas que pacen en sus pastos, todos, pierden el conocimiento.
Dos meses después, todas las mujeres capaces de concebir un hijo aparecen embarazadas. Sus hijos, todos rubios, casi miméticos, crecerán asombrando a los adultos, demostrando poseer una conexión mental entre ellos que obrará primero maravillas y después atrocidades.
Wolf Rilla demuestra inusitado talento para desarrollar una historia interesante en poco más de una hora: con escasísimos medios materiales y sin efecto especial alguno que pueda considerarse notable, sabe introducir en el espectador el interés por averiguar el origen de esos niños; la industria norteamericana, poco dada a tomar riesgos innecesarios, rechazó la producción precisamente por la inevitable pregunta que surge cuando tenemos conocimiento que varias de las madres niegan ostentosamente haber tenido relaciones sexuales nunca en su vida, proclamando histéricamente su mancillada virginidad, frente a los hombres de la aldea que desconfían de su honestidad.
Aceptado el hecho del extraño origen, inexplicable, surge el terror al comprobar como en apenas unos meses los niños ya tienen apariencia de criaturas de varios años y se comportan de forma extraña y peligrosa para algunos.
La problemática del extraño que aparece en el seno de una sociedad ocupando primero un hueco y luego un lugar preeminente gracias a su fuerza que parece invencible cuando se une a sus semejantes, alienados todos, carentes de los sentimientos consuetudinarios de la sociedad en la que viven, resulta ser una parábola de constante actualidad; el mensaje de la trama que sustenta la película puede perfectamente tildarse como reaccionario y chauvinista, pero en la superficie toma la apariencia de una intriga en la que la amenaza de lo desconocido despierta interés al tiempo que aterroriza cuando el cúmulo de datos que son ofrecidos convierte a un reducido grupo de infantes en una amenaza de considerables proporciones en base al omnipotente tratamiento que ejercen sobre las mentes de quienes se hallan en su alrededor más cotidiano, entrenándose hasta alcanzar distancia cada vez mayores, con un destino incierto, una incógnita que ayuda a producir escalofríos ante el advenimiento de un futuro nada halagüeño.
La película posee la simplicidad necesaria y la fuerza suficiente para impulsar diferentes lecturas, no en vano esos pequeños intrusos han nacido y crecido en el seno de la propia sociedad que ahora se ve en sus manos; la parábola alcanza no tan sólo a quienes lleguen provenientes de lugar desconocido sino que también a los que, pertenecientes por nacimiento a un grupo social con unas características perfectamente reguladas y delimitadas, por medio de una ideología extraña van cimentando las bases de la convivencia hasta, alcanzada la mayoría de edad, dinamitarla sin compasión, huérfanos de sentimientos tales como el cariño y el sentido de la justicia.
Wolf Rilla se ajusta milimétricamente a la definición canónica de la mejor Serie B, ahorrando escenas decorativas: maneja muy bien el tiempo del relato, más que el ritmo (pues apenas hay acción), sin preocuparse en absoluto de profundizar en la psicología de los personajes, todos ellos bien perfilados con apenas unos trazos, siempre al servicio de una historia que plantea preguntas pero no da ninguna respuesta; la escasez de medios seguramente no daba para un metraje que permitiera apuntar más claramente varios interrogantes, ni siquiera para apuntar alguna solución al enigma, pero sí, desde luego, para que el talento supliera lo material y acabara resultando una película que mezcla el género de terror con la ciencia ficción, habiendo resistido el paso del tiempo mucho mejor que el refrito que en 1995 se hiciera por John Carpenter, muy inferior al original, lo cual no es de extrañar, por otra parte.
Imprescindible para el cinéfilo consecuente y, por descontado, mucho mejor en versión original: no olvidemos que todos los intérpretes son británicos, y eso, amigos, siempre es un puntazo.
Vean un aperitivo
Magnífica muestra de creatividad a partir de casi ningún medio. La serie B hace tiempo que dejó de tener sentido tal como era; ahora la verdadera serie B son los "quiero y no puedo", es decir, el caso inverso: grandes presupuestos sin ideas, en lugar de grandes ideas sin presupuestos.
ResponEliminaSaludos.
Dos observaciones:
ResponEliminaLa primera, que efectivamente, tal y como tú apuntas y Alfredo subraya, los conceptos "serie B" no han de estar ligados por definición a un mal resultado, sino sencillamente, a un pobre presupuesto. Vulgarmente, utilizamos dicha expresión de forma peyorativa, no para expresar limitación de medios, sino para expresar falta de calidad. y eso no es justo.
La segunda, para felicitarte una vez más, y van ya muchas, por otra excepcional entrada.
Esa inversión de términos, Alfredo, la aceptaría de sumo grado si no fuera por la costumbre de clasificación ya adoptada eufemísticamente: quizás esos "quiero y no puedo" que mencionas deberíamos clasificarlos, para entendernos, como Serie I (I, de imbéciles).
ResponEliminaSi es que esta película parece rodada sin apenas medios técnicos, supliendo con imaginación y encuadre lo que ahora sólo son fuegos de artificio.
Saludos.
También tu tienes razón, Raúl, porque en demasiadas ocasiones ese calificativo tiene una connotación negativa: vamos a tener que revisar conceptos y tu apunte relativo exclusivamente a la falta de medios -que no de talento- es muy acertado.
ResponEliminaY gracias por piropo, que recompensa del esfuerzo y tiempo invertido en redactar de forma que sea agradable de leer.
Saludos.
Película de lo más inquietante sobre todo por que esa inquietud proviene de unos niños en teoría representantes de la inocenccia. Y además todos niños superblancos, superrubios...De lo más inquietante y desasosegante.
ResponEliminaUna abraçada
Solo tengo referencias de esta peli, pero solo ver ese magnífico inicio y el comentario que haces sobre la misma me ha convencido para mercarla inmediatamente.
ResponEliminaEs increíble que esa idea haya sido vilmente copiada para una serie de TV de la que solo pude ver diez minutos mal contados: FlashForward, que para más inri comienza exactamente igual, pero con gran aparato de efectos especiales. ¡Horror de los grandes!
Un abrazote.
Esos niños y niñas tan parecidos, tan rubios, tan arios, dan también pié a otra lectura, Alma, colmando de desasosiego al espectador de la época y quizás también al actual, porque, como todas las piezas imperecederas, esta sencilla muestra de talento sigue vigente.
ResponEliminaEs curioso como de una película tan sencilla pueden salir lineas de debate tan diversas; es lo que tiene el talento.
Una abraçada.
Ya me sorprende, Antonio, que esta no la hayas visto ni siquiera en la tele cuando estuviste residiendo en GB, porque lo cierto es que, segú muchos, se ha convertido en una "cult movie" que, atendiendo lo que dices de la tele, veo que ha expandido su influencia mucho más allá de lo que yo mismo sabía.
ResponEliminaUn abrazo.
Parece rodada sin medios técnicos, pero con mucha imaginación y talento Saludos
ResponEliminaPues sí, Eva: Mucho talento y poco dinero; por suerte, lo primero suple lo segundo, y nunca hay viceversa.
ResponEliminaSaludos.
Interesante el artículo, sin embargo considero que podía profundizarse un poco mas, dado que el tema permite ahondar más en él.
ResponElimina¡Enhorabuena, hosting colombia!
ResponEliminaHasta ahora nadie se había quejado de la brevedad de un artículo: más bien de su excesiva extensión.
Es cierto que da para mucho, pero tampoco quería descubrir demasiados datos: mejor verla.
Esta la debía, pero saldé mi deuda una vez que vi publicada esta entrada. Y la peli me gustó mucho! Como bien decís sabe plantear un enigma y dejarte con incógnitas en la cabeza una vez terminada la proyección.
ResponEliminaMe gusta especialmente ese final con la casa en llamas y los ojos superpuestos, como fugándose. Sumamente inquietante.
Al fin y al cabo, te gusta el cine de terror, Josep!
Si mi entrada te ha convencido a verla, Diego, he conseguido un punto a mi favor, máxime cuando declaras que te ha gustado. Ese final es bastante abierto, sin duda y muy sugerente.
ResponEliminaNo diré que no, pero siempre en un nivel un poco "light"... :-)
Un abrazo.