Testigo de la Historia
Así se subtitula la compañía productora The American Film Company -que ya denota cierto carácter presuntuoso con la elección del nombre- como erigiéndose en bastión de la verdad histórica de un país que, mal que les pese, sigue estando bastante lejos de conciliar fantasía y realidad, un país en el que sacar un arma de la cómoda y liarse a tiros resulta demasiado sencillo, un país que mantiene la pena de muerte y que no ha firmado algún tratado internacional manteniéndose al margen de la inmensa mayoría y situándose alineado con algunos de sus más íntimos enemigos.
Ese país constituido como quien dice antes de ayer goza de poderío económico y sabe perfectamente cómo vender su producto incluso en Europa donde teóricamente el sedimento cultural debería ser capaz de entender certeramente los mensajes recibidos y desbrozar el grano de la paja pero está claro que siempre hay quien se deja iluminar por un candil de sebo maloliente y proclama extasiado haber conocido la verdad en olor de incienso, esa verdad que la referida compañía productora de cine promete ofrecer en el póster de su primera película titulada The Conspirator (2010) que se acaba de estrenar en España con el título de La conspiración que es parecido, pero no exacto.
Descubrir la verdad, levantar las pesadas y tupidas alfombras del pasado y dejar al descubierto huellas de barro pretérito puede ser un ejercicio intelectual estimulante en clave de percepción del presente pero para ello es preciso un lenguaje bien construido, un medio en el que las ideas fluyan ordenadas e inteligibles y no todo el mundo dispone de la capacidad necesaria para conjugar en una película la proposición de un mensaje diáfano y el mantenimiento del interés del espectador.
No puedo criticar, evidentemente, los deseos de trascendencia ni las buenas intenciones que pueda mantener Robert Redford aunque siempre me ha parecido que su postura tiene más posado que poso y que el buen hombre ha conseguido transmitir, incluso en Europa, un progresismo bastante artificioso y convencional situándose en la misma tesitura que el que torea desde la barrera como poseyendo la verdad.
Esa verdad que el póster de la película promete comunicar, dejémoslo claro, no se refiere a nada importante, por lo menos a ojos europeos; puede que para los escolares estadounidenses sea de interés conocer datos relativos al primero de sus magnicidios particulares, pero tampoco llegarán a saber nada de interés. Porque el guión escrito por James D. Solomon sobre una narración propia recayó en manos de Redford después de haber dado muchos tumbos y haber recibido muchos rechazos y cuando lo vemos plasmado en la pantalla constatamos que, en realidad, la historia se reduce al juicio celebrado contra Mary Surratt (Robin Wright), una viuda de origen sureño que poseía una pensión en la que se reunían los conspiradores del magnicidio en que halló la muerte Abraham Lincoln, el catorce de abril de mil ochocientos sesenta y cinco, en un teatro de Washington, de la mano de John Wilkes Booth.
A instancias del Secretario de la Guerra Edwin Stanton (Kevin Kline) el Fiscal Especial Joseph Holt (Danny Huston) dirigirá, en un tribunal presidido por el General David Hunter (Colm Meaney), la acusación contra Mary Surratt que será defendida por un Abogado recién licenciado del ejército, finalizada la guerra de secesión, un tal Frederick Aiken (James McAvoy) que recibirá el encargo de su influyente amigo el senador por Maryland Reverdy Johnson (Tom Wilkinson).
Reverdy escoge a Aiken precisamente porque es un ex-capitán condecorado por heroísmo del victorioso ejército de la Unión, exigiéndole cumpla con su promesa de ejercer la abogacía defendiendo a la acusada Surratt partiendo de la ineludible consideración que todo acusado tiene derecho a la mejor defensa, única garantía que la justicia podrá tener lugar.
Además del caramelo que supone una historia de derechos civiles situados en la cuerda floja, hay en la historia la línea más personal consistente en el inicial convencimiento de Aiken que su forzada clienta es culpable, con lo que la historia, resumida someramente, reviste atractivos irresistibles.
Lo malo empieza cuando después de la presentación de los hechos y los personajes (eso sí: con todo lujo de detalle: la dirección artística es merecedora de todos los elogios tanto por el atrezzo como por vestuarios y caracterizaciones y la fotografía es sobresaliente) la presentación del nudo se encalla ya en los primeros compases: a pesar de las buenísimas intervenciones de los secundarios (Kline, Wilkinson, Huston y Meaney realmente soportan mucho) la trama queda fría y desangelada y el interés se va diluyendo como un azucarillo en aguardiente aguado porque Redford no acaba de encontrarle el tono y su forma de rodar resulta apática sin recaer con fuerza en ninguno de los muchos aspectos que podrían resultar interesantes y que forzosamente residirían en la personalidad de unos caracteres cuyas psicologías se desconocen por completo: el trabajo de McAvoy como Aiken es lamentable, mostrándose incapaz de insuflar ni las dudas iniciales que le atormentan ni su supuesta eclosión como adalid de la justicia frente a un procedimiento cada día más espúreo y ensombrecido por maniobras políticas concurrentes a obtener un resultado predeterminado.
McAvoy es una elección completamente errónea porque el escocés no sabe sudar la camiseta: un personaje como ése tiene que transpirar frente a la cámara; deberíamos poder escucharle el pulso, sentir su indignación, hacernos cómplices de su creciente simpatía por Surratt no por considerarla inocente sino por verla injustamente tratada en una confabulación estatal contra el individuo, pero McAvoy se pasa la película con el mismo tono de voz (hay que verla en v.o.s.e., por supuesto) y la misma cara de niño bueno que la naturaleza le ha dado, incapaz de expresar sentimiento alguno más allá de poner cara de asombro.
Es evidente que Redford tampoco sabe dirigir actores y dejar de lado al protagonista es una muestra de incompetencia gravísima: él solito se carga la película. Suerte de los "supporters" que salvan los muebles: Kline y Wilkinson están fantásticos y será casualidad, pero sus diálogos son los más jugosos. La composición de Robin Wright como Mary Surrat es demasiado contenida en mi opinión pero aún así se come con patatas al protagonista McAvoy en cada ocasión que se encuentran lo que no ayuda en nada al buen desarrollo de la historia: ése personaje debería lucir mucho más y uno tiene la sensación que le han recortado escenas, en una muestra que Redford confía demasiado en el guión del novato Solomon y se le va la fuerza del relato como arena entre los dedos, quedando en nada.
Si la pretensión del progresista Redford era clamar por las injusticias del aparato estatal sobre el ciudadano de a pie, basarse en los juicios mediatizados por un magnicidio del siglo XIX es una trampa de algodón de azúcar: hubiera quedado mejor adentrarse en los horrores de Guantánamo, por ejemplo, donde seguro que hay más de una Surrat aguardando se reconozca su inocencia y lleva ahí varios años. El progresista Redford y sus admiradores, que los tiene, podrán decir que fijarse en los errores del pasado tiene sus ventajas y planea sombras en el presente, pero no podrá decir, ninguno, que esta película haya quedado redonda ni que haya considerado todas las jugosísimas vertientes de unos hechos históricos que, visto lo visto, quedan todavía por salir a la luz: la transición personal del Letrado Aiken queda en una mera referencia; la verdad de la conspiración para acabar con Lincoln permanece atada a la historia oficial, con lo cual esa verdad prometida en el póster no aparece; el comportamiento de las instancias estatales, representadas por el Secretario de la Guerra Stanton, apenas son mostradas con claridad, más que nada centradas en toda clase de añagazas y trucos jurídicos de escasa calidad que se suceden continuamente en el juicio, convertido éste en una farsa.
A poco que uno lo piense, hay interesantísimos aspectos personales de las diferentes individualidades que se nos hurtan por Redford:
Mary Surrat, manteniéndose empecinadamente callada, ¿lo hace por proteger a su hijo o por no desvelar su conocimiento de la trama? ¿Realmente era inocente o por el contrario desde un primer momento era conocedora, a través de las conversaciones que oye en su casa de los siniestros planes?
Stanton y Reverdy son dos prohombres de distinta condición y sus debates filosofan en torno a los derechos cívicos fundamentales, pero ¿Acaso Reverdy no se aparta del proceso, buscando una cómoda situación de espectador, dejando el saco de garrotazos a su pupilo Aiken?¿No sería provechoso hincarle el diente a ese político profesional que desde una situación privilegiada, perteneciente al Senado, lanza dardos contra el gobierno, el poder ejecutivo? La figura de Stanton ostenta cierta tendencia a ser maquiavélico no en el sentido más banal de la acepción sino de preferir el bien común al individual: ¿no hubiera sido más interesante proporcionar con vistas al pasado, un debate actualizado de las prioridades enfrentando Estado e individuo? Redford desdestima siquiera insinuar levemente cuestiones complejas y se centra en una formalidad procesal adulterada por un poder evidente: muestra el resultado, pero no la causa ni el origen del mismo.
No hay una implicación personal, no hay ningún sentimiento expresado, no existe humanidad en lo que discurre en la pantalla, porque la cámara se mantiene excesivamente objetiva y documental cuando no hay nada que documentar y no hay pasión que se transmita de la pantalla a la platea, con lo cual lo que sucede, en definitiva, nada importa: un caso más de clamorosa injusticia, no por error judicial ni por incompetencia sino por conspiración fraudulenta: si lo que pretendía Redford es que pensáramos que en Estados Unidos, hace muchos años, se celebró un juicio amañado, lo ha conseguido: eso sí, nada nuevo bajo la capa del sol.
Para ese viaje no hacían falta esas alforjas tan pesadas.
Tráiler
Una de cal y otra de arena querido Holmes..
ResponEliminaLo sospechaba..
La he visto hace un mes ,creo,en v.o.s.e y ahí te digo que McAvoy está mejor.
No me ha entusiasmado pero tampoco la repudio. Sé lo que opinas de Redford asi que no te voy a convencer de lo contrario.
Tiene muchas cosas interesantes que por otra parte tu mismo señalas y los defectos no te los voy a negar. La historia hay que conocerla y efectivamente nos ayuda a entender muchas situaciones del presente.
Si es fria o templada tiene más que ver con lo que uno espera y menos con la interpretación que el director quiere que pongamos sobre el suceso.
De todos modos mi intención es verla de nuevo doblada al castellano.
Por eso no me voy a explayar más..ésta vez.
Besos
Le has sacado sustancia a la película, has observado sus carencias en sentido de haber querido ver más allá de lo expuesto, otro giro, y eso me parece excelente que a eso va el análisis, de posibilidades, me parece bien criticar algo que hubiéramos querido ver de otra forma desarrollado pero creo sin contradecirte que hay puntos a favor de la película y es que a pesar de todo te ha sugerido otros puntos, las preguntas que te has hecho son cierta prueba de ello como bien dices aunque claro que también se debe mucho al conocimiento que tengas del tema. La excusa de verla está en la reflexión indirecta que genera. Sobre tocar ciertos temas, tampoco es fácil, ir contra el "mundo" o la propia nación es suicida y pocos estan dispuestos a hacerlo aún en su idealismo, hay que tener mucha elocuencia y tino para criticar lo político, quizás ahí se heche en falta lo que le criticas a Redford pero hay que reconocer que lo intenta. Muy buena crítica porque genera mucho diálogo. Abrazos.
ResponEliminaMario.
Pues vaya faena, compa Josep, yo que me había hecho ilusiones respecto a esta peli, incluso había leído alguna reseña de tono bastante positivo, y ya veo que a ti no te ha convencido nada de nada (y al público estadounidense, vistos sus datos de recaudación en su país de origen, pues poco más o menos lo mismo). Se ve que Redford ha entrado en una línea de declive, que ya se veía venir en Leones por corderos (que a mí, salvo algún pequeño apunte, no me gustó demasiado),y que ahora parece que se agudiza. ¿Verla en VOSE? Eso es un sueño que no está a mi alcance, en mi ciudad, al menos, en sala grande. Si ni siquiera se ha estrenado la última de Cronenberg. De pena…
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buena semana.
Se agradece, Josep, tu crítica de esta película para así ir seleccionando títulos de estreno. Lo que salta a la vista es la superioridad manifiesta del cartel original con respecto al hecho para España. Ese pedazo de escultura en el Lincoln Center... Todavía me emociona recordar la primera vez que entré en aquel lugar sagrado. Es, sencillamente, impresionante.
ResponEliminaSalucines
Yo la veré, compañero, pero tus peros coinciden con los de todas las crítcias que he leído hasta la fecha. Así que, voy "enseñado".
ResponEliminaRaúl
El alma difusa
Insisto, querida Milady, en que McAvoy, en su propio inglés natal, está en su salsa, o sea, mal: este chico no me ha gustado ni en El ultimo rey de Escocia, ni en Atonement, ni en X-Men, ni en esta.
ResponEliminaEs un sosainas inexpresivo y no puedo entender cómo le dan esos protagonistas, porque los echa a perder.
Creo que doblada al castellano será peor, pero eso ya me lo dirás tú cuando creas oportuno....
Besos.
Quizá mi respuesta crítica a la película, Mario, se haya crecido cuando he leído en algún periódico que la calificaban como obra maestra y me ha parecido un engaño brutal al espectador que todavía no la ha visto.
ResponEliminaNo he llegado a situarla en la etiqueta de las que no me gustan, pero ciertamente creo que en una película de este corte el director no debe esperar a que daca quien saque sus propias conclusiones al alza: debe tener el valor suficiente -y la destreza de no aburrir- para comunicar y entretener. Y creo que Redford falla en el empeño.
Un abrazo.
No deja de ser curioso, Manuel, que en Francia haya salido directamente en dvd, máxime cuando la influencia estadounidense tiene en la cultura francesa -por lo menos parisina- mucho más peso del que nosotros aceptaríamos.
ResponEliminaDe verdad de la buena que a mí, Redford, más allá de Quiz Show (que tengo que revisar pues sólo la ví en el estreno) como director me impresiona lo mismo que como actor: muy poco.
Lo del negocio de exhibición cinematográfica en las capitales de provincia es una cuestión que requeriría mucha calma y muchos datos y quizá llegaríamos a conclusiones sorprendentes...
Un abrazo.
Pues de Lincoln me parece que vas a estar oyendo bastante durante un tiempo, Fernando, porque creo que Spielberg le señaló con su dedo mágico y eso siempre trae repercusiones....
ResponEliminaDe los carteles te diré que, según entiendo, ha pasado la época en que artistas patrios adaptaban esas representaciones: ahora todo viene creado de origen y sólo cambian el idioma: hay algún otro en inglés que incluso es peor: no me atreví a insertarlo.... :-)
Un abrazo.
Aunque vayas avisado, Raúl, colega, tu docta opinión me gustaría conocer de primera mano, porque hay chirridos que he preferido no relatar que seguro adviertes...
ResponEliminaUn abrazo.
Olvide que eras un genio jajajja... como te escribe Abril, ¡Holmes! claro Holmes jajaj... y es que Redford la tiene difícil con público tan preparado y exigente, guantamano claro... a lo Michael Moroe jajja... la verdad que no me he puesto el bacín en la cabeza como sueles hacer tú, pero así estoy bien. Saludos.
ResponEliminaNo quiero encender la mecha...¡ en fin !
ResponEliminaMcAvoy no será ( todavia) un gran actor pero ¿soseras?..Creo que el ojo masculino difiere del femenino querido Holmes..:-P
¡Tanta pasión para no gustarte..uhm..!
Besos porque no soy "rencorosa":-P
Este es el típico ejemplo donde la resistencia del aficionado es puesta a prueba. No esconderé que tengo está película como una de las que con más entusiasmo espero desde comienzos de año. Hasta tal punto que será mi autoregalo cinematográfico navideño de este año.
ResponEliminaEn esas condiciones no debiera leer tu comentario bajo ningúnm concepto. Hemirado abajo y he visto que no aparecía el temible no me agradat.
Así todo, me digo mejor no leer que este tipo es peligroso y a veces se pone el sombrero y atiza.Al final la curiosidad me venció. Te he leido con detenimiento, y veo que aun debo conservar esperanzas,por cuanto este hombre no es santo de tu devoción.Comprobaré si este año los reyes me traen carbón. Un saludo.
Josep, impresionante, tanto que tengo que volver a leer..
ResponEliminaBesos!
Creo que no, Mario: creo que Redford se ha valido siempre de una muy buena mercadotecnia, de su anterior apostura (está ya cascadete y los guapitos lo acusan más) y de la benevolencia del público, pero películas de contenido político las hay mejores y más punzantes a patadas... :-)
ResponEliminaCierto que el bacín, como tú muy acertadamente defines, me garantiza el cráneo... :-)
Un abrazo.
¡Sosainas! he dicho, Milady, y lo mantengo: no sé si resultará guapito a ojos femeninos pero sí apuesto a que ese nene no crecerá para atarle los borceguíes a Cumberbatch, que ya le marcó en Atonement y al que espero con muchísimas ganas ver en El topo.
ResponEliminaLa pasión no es por esta película, querida Irene A., como ya deberías sospechar: es por el cine... ;-)
Besos.
No lo podrías esconder de ninguna forma, Víctor, porque hace tiempo que veo el póster en tu lateral.
ResponEliminaNo la he etiquetado con el No m'ha agradat porque sería muy injusto situarla en la misma categoría que Avatar, por ejemplo.
Espero haber expresado mi parecer sin levantar adelantos sobre la trama y, desde luego, confío leer tu jugoso comentario una vez vista.
Eso sí: no esperes a navidad, porque igual no te da tiempo: recuerda que todavía faltan varios estrenos...
Un abrazo.
Muchas gracias, Blanca, por el elogio...
ResponElimina¿O es que no he sabido explicarme y resulto confuso? :-)
Espero que la veas y me digas qué te ha parecido el trabajo de Robin Wright al componer esa mujer...
Besos.
No me lie usté mister Holmes..eso es jugar "sucio" Cumberbatch es su alter ego y ahí tenemos un tio con mucha clase y muy listo..un actor interesante..
ResponEliminaMcAvoy es un chaval que tiende a sonrojarse, lleno de pecas con nariz grandota y ojos saltones es decir que no es un guaperas pero..¡tiene encanto! ( te aseguro que en mi familia hay más de un suspiro cuando enamora a la joven Jane Austen)y tambien hay que tener en cuenta porqué va la gente al cine..si además hay un tema de carga más profunda aun que se quede a medias..es para pensarse que algo habrá.Todo es mejorable eso no te lo niego.
Hasta Robin Wright que es de las que me gustan está demasiado contenida pero puede que eso tenga sentido en esa historia. ( No me lo has preguntado pero yo "largo" jeje )
Pasión por el cine no nos falta eso sí..:-P
Besos otra vez
1ªPD. Espero que el hecho de no estar en completo acuerdo no haga que me pongas en tu "lista negra" o apartado: "no me agrada"..jiji
2PD. Tambien tengo sombrero..:-P
Pues ese sombrero que dices tener, Milady, apenas lo usas porque no recuerdo que hayas dado mucha cañita, supongo que por tu bondadoso ánimo a la hora de rememorar una película, aunque si te refirieses a las modernas, seguramente de vez en cuando saldría el genio...
ResponEliminaEse McAvoy es un pompón de algodón de azucar para mí indigesto: me he referido a Cumberbatch porque su versatilidad está fuera de dudas y porque, si miras su carrerón, está en el disparadero; pero podría referirme como más apropiado, si quieres, a Michael Fassbender, con el que McAvoy se vió las caras en X-Men (curiosamente rodada después de la de Redford y exhibida en junio pasado: por aquí hay una reseñita) y me quedaría tan tranquilo, así que, querida Irene A., si se trata de ensombrerarse, ahí te va una buena alternativa a tu joven galán con cara de boniato barbilampiño, porque mira que le sientan fatal esos pelitos que le engancharon.... jajaja....
Eso sí: aunque el bloc sea el mío, por no desairarte, te admito McAvoy como actor... :-)
Besos.
Ya ves que enlistada, lo que se dice enlistada, no estás; por lo menos en la negra, no... :-)
"Se me fue la olla", Josep, disculpa si cabe tan pequeña palabra, sino que me gano tu sarcasmo, y la verdad que me agrada compartir contigo ya que me parecen interesantes tus puntos de vista fuera de que no los comparta algunas veces, no entiendo la dificultad de ser franco sin que se despierte el enojo, que nos pasa a todos y debería de brillar la sinceridad sin el enojo pero..., parece que fuera un ataque y nada de eso es, pero veo que has sido educado en la última respuesta a la que te diriges a mí y yo perdi la tranquilidad, espero que me disculpes y quizás podamos alguna vez intercambiar ideas, ya lo dejo a tu voluntad. También que me disculpen tus amigos. Saludos.
ResponEliminaQuerido Mario, me parece que, escribiendo como lo hcemos el mismo idioma, no nos entendemos por culpa de matices lingüisticos imperceptibles a ambos lados de ese charco -y un continente- que nos separan: de nada ni por nada debes disculparte y se te ha parecido sarcástica mi acotación, ha sido por pura interpretación tuya, lo que me conduce de nuevo al aprecio del uso de la lengua común, debiendo asegurarte que en muchas ocasiones envidio la amplitud de vocabulario que las gentes cultas de américa hacen gala: fíjate, Mario, que el término bacina, con tantísima raigambre, está casi proscrito en España: y no lo digo yo, que lo escuché en un programa de RNE hace unas semanas.
ResponEliminaAsí que nada de disculpas, Mario: además, en este sitio, discrepar jamás será motivo de disgusto, siempre que no se falte al respeto al contrincante dialéctico: y si hay humor y chanza, mejor aún, porque esto no es un trabajo: es una diversión... :-)
Un abrazo.
Coincido sustancialmente contigo, Josep, no me ha gustado, la verdad, por todas esas cosas que señalas, y por algunas más. Pero ya por el propio concepto; una vez más el cine americano elige la relación abogado-cliente "inocente" para hablar de derechos civiles, mientras que abandona a su suerte a los culpables, como si no merecieran derechos. Por eso, la película termina posicionándose al lado de lo que pretende criticar. Por otra parte, estoy en contra de la glorificación de Abraham Lincoln como santo demócrata de los USA. A poco que se lea de su gestión y de la Guerra de Secesión, y aunque se comprenda que el cine de Griffith y Ford y la mercadotecnica pseudodemocrática del país hayan agigantado su figura, cabe concluir que Lincoln fue mucho más que un filósofo humanista, que un demócrata convencido, y no para bien. La cuestión de la guerra de Secesión suele ceñirse al tema de la esclavitud; erróneamente, y es ahí donde un análisis minucioso es imposible que le salve la cara a Lincoln. En fin, vivimos, también en la Historia, de publicidad.
ResponEliminaAbrazos
Gracias por la comprensión. Me parece un gran gesto de tu parte pasar la página y te agradezco la oportunidad de seguir compartiéndo de cine. Te leo. Abrazos.
ResponEliminaAcabo de leer tu excelente reseña, Alfredo, y nada puedo añadir... :-)
ResponEliminaUn abrazo.