Diez negritos
Diez negritos se fueron a cenar.
Uno de ellos se asfixió y quedaron Nueve.
Nueve negritos trasnocharon mucho.
Uno de ellos no se pudo despertar y quedaron Ocho.
Ocho negritos viajaron por el Devon.
Uno de ellos se escapó y quedaron Siete.
Siete negritos cortaron leña con un hacha.
Uno se cortó en dos y quedaron Seis.
Seis negritos jugaron con una avispa.
A uno de ellos le picó y quedaron Cinco.
Cinco negritos estudiaron derecho.
Uno de ellos se doctoró y quedaron Cuatro.
Cuatro negritos fueron a nadar.
Uno de ellos se ahogó y quedaron Tres.
Tres negritos se pasearon por el Zoológico.
Un oso les atacó y quedaron Dos.
Dos negritos se sentaron a tomar el sol.
Uno de ellos se quemó y quedó nada más que Uno.
Un negrito se encontraba solo.
Y se ahorcó y no quedó...
¡Ninguno!
Cabe suponer que esa antigua poesía que ha sufrido varios vaivenes a lo largo de su existencia sirvió en su momento de inspiración a la popularísima Agatha Christie para escribir la que a la postre ha sido una de sus más famosas novelas: publicada en 1939 ha conocido muchísimas ediciones y se ha visto trasladada al teatro y también, cómo no, al cine: conocida en castellano como Diez Negritos como traducción del original Ten Litle Indians que también se tituló en inglés como Ten Little Niggers y que luego, en un descabellado principio -estamos a mitad del siglo pasado- de las esperpénticas teorías de lo políticamente correcto acabó por denominarse And Then Were None y con ése mismo título se conoció la primera versión cinematográfica dirigida por René Clair en 1945, sirviéndose de un guión ejecutado por Dudley Nichols que seguramente siguiendo instrucciones del propio René Clair ejerciendo como productor alteró el final novelístico por otro más acomodaticio y feliz.
Sin embargo, se mantienen en esta primera versión los principales rasgos de la novela de Christie: diez personas convivirán en una isla cercana a las costas de Devon: un islote llamado Negro, donde esos diez personajes, uno tras otro, aparecerán muertos, seguramente asesinados, sin que haya trazas de nadie más en el solitario peñasco rodeado de un mar embravecido a la espera que amaine y la barcaza que debe llevar suministros pueda comparecer acercando la única vía posible de huída del cómodo caserón que alberga una población a cada momento más exigua.
Si la temática suena conocida es porque de la misma se han ofrecido no pocas variantes en diversas ocasiones: en tres como inspiradas directamente en la novela, siendo ésta, la primera, la mejor de las tres en opinión de quien suscribe.
René Clair ya era un veterano en la industria cinematográfica estadounidense cuando afrontó para su propia productora la traslación de esa novela británica a la pantalla y tuvo el acierto de llamar a rebato un escogido grupo de firmes característicos de la época, actores secundarios que sin mayor esfuerzo representan perfectamente los diferentes caracteres unidos por un siniestro designio en un lugar aislado. Ese elenco, que podemos ver aquí aprovecha como acostumbraba sus escenas componiendo personajes ambivalentes no en vano muestran su temor de verse asesinados como apuntan posibilidades de ser quien paulatinamente va acabando con la vida de sus compañeros de estancia en ése lugar que, sin disponer de origen de condiciones claustrofóbicas, por los hechos que van aconteciendo se transforma de plácido lugar de quietud y sosiego en corredor de una muerte anunciada, callejón sin salida cuya tensión se incrementa conforme el número de sospechosos se va reduciendo a causa de la eliminación por fallecimiento nada natural de los compañeros huéspedes forzados, vigilados todos ellos por los atentos ojos de un ... ¡gato! que tiene todas las trazas de llegar a ser el único sobreviviente.
El anuncio de los crímenes que se imputan a los supuestos felices veraneantes mediante una voz desconocida, la existencia premonitoria de esa bandeja con los diez negritos conmemorativa de la canción, el seguimiento de las distintas formas de morir especificadas en los versos y la súbita e inexplicable desaparición de las figuritas conforme se van produciendo los asesinatos, son detalles que tan sólo un rigor excesivo constataría como trucos, porque pertenecen al ambiente recreado por la propia autora de la novela y Clair sabe realzarlos convenientemente para que no podamos olvidarlos: hay una evidente predeterminación, un cumplimiento de la maligna voluntad de alguien cuya identidad se mantiene oculta hasta el último momento, una persona que ha ideado una pérfida red de embustes para atraer a esa Isla del Negro a diez personas a fin que en ella hallen su muerte.
René Clair sabe mantener el tono y el ritmo apropiado a la narración que ofrece de forma pausada y tranquila huyendo de efectismos confiando en la buena labor de los intérpretes llamados a filas; quizás le falte energía para conseguir aprisionar completamente el ánimo del espectador que sin embargo en virtud de la trama ideada por Christie y del guión y diálogos de Nichols permanecerá atento al curso de los acontecimientos que se desarrollan con la rapidez y economía conceptual de la época: poco más de hora y media para contar la historia sin sustos ni sobresaltos, manteniendo el enigma sin que la tensión y el suspense hagan su aparición lo que deja un regusto de haber repasado un clásico que podría haber sido mejor en otras manos o quizás en las mismas pero durante más semanas de trabajo y más medios económicos a su alcance.
Recomendaría que primero se repasaran tranquilamente la película y después, con tiempo, se ocuparan de leer la novela.
Me parece la mejor versión; hay una ochentera o setentera con Oliver Reed que en algunos momentos resulta risible.
ResponEliminaA mí es la novela de Christie que más me gusta, junto a "El asesinato de Roger Ackroyd".
Un abrazo
Esta idea de la Christie es tan original que ha dado,tanto en el cine como en la literatura numerosos remakes o ideas similares,incluso en la ciencia ficción y el terror.Personas invitadas que no se conocen entre ellas y van desapareciendo.He visto la película que comentas y otras,pero sinceramente ninguna llegan a la altura de la novela.Es curioso,poque la novela es muy cinematográfica.
ResponEliminaUn saludo.
Gracias, me la apunto. otras versiones no me han dicho nada, pero esta, como sugieren por ahí arriba, parece que tiene "meollo".
ResponEliminaSaludos
Roy
Pues fíjate, compa Josep, que siendo Agatha Christie una autora a la que le tengo buena querencia (y, de hecho, he leído muchísimas de sus obras, vía colección de obras completas), no he leído nunca Diez negritos, ni he visto ninguna de sus adaptaciones cinematográficas. En todo caso, aprovechando la cortesía que has tenido de colgarnos un enlace a la peli de marras, me pondré a la tarea en cuanto pille hueco…
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buena semana.
Una de las más emblemáticas de la escritoria maestra del crimen por excelencia...Leí la novela, en realidad todas y ví la pelicula una de ellas la de Peter Collison con Richard Attenborough, Oliver Reed, Stéphane Audran..Herbert Lom. Lo que recuerdo de ella es que no me pareció ni remotamente buena y menos comparándola con la novela ( que eso no se debe hacer ) pero es que la historia es tan intrigante, con ese suspense tan de Mrs. Christie. Una de las mejores que he leido y ¡ son muchas !
ResponEliminaNo he visto la que propones pero con solo ver el reparto imagino que será infinitamente mejor...¡Barry Fitzgerald y Judith Anderson ! Lástima los subtítulos
De las llevadas al cine creo que se salvan pocas ..Asesinato en el Orient Express y Muerte en el Nilo con ese Poirot Peter Ustinov ..porque el Espejo se rajó de parte a parte uhmm...supongo que la serie del TV tendrá mejores críticas.
¡En fin una entrada muy misteriosa con poema terrorífico y todo !
¡Bien Holmes ! Nos dan ganas de ponernos a leer, a mí mayormente.
Besos :-)
Qué bueno, Josep, que hayas puesto esta peli que me encanta. La poesía. Los libros, ahora que llegan, poco a poco, a mí y me da tiempo a saborearlos y acariciarlos..
ResponEliminaSi es que lo dices todo y tan bien que no das tregua..
Besos de tarde, milord.
Desde luego, Alfredo, ésta es la mejor de las tres versiones: las dos que la siguen casi diría que son torpes refritos de ésta más que versiones de la propia novela: incluso acaban de forma muy parecida... y distinta a la novela... ;-)
ResponEliminaUn abrazo.
Coincido contigo, Francisco, en todo: de hecho, el reseñar esa primera versión es debido a que hasta hace muy poco no la había visto y sí las dos que la sucedieron, a cual más mala: incluso vi un telefilme con la misma inspiración.
ResponEliminaLa novela, como casi siempre, es mejor; pero es que, además, el final impuesto por Clair creo que perjudica al conjunto y aún así, sigue siendo la mejor versión.
Un abrazo.
Esta versión, Roy, para un aficiondo al género, es casi de obligado visionado, porque el desarrollo de la trama resulta bastante interesante: si viste las otras dos, ésta te gustará, seguro.
ResponEliminaUn abrazo.
El enlace, Manuel, está únicamente en inglés sin subtitulos: lo inserto para dejar clarito que la pieza, de 1945, evidentemente ha de estar bajo dominio público, tanto como la novela y, desde luego, dada la importancia de su final, casi diría que mejor buscas la película y la ves tranquilamente y luego, otro día, disfrutas de la lectura de la novela, mucho más rica en detalles y psicología de los personajes...
ResponEliminaUn abrazo.
Esa película que viste, Milady, es una clarísima demostración que la acumulación de buenos intérpretes, por sí sola, no salva una mala película.
ResponEliminaNo te será difícil, querida Irene A., hallarla bien subtitulada para poder disfrutar del pequeño Barry y sus compinches y entonces estarás conmigo en que en el cine actual no faltan buenas tramas que adaptar sino ganas de ponerse a ello...
Besos.
Me alegra, Blanca, comprobar que mis sugerencias te complacen y aunque evidentemente resulta imposible seguir todo lo que se va recordando, por lo menos alguna idea aflorará... ;-)
ResponEliminaBesos de noche... Dama...
He aquí la magia y la clave de la literatura y cinematografía clásicas: siempre están en plena forma y nunca cansan.
ResponEliminaEsta historia de los diez negritos no deja de interesar por más que nos sepamos la conclusión desde el principio. Y he aquí también el "misterio del éxito" de Agatha Christie, escritora tenida por muchos como "menor", "comercial" y cosas así...
Salucines
La peli es buena, pero lejos de ser redonda, es decir estoy de acuerdo contigo. Quizas Clair se deja llevar por su interés en la comedia y no se esmera (porque no quiere, creo yo) en la tensión y el suspense.
ResponEliminaUn abrazo
Pues mira que no la he visto,ni las otras tampoco. Solo creo haber visto la bastante anodina adaptación de tv. De todas formas tu texto es de los que le hacen a uno abrir el apetito por verla, ya que ingrediente literario hay y luego viene avalada por intérpretes de lujo. Ahora eso del cambio de final, no se no se,siempre es un riesgo, creo.
ResponEliminaDetodas formas intentaré buscarla antes de que cierren a final de año una tienda de cine y música en la que he conseguido con espíritu de pionero hacerme con algunos títulos de la década de los 30 y 40. A ver si hay suerte.Un saludo
Muy certero, Fernando: algo de especial tienen esas novelitas de tía Agatha cuando enganchan de esa forma y desde luego películas como ésta, aún siendo sencillas, se ven tranquilamente a través del tiempo y, como dices, aún sabiendo el desenlace...
ResponEliminaUn abrazo.
La historia tiene fuerza, Ethan, eso está claro, máxime cuando ha dado lugar a tantas versiones y posteriores imitaciones; lástima que el pulso de Clair probablemente como tú apuntas estaba demasiado acostumbrado a la comedia y no desarrolla la energía que hubiera creado un buen suspense.
ResponEliminaUn abrazo.
La colección de intérpretes, Víctor, es un lujo y no podía ser de otro modo para ser bastante fiel a la novela en la que no hay un protagonista neto y todos tienen su participación: ahí Clair acertó al huir de estrellatos -que hubieran tenido que ser de segunda, por el presupuesto- sirviéndose de eficaces "supporters"...
ResponEliminaLo del final no lo acabo de entender como no sea concesión a un final feliz innecesario que, quizás en 1945, hubiera afectado la taquilla...
Un abrazo.
Muy entretenida. Está muy bien.
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