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diumenge, 25 de novembre del 2007

La Dama Tiene La Mano


Como alma que huye del diablo vemos un tipo conducir un extraño carruaje por una angosta carretera del lejano oeste: no es una diligencia; es un coche fúnebre; los caballos, casi desbocados, son fustigados una y otra vez por el extraño conductor, que parece tener mucha prisa, desafiando curvas cerradas y pendientes inclinadas; para un instante en un pueblo, entrando en el edificio del juzgado, de donde sale, a su voz, otro hombre que, en silencio, sube al pestante del carro mortuorio que inicia al instante su alocada carrera, hasta que para de nuevo delante de una mansión: ninguno baja, pero el conductor saca su revólver y pega cuatro tiros: de la mansión sale un hombre que, sin decir nada, monta en su caballo y sale a galope tendido, acompañando al carricoche. Los tres hombres llegan a Laredo y, sin decir palabra al tumulto de aldeanos expectantes, junto con un cuarto, que se añade a pie, dejando con la palabra en la boca a un cliente ganadero, entran en un reservado del "saloon" donde un quinto les espera, reloj en mano.

¿A qué tanta prisa?

Fielder Cook, artesano del cine y la televisión, director, productor y guionista, tuvo la suerte de cara cuando decidió producir y dirigir una película basada en el guión de Sidney Carroll, adaptando su guión televisivo de Big Deal in Laredo, obra pues pensada primeramente para la televisión pero que luego se destinó a la gran pantalla:

A Big Hand for the Little Lady, presentada en 1966 y que en España recibió el título de El Destino También Juega, en una traslación, que no traducción, un tanto penosa, prefiriendo este humilde comentarista algo así como el título dado a este comentario, más acorde con la trama.

Los personajes apresurados que se han referido tienen como objetivo sentarse a una mesa para jugar sus dineros, cuantiosos, en torno a una mesa de póquer, "al estilo del oeste", y la cita es anual, despertando la expectación de los habitantes de Laredo y de toda la comarca, atendido el monto alzado de las apuestas; todos quieren saber cómo va la partida, jugada durante dieciseis años el mismo dia y a la misma hora, cada año, por el potentado Drumond (Jason Robards), el mayor sepulturero de Texas, Tropp (Charles Bickford), el Abogado Otto Habershaw (Kevin McCarthy) y los negociantes Buford (el fordiano John Qualen) y Wilcox (Robert Middleton).

El "saloon" está lleno a rebosar de curiosos que siguen de oídas la partida, comprobando, estupefactos, cómo el dueño del local va sacando una y otra vez fichas de juego que canjea por billetes grandes que guarda en su caja fuerte.

La expectación por la partida de póquer es total, cuando aparecen en el pueblo unos viajeros buscando posada: son el matrimonio formado por Meredith (Henry Fonda), Mary (Joanne Woodward) y su hijo Jackie (Jean-Michel Michenaud), que se trasladan con sus pertenencias hacia el pueblo de San Antonio, donde han comprado una granja de modestas dimensiones.

Al saber Meredith del juego, sus facciones cambian y, por la reacción de Mary, comprendemos que su esposo tiene problemas con el juego, que le atrae como el quinqué a las moscas, abrasándolo.

Consiguiendo que Mary le deje solo en el "saloon", Meredith acaba por entrar en la partida, plantando sobre el tapete mil dólares, luego más, hasta cuatro mil, todos los ahorros de la familia para establecerse en su nueva vida rural, lejos de casinos, garitos y partidas de póquer.

Meredith, enfrentado a duros jugadores, comete el error de mostrar alegría por su última mano, y sus compañeros de mesa empiezan a elevar la apuesta, estilo "salvaje oeste", hasta que el desgraciado queda sin fondos para seguir apostando, momento en que Mary le descubre jugando, desesperado, asegurando que su vida va a cambiar, que va a ganar esa mano con más de veinte mil dólares encima de la mesa, y, de repente, sufre un ataque de corazón, viéndose obligada Mary a proseguir la partida iniciada por su marido, so pena de perderlo todo.

Fielder Cook realiza con pocos elementos y un excelente montaje, pletórico de primeros planos, manteniendo un ritmo envidiable, pausado pero tenso, una película que podríamos sin duda calificar como excepcional, dentro del subgénero de "partidas de poquer en el oeste", manteniéndonos en vilo de principio a fin.

Excepcional, porque, pareciendo que el tema principal es la partida de póquer, en ningún fotograma se nos muestra más allá del dorso de las cartas: no hay ningún plano detalle, típico en el subgénero, mostrando las cartas una a una, para crear expectación e imbuir al espectador en el juego, y ello es debido a que no es el póquer en sí mismo objeto de la narración: son los jugadores, en principio, quienes concitan el interés del director y por ende, del espectador, ya que Cook sabe transmitirnos el interés de la historia escrita por Sidney Carroll.

Jugadores apasionados, que han sido capaces de viajar por horas hasta llegar al tapete; jugadores que han dejado a medias un juicio, desatendiendo un cliente, acusado de cuatrero y por ello quizás condenado a la horca; jugadores que han dejado en el altar a su propia hija, por no llegar tarde a la cita; jugadores, en fin, que abandonan sustanciosos negocios para sentarse frente a sus amigos y competidores en cita anual que rige sus vidas.

Hombres con distintos intereses y modos de afrontar la vida, burlescos para con el desgraciado Meredith, a quien despluman, mostrando desdén, aviesas intenciones sexuales y desprecio para la esposa, Mary, según el ser de cada uno de los jugadores, personajes muy bien aposentados en unos diálogos vivos, bien construídos, perfectamente representados por un elenco de intérpretes muy bien elegidos, que otorgan marchamo de veracidad a la historia, resultando creíbles todos ellos, orquestando una ficción muy bien dirigida, con un final sorprendente que otorga un sentido totalmente distinto a todo lo que hemos visto durante noventa y cinco brillantes minutos, de nuevo la mágica y clásica hora y media, acabando por ser esa pequeña joya que ningún cinéfilo debería perder la oportunidad de contemplar.


8 comentaris :

  1. A mi también me gusta mas el título original, Josep. Es una película muy entretenida, con un reparto estupendamente elegido, del primero al último

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  2. Desde luego, Alicia, quien hizo el "casting" acertó al pleno. Fonda, como atemorizado ludópata y Robards como petulante ganadero, quizá sobresalgan, pero todos dan la talla.
    El título "traducido", traiciona el espíritu de la trama, vaya...
    Saludos.

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  3. Lo mío con el western y sus aledaños, compa Josep, es la historia de una desatención imperdonable: quizá sea el género que menos y peor conozco, y no por falta de apetito, no, sino por alguna cuestión que se me escapa (ya escribí un artículo sobre ello hace algunos años). Por lo tanto, pese a tu magnífica reseña, ni me la apunto para ver: tendría que ver antes varios cientos de las "básicas"....

    Un abrazo.

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  4. Amigo Manuel, esta película tiene la apariencia del western por su vestuario y ambientación, pero su temática la podrían haber situado en cualquier parte. No te llames a engaño: la puedes ver sin merma de interés para las "básicas" como tú dices, del género.
    Un abrazo.

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  5. A mi me gusta mucho este film que trabaja de manera excelente el mejor de los tópicos del póker que es el engaño. Simpático film y muy buena reseña.Saludos!

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  6. Pues si, Budokan, quizás el engaño sea el motivo de toda la trama y todo gira en torno.

    Saludos.

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  7. Una agradable sorpresa más en éste recorrido por tu ' casa '. Un pelicula de tramposos y tipos con cara de 'poker' como era de esperarse..Lo pasé genial en uno de esos pases en la 2 o TCM. Con razón de Woodward decian que era una actriz de carácter y que la estrella era 'él' ( me refiero a su hermoso marido ). Jason Robards me parece un 'peaso' de actor como la copa de un pino..! Y del Sr. Fonda ¿ qué podria decir que no se haya dicho ?. Un wester diferente, muy entretenido.
    ¡ Cuánto bueno por aqui Sr. holmes !
    Besos Irene A.

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  8. Me alegra muchísimo, querida Milady, hallarte de paseo por estas veredas y más saber que te parecen aprovechables.

    La película bien vale la pena verla y repetir, porque entre todos consiguen que la atención -y la tensión por el resultado- nunca decaiga.

    Besos, Irene A.

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