Una del Cuarto Poder
Una de las cualidades del cine estadounidense es la probada capacidad de acertar, de vez en cuando, con temáticas que se hallan a pie de calle, en la conversación que se puede mantener mientras se liban unas cervezas con los amigos.
Aun reconociendo que la profundidad sea cuestionable, nadie puede negar que, desde hace ya unos años, demasiados, lo que en una lejana época conocíamos como cine político, cine denuncia, abundante en la cinematografía europea, migró al otro lado del Atlántico.
Asegurar falsamente que en este lado (el mío, quiero decir) no hay temática a denunciar, sería una falacia, porque dudas acerca de la corrección ética en las actuaciones en las altas esferas del poder siempre las ha habido y a lo que parece, siempre las habrá.
También es cierto que las ideas conspiranoicas tienen un caldo de cultivo apropiado en los USA, pero la circunstancia del poder fáctico abona las posibilidades de acertar o acercarse a la verdad.
En la cinematografía estadounidense, bien sea por apoyos interesados bien por responder a un legítimo interés de su propio público, de vez en cuando aparecen películas que cuestionan sin tapujos hechos que todavía salen en los periódicos en el momento del estreno y, a veces, bastante después, también, señalando con el dedo a componentes de los poderes públicos, tanto representantes políticos como personal de la administración publica, como reos de prácticas ilícitas y alegales, cuando no directamente delictivas.
Estrenada en España hace unos meses, La Sombra del Poder (State of Play, 2009) viene a cubrir la cuota de cine denuncia que de vez en cuando nos llega de los USA.
Dirigida por el escocés Kevin Macdonald, se basa en una mini serie británica homónima del año 2003, ideada por Paul Abbott y guionizada para el cine por Tony Gilroy, Billy Ray y Matthew Carnahan, que introducen en la trama algunos giros que, según dicen (porque este comentarista no ha visto la serie) modifican en parte el original, otorgándole una cierta complejidad adicional, a pesar que el metraje, aun siendo espléndido para una película (127 minutos) es sin duda inferior a la duración de la original.
Cal McAffrey (Rusell Crowe) es un periodista a la vieja usanza; un personaje típico, mal vestido, solitario, gruñón y respondón, que conoce los vericuetos de la ciudad en que se mueve como pez en el agua, amigo de policías y camareros, olisqueando la noticia a pie de calle, desarrollando su trabajo anárquicamente para disgusto de su editora jefa Cameron Lynne (Helen Mirren) que le paga más que a nadie y le abronca todavía más que a todos juntos, pero maldito el caso que le hace.
Mientras Cal se halla averiguando un asesinato doble en las callejuelas nocturnas, salta la noticia de la imprevista muerte de la ayudante de Stephen Collins (Ben Affleck) político que capitanea en el Senado una comisión para averiguar los entresijos de los gastos de Defensa al abonar los exorbitantes honorarios de las empresas de seguridad privada contratadas para prestar sus servicios en lugares como Iraq por medio de un ejercito privado constituido por mercenarios. Collins da la noticia del fallecimiento en medio de una audiencia pública y todo el mundo se da cuenta que entre él y su colaboradora debía "haber algo" y esa presunta relación adúltera (Collins está casado con Anne [Robin Wright Penn]) desata la furia en los periódicos que buscan decididamente en el amarillismo el refugio a su descenso de ventas.
Quiere la casualidad que Cal y Collins son viejos amigos y, para retorcer más las cosas, resultará que Cal y Anne tuvieron una relación hace tiempo. Y también, por casualidad, Cal descubrirá que la muerte de la colaboradora de Collins no fue un accidente, sino que fue asesinada.
Macdonald y sus guionistas tejen una tupida tela de araña y el espectador va descubriendo datos lentamente, nudos de esa estructura concéntrica en la que avanzamos hacia el centro con cierta dificultad; esa es la sensación que tuve al ver la película, ya que, aun sin ocultar datos, la urdimbre creada llega por momentos a embrollar de tal forma la narración que uno tiene la sensación, errónea, que le están dando gato por liebre.
De hecho, la sensación, meditada con calma, es que Macdonald, bajo la apariencia de un thriller político, cuenta otra cosa: ya sabemos -o creemos saber- que en el circo político se entremezclan intereses económicos inconfesables, denunciados en otras ocasiones, y los recientes escándalos respecto a la actuación de los mercenarios bajo contrato es una de las cuestiones que más polvareda ha movido en los últimos años, así que no es de extrañar que la cuestión centralice buena parte de la atención de la trama.
Pero Macdonald, a ojos de este comentarista, usa los conflictos causados por esos intereses como un macguffin, porque la esencia de la película reside principalmente en la condición de periodista de Cal, ese desastrado personaje muy bien interpretado por Russell Crowe; un periodista que pisa la calle; que tiene un sentido de su profesión muy arraigado a los conceptos de independencia, que busca la verdad de la noticia; un concepto que chocará con la actitud inicial de la joven periodista Della Frye (Rachel McAdams) que, no sin sorna, se ocupa de las noticias en la versión on line del periódico, una bloguera más que una periodista, dice zumbón Cal.
La obligación de colaborar de ambos, impuesta por la jefa, producirá no pocos roces entre ellos pero será un camino iniciático para Della que percibirá que la noticia hay que sudarla, embarrándose e incluso sangrando para escudriñar la veracidad de la misma.
Cal se erige en prototipo idealizado -más que ideal- del periodista, concienzudo y constante en la búsqueda de la noticia, con una determinación que arrollará a cualquiera: en una escena, Anne, que está dolida por el descubierto adulterio de Collins, le echará en cara que siempre ha sido muy capaz de despreciar todo y a todos en busca de "su verdad", de la verdad de "su noticia", lo que engrandece el concepto de servicio a la independencia que se le supone a un periodista cabal, por encima de conveniencias políticas o amistosas.
Entreveo una cierta crítica pues al mundo del periodismo, ese Cuarto Poder teórico que debería permitir al ciudadano estar al cabo de la calle de la realidad que le circunda; resulta diáfana la situación actual de las editoriales de periódicos cuando vemos la estresante contradicción que alberga la editora jefa, periodista de raza como Cal, apremiada a conseguir vender más periódicos que la competencia al precio que sea, por amarillo que éste pueda parecer; asimismo, una clara crítica no tan sólo a la información que se ofrece on line (Della es acusada directamente por Cal de opinar sin conocer la noticia) sino más allá a la falta de dedicación y esfuerzo del periodista que se convierte en mero transmisor de opiniones redactadas sobre noticias llegadas de los teletipos sin contrastar nada, como señalando que la actual debacle de los medios informativos reside principalmente en su similitud causada por la aparente falta de esfuerzo y trabajo responsable, olvidando lo que les enseñaron en sus estudios: resulta paradigmático que Cal, cuando por fin ha conseguido atraer hacia "su lado" a Della, le regale un collar formado por muchos bolígrafos ensartados en un cordón, que colgará del cuello de su "aprendiza", para que nunca olvide que es con el bolígrafo y en su bloc de notas donde debe empezar a gestarse la noticia. A pie de calle, claro.
No en vano, el último plano es el que nos muestra el camino del artículo escrito por Cal y Della desde su ordenador hasta que sale a la calle. En papel impreso, por supuesto.
En definitiva, una película que se sigue con interés, con un formato ya conocido en el que no despunta ni aporta novedad alguna, salvo esta consideración que a este comentarista le ha parecido oportuno reseñar, después de unos días de meditarla con calma. Sin desmerecer la denuncia política que supone señalar con el dedo a unos políticos corruptos capaces de cualquier cosa con tal de enriquecerse a sí mismos y a sus socios con el erario público, permanece, insisto, una crítica de fondo al mundo de la información escrita, que no está, como sabemos, en el mejor de sus momentos.
Vean, si les apetece, el tráiler en castellano, aunque, desde luego, recomiendo, como siempre, la versión original subtitulada.
Me gustó la película sin apasionarme. Creo que promete mucha reflexión sobre el papel y la importancia de la prensa en el mundo de hoy, para bien y para mal, pero algo se pierde por el camino, deriva en algo demasiado convencional. Pero no está mal, que es más de lo que puede decirse de muchas. De demasiadas.
ResponEliminaSaludos.
El día que fuimos a verla cogimos un berrinche del carajo. Salimos con el tiempo oportuno (hay que desplazarse a Las Palmas) y por un desgraciado accidente en la autopista tuvimos un tapón de tráfico de casi una hora. Obviamente llegamos al cine en mala hora y con la peli empezada (creo que diez minutos)...tal vez por eso no me entusiasmó demasiado. Además el papel de la prensa escrita ( y lo digo con conocimiento de causa) es cada vez más frágil. Aquello del cuarto poder apenas se sostiene. Los periódicos están pasando una crisis que se parece cada vez más a un ciclón.
ResponEliminaMe he perdido. En resumen, la peli no está mal pero.....
Un abrazote y alegría por la vuelta.
Vi la película cuando la estrenaron y me entretuvo sin más. Aunque visto lo que hay en cartelera, el que la peli entretenga en la acepción correcta de lo que significa entretener sin tomarnos por idiotas, ya es un punto a su favor. Me da la impresión de que periodistas con las características del protagonista ya no quedan.
ResponEliminaUna abraçada
No es, desde luego, excepcional, 39escalones, salvo si la comparamos con sus coetáneas. Diría que le falta mordiente o un poco de acidez, pero, por lo menos a mí, no me aburrió.
ResponEliminaSaludos.
En esas condiciones, Antonio, lo mejor es irse a tomar algo fresquito y olvidarse de ir al cine.
ResponEliminaLo del Cuarto Poder debería sostenerse para tranquilidad de todos, pero me temo que los "medios" están más que "mediatizados" y han perdido independencia.
Un abrazo.
Seguramente tienes razón, Alma: en todo.
ResponEliminaY es una pena que así sea, ¿no te parece?
Una abraçada.
Vale, pues posiblemente me la vea un día de estos en los que se necesita algo que te entretenga y no te dé quebraderos de cabeza, malas conciencias o intríngulis varios que te hagan recapacitar.
ResponEliminaBesos.
Mala conciencia seguro que no va a dar, Susy; un poco complicada sí que es la trama, pero no se hace larga, lo que ya es mucho; y puede que coincidamos en la apreciación de la mirada sobre el mundo del periodismo.
ResponEliminaBesos.
y magnifica BSO
ResponEliminaPues mira: la BSO me pasó desapercibida: de hecho, reparo en ella en una segunda revisión, normalmente; esperaré a verla en dvd. Tomo nota.
ResponElimina¡ Ajá la encontré ! la reseña de ésta pelicula que a mi me gustó, me interesó ( más allá de la voz y la mirada de Crowe..)Cierto es que no descubre nada nuevo pero está bien contada y se hace " creible " que no es poco.
ResponElimina¿ Ves como el Sr. Crowe tiene muchos más registros que el de Gladiador-Robin Hood ?
No sé si ésto lo vas a leer pero yo aqui lo dejo.Tengo que ponerme al dia con tu blog...
Un besito Sire
Como puedes comprobar, querida, nada de lo que hagas por aquí se me escapa: estás bajo mi atenta mirada.... ;-)
ResponEliminaLo malo de Crowe no es que no sepa: es que cuando no le dirigen, lo hace mal; en L.A. Confidential, donde le descubrí, ya me impactó su fuerza; pero luego, ha hecho cosas poco atractivas a mi gusto...
Si deseas hallar algo en concreto en este bloc de notas, te recomendaría que usaras el índice que hallárás haciendo click en el recuadro -rojo, enorme- del lateral: es otro blog, sólo para el índice de películas comentadas.
Besos, Milady.
¡ Gracias ! estaré más atenta. :-)) Este blog tuyo es una pasada....¡ que 'pequezñita' me siento! Bu..Bu
ResponEliminaGracias a tí, Milady, por darle un vistazo a entradas que ya se estaban quedando oxidadas al no mirarlas casi nadie.
ResponEliminaBesos. ;-)