La despedida de Hitchcock
Ya vamos quedando menos en el selecto club de cinéfilos que podemos explicar con pelos y señales un acontecimiento que muchos quisieran poder celebrar cual es asistir a un estreno en un cine de los de verdad, con pantalla enorme, de una película de un genio del cine.
Más que nada porque ese adjetivo de genial hoy está muy alicaído y pese a que algunos críticos bien pagados y alimentados por las distribuidoras lo ceden con enorme gratuidad de criterio, el paso del tiempo demuestra, implacable, que la mercadotecnia que asola la industria del cine hincha globos más que con helio con verdaderas bombas fétidas que acaban deshinchándose a la siguiente temporada y a la tercera ya huelen que apestan.
Este cinéfago que se entretiene dando la paliza a algunos amabilísimos lectores reincidentes guarda inmaculados en su memoria dos estrenos de sendas películas del auténticamente genial Don Alfred Hitchcock.
El primero, referido a Frenesí, ya se aludió aquí hace tiempo y hoy me ha parecido que, como colofón a una serie de entradillas dedicadas a recordar a Hitchcock con motivo del treinta aniversario de su fallecimiento, correspondía dedicar un poco de tiempo a la que resultó ser su despedida como Director de Cine.
He de confesar que, cuando asistí al estreno de La Trama (Family Plot, 1976), me quedé un poco perplejo, porque ya había tenido la suerte de ver en TVE casi toda la filmografía más conocida de Hitchcock en distintos ciclos que hace años ofrecía la única televisión que existía en España.
Es cierto que comparar La Trama con películas como Rebeca, Psicosis o Los Pájaros, por citar sólo tres obras maestras, es hacerle un flaco favor a la película y más aun si la versión vista es la doblada al castellano, que, aun siendo un buen doblaje -y no como los de ahora- no alcanza la frescura del original.
Un original que he podido ver en ulteriores ocasiones gracias al estupendo dvd cuya carátula acompaña este pobre texto, un dvd que recomiendo encarecidamente porque viene bastante completito con un excelente documental relativo a como se filmó la que sería última actividad cinematográfica del maestro.
Cuando uno, pasados ya treinta y cuatro años de la primera visión acude de nuevo a la pantalla -pequeña, lastimosamente- para disfrutar esa historia ideada por Hitchcock con la inestimable ayuda de Ernest Lehman y ha visto en ese tiempo tantas películas ya, no puede menos que sorprenderse por la frescura y originalidad que aun hoy adornan este último trabajo del genial Don Alfred que, mermada su condición física, consigue, a pesar de conocer el desenlace, mantener la atención del espectador y, más aun, despertar el ánimo de entender las muchas bromas que adornan un guión por demás espléndido, rodado con la misma fuerza y vigor de siempre, en un alarde que muchos quisieran firmar mañana mismo.
Hitchcock empieza la película presentándonos a una pareja, Blanche Tyler (Barbara Harris, extraordinaria) que se las da de vidente, acompañada por su novio George Lumley (Bruce Dern ) que hace de taxista pero que en realidad es un actor en paro: Blanche acaba de obtener el encargo de una adinerada dama de hallar, mediante sus contactos en el más allá, al sobrino desaparecido tiempo atrás, con la intención de devolverle el nombre de la familia amén de una cuantiosa herencia.
En un paso cebra el taxi casi atropella a una mujer extrañamente ataviada con unas gafas de sol -es de noche- y la cámara, que había presentado a esa rocambolesca pareja, la abandona y sigue a la rubia: es una delincuente que recibe un extraordinario diamante como pago por la liberación de un industrial secuestrado con muy buen arte: los secuestradores son la pareja Fran (Karen Black) y Arthur Adamson (William Devane).
Inmediatamente el espectador, de la mano de Hitchcock, comprueba el desarrollo de dos historias: la risible y cómica situación de la primera pareja, repleta de frases de doble sentido con un clarísimo contenido sexual, y la frialdad de los delincuentes que se dedican a secuestrar gentes a cambio de grandes diamantes con una maestría que trae de cabeza al FBI.
Cerca de la mitad de la película, casi a la hora de su metraje -que resulta liviano- el espectador, siempre al cabo de la calle en sello personalísimo del genio, sabe perfectamente que esas dos parejas deberán encontrarse, pues el sobrino desaparecido no es otro que el taimado secuestrador Arthur. El como y el cuando es el juego que Hitchcock ofrece y lo hace, como siempre, de forma brillante, seductora y entretenida.
Porque el maestro, a sus setenta y seis años, sigue queriendo exprimir todo el jugo del lenguaje cinematográfico que él mismo ayudó a construir: rodeado de algunos de sus habituales colaboradores, pero contando también con jóvenes que casi estaban empezando, sigue dando lecciones relativas acerca de la mejor forma de filmar una secuencia, destilando un humor socarrón, negro en ocasiones, incluso irreverente con la iglesia.
La planificación marca de la casa que Hitchcock tenía en mente antes del primer día de rodaje no dejaba lugar a dudas y su autoridad y clarividencia siguen incólumes en un personaje que, según cuenta el propio William Devane, un día paró el rodaje porque a través del teléfono tenían que escuchar el funcionamiento del marcapasos que Hitchcock llevaba en el pecho adosado.
En una época en que las persecuciones de coches eran plato fuerte en las películas de acción y el modelo a seguir estaba ya casi que preestablecido, Hitchcock rueda magistralmente una carrera de forma inusual, sin que en ningún momento se vea desde fuera el coche, consiguiendo un subjetivismo que aligera mediante unas situaciones alocadas, como riéndose de todos los que en la época ensalzábamos las persecuciones automovilísticas al referirnos a alguna película en particular.
El uso de la cámara sigue siendo perfecto y Hitchcock perpetúa su ansia de jugar con la caligrafía cinematográfica quitando puntos y comas consiguiendo escenas largas y descriptivas gracias a unas grúas que nunca se movieron en travellings semejantes con tanta eficacia: uno, al repasar, pensaba: ¿qué sería capaz de hacer Hitchcock ahora, con los efectos digitales? porque con una cámara colgada en una percha consigue dar a entender muchas sensaciones de unos personajes que se mueven milimétricamente obteniendo la seducción del espectador que no puede apartar la vista de la pantalla, prendidos sus sentidos de una narración que se dirige, implacable, a un punto de encuentro que todos ansiamos se produzca ya, para ver cómo se resuelve.
Es una gozada ver en el documental que consta en el dvd como Hitchcock, apenas sentado, mira a todo el equipo realizando el trabajo a sus órdenes: la sensación que lo tiene todo en mente es prodigiosa y evidentemente no le hace falta mirar por el objetivo de la cámara del excelente Leonard J. South para saber que todo se está rodando conforme a lo previsto; luego lo montará con la ayuda de J. Terry Williams y el resultado será, como siempre, inigualable, perfecto, dotando a la narración de un ritmo ejemplar, ligero, divertido y repleto de planos detalle -más que primerísimos primeros planos- que tienen su significado y consecuencias imprevistas dando un empujón a la historia hacia arriba, siempre hacia arriba, reforzando, por si fuera poca la energía visual de las escenas, las situaciones mediante el uso de una banda sonora impecable fruto del trabajo de John Williams que, habiendo triunfado apenas un año antes con la banda de Jaws, quedó rendido e impresionado por la sabiduría musical de Hitchcock a la hora de conseguir redondear con la música y con la ausencia de la misma cualquier momento de una historia que en una primera visión parece lo que llamamos "obra menor" para entendernos, pero que, repasada después de tantos años, se erige fresca, picarona y objeto de revisión obligada para el cinéfilo veterano y por descontado, para el joven que no tuvo la suerte de verla en el cine.
Absolutamente imperdible, ni que sea para comprobar que trucos cinematográficos de primera categoría que ahora alabamos al verlos -raramente- en las pantallas actuales, ya se usaban hace treinta y cuatro años y un anciano achacoso pendiente de las pilas de su marcapasos los sabía exprimir mejor que nadie, porque mira: resulta que los había inventado él, que siempre supo aparecer en sus películas sin hacerse notar demasiado.
p.d.: ¿No ha pensado nadie, que hay una referencia clarísima a un célebre escritor estadounidense en el modo de ocultar lo más preciado?
p.d.2.: La escena final, rompiendo la pantalla, ¿no les parece un adiós del genio?
Vean el Tráiler
Hola, Josep, me he quedado perpleja ahora mismo. Iba a comentar algo sobre El negro y de repente me ha salido éste nuevo post.
ResponEliminaNo sé cómo me las arreglo para estar aquí perenne, jajaja. Qué curioso, de verdad.
Ya que estoy te voy a preguntar dónde conseguiste el DVD porque yo no he visto la película y me encantaría comprarlo.
Gracias.
Besos
Siempre lo he pensado, siempre me he dicho que con ese final es Hitchcock quien dice adiós a su público, aunque tuviera la ilusión de rodar nuevas cosas y tuviera algún que otro proyecto a medias, y así lo comenté en un antiguo post. Y la película contiene otro de sus retos o guiños personales: el W.C. portátil.
ResponEliminaExcelente homenaje.
Saludos.
Ya conozco el cine de Hitchcock, ya conozco las excelencias de esta "humilde" película, y también conozco tus maravillosas reseñas. Ésta me ha encantado.
ResponEliminaPues suerte que te ha pillado en medio, Blanca, porque te hubiera arollado... jajajaja..
ResponEliminaAcabo de consultar mi base de datos y siento decir que debe hacer más de tres años que lo compré en una serie de entregas quiosqueras, pero no veo en el dvd información de la editorial: puede que en algún punto de venta de saldos corra alguno o quizá lo hayan reeditado, porque era -es- una colección muy maja.
Besos.
Desde luego esa imagen es voluntaria al cien por cien: en el documental, Bruce Dern asegura que le dijo a Don Alfred:
ResponElimina"Deberías salir tú, subir esa escalera y guiñar el ojo a cámara: se lo pensó, pero al final decidió no hacerlo..."
Pues anda que el curita en el bar no tiene tela ni nada.... ;-)
Celebro que te haya gustado.
Saludos.
Jajaja... Raúl: ya sabía, ya, que eres todo un "conneseur"...jajajaja....
ResponEliminaMe alegra que te haya gustado.
Saludos.
Primero y principalísimo. Eres un máquina elaborando críticas (buenas, obviamente) así que me pregunto para mí mismo si no serás el "negro" que escribe las reseñas al "Cahiers" o al "Dirigido"....En serio, Josep, me dejas absolutamente sorprendido. Cualquier día de éstos me voy a poner a copiar todas tus críticas y las voy a editar con el título "El Cine según Josep".
ResponEliminaSegundo. Hace millones de años que no veo "Family Plot", pero recuerdo que en su día me dejó un tanto desilusionado, y cuando poco despues el maestro dejó este mundo pensé que su testamento no había sido todo lo bueno que debiera.
Pero ahora vienes tú y me dejas descolocado. Habrá que ponerse manos a la obra y tratar de volver a ver esta peli y sacar conclusiones. Puede que coincida contigo, puede que no, pero en todo caso una película mediana del maestro sería una obra de arte en otros fulanos.
Pasate un bueno y largo fin de semana, amigo.
Un abrazote
Me abrumas, Antonio, con tu entusiasmo que entiendo fruto del aprecio; y por lo mismo te supico que no hagas tal, pues dejarás los cuartos en una edición que nadie querría comprar, aunque te agradezco el piropo de corazón.
ResponElimina¡Camarero! Al de las gafas, le ponga lo que pida y un buen roncito, oiga...
Creo que, como asistente a ese estreno, si dispones de la ocasión no dejará de sorprenderte una vez más, Antonio, así que te recomiendo el experimento sin dudarlo un instante: muy cierto que muchos querrían poder hacer algo así en este año que vivimos...
Un abrazo.
Interesantísima reflexión. No hace mucho que volví a verla (la primera vez que la vi hace muuuucho tiempo, no recordaba apenas nada). Pero la disfruté bastante. Y aun así, después de leerte, me parece que me dejé muchas cosas en el tintero. Pues bienvenida sea esta crítica que me "obliga" a verla una vez más.
ResponEliminaSaludos, Josep.
Pues tanto que me alegro, Gourmet, si he conseguido despertar tu apetencia a degustar de nuevo este plato cinéfilo que para mí se ha convertido en un clásico en el que hallar diversión y pasmo al comprobar una y otra vez como de bien sabía Hitchcock rodar cualquier escena.
ResponEliminaSaludos.
He de decirte que cuando hablas de Sir Alfred nunca me sorprendes (sonrío), porque si a alguien conozco bien cinematograficamente hablando es al padre del macguffin. Por eso, agradezco enormemente la defensa que haces de esta película, porque todo en el cine de Hitchcock es sino genial, si bueno, muy bueno.
ResponEliminaUna abraçada
La verdad es que como otros por aquí hace tiempo que la vi por última vez, la recuerdo como una buena película, no la mejor de Don Alfred pero una película bien llevada, entretenida, con buen ritmo y que no flojea, es decir lo que para otros sería una gran película para Hitchcock es una de sus obras medianas, pero el maestro es el maestro.
ResponEliminaAún así la revisaré si puedo, leer un buen artículo como este, Josep, me despiertan las ganas de ver cine.
Saludos
Sabiendo que andas por aquí, Alma, ya me cuidaría muy mucho de hablar mal de Don Alfred....
ResponEliminaEn serio: coincido mucho en que cualquier producto fruto del trabajo de Hitchcock es, cuando menos, imperdible.
Una abraçada.
Pues mucho que me alegra, karaguebo, que estas cuatro letras te animen a repasarla, porque estoy seguro que siempre se puede hallar en cualquier película del maestro motivo de alegría: es cierto que, siendo una obra suya "menor", no por ello deja de ser sorprendente y lo cierto es que, a mi parecer, ha aguantado muy bien el paso del tiempo.
ResponEliminaSaludos.
De toda la filmografía de Sir Alfred, ésta es la única que me falta, después de leer tu magnífico artículo me pongo a ello en cuanto me sea posible.
ResponEliminaUna gozada leerte, genial la entrada, por cierto, lo del escritor me dejó intrigada, un motivo más para verla cuanto antes ;)
Besos
Espero que te guste, Vivian: es un ejemplo claro de suspense y buen humor, llevado a un ritmo ejemplar y además demostrando, como siempre, cual es la mejor forma de afrontar una escena.
ResponEliminaSi por lo del escritor te refieres al comentario de Antonio, recuerda que es un piropo de un buen amigo...
Besos.
p.d.: espero tu comentario cuando la hayas visto.
Me refería al escritor de la post data, Josep.
ResponEliminaSobre Anro, no sé si sepas, pero me he autoadjudicado el cargo de su representante literaria, jeje, ya aprovecho para postularme como tu relaciones públicas por los madriles en el proyecto que Anro propone jeje ;)
Cuando vea la película te comento, eso sí, no sé cuando será, todavía estoy buscando tiempo para ver la denostada “Alicia” de Burton, con eso te digo todo.
Y ya aprovecho para comentarte otro tema, espero que no te moleste que lo haga en esta entrada, creo que también podría venir al caso.
Para nada he negado la genialidad de Hitchcock ni su valía y mucho menos su aportación al lenguaje cinematográfico y al cine, eso sería talmente como negar la mayor, pero, el lenguaje es el medio, no el fin, como lo es la escritura, o la técnica pictórica, y a ese respecto creo que su aportación tiene que ver más con el medio que en la parte de Arte que supone el cine.
Y, otra cosa, andamos quejándonos, al menos yo, y creo que tú también, de los directores que tratan al espectador como manada, como una panda de retrasados, en especial en cuanto al género de comedia se refiere, recurriendo al chiste fácil y la broma soez, y ahora resulta que Bergman y Visconti, que tratan al espectador como adulto con inteligencia, con una mente en la que reside el pensamiento y la sensibilidad, dices que se sitúan por encima del espectador, no estoy de acuerdo, creo que son dos directores que al menos para mí, tratan con respeto al espectador y le presuponen esa inteligencia y sensibilidad por el Arte de la que hablaba.
En fin, que podríamos estar horas charlando del tema, es de las pocas cosas que no me gustan de este medio, que el sistema comentario/respuesta impide una conversación fluida sobre cualquier tema, pero creo que más o menos he dejado clara mi postura.
Besos
P:D: De nuevo, disculpas por la extensión y el revoltijo :)
No te entendí, Vivian; pero dado que no has visto la película, déjame que no te diga a que escritor me refiero, por no desvelar nada de La Trama y nunca mejor adecuadas las palabras.
ResponEliminaSi "tienes" que ver la alicia de Burton, mejor en cine, eso seguro, aunque resulte más caro...
En lo que apuntas tampoco estoy de acuerdo, ya que nadie es capaz de realizar aportaciones a un Arte sin dejar su impronta en él y en su avance, con lo que veo en tu aserto una cierta contradicción.
Y desde luego, tan obras maestras pueden ser alguna película de los que citas como alguna de Hitchcock o de Hawks, que tampoco se pirraba por cuestiones metafilosóficas: Luna Nueva, por ejemplo, es una obra maestra y además es divertidísima...
Besos.