Mejilla contra mejilla
Después de la entrada de ayer, me quedé con ganas de colgar una escena que no venía mucho a cuento, pero que, vista, no puedo resistirme a ofrecerla, ni que sea para saborearla yo mismo una y otra vez, sin tener que andar buscándola.
Siempre he querido bailar con una pareja con un vestido tan etéreo, aunque la realidad es que, al parecer, resultó bastante molesto: la belleza, en ocasiones, oculta o disimula sacrificios....:
Siempre he querido bailar con una pareja con un vestido tan etéreo, aunque la realidad es que, al parecer, resultó bastante molesto: la belleza, en ocasiones, oculta o disimula sacrificios....:
Pues si, Josep, el vestido no era de los que gustaban a Fred Astaire para sus parejas: liso y con caída, sino que estaba lleno de plumas que por lo visto se caían sin parar a medida que se movían, pero Ginger se enamoró del vestido y no cedió, y no podemos reprochárselo, ya que el resultado que ha quedado es sensacional.
ResponEliminaEs verdad, Alicia: sensacional, aunque las plumas también le hacían cosquillas en la nariz a Ginger y el piso estaba tan encerado que, a pesar de las tachuelas de claqué, dieron con sus huesos en el suelo.
ResponEliminaTodos los problemas ceden ante ese resultado, que adjetivas de maravilla.
Saludos.
Querido Josep,
ResponEliminaese tipo de vaporosos vestidos, aunque glamurosos y sensuales, suelen dar más de un problema o disgusto aunque no por ello, por supuesto, se debe renunciar al placer de ponérselos cuando la ocasión y el "partinaire" lo merecen.
Y si hacen cosquillas y/o te resbalas... mejor, más abrazados!!!
La imagen de mi entrada bien pudiera ser de Alicia, sí, pero la he tomado al tuntún.
Un beso, amigo.
Qué gran actriz era Ginger Rogers, que vis cómica tenía, por lo general desaprovechada... No me gustan nada los musicales, pero este momento es sin duda especial.
ResponEliminaSaludos.
Ya veo, Susy, que sabes descubrir unas perspectivas que me pasaron desapercibidas, de lo que me alegro y mucho.
ResponEliminaUn beso.
p.d.: pues si fue al tuntún, fue un acierto de tu inconsciente... ;-)
Desde luego Ginger tenía el don de la comedia, 39escalones, y es cierto que tuvo mala suerte cuando consiguió liberarse del cliché de bailarina.
ResponEliminaEsa canción y ese baile, son mágicos...
Saludos.
Lo que quieras del vestido. Pero es una secuencia que no te cansas de ver.
ResponEliminaAdemas creo que le queda fenomelanl a esta escena este tipo de vestido.
Pero bueno: si lo que yo digo es que el vestido ése me encanta... :-)
ResponEliminaEsto es historia viva (pues las imágenes ahí están, imperecederas9 del cine. Cuántas veces habré tarareado (mi inglés no es malo, sólo inexistente) esta tonada, este soniquete. Cuántas.
ResponEliminaOtra cosa. Me he preguntado mil veces, dónde se esconde el secreto para que un hombre tan enclenque y desgarbado como Astaire, pudiera adueñarse al instante de la escena que rodara. Durante mucho tiempo pensé que estaba en cómo lo iluminaban. Más tarde, supe que debía de ser otro, algo más complejo y misterioro. Duende, lo llaman por estas tierras nuestras.
Como dice Raúl, es una de esas canciones de las que como no se practicamente inglés, no se lo que dicen, pero las tarareo, las canto e incluso entiendo el significado.
ResponEliminaY bailo, mas o menos.
Salutaciones
Debemos pues, añadir tu versión, Raúl, a las muchas que existen de Cheek to Cheek.
ResponEliminaEl misterio de Fred, que ya contaba con 36 años en esa escena, es por una parte que ya llevaba 31 practicando, por otro que era un estajanovista (Ginger acabó harta del perfeccionismo de su compañero de baile) y, además, que su aparente fragilidad no era tal.
En el comentario que hice de All That Jazz, que puedes buscar en el índice o directamente aquí:All That Jazz, cuento una anécdota que resume bien el tipo.
Que, además, como dices, roba la escena siempre, porque sí: tenía "duende", no hay duda...
Saludos.
Entonces, Alma, hacemos algo parecido: como que la cantamos, y movemos el esqueleto con más o menos aire... :-)
ResponEliminaSalutacions.