G.A. (1)
Renovarse o morir, dicen.
Celebrando el inicio del tercer año de este bloc de notas, introduciré una nueva sección en la que me dedicaré a mostrar trabajos interpretativos que en mi opinión merezcan ser recordados, mediante la inserción de vídeos -con el permiso de youtube- en los que podamos disfrutar de momentos memorables de intérpretes que pueden resultar desconocidos a los actuales cinéfilos, en buena parte por su ausencia en los medios audiovisuales actuales.
El cinéfilo veterano tendrá la oportunidad de refrescar su memoria y si alguien con intención piensa que las comparaciones son odiosas, no puedo más que anticiparme en darle la razón: son odiosas, sobre todo para algunos que cobran una millonada simplemente por mostrar el careto.
La llamaré G.A., acrónimo de Grandes Actuaciones.
Y para empezar, qué mejor que mostrar el trabajo excelente de un actor nacido en la Gran Bretaña y que, pese a una carrera cinematográfica superlativa, nunca recibió un Oscar por ninguna de sus interpretaciones.
Un actor grande entre los grandes, que no pasó por escuela ni academia alguna: lo mucho que supo lo aprendió trabajando muy duro desde jovencito; seguramente albergando en su interior un diamante en bruto de muchísimos quilates, lo fue puliendo con los años y este comentarista no puede menos que elucubrar a qué nivel hubiera llegado si se hubieran cruzado en su vida, en el momento oportuno, buenos maestros de la interpretación que sin duda hubieran incrementado hasta extremos insospechables las innatas y geniales dotes del sujeto, poseedor, como veremos, de un reloj interno ajustadísimo a la réplica y de un lenguaje corporal irresistible.
Archibald Alexander Leach, más conocido como Cary Grant, acompañado como casi siempre por un elenco que quita el hipo, demuestra que la naturalidad apabullante de su extraordinario trabajo era un don y un saber estar al alcance sólo de los elegidos.
De la escena que sigue, no puedo menos que recordar un comentario -no diría si leído u oído en algún programa de Garci- que resulta certero: Cary mira a su oponente en escena, Jimmy, sabedor que será a este a quien le darán el Oscar, porque desde siempre simular un estado digamos que "anormal" ha gozado de las mayores simpatías de los miembros de la academia hollywoodiense, ciegos ante la dificultad que comporta actuar sin que lo parezca, técnica que Cary Grant dominó como pocos.
Cary, como luego nos enseñaría en sus lecciones filmadas otro gran británico, sabe además "escuchar" como nadie. Fíjese el amable lector en sus manos debajo de la mesa, por ejemplo.
Disfruten de la escena mientras youtube lo permita:
Supongo que pueden alzarse voces reclamando más escenas de Cary Grant, incluso como más apropiadas a su saber; esta me ha parecido siempre grande, porque, aun reconociendo el buen trabajo de Stewart, me reafirmo en que el Oscar debería haber sido para Cary. En cualquier caso, no renuncio en modo alguno a insertar otras más adelante.
p.d.: Segurísimo que Raúl, autor de esta entrada, estará de acuerdo conmigo. (O quizá no: veremos...)
p.d. 2: Ni en esta inaugural ni en las que puedan seguir, es mi intención glosar las películas a las que puedan pertenecer las escenas elegidas. Eso lo dejo para otro momento, ya que mi capacidad de síntesis, como el amable lector no ignora, es nula. Y evidentemente, una pieza como la presente, avalada por tantos genios, no se puede despachar en veinte líneas.
Estupenda idea. Un aspecto casi ausente en su totalidad de la crítica y los comentarios de cine es la interpretación. Y aunque sea recuperando viejos momentos (ya que nuevos que valgan la pena hay tan poquitos...) es una manera de hacer justicia.
ResponEliminaBuena forma de empezar le tercer año.
Saludos.
Lo que voy a decir sonará a simplista, o cuanto menos a un reduccionismo sospechoso de no haber sido meditado, pero sin embargo, yo lo tengo muy claro desde siempre. A este señor, lo considero el mejor actor de la historia del cine.
ResponEliminaUn abrazo de viernes, que es de los que mejor sienta.
Más que un buen actor yo diría que es un actor con carisma y un actor con suerte. Lo de suerte es haberse topado con la flor y nata de la dirección hollywoodense. Los tiempos en los que crear un buen guion, con buenos personajes, era más que normal.
ResponEliminaLuego ha quedado como ejemplo de lo que es ser un buen actor de comedia. El mejor piropo que se le puede hacer hoy a un intérprete de comedia es decir que se parece a Cary Grant.
Es más que interesante, para conocer todos los entresijos de este hombre (en su faceta personal y artística) leer su biografía que está publicada en castellano.
Un abrazote
Se me ocurrió, 39escalones, que al igual que ocurre con los secundarios ilustres, incluso grandes intérpretes son desconocidos, por causa de la escasa difusión del cine que ya tiene unos años.
ResponEliminaLo que dices respecto a la ausencia de comentarios críticos, bien puede venir porque, como apuntas, tampoco es que haya mucho donde hincar el diente.
Saludos.
Los gustos, Raúl, no tienen nada de simples, y menos en un cinéfilo con bagaje. Aunque yo no diría tanto; de hecho, no lo diría de nadie, porque me resulta muy difícil decidirme.. :-)
ResponEliminaPero sin duda Cary ha sido el mejor comediante; seguro.
Y por estos lares, un abrazo en día nublado y poco caluroso; y encima de viernes: fantástico...
No creo, Antonio, que la suerte tenga nada que ver con Cary Grant, o, por lo menos, no en mayor medida que con otros de su especie.
ResponEliminaLa suerte puede que acompañe a algunos hoy, pero en aquella época la calidad era una condición bastante exigible y más aun por directores de la talla de Hawks, Cukor o Hitchcok, que ya sabes no dudó un instante en deshacerse de Stewart achacándole el fracaso de Vértigo.
Que directores como los nombrados a los que añadir a Wilder, deseoso de contar con Cary, le tuvieran en tan alta estima no es desde luego fruto ni de la suerte ni de la casualidad.
Para mí tenía mucho más talento que carisma; habrás leído que no quiso entrar en el debate con la moda surgiente de los actores made in Actor's Studio, léase Marlon Brando, Paul Newman o James Dean, porque su método consistió en un durísimo aprendizaje en las tablas y en la observación de la realidad y su talento natural para estar ante la cámara con una naturalidad que hoy vuelve a ser moderna.
Sus trabajos, siempre excelentes, contienen dramas, comedias alocadas, alta comedia, melodramas románticos y aventuras bélicas, y nadie ha sido capaz de abarcar tanto con tanta soltura.
Muchos de los actuales, con guiones semejantes, seguirían siendo meros remedos y caras bonitas. No hay color.
Respecto a las biografías, me muestro ambivalente: me dan pánico y repelús, aun siendo autobiográficas. Si te refieres a la última, creo que el sensacionalismo es excesivo por lo que he leído en comentarios; no sé ni me interesa nada de la sexualidad de Cary, pero, desde luego, presentar como tacaño a un tipo que cedió los emolumentos íntegros de dos de sus películas para la causa "aliada" en la 2GM me parece un error de cálculo y una búsqueda de cuestiones que, en definitiva, no me interesan para nada, porque no me importa la vida particular fuera de cámara de un intérprete: me interesa y mucho cómo se desenvuelve frente a cámara.
Y en eso, Cary Grant era un maestro.
Un abrazo.
Si señor, por supuesto no puedo más que estar totalmente de acuerdo contigo, Josep. Cary -el-hombre-perfecto- fue grande, grande, grande, y esta escena es tomada por muchos como ejemplo de un gran actor frente a otro, disfrutando de la actuación de su oponente y sabiendo lo bien que lo hace. Cierto que el personaje de James Stewart era mucho más agradecido, pero precisamente por eso el de Cary tiene más mérito, ya que sabe sacarle jugo al más mínimo detalle que se presta a ello. ¿Se nota que le adoro, no?
ResponEliminaMe alegra, Alicia, que estemos de acuerdo.
ResponEliminaPrecisamente, la elección de esa escena viene motivada por lo que expresas: un gran actor viendo a otro desarrollar su trabajo. Jimmy tuvo la suerte de su parte, pero la parte difícil, en realidad, era la de Cary.
Adoración compartida, ya ves...
Saludos.
Y ahora después de leer tu entrada, los comentario y sobre todo tu ocmentario de respuesta a Antonio ¿que digo que sea nuevo y original? o ¿que digo?.
ResponEliminaDigo, siempre me rio con la primera película que recuerdo haber visto de Gary Grant y que mi padre conocía de memoria como obra de teatro, "Arsénico por compasión". Creo que se puede decir que no hay ninguna película en la que al menos este bien.
Un abrazo y ¿un te?
Pues mira, Alma: a mí también me gusta mucho Arsénico por compasión, y ya sabrás que es la película que menos gustaba al propio Cary Grant de entre todas las que hizo.
ResponEliminaLo cual demuestra que de gustos andaba algo desencaminado... ;-)
Un abrazo y un té (con una rodajita de limón, por favor)
No sé que pasa Josep, te he dejado dos comentarios anteriormente y no los veo.
ResponEliminaPor si este llega, por no repetirme en los anteriores, solo te envío saludos jejeje, veremos a ver...
Pues se los habrá quedado bloger para sí, Susy, porque desde luego no he recibido nada.
ResponEliminaDeben haber problemas con el sistema; tampoco es tan raro..
Besos.