Una boda (in)olvidable
Llevo ya varios días con un fichero de texto que contiene únicamente esas tres palabras que encabezan lo que pretende ser comentario de una película.
No siendo como no soy un escritor profesional y sí meramente aficionado, hasta ahora no me había encontrado con lo que algunos vienen a denominar "el pánico de la hoja en blanco" que, supongo, ejemplifica la indecisión a la hora de plantar unas ideas que no están del todo claras.
Podría evidentemente dejar el asunto de lado y ocuparme de otro tema, pero tiene visos de cobardía aparcar una labor auto impuesta y seguro que aplazarlo no resolverá el dilema.
Dilema que no es obviamente trascendental, ni siquiera peliagudo, porque me hallo dudando entre decidirme por el varapalo o la admisión de una cierta incapacidad de entrar en una historia.
Jonathan Demme es un cineasta, productor, guionista y director con alguna obra interesante en su haber, amén de claros altibajos en su historia, por lo menos en opinión propia: interesantes resultan Something Wild (1986) y The Silence of the Lambs (1991) y un tanto acomodaticios éxitos populares como Philadelphia (1993) y la revisión de The Manchurian Candidate (2004) (por otra parte, como es habitual, totalmente innecesaria, pero ya es harina de otro costal)
Su último largometraje de ficción, basado en un guión de la hija de papá Jenny Lumet , me ha dejado, como se trasluce de la introducción, claramente anonadado: La Boda de Rachel (Rachel Getting Married, 2008) es una película que, aun ahora, intentando describir unas sensaciones, todavía no sé si me ha parecido un truño infumable o un experimento fracasado.
Lo que sí es seguro es que esta película ha sido la oportunidad esperada durante varios años por su protagonista, Anne Hathaway para cambiar de su habitual registro interpretativo, buscando una transformación de cisne bello a ganso feo y malhumorado. El esfuerzo, según los académicos de Hollywood, le mereció la nominación al Oscar a la mejor actriz en la última ceremonia.
Lapsus: al fin he visto las cinco películas correspondientes y opino que los académicos se equivocaron, porque el trabajo de Meryl Streep en Doubt era merecedor de la estatuilla. Y de ahí no me moverán.
La Boda de Rachel, como se asegura en el encabezamiento, resulta inolvidable: he asistido en mi vida a muchas bodas pero ninguna tan alocadamente aburrida como esa.
No dudo que para el público estadounidense la historia que se relata sea de rabiosa actualidad: Kym (Anne Hathaway) es una chica joven que sale de una clínica de rehabilitación para asistir a la boda de su hermana Rachel (Rosemarie DeWitt que realiza una buena actuación); es recogida por su padre, el emocionalmente inestable Paul (Bill Irvin) acompañado por su actual esposa, Carol (Anna Deavere Smith), ya que al parecer está separado de la madre de sus dos hijas, Abby (Debra Winger).
Kym es una jovencita que se comporta de forma harto egoísta reclamando un protagonismo que no le toca en unos días en que la reina de la función debe ser su hermana Rachel. Esta reclama sin éxito de su padre que ponga orden en la situación, pero Paul se muestra incapaz: está claro que Kym es su preferida.
El guión ¿escrito? por la hijita de Sidney Lumet es una caja de truenos sin orden ni concierto, quizás repleto de segundas lecturas que al espectador ajeno se le escapan, falto desde luego de brillantez en los diálogos y con una estructura que va soltando datos a medida que avanza la trama en un desarrollo tramposo que permite llegar a pensar que no hay planificación ordenada si no ocurrencias para elevar el tono más bien bajo y poco interesante del drama que se nos presenta.
Porque cuando uno ya empieza a estar harto de ver los preparativos de una boda que se advierte pesada y pelma, con unos invitados y partícipes que se dedican a soltar frases grandilocuentes y huecas de emoción, de repente aparece una duda que corroe a Kym respecto a un accidente fatal que comportó la muerte de un hermano pequeño, con una responsabilidad que evidentemente Kym rechaza por las características de los hechos. Esa línea, que podría dar mucho de sí, apenas se entreve y se resuelve a puñetazo limpio, sin más, quedando huérfana de contenido.
La realización cinematográfica de Demme presenta dos vertientes: por un lado, algunas escenas llevan el corte habitual de un profesional (nada brillante, todo hay que decirlo) y por otro lado imita la zafiedad de unas grabaciones de vídeo digital perpetradas por aficionados sin idea de lo que es una cámara, ignorantes de los conceptos básicos del lenguaje cinematográfico.
Esta puede ser la piedra filosofal que permita al espectador identificarse o rechazar el resultado final.
Nada más lejos de mi voluntad que presentarme como un esnob purista del cine, pero reconozco que cuando veo una película supuestamente rodada por profesionales, espero un resultado profesional; me ocurre lo mismo con la literatura: cuando leo algo, me gusta comprobar que el escritor se ha esforzado para ofrecer un resultado óptimo. Igualmente, detesto verme obligado a escuchar peroratas sentimentaloides nacidas de la verborrea inexperta de gentes que ni saben construir un discurso ni gozan de un mínimo vocabulario.
Por decirlo de una forma definida: admito el derecho de cualquiera a grabar un vídeo, cantar una canción, escribir unas frases, soltar un rollo, todo ello sin alcanzar un mínimo estético que haga atractivo el resultado final; lo admito; pero ese derecho no comporta -o no debe comportar- que yo tenga una obligación de aguantar semejante rollo y menos mentir descaradamente alabando una pifia tras otra. Cuando leo algo, me gusta que no haya faltas de ortografía; cuando veo cine, me gusta que la caligrafía cinematográfica sea si no bella, por lo menos, eficaz.
En esta película de Demme, hay muchos, demasiados minutos, que parecen pergeñados por simples aficionados, ignorantes de conceptos básicos. Los parlamentos son aburridos, las canciones malas y mal interpretadas, y la cinematografía es paupérrima.
Si Demme ha pretendido con la inserción de esos lamentables pasajes realizar una aproximación a la vida real, a fe que lo ha conseguido: parece un documental mal hecho de una boda aburridísima, por alguno de los asistentes provisto de una temblorosa e inexperta cámara de mano, recogiendo las narcisistas intervenciones de los invitados a la ceremonia, un montón de gentes que estarían mucho mejor calladitos y sentaditos en su lugar.
Me invitan a una boda como ésa y seguro que apunto a toda la troupe en mi libreta negra así que pueda huir del lugar.
Ya lo he decidido: no me ha gustado. Nada. Colocaré un paréntesis en el título. ¡Hala!
Tráiler:
La leche, compa, me has ido asustando a lo largo de la reseña. Pensaba que no podrías, pero has podido (y con la más que suficiencia habitual, en cantidad y calidad); pensaba que te gustaría, y, al final, no ha podido ser, no te ha gustado. En fin, un poco desconcertante. O será cosa mía, con esto de los calores exagerados. En fin. La peli, que es de lo que se trata, no me llama lo más mínimo la atención, y el supuesto señuelo de que su prota haya conseguido "desencasillarse" gracias a ella me parece ya un mecanismo bastante gastado. A otro perro con ese hueso...
ResponEliminaUn fuerte abrazo y que el fin de semana no te retueste demasiado.
A mí se me fue cayendo a medida que avanzaba. Y eso que la Hathaway me parece que está bastante bien (bastante bien para lo que es ella, quiero decir, y el tipo de actrices como ella). Da la impresión a ratos de que Demme haya querido meter alguna cuña Dogma en su filmbod(or)rio. Ah, y que no se me olvide la Winger, que está muy bien en la peli. Por otra parte, yo escribí esto de ella:
ResponElimina"Jonathan Demme, desaparecido durante años tras sus éxitos mediáticos, construye su drama sobre excesivos lugares comunes, frases hechas y situaciones ya vistas. La película pretende en cierto modo ser emotiva, compleja y dura, y revestirlo todo de un aire de película modesta, de órbita independiente, en su mezcla de dolorosísimo drama y breves y esporádicos respiros más ligeros o incluso cómicos, pero la extrema blandura, el excesivo azucaramiento ocasional y la renuncia a la explotación del drama hasta sus últimas consecuencias dramáticas, termina lastrando el resultado: esa blandura busca la complicidad el público, la absolución de sus personajes, pero eso redunda finalmente en la devaluación del propio drama: el perdón importa más que el tormento, y el espectador debe absolver sin llegar a conocer más que una postal superficial del tormento de los personajes."
Ah, y completamente de acuerdo con Streep. No hay color.
Saludos.
A que no la veo.
ResponEliminaEs la eterna rutina. ¿Qué le ocurre a los nuevos guionistas?...Tal vez muchos se han pasado a la tele o han perdido sus neuronas.
ResponEliminaParto de la base de no haber visto esa peli, lo cual me imposibilita para ser crítico, pero Demme hace un tiempo que me está dejando bastante frío. Su "Silencio de los corderos" deslumbró tanto que ya no fue capaz de hacer nada medio aceptable....Al día de hoy no quiero revisitar esos corderos no sea que me desilusionen.
En fin, naturalmente despues de leer tu crítica es obvio que no voy a hacerle demasiado caso a esa boda.
Un abrazote.
Comentario inolvidable, sin paréntesis. No pienso verla.
ResponEliminaYa tengo "Rio helado", a ver si este fin de semana puedo verla y te digo.
Como verás soy una comentarista muy obediente.
Una abraçada
Casualmente, la vi hace nada. El adjetivo "olvidable" encaja como guante en Rita. Uséase, se olvida unos 30 segundos después de verla. En realidad, es una película más convencional de lo que ella misma se cree; esa familia disfuncional la hemos visto muchísimas veces (sin ir más lejos, me venía a la cabeza aquel largo que dirigió la Foster, también fallido pero mucho mejor que este). El personaje de Anne Hathaway, que no lo hace mal, parece recién salido de "Inocencia interrumpida", aquella de Winona que acabó siendo de Angelina. He perdido la fe en Jonathan Demme; eso sí, esta boda (in)memorable es más digerible que el anterior proyecto de Demme, ese espanto llamado "La verdad sobre Charlie" que tiene apariencia, sólo apariencia, de película. Saludos.
ResponEliminaVeo, Manuel, que he acertado en la forma de presentar el comentario, porque has captado las dudas iniciales y la resolución. Puedes dejarla para otro momento, o sea, debajo de la lista que ya tienes, en un final inamovible.
ResponEliminaUn abrazo y cuídate de "la calor"
Me ha encantado, 39escalones, ese palabro que te has sacado de la manga:
ResponEliminafilmbod(or)rio
Ojalá se me hubiera ocurrido a mí...
No sabía que la habías comentado, pero suscribo lo que dices. Gracias por la ampliación.
Saludos.
Te digo, Raúl, lo mismo que a Manuel: en todo caso, la última de la lista de "pendientes"...
ResponEliminaSaludos.
Lo de los guionistas, Antonio, ya es cosa harto sobada, pero tampoco es que nos dejen otra alternativa, no.
ResponEliminaLa del Silencio.. la medio repasé, en un vistazo corto, y creo que aguanta..
Un abrazo.
No te perderás gran cosa, Alma, ya ves...
ResponEliminaEspero tu opinión sobre ese río y espero que no te haga llorar de envidia por el fresco, atendidos los calores de estos días.
Eres una comentarista de primera, Alma.
Una abraçada.
Muchas gracias por la ampliación, Marcbranches. La Hathaway puede que necesite otro papel con más enjundia para demostrar que puede ser una actriz dramática.
ResponEliminaLo de Demme parece ser un declive imparable.
Saludos.
No solo te ha salido redonda la entrada, si no que, además, me ahorras ver la peli, que tengo muchas en cartera!!!.
ResponEliminaNo obstante y así, en general, en plan veraniego desenfadado, a mí me parece que en el cine moderno de UU.EE. hay temas que en pocas ocasiones nos conciernen por razones meramente culturales.
Vamos, que no es fácil sentir empatía con sus modos y maneras de tratar según que temas. Aunque, claro, si son buenas, pues se les perdona según que cosas y, por supuesto, no me refiero a las gloriosas excepciones.
Besos.
Supongo, Susy, que así debe ser: en ocasiones, la forma de vivir allende los mares se nos antoja un tanto rara, por costumbres totalmente ajenas, propias de la idiosincrasia de cada pueblo.
ResponEliminaPero quizás siendo el cine como es un medio de masas globalizador, los guionistas deberían tener en cuenta que hay temas universales uy otros meramente locales.
Aun así, puedes ahorrártela porque me parece que ni siendo cercana la forma de vivir, tal como está rodada, sigue siendo un truño de considerables proporciones.
Besos.
me tinca, jjj
ResponEliminahola.
te dejo muchos cariños y exito
Bienvenida, Missbook. Gracias por la visita.
ResponEliminaMe ha encantado tu crítica, pensaba verla y ahora la evitaré. Muchas gracias por salvarme de una tarde insufrible. Saludos.
ResponEliminaBienvenida, Katia Sevilla.
ResponEliminaSiendo tu primera visita, antes de decidirte a confiar en mi opinión dale un vistazo a las otras que no me han gustado, no sea que tus gustos y los míos sean muy dispares; no quisiera que luego te arrepintieras...
Saludos.