El pillo de Tomás
El señor Alan Trustman había sin duda estado batallando para que sus relatos tuvieran aceptación cuando se encontró con que uno de esos personajes nacidos de su mente suscitó el interés de un cineasta todo terreno, un estajanovista de la industria cinematográfica que se inició en esto del cine en 1962, después de unos años de aprendizaje en la televisión estadounidense.
Un hombre que conoce al dedillo los resortes del cine y que, siempre que ha podido, ha actuado como productor y director de sus películas. Norman Jewison, nacido en 1926, pertenece a la "generación de la tele" y su último trabajo como productor y director data de hace seis años, con lo cual su longevidad y amor al trabajo quedan más que patentes.
En la carrera de Jewison el cinéfilo atento hallará películas muy diversas, tanto por el género, la calidad y el éxito comercial, sobre todo en el período que abarca los años 1965 a 1987, veintidós años en los que el amigo Jewison obtuvo grandes beneficios en, por lo menos, diez de catorce películas que en su momento fueron muy populares.
Este comentarista ha visto muchas de ellas, y dos, en concreto, ya han sido comentadas: una de 1967 y la otra de 1971 . Era lógico que apareciera de nuevo en este sitio.
Decía que Jewison se interesó por la historia pergeñada por Trustman: un tipo con la vida resuelta en el aspecto económico se entretiene organizando delitos que le rinden pingües beneficios, amén de proporcionarle momentos emocionantes. El Caso Thomas Crown (The Thomas Crown Affair, 1968) dirigida por Norman Jewison, obtuvo un clamoroso éxito comercial en su estreno; no fueron ni mucho menos ajenas a dicha popularidad las figuras de sus dos protagonistas, Steve McQueen como Thomas Crown y Faye Dunaway como la detective privada Vicki Anderson, al servicio de una importante compañía de seguros.
La trama, seguramente ya archiconocida, consiste en las veleidades éticas que producen placer y riqueza a Thomas Crown, a quien veremos organizar telefónicamente uno de esos atracos perfectos a un banco, sin que ninguno de los autores materiales haya llegado a verlo, procedentes todos de diferentes estados y sujetos al plan ideado por el cerebro de la operación, que se hará cargo del botín limpiamente.
Los más de dos millones de dólares (en la época, una verdadera fortuna) provocan que la compañía aseguradora envíe a su más fiel cancerbero salvaguardia de sus intereses, que resulta ser una mujer, Vicki Anderson, acostumbrada a lidiar con casos irresolubles por la policía. Inmediatamente las sospechas recaen en Thomas y, súbitamente, se inicia una especie de juego de la gata y el ratón, con el aderezo de una tensión sexual entre ambos jugadores, que entre escarceos amorosos se tenderán trampas de las que Thomas irá saliendo airoso.
Ese juego de voluntades constituye el centro de interés de la película, ya que la gatita detective anuncia claramente al ratón ladrón su intención de meterlo entre rejas mientras éste intenta seducirla y ella se deja, en unos lances en los que se entremezclan amoríos con acciones detectivescas.
La idea es muy buena y en ella reside buena parte del atractivo de la película, porque ese juego peligroso lo es para ambos: él puede acabar entre rejas, y ella, que se auto propone como una mujer fuerte, puede acabar rendida de amor por quien sabe es un delincuente de guante blanco.
Pero hay en esa primera versión dirigida por Jewison un par de lastres que, vista la película hace tan sólo semanas, demuestran que ha envejecido bastante mal.
Por una parte, Jewison, director con muchos recursos, como lo atestiguan sus muchas otras películas, cae en la presente en la aceptación de unos modos cinematográficos que en la época eran innovaciones, como la multipantalla, muy laboriosa, creada para ofrecer un montaje multi escénico y economicista, pero que mal empleado, como es el caso, acaba por semejar un simple efecto visual sin mayor interés en la acción, resintiéndose el ritmo por el exceso de tal efecto; porque Jewison sabe contar la historia perfectamente, planificando las escenas de acción muy bien, pero en las descripciones de los personajes se observa un bajón.
Bajón al que no son ajenos ambos intérpretes, estrellas consagradas en la época.
Curiosamente, recuerdo que nunca he sentido mucho aprecio por la labor artística de ambos; hay ciertas excepciones para cada uno, pero, en general, siempre me han parecido faltos de expresividad, aunque dotados de una buena presencia cinematográfica, una fotogenia indudable, reforzada en esta ocasión por los vestidos que confeccionó Alan Levine, aunque los de ella han quedado bastante desfasados y muy "setenteros".
Soy consciente que me van a caer palos, pero no debo callar mi opinión relativa a la imposibilidad que ni McQueen ni Dunaway representen dignamente esa pareja con perfiles psicológicos tan complejos, amantes del riesgo, de sí mismos y del otro en particular.
Esa pulsión arrebatadora no se hace diáfana y tan sólo se podría justificar el hieratismo de ambos intérpretes por el deseo de ocultar al otro la verdad de un sentimiento o quizás tan solo su realidad, pero es un aspecto que no acaba de comparecer en la pantalla y el final rodado por Jewison no deja dudas, por lo menos en cuanto a la posición firme de cada cual respecto a su propio interés, despertando la simpatía y la complicidad amical en partes iguales en el espectador, que tomará partido por quien prefiera según sus actos, pero que habrá quedado frío ante unos personajes que no alcanzan a despertar pasión, permaneciendo el resultado en un mecanismo eficiente, bien trabajado, y poca cosa más.
Uno de los espectadores que asistió de joven al estreno de la película de Jewison acabó desarrollando su vida como actor, y, después de iniciarse con éxito en la televisión (como hiciera muchos años antes Jewison), consiguió ganar bastante dinero en una serie de películas que, sin ser de gran calidad, sí fueron muy comerciales; que un actor se meta a productor ya no es tan raro, pues resulta lógico que reinvierta en lo que mejor conoce.
Ese es el caso de Pierce Brosnan, que un buen día decidió que ya era hora de revisar la historia ideada por Trustman, a cuyo fin contrató a Leslie Dixon y Kurt Wimmer, quienes recrearon la historia con el aderezo de nuevos diálogos y nuevas situaciones, en la consecución de una revisión respetuosa con el original, pero alejándose de una simple copia o plagio.
Brosnan como productor eligió a John McTiernan, director menos ecléctico que Jewison, ya que sus cintas suelen ser productos en los que la acción prima por encima de todo.
Curiosamente, McTiernan deja de lado su nervio y rueda las escenas de acción con una elegancia y simplicidad no habituales en él, con un ritmo pausado pero firme, que nos provocará no poca sorpresa por los resultados obtenidos por el nuevo Thomas Crown (Pierce Brosnan) que, sin despeinarse casi, se lleva -él mismo- un valiosísimo cuadro de Monet de un museo con una argucia muy ingeniosa.
De inmediato aparecerá su némesis, la detective Catherine Banning (Rene Russo), contratada por la compañía aseguradora del museo, que deberá hallar y devolver la pieza robada a su sitio.
La constatación que Thomas Crown iba a diario a la sala del museo levanta de inmediato las sospechas de Kathy, que, muy segura de sí misma, le advierte que va a por él.
Rodeados de buenos secundarios (entre ellos, a modo de homenaje, Faye Dunaway -desfigurada por el bótox- como psiquiatra de Thomas), de nuevo el peso de la acción recae sobre los hombros de la pareja protagonista.
Los diálogos entre ambos se han cuidado al detalle, así como la descripción de los personajes; se nota que Brosnan es quien pone el dinero. Además, ambos intérpretes, guapo él y arrebatadora ella, destilan una química especial que hace saltar chispas, cuando no llamas, de pasión en su relación.
Me declaro rendido admirador de Rene Russo y en esta película, El Secreto de Thomas Crown (The Thomas Crown Affair, 1999 ) {Se puede observar la larga mano del traductor estúpido tan habitual en España} que, impulsado por mi miedo a los "remakes" no he visto si no hasta hace unas semanas con la idea de escribir un comentario, me parece que borda el papel, porque esa Kathy que incorpora es una mujer extraordinaria, dubitativa, fuerte y enamorada, decidida en el amor y sagaz en sus pesquisas, admiradora secreta de Thomas que, con una elegancia muy british se las da con queso una y otra vez, volviendo las tornas en el juego de la gatita y el ratón, juego que sigue siendo peligroso pero que, gracias a las mejoras en el guión y a la dirección de McTiernan, que sabe mezclar intriga con romance como quien confecciona un cóctel con buenos ingredientes, consigue apresar la atención del espectador, sorprenderle mediante engaños leves que no atentan a la lógica de los personajes y en definitiva, captar su atención.
Es ciertamente esa revisión una excepción que suele confirmar la regla; Brosnan y compañía han sabido eliminar los errores de la primera, magnificando sus virtudes, cuidando mucho más la descripción de todos los personajes, dotándoles de una cierta ambigüedad moral más que ética, haciéndolos más reales y cercanos al espectador; las relaciones de la pareja aparentan muy naturales, inclusive en las escenas de sexo, muy bien tratadas; Kathy despliega sus dotes de seducción irresistible en un baile que deja en mantillas la famosa partida de ajedrez del original y el personaje del policía queda definido de una pieza cuando asegura que poco le importa perseguir a un ladrón de cuadros que sólo disfrutan los elitistas bien estantes mientras en las calles hay tipos matando a niños y ancianas y nadie parece tener tiempo de ocuparse.
Y Thomas, ese Thomas, es un pillo redomado que, burla burlando, al final se queda con la joya, que no es poco.
p.d.: Hay por ahí, en algunas escenas, una modelo española que siempre me ha parecido peculiar, que no habla, pero pinta mucho en la película. Qué cosas.
p.d.2: Después de apreciar en lo que vale este "remake", me siento incapaz de decidir si voy a ver este fin de semana en "mi cine" el trasunto de Pelham 1,2,3. No sé.
p.d.3: Brosnan quedó tan contento, que está preparando una secuela. Tampoco sé.
1968:
1999:
p.d.4: Hagan sus deberes. Háganlos, porque el lunes es lectivo, no lo olviden. Después se quejarán: pistas por adelantado.
Pues ésta sí que es buena, compa Josep: una nueva versión, posterior a 1930, que mejora a su precedente. Bichito raro, desde luego que sí. La primera la he visto, aunque apenas guardo más recuerdo de ella que el de alguna pantalla partida y una melodía que se ha usado después mucho en anuncios de colonias; la segunda, no -aunque habrá que írselo pensando-. En cuanto a Steve McQueen y Faye Dunaway, coincido bastante contigo en tus apreciaciones, aunque a McQueen lo he visto muy poquito; a Dunaway, algo más, y creo que, más allá de su insultante fotogenia y de que exuda una sensualidad de esa que enciende pantallas, tampoco es una intérprete del otro jueves. En fin...
ResponEliminaUn fuerte abrazo y buen fin de semana.
Bueno, bueno, bueno....maticemos las cosas. No hace mucho ví ambas pelis y sí, me gustó más la segunda. La de Norman Jewison se tambalea con el paso del tiempo por "demasiado moderna". Pero si bien es verdad que la Dunaway se desinfló, ahí quedan sus personajes de Chinatown y Bonnie and Clyde. Es el ejemplo de actriz encumbrada y mal aprovechada. Respecto al McQueen, no, siempre ha sido un actor muy honesto que pudo muy bien haber sido el heredero de Wayne. Quizá su expresividad era nula, pero su personalidad encajaba en todos los personajes que interpretó. Ahí están Nevada Smith, La Gran Evasión, Bullit, El Rey del Juego, la Huida, Amores con un extraño.....etc etc. No, a este tipo no se le puede negar el pan y la sal actoral. Así que por favor, amigo Josep, no me vapulés a este tipo. Ha dado muy buenos momentos al cine.
ResponEliminaUn abrazote y cuidate el fin de semana, porque el calorcillo de tu tierra está que se sale.
Yo también creo que es mejor el remake que el original, Josep, y que Pierce Brossnan y Renne Russo están mejor que Steve McQueen y Faye Dunaway, que eran muy guapos y muy rubios, pero para mi gusto quedaban como un poco "asépticos", por decirlo de alguna manera.
ResponEliminaDesde luego es una excepción, Manuel, aunque se trate de dos películas sin más pretensiones que entretener.
ResponEliminaSupongo que se puede recomendar la última, porque, en comparación con productos actuales, resiste bien.
Y la Rene está que se sale, Manuel, que se sale... :-)
Un abrazo.
Ya imaginaba, Antonio, tu protesta en favor de Steve; no es que le niegue ni el pan ni la sal, pero insisto en que más allá de presencia (y a mí no me parece tan guapo) poca cosa más ofrece en sus interpretaciones, aunque eso sí, debió de ser un buen profesional (puntual, en su marca, etc.) y por eso trabajó en lo que lo hizo, aunque, aunque, no hace falta que te diga que en esa época, era de la segunda línea.
ResponEliminaPero el sí tuvo suerte en estar en algunas películas, empezando por Los Siete Magníficos.
(Por ciero, La Huída me pareció nefasta)
Claro que sobre gustos, ya se sabe; lástima que yo esté aquí pasando un bochorno inabarcable y tú ahí, tan pancho, porque esto lo arreglábamos cualquier atardecer sentados, libando.
Un abrazo.
Me encanta que coincidamos, Alicia; esos dos de la primera resultan, hoy, un tanto distantes, sí, huérfanos del apasionamiento que Brosnan y Rene explotan a conciencia.
ResponEliminaSaludos.
Tu texto y por supuesto ambas películas y otras más, una cosa, ni remakes, ni versiones de libros, ni originales, ni.....lo que hay son buenas y menos buenas películas y ya está.
ResponEliminaUna abraçada tórrida (de al menos 40 grados a la sombra, esto es lo que hay en Valencia)
Estoy también con la duda de Pelham, hace años leí primero el libro y después vi la película que me gusto y por supuesto la manera de descubrir al final a uno de los atracadores. ¿Que haremos?.
Me hedejado, demuestran, demuestran una cosa, el calor, lo que te diga.
ResponEliminaTe veo agobiada por la temperatura, Alma, porque sabes bien que el tema de los "remakes" es harto complejo.
ResponEliminaUsualmente se pretende aprovechar el tirón de un éxito pasado más que revisar una buena historia. Las buenas, en este caso, son excepciones, no tan añejas como señala Manuel, que, asadito de calor también olvida Primera Plana de Wilder, por ejemplo, pero casi siempre esas revisiones acaban siendo como tú calificas "menos buenas".
Aunque es verdad que, en el fondo, la división acaba por reducirse a ese más/menos que apuntas.
La de Pelham me tiene dubitativo; quizás vaya a verla, porque por lo menos, no aguantaré el calor húmedo de estos días mientras esté en la sala.
(Cuarenta a la sombra y con la típica humedad valenciana son para encerrarse en el cine todo el día, mira que te digo...)
Una abraçada.
Pues leído lo leído me haré con el remake, no faltaba más!!!
ResponEliminaY me voy a dormir... por cierto, con edredón, que he escapado de la quema.
Un beso.
Te gustará, Susy, ya verás.
ResponElimina¡Que envidia! Haces bien al escapar del calor.
Besos.
Yo ya me adelanté, y en el post anterior alabéa tímidamente el remake sobre el original, cono lo que ya nadie me podrá acusar de subirme al carro de las mayorías. Éste, envejecerá mejor que su predecesor. Seguro.
ResponEliminaPero el palo te ha de llegar por a tibia (pero feroz) crítica que has hecho de los protagonistas de la cinta de Jewison.
Aunque todo sea cuestión de gustos, obviamente, y aunque no pueda contradecir tu opinión sobre la falta de expresividad de actor y actriz, lo cierto es que ese elemento que según tó los ondena, no tiene porque hacer de un actor un mal actor. El cine está llenito de intérpretes "inexpresivos" que han logrado sin embargo, transmitir perfectamente, haciendo de su obra un compendio de virtudes.
Es decir, que entre Roger Moore y Robert Mituchum (ambos paradigmas de la inexpresividad interpretativa) hay todo un abismo de matices que defenestra al primero, y encumbra al segundo.
Qué excelente entrada, Josep.
Seguro, Raúl, seguro. Ese "remake" es una excepción y dentro de muchos años el cinéfilo se sorprenderá al comprobar cómo una revisión es mejor que el original, caso infrecuente.
ResponElimina¿Sabes? Puede que el comentario respecto a los intérpretes haya sido como dices a la vez tibio y feroz, porque el recuerdo de la impresión inicial perdura; de hecho, al revisarla hace poco, sufrí un desengaño, más que una decepción.
Sobre la inexpresividad de algunos habría que hablar con calma, porque si me pongo a reflexionar y a escribir, me saldrá un tocho largo, largo.
De la capacidad de Mitchum tengo en memoria una anécdota, no sé si leída u oída, que hasta que no pueda corroborarla me guardaré, que define muy bien el tipo.
Celebro que te haya gustado, Raúl.
Saludos.
He visto ésta misma tarde el remake que aqui se comenta con tan buena critica y confieso a mi vez que no la habia visto por "prejuicio" y eso que el Sr. Brosnan, Pierce ¡ me encanta ! Me parece un tipo atractivo que ha ganado con los años y en ésta pelicula desde luego está para "huir" con él donde sea...incluso persiguiendote la poli..;-)). La Sra. Russo entiendo que supere a Faye Dunaway porque con ese vestido, su liguero..y esas "miraditas" sube la temperatura a cualquiera Mr. Holmes..y la Dunaway era guapa moderna para su tiempo pero fria, la verdad, al menos en el Caso de Thomas Crown que nos ocupa, no asi en otras. De McQueen ya he dicho que era un tipo "cool" y aunque a ti no te lo parezca, guapo, atractivo más bien.
ResponEliminaPero la cuestión no era hablar de bellezas masculinas o femeninas sino de originales y versiones. Y aqui te doy todo la razón. Lo he pasado la mar de entretenido viendo la pelicula. Bien por la acción, los diálogos y personajes. El poli me cae muy bien y me gusta precisamente ese comentario del final que tu apuntas.
Asi que con un año y medio de retraso dejo aqui éste larguisimo comentario para seguir en cabeza de tus comentaristas ..y que conste que me dá un poco de verguenza...¿ tiene que aparecer en el ranking..? upss.
Besos. Irene A.
Empezando a responderte por el final y recogiendo tu pregunta, supongo que ya habrás visto, Milady, que ése ranking que indebidamente te da reparo yo no resulta tan evidente como antes y hay que ser proactivo (que palabra más chula y tontorrona: proactivo) para poder observarlo.
ResponEliminaMe alegra que, vista la película, hayas querido comparecer para decir la tuya, querida Irene A., máxime cuando veo que coincidimos bastante en su aprecio.
Besos.