Maerose
Maerose es la hija mayor de Dominic que, a su vez, es el hijo mayor de Don Corrado, venerable anciano quien hace muchos años, cuando su asesor personal Angelo le presentó a su primogénito, Charley, ante el súbito fallecimiento de la madre, no dudó en asegurar a su fiel amigo:
"No te preocupes, Angelo: ya que tu hijo no podrá tener una madre, va a tener dos padres, porque yo seré para él como un padre"
Nadie se atrevió jamás a dudar de la palabra de honor de Don Corrado.
Y si lo hubo, no tuvo tiempo para contarlo.
Maerose y Charley crecieron juntos en el barrio de Brooklyn, jugando, estudiando y compartiendo muchas horas. Cuando Charley alcanzó su mayoría de edad, en una solemne ceremonia fue recibido con todos los honores como miembro de la familia de su amiga de la infancia, mezclando su sangre con el abuelo de Maerose, Don Corrado Prizzi: Charley pasó a ser uno de los capitanes del ejército de mafiosos y su compromiso con Maerose llenó de orgullo y satisfacción a todos los Prizzi.
Charley un buen día tonteó con una fulana de buen ver y Maerose pilló un cabreo de muy padre y señor mío y se largó con un camarero a México a pasar unos días, abandonando a su prometido y manchando El Honor de los Prizzi (Prizzi's Honor, 1985) y desde entonces no puede pisar Brooklyn porque su padre le ha puesto el veto, avergonzado por su conducta y odiando a Charley en secreto.
Con estos mimbres y un buen guión escrito por Richard Condon y Janet Roach sobre la novela homónima del primero, que ya había triunfado anteriormente con The Manchurian Candidate, el veteranísimo director John Huston rodó después de muchos tropiezos y dudas en el reparto la que a la postre sería su penúltima película como director, volviendo al género del cine de gánsteres cuyos perfiles ayudó a cimentar en sus inicios más de cuarenta años antes.
No dejan de sorprenderme algunas opiniones que surgieron en la fecha de su estreno, un ya lejano 1985 (en España, 1986), que apoyadas en la preexistencia de las dos primeras partes de The Godfather buscaban con ahínco las similitudes en el tratamiento del mundo de la mafia neoyorquina para minusvalorar las evidentes facultades cinematográficas del maestro Huston que entremezcla sabiamente contenidos de humor negro, intriga y drama en una película que con un evidente tono paródico retrata el submundo de los gánsteres aposentados en Brooklyn desde toda una eternidad, estructura piramidal encabezada por un Don Corrado cadavérico, astuto e implacable que tiene en su ahijado Charley al obediente ejecutor de sus órdenes.
Charley es un asesino profesional que no conoce el remordimiento; desde el asunto de su ruptura con Maerose se siente muy solo; en la boda de Theresa, la menor de las hijas de Dominic, Charley se enamora súbitamente y de forma irracional (aunque comprensible) de una invitada, una mujer polaca que atiende por el nombre de Irene Walker, emprendiendo una aventura amorosa absurda y descabezada, muy propia de Charley, que resulta ser un perfecto estúpido: Irene es una asesina a sueldo contratada por los Prizzi para "un trabajito" y además hará alguna que otra cosa que dejaremos en el tintero.
Huston sabe dar a cada momento su tiempo ajustado a la acción demostrando que para él la técnica cinematográfica no tenía secretos; apoyándose en la estupenda labor de cámara de Andrzej Bartkowiak y pensando en la mesa de montaje de los excelentes Rudi Fehr y Kaja Fehr (padre e hija, ambos nominados al Oscar), construye una película de dos horas de metraje en la que se alternan distintos géneros sin ofrecer ruptura alguna, pasando de la calmada tensión a las escenas de trepidante acción, moviendo la cámara con soltura y emplazándola donde mejor capta la escena, insertando planos detalle explicativos y siempre sirviendo unas muy buenas líneas de diálogos que van perfilando poco a poco los personajes que vemos deambular por la pantalla con unas intenciones ambiguamente siniestras y ocultas a los demás personajes pero siempre claras para el espectador, al cabo de la calle de todo cuanto ocurre, un paso por delante del abotargado Charley que se nutre intelectualmente a base de revistas de fin de semana.
Algunos pretendieron hallar bajones y faltas de ritmo en la trama, obcecados por la moda de presentar las historias de gánsteres como una sucesión interminable de tiros, atracos y muertes. Muy al contrario, el acercamiento de Huston al mundo mafioso lo revela de forma muy natural, desmitificándolo al presentar una serie de calamidades que la mala cabeza de algunos provocan, obligando a tomar decisiones del más puro y rancio abolengo mafioso, arreglando sus problemas a base de muertes; por negocios, eso sí: los matan, pero sólo por negocios. Incluyendo entre dichos negocios algún que otro interés personal y emocional, quizá buscando una reinserción social, una vuelta a la manada de lobos.
Los mafiosos de Huston, esos Prizzi, no tienen nada especial; en todo caso, son todos bastante simples; incluso diríamos que son una pandilla de horteras; hasta el más ilustrado de todos, Eduardo, que es quien en su condición de abogado de la familia mueve los hilos legales para blanquear su dinero turbio, no es mucho más que un cuarentón toca culos con un bolsillo repleto de dólares que se mueve pensando en cifras antes que en personas. Toda una fauna encabezada por el anciano Don Corrado que con muy buenas palabras ordena y manda mientras sonríe siniestramente.
Incluso a su nieta preferida, Maerose:
"Eres como yo, Maerose: no tenemos piedad; qué lástima que no hayas sido un chico... ahora toma una galletita y ¡cállate!..."
Y es verdad: Maerose es como el abuelo: calculadora, vengativa, paciente. Muy paciente.
Huston, a punto de cumplir los ochenta años, vierte toda su sabiduría en una película en apariencia menor; sin embargo, obtuvo ocho nominaciones a los Oscar, de las cuales sólo una de las consideradas menores, la de vestuario (Donfeld, muy bueno su trabajo) y el resto de importancia, como puede verse aquí.
Su buena forma de dirigir a los intérpretes consiguió para su hija Anjelica Huston el Oscar a la mejor secundaria, como ya había conseguido muchos años antes igual galardón para su padre, Walter Huston en El Tesoro de Sierra Madre.
En esta ocasión le fue denegada la estatuilla a John Huston; da que pensar que en las circunstancias personales del Director los académicos metieran también como nominado al maestro Kurosawa por la excelente Ran y acabaran dejando a ambos boquiabiertos al entregar el oro a la empalagosa e insufrible Memorias de África, como puede verse aquí.
¡Con lo bien que hubiera quedado el reconocimiento a padre e hija Huston! En fin...
Como decía, la labor de Huston como director de intérpretes es excelente: la pareja protagonista realiza un trabajo notable: Kathleen Turner desprende erotismo por cada poro de su piel y nos desconcertará con su forma de entender "los negocios" y forzosamente deberemos convenir que Jack Nicholson sin sus acostumbrados tics histriónicos reproduce muy fielmente ese personaje estúpido y peligroso que su entonces suegro le encomendó; se dice que Huston, antes de cada toma, le recordaba a Jack: ¡Charley es estúpido!¡Acuérdate!
Y realmente, uno está viendo a Jack en pantalla y no puede menos que pensar: ¡pero este tío es idiota!
Del cuidado de Huston para con el elenco dan fe las buenísimas interpretaciones de todos los secundarios, entre los que sobresale también William Hickey que injustamente en mi opinión perdió el Oscar frente a Don Ameche, porque su representación de Don Corrado es de las que dejan huella: recuerdo haber salido de la sala de estreno impresionado por su labor y en la reciente revisión tal asombro no ha hecho más que crecer: roba todas las escenas en que sale sin aparente esfuerzo. Acojona, el tío.
Nada pues más alejado que la mitificación del mundo mafioso emprendida por Coppola en su referenciada obra magna: Huston sabía perfectamente lo que tenía entre manos y, como máximo responsable del resultado final, no queda más que agradecerle su labor, pudiendo considerarse esta película como su testamento cinematográfico, su rúbrica como autor que tanto hizo en su larga y fecunda carrera por el cine negro.
Indispensable para cualquier cinéfilo que, consecuente con su afición, procurará verla en versión original.
Y mucho cuidado al comprar el dvd, porque a mí me la dieron con queso: una edición en lamentable formato 4:3. Una vergüenza. Ojo al dato.
Aperitivo
Magnífico, Josep, magnífico. Tenemos aquí el antecedente directo de los mafiosos en chandal de "Ghost dog" de Jarmusch o de "Los Soprano".
ResponEliminaGran película, muy distinta, por más que se empeñen, al cine de Coppola. Especialmente me gusta la guasa que se gasta el amigo Huston...
Saludos.
No he vuelto a verla desde el estreno. Llevas razón. En su día creo recordar que los criticos le dieron un poco de vapuleo y los espectadores tampoco la tratamos muy bien.
ResponEliminaCreo que va siendo hora, y gracias a ese recuerdo que nos traes, de ponerla en su justo lugar.Un abrazote.
Para mi lo mejor de la película son las dos mujeres, tanto Anjelica como Katleen, y Jack frente a ellas me pareció sobreactuado, pero aún así es una película de gansters, dirigida por Huston y con dos mujeres de bandera como protagonistas, así que...
ResponEliminaPor lo general (yo creo que es por una cuestión de esnobismo, que nos hace bucear siempre en las catacumbas del b/n) tenemos muy poca memoria para las buena películas de los 80', que haberlas las hubo. Ésta es una de ellas.
ResponEliminaVolviste a hacer una reseña muy buena, Josep.
Estupenda la entrada, una gozada, de verdad.
ResponEliminaMe gustó que mencionaras a Coppola, teniendo en cuenta aquello de que las comparaciones son odiosas, creo que son dos películas incomparables, porque están en las antípodas, justo en el aspecto que mencionas, el tratamiento del tema al que aduce el título, el “honor”, y como en “El Padrino” la saga se desarrolla alrededor de este concepto mientras que en la de Huston es un claro trabajo de desmitificación de ese concepto.
Un abrazo
P.D: A mí memorias de Africa sí me gusta, pero es que yo soy romántica, pastosa y todas esas cosas que ya no se llevan y que al parecer no cuadran con ser una mujer moderna, que parece que ser moderna hoy en día equivale a ser borde, tremenda estupidez, yo soy feliz así ;)
De lo que se deduce el mal que pueden hacer (sonrío) las por otra parte estupendas películas como El Padrino, desde entonces se imagina la Mafia y no se concibe de otra manera.
ResponEliminaUna abraçada, amistosa claro, no veas como son algunos de los abrazos mafiosos
Gracias, Alfredo. La ironía de Huston ya es patente desde los primeros minutos, con ese bodorrio en el que el novio es bastante más bajito que la novia y casi todo el cuerpo de la policía asiste con sus uniformes de gala. Hay muchos otros detalles que enriquecen la revisión; sin duda aciertas al catalogarla como iniciática en una nueva visión del mundo mafioso, más cercano -por su vulgaridad- a la realidad "normal" de la sociedad de la que vive.
ResponEliminaSaludos.
Creo que te encantará darle un repasito, Antonio, porque el tiempo pasado permite valorar en su justa medida una pieza más que interesante de la por otro lado motivadora filmografía de Huston, que tan bien conoces.
ResponEliminaSi he conseguido estimular una segunda visión, me doy por contento.
Un abrazo.
Creo, alicia, que una revisión oportuna te hará reconsiderar el trabajo de Jack, porque coincido en tus sensaciones en la primera visión; desde luego, en las posteriores, tanto Anjelica como la Turner crecen más, lo cual comporta que esta película sea muy especial dentro del género.
ResponEliminaSaludos.
No creo que sea por esnobismo, Raúl, porque la verdad es que la mayoría de grandes películas del género se rodaron en B/N y los cinéfagos somos consicnetes de ello; pero sí es cierto que olvidamos con demasiada facilidad algunas piezas, como ésta, que bien valen una revisión particular, ya que en la tele va a ser difícil.
ResponEliminaY muchas gracias, de nuevo, por el halago.
Saludos.
Muchas gracias, Vivian, por disfrutar del comentario.
ResponEliminaMe pareció interesante recordar esa comparación -maldita como pocas- entre Huston y Coppola, totalmente errónea, pues, como apuntas, cada Director ofrece una versión totalmente distinta de ese mundo mafioso, con lo cual el resultado es, decididamente, incomparable.
Respeto aunque no comparto tu gusto por Memorias de África, pero lo innegable es que, compitiendo con Huston y Kurosawa, los galardones de mejor película y mejor Director en mi opinión, son una componenda muy extraña, injustificable pasados casi veinticinco años.
Y el romanticismo se sigue llevando y aun diría más: cada vez hay más hombres que podemos aceptar una película romántica como excelente, con lo cual el resto me parece un etiquetado erróneo: además, sobre gustos, ya se sabe.... :-)
Un abrazo.
Claro, Alma, lo que ocurre es que la saga de El Padrino va por otros derroteros y en ocasiones ese bosque oculta algún que otro árbol que merece ser contemplado con calma y apreciado como debe.
ResponEliminaUna abraçada nada mafiosa, que esas llevan puñal incorporado...