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dilluns, 21 de desembre del 2009

Una mirada a Hollywood




En la industria cinematográfica estadounidense ha habido siempre cineastas que han nadado contra corriente o, para ser más exactos, en su propio canal, sin que esa palabra signifique un encasillamiento ni una línea recta que pueda prever cual será su próximo paso, independiente siempre, como si el nadador, despreciando las reglas de la piscina, avance en un camino propio cruzando imaginarias fronteras reglamentarias para disgusto del dueño de la pileta que tiene que tragar sapos al comprobar cómo una y otra vez, el díscolo suscita admiración por su labor.

Hay que tener redaños para usar los fondos económicos con la intención de poner en la picota a quien paga el gasto: no es muy frecuente, pero de vez en cuando aparece una película que, como diría el castizo, se cisca en la propia industria cinematográfica que le provee de los medios para expresarse. Que además lo haga con la gracia y virtud suficientes para conseguir buenas críticas y excelentes resultados económicos, ya es cuestión al alcance de pocos.

Billy Wilder lo hizo en 1950 y cuarenta y dos años después un ya sexagenario Robert Altman emergió de las pro
celosas aguas televisivas donde se vio desterrado por su endemoniado carácter independiente con una película basada en una novela de cierto éxito escrita por Michael Tolkin, quien se ocupó de guionizar para la pantalla grande una historia cinéfila que se tituló en España El Juego de Hollywood (The Player, 1992)

El título original inglés
tiene una ambivalencia de la que carece su traslación al castellano, porque "player" puede significar lo mismo "jugador" (en cualquier deporte, pero no en juego de azar, que sería "gambler") y "actor", es decir, el que representa un determinado papel.

The Player es, fundamentalmente, una película que gira vertiginosamente alrededor de la figura de Griffin Mill, incorporado de forma excepcional por un Tim Robbins en estado de gracia, porque a pesar de la merecida fama de Altman de crear películas corales y de la asistencia de una galaxia de estrellas del cine que
aparecerán en pantalla, toda la atención de Altman se centra en la figura de ese Griffin Mill, icono y prototipo del ejecutivo de la industria del cine.

Con un inicio deslumbrante que pudimos disfrutar el viernes pasado, Altman sienta las bases de una trama que consigue atrapar la atención del espectador mientras desgrana sin piedad ni compasión la cotidiana vida de un gran estudio de la industria cinematográfica.

No veremos ni por asomo la parte artística: únicamente las oficinas donde se toman las decisiones; Griffin Mill se encarga de entrevistarse con los guionistas que le explican sus ideas para un nuevo guión. Mill es el cedazo que filtra las ideas, a razón de más de cien entrevistas al día, casi cincuenta mil historias al año escuchadas en apenas dos minutos y medio, tiempo del que disponen los guionistas para captar su atención.

En ese arranque veremos como Mill escucha la proposición de un guión que va a llamarse El Graduado II, quedando perplejo. Resulta curioso comprobar que Altman o bien se anticipó o bien disponía de muy buena información, porque ese ficticio guión acabó en la pantalla en 2005.

Como es natural, Mill concita en su persona toda clase de odios ya que ni los guionistas rechazados ni los actores desdeñados sienten por su figura ninguna simpatía. Ello va en el sueldo, hasta que empieza a recibir postales anónimas en las que se le amenaza: hay un escritor que se la tiene jurada y eso lo vemos ya en el minuto ocho de la película. Una amenaza que desembocará en una tragedia, una muerte accidental que no impedirá que las postales y mensajes amenazantes prosigan.

El guión de Tolkin mezcla sabiamente la intriga policíaca y de misterio con el medio en que se desarrolla; el espectador recibe la misma información que el protagonista y ello, muy bien tratado por Altman, hace que nos identifiquemos con ese Mill que movido por su ambición ejecuta sus movimientos en la industria del cine pensando en primer lugar en conservar su sillón de productor ejecutivo.

Altman retrata con detalle el mundo del negocio cinematográfico, más atento a los resultados en taquilla que a la calidad intrínseca del producto que se les ofrece, mientras seguimos las andanzas de ese Mill con pocos escrúpulos, mentiroso profesional más atento a sus intereses, una personalidad compleja bien retratada por una cámara inteligente que se emplaza siempre donde mejor sirve al buen entendimiento de la trama, demostrando Altman que conoce los recursos de la gramática cinematográfica más eficaz, contando con la especial colaboración de Geraldine Peroni en la moviola para llevarnos en volandas de un lado a otro siguiendo a Mill, al que observamos, mirones al fin y al cabo, en todo momento.

Desde el primer segundo nos hallamos en la conciencia que asistimos a una fabulación -la claqueta así lo indica- y esa situación permite a Altman cargar a conciencia contra el ambiente hollywoodiense; da que pensar que ésta sea quizá la película con más cameos en su haber, como puede comprobarse dando un vistazo aquí y esa circunstancia da marchamo de veracidad a lo que se nos cuenta entre bambalinas, porque uno llega a preguntarse:¿si todo esto no fuera así, iban a sacar el careto toda esa gente?

Entre bromas, Altman no deja títere con cabeza y la historia se cierra canónicamente como una pescadilla que se muerde la cola enlazando final con inicio dejando una sensación de asombro que, meditada, permitirá entender la existencia de no pocos productos infumables en las pantallas actuales, tomando Altman y su acólito Tolkin la figura de unos visionarios que explican la realidad de su época y también de la actual con todo lujo de detalles: resulta necesario revisar la obra varias veces para poder observar el centenar largo de guiños que el pícaro Altman planta en pantalla en una mirada que tiene menos de amable que de vitriólica.

La película, con una duración de poco más de dos horas, pasa en un suspiro gracias al buen pulso de Altman que mantiene el ritmo de la ilusión y la intriga más allá del final, y si un defecto puede achacársele es el poco cuidado del resto de los personajes, descansando todo el peso de la acción en Griffin Mill; se encuentra a faltar un perfil menos superficial en muchos de los caracteres que conforman toda la fauna de ejecutivos de la industria del cine, aunque sus frases, acertadas y en ocasiones irónicas, no dejan duda alguna de la intención de la película, pero tan sólo Mill concitará el interés del espectador, pesada carga que Robbins soporta con máxima entereza; aunque los dimes y diretes, las envidias y maniobras del entorno quedan bien trazados y son significativos de una manera de entender el cine, un poco más de aliento personal hubiera conseguido para esta obra de un viejo que en otro campo hubiera recibido la carta de jubilación la consideración de obra maestra que se le escapa entre los dedos a pesar de constituir un brillante ejercicio de cinematografía en estado puro, un sentimiento de autocrítica generalizado que concluye de forma magnífica en un final feliz insultante.

Indispensable verla en versión original y en lujoso formato panorámico: huyan de malas copias en formato televisivo: esto es cine, amigos. Y del bueno.



15 comentaris :

  1. Aunque parezcan disparatados y divertidos los proyectos de películas que le ofrecen a Tim Robbins, seguro que la realidad debe ser así.Interminable lista de cameos, es cierto, como el de Bruce Willis y Julia Roberts.

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  2. Doncs aquesta si que l'apunto de "cine cine" Moltíssimes gràcies sempre pels teus magnífics i complerts posts, que fan endisar-te més endins de només la película en si mateixa... Un gust llegir-te Josep.... Ah, a "casa meva" he deixat una felicitació, però per si no poguéssis passar, et desitjo de tot cor Molt Bones Festes i et deixo un gran petó :) (I gràcies per les teves paraules de l'anterior post... )

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  3. Me apabullas con tus reseñas. Estás en un estado de gracia permanente, Josep, y esto me obliga a envidiarte. Mala cosa.

    Sonrío.

    La película es excelente, como ya se apuntó en tu anterior entrada, y poco o nada queda por decir. Si acaso, y al hilo de la referencia que haces a la soberbia interpretación de Tim Robbins en una película de naturaleza coral, cabría desbaratar la equivocada y general impresión que se suele tener sobre los directores "corales", acerca de la presunta poca atención que le dan a la dirección artística. Sin ir más lejos, en España tenemos el ejemplo de Berlanga; pocas veces se han visto mejores interpretaciones individuales que en sus películas.

    Fantástica entrada.

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  4. Para mí la mejor cinta de Altman sin duda.
    Y un excelente artículo por tu parte, Josep. Chapeau.
    Saludos.

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  5. Estoy convencido, Alicia, que en la realidad las propuestas deben ser aun más "imaginativas" y lo curioso es que ese guión apareciera en 2005. Igual la idea surgió al ver esos primeros minutos. No sé...

    El cameo de Bruce y Julia, cn la Sarandon de testigo, es para los anales, sí...

    Saludos.

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  6. Segur, Cris, que no t'arrepentiràs de veure-la, i segur que, un cop vista, la repassaràs amb calma per descubrir una pila de cares conegudes i detalls maliciosos.

    Un petó.

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  7. La envidia es mutua, Raúl, porque yo solo explico lo que veo, pero tu creas ambientes y emociones: estamos en paz, pues...

    Desde luego que Altman, en este caso, ya que el guión apenas apunta la idiosincrasia del resto de los caracteres, se cuida muchísimo de hacernos entender con detalles muy cinematográficos como son, tanto en lo que hace al vestuario como a los modos de moverse y actuar: por ejemplo, todas las mujeres que trabajan en el estudio llevan faldas y va acicaladas; las demás, llevan pantalones y su apariencia es cuidada, pero no al mismo nivel.

    Berlanga es un maestro, Raúl, y se nota en todo lo que hace. Desde siempre.

    Saludos.

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  8. No sé si es la mejor, Alfredo, pero sin duda sí es la más brillante en el aspecto puramente cinematográfico, cuidadísimo, como si Altman, que aun nos legaría grandes obras, pensara que iba a ser su testamento.
    Celebro que te haya gustado el comentario. Gracias.
    Saludos.

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  9. No he visto la película que comentas, pero tu entrada despertó mi curiosidad.
    Altman es un director al que tengo un poco abandonado, habrá que solucionarlo y esta me parece una estupenda manera de saldar mi deuda.

    Excelente reseña.

    Aprovecho para desearte felices fiestas aquí, yo en menos que nada me marcho, así que

    Hasta el año que viene!

    Un abrazo muy fuerte

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  10. Cine dentro del cine, desmontando el cine. Para ver.

    Una abraçada

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  11. Junto con "Vidas Cruzadas, "The Players" (muy agudo el comentario en relación a la intención del título original) es una de mis pelis preferidas de Altman. Ese principio magistral que nos mostrabas la semana pasada no se desinfla en absoluto a lo largo de las dos horas de metraje.
    Hay otra peli que también se adentra en el lado oscuro de Hollywood "The Bad and the Beautiful" de Vincente Minnelli.
    ¡Eres grande, Josep! ¿lo sabías?...Un día voy a recopilar tus reseñas maestras y las voy a encuadernar para colocar como libro en mi biblioteca...te aseguro que son infinitamente mejores que las de algunos críticos profesionales.
    Venga un abrazote!

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  12. Si he logrado animarte a verla, Vivian, ¡objetivo conseguido!

    Seguro que te va a gustar y esa deuda que dices tener la pagarás con agrado.

    Si te vas, que tengas buen viaje: vigila las placas de hielo, porque esta mañana oí en RNE que estáis poco menos que cercados por nieve helada.

    Feliz año nuevo.

    Un abrazo.

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  13. Pues sí, Alma: cine para desmontar la imagen rutilante del cine; cine con intención; cine, al fin y al cabo.

    Cine para ver y disfrutar.

    Una abraçada.

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  14. Muy bonito el brindis, Alma.

    Felices fiestas.

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  15. Esa ambivalencia del título original, Antonio, quería desarrollarla más a fondo, pero me pareció demasiado farragoso y filosófico y lo borré, dejando el apunte que veo surte efecto, lo que me alegra.

    Esa de Minnelli me parece que no la he visto, o sea que me la apunto.

    ¡Que voy a ser grande! lo que pasa es que me aprecias y sobrevaloras, pero gracias en cualquier caso, de corazón.

    Un abrazo.

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