ESD 19 Ben-Hur (1959)
Once minutos gloriosos sin apenas diálogos.
Once minutos que valen un imperio de premios recibidos por un largometraje que ha ostentado durante décadas el récord de premios Oscar recibidos.
Once minutos espectaculares que son el fruto de cinco semanas de rodaje, amén de cuatro meses de entrenamiento de unos intérpretes de cuatro patas que no fallaron.
Once minutos de máximo peligro para los intérpretes humanos, de los cuales tan sólo Charlton Heston se había preparado concienzudamente asistiendo a "entrenamientos libres" como conductor de una cuádriga.
Once minutos que se confiaron al ayudante de dirección Andrew Marton quien, a su vez, requirió la asistencia del especialista Yakima Canutt, ya retirado, que no supo resistirse a la llamada. Además, su hijo, Joe Canutt, dobló a Heston en el momento más peligroso de los once minutos: se hizo daño y de paso se cargó una de las únicas tres cámaras de 65 milímetros que en todo el mundo existían en aquel momento.
Once minutos en los que 15.000 extras aparecen soportando un sol de justicia que impedía que los caballos dieran más de seis vueltas al perímetro al día, extenuados por la carrera.
Once minutos repletos de primeros planos, travellings, una profusión magnífica de tomas estudiadas al detalle para conseguir un resultado inigualable: una lucha a muerte entre dos personajes que representan mundos distintos.
Once minutos de BEN-HUR que se pueden disfrutar en formato panorámico amplio o más reducido, según el monitor de cada quien:
Parte 1 Panorámica
Parte 2 Panorámica
Parte 1 640x505
Parte 2 640x505
Muchos años después, en una lejana galaxia donde el cine se hacía con muñequitos y ordenadores, cuando el cine tendía a parecerse cada vez a un video juego, apareció una lamentabilísima imitación que, si el lector tiene estómago, puede ver, si se atreve, también en dos formatos:
Muñequitos panorámicos
Muñequitos 640x505
Amigo Josep, esos 20, que no once, minutos de Ben Hur, son geniales e inclusive los de su antecesor de 1920, que recuerdas comenté hace tiempo.
ResponEliminaEso es incuestionable y por muchas veces que contemplemos esas imágenes no quedan más cáscaras que pensar lo jodidamente complicado que pudo ser aquel rodaje y el peligro al que se vieron sometidos todos los extras y especialistas que intervinieron en él.
A pesar de que soy un rendido fan de "La Guerra de las Galaxias", tengo que reconocer que ese pseudohomenaje de videojuego a la escena de Ben Hur no me gusta demasiado. Sin más comentarios.
Un abrazote, y sigue gozando el puente.
Nunca una carrera ha sido tan copiada, plagiada, versionada e incluso tratada con humor. Señal de su valía.
ResponEliminaNo sé porque, me ha venido a la memoria un álbum de cromos que se vendía con escenas de la película. Un remedio casero del video entonces inexistente.
Un abrazo
El homenaje-plagio de Lucas da pampurrias. La prueba de que la tecnología aplicada al cine no siempre es para bien si no va asociada al talento.
ResponEliminaSaludos.
Esos 11 minutos representan la esencia de lo que me imagino se pretendió conseguir con este maravilloso entretenimiento de feria que es el cine.
ResponEliminaMe refiero a once, Antonio, porque son la duración de la carrera propiamente dicha sin prolegómenos ni finales, minutos gloriosos que son la superación por la experiencia, después que Ben-Hur fuera espectáculo teatral y luego película de cine silente. Muy duro rodaje para todos: los extras que gritan en la escena finala estaban a un punto de levantarse airados por el calor y la sed que pasaban y el atraso en el pago: se aprovechó todo, como ves.
ResponEliminaLo de Luquitas es de vergüenza ajena, me parece.
Un abrazo.
Cierto, Alma: la multitud de imitaciones, llamadas y versiones no hace más que incrementar el recuerdo de la original.
ResponEliminaEsos cromos que recuerdas sin duda fomentaron más de una cinefilia latente...
Una abraçada.
Cierto, Alfredo: en ocasiones el continente intenta disimular que no hay contenido y la forma, por muy moderna que sea, nunca puede ser en sí misma un fin ni un objetivo.
ResponEliminaSaludos.
Una secuencia icónica, Raúl, como las hay pocas. Siempre he pensado que Ben-Hur sería un buen ejemplo de película a rescatar para la gran pantalla; lástima que ahora los re-estrenos no se hagan, salvo contadísimas ocasiones, porque en la gran pantalla es un festín visual.
ResponEliminaSaludos.
Once minutos que bien valen el tiempo invertido en ver la película entera.
ResponEliminaSi hay una película en la que el todo siempre será recordado por la parte esa es Ben-Hur y esos once minutos.
Lo del homenaje galáctico, nada que añadir, coincido con el resto de opiniones.
Un abrazo
Curiosamente, Vivian, esa condición de reconocimiento del todo por una parte me parece una injusticia, porque la -por otra parte justa- fama de esos minutos eclipsa el resto del metraje, que también alcanza cotas notables aun hoy mismo.
ResponEliminaEntonces queda acordado: del galáctico, nos olvidamos...
Un abrazo.
Eso sí que es magia -real- de una gran, icónica como han dicho, escena. Y de unos tiempos que aunque parecen lejanos, son aún bastante cercanos... Y, también, mencionar la escena de la versión silente, igualmente grande.
ResponEliminaUn saludo.
Esa magia, Hatt, no la veo tan cercana, salvo poquitas excepciones; la versión silente tiene también mucho mérito, porque se hizo con tecnología casi que en estado embrionario.
ResponEliminaCuriosamente, el origen tetral de la misma se podrá ver dentro de pocos días, creo, en Madrid. Porque la carrera de cuádrigas se representó en vivo y en directo en un teatro de Broadway provisto de una plataforma giratoria, a principios del siglo pasado.
Saludos.
estyo muy de acuerdo con raul
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