Faraway Downs no es Tara
No: no lo es, ni por asomo, aunque ya le gustaría...
El australiano Baz Luhrmann no supo digerir el éxito obtenido con la dirección de su película Moulin Rouge y, cosa muy humana, se le subieron los humos a la cabeza.
Después de haber acertado de pleno en sus facetas de escritor, productor y director en su tercera película, rodada hace siete años, se creyó que poseía una varita mágica y que estaba en posesión del conocimiento cinematográfico.
Y para demostrarlo, se emperró en una nueva obra, que, según su visión iluminadora, dejaría como antigualla a Gone with the Wind, paradigmática cinta épica del año 1939.
Así que cogió recado de escribir y cual Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como), inició, hace ya cuatro años, la ímproba tarea de pergeñar un guión que satisficiera sus ansias de llevar a la gran pantalla una grandísima historia épica que pensaba formular en tres grandes producciones.
A la hora de la verdad, Baz acabó el montaje de esa "primera parte de la trilogía" como quien dice horas antes de presentarla al público y claro, después de cuatro años de dar la lata con noticias del rodaje, anécdotas personales, etcétera, etcétera, el espectador medio, como este sufrido cinéfilo, ya tenía ganas de sentarse a ver la proyección de Australia (Australia, 2008), entre otras cuestiones, por comprobar si el mal fario de Nicole Kidman había desaparecido al reencontrarse con su paisano, arropada, además, por su amigo (paisano también) Hugh Jackman
Lo primero que uno se encuentra es que Nicole, mi querida Nicole, no es Nicole. Porque del mismo modo que Jackman ha aumentado de forma sensible y ostentosa su volumen muscular (seguramente por exigencias de guión de Wolverine), la delicada Nicole, tan expresiva antes, ha desaparecido debajo de un rostro abotargado que deja como único reducto de expresión sus fantásticos ojos, y todos sabemos que, aunque las miradas pueden matar , el rostro, aún arrugado, ayuda mucho a comunicar sentimientos.
La idoneidad de los actores protagonistas en una película que alcanza una duración de 165 minutos (que son, para los de letras, dos horas y tres cuartos de hora) no es cuestión baladí, como tampoco lo es el elenco de secundarios que los deberán arropar y apoyar, haciendo piña.
Además, todos esos intérpretes, aún suponiendo su efectividad, dependen de un guión que les permita dar cuerpo a personajes, es decir, personas que viven y transitan en la pantalla, para conseguir que el espectador se emocione, se identifique con ellos y con su historia, en definitiva, que, sentado en la butaca, uno se sienta como el chafardero que, desde su balcón o ventana, atiende las vicisitudes del vecindario.
Baz Lurhmann, más que fiel a su estilo prisionero del mismo, de nuevo aplica una caligrafía cinematográfica moderna, de ritmo adecuado al musical, grandes travelling artificiales que se revelarán en artificiosos y cansinos, pues ni siquiera nos asombra con las bellezas naturales del continente austral, casi justo debajo de mis pies, en una historia que por momentos parece un refrito de algún que otro western, con estampida de vacas incluida. La fotografía, los grandes planos, los movimientos de cámara, se revelan inhábiles para emocionarnos, porque, por momentos, uno no sabe a qué atenerse.
Se percibe una zozobra en el espíritu del espectador cuando, cercana la segunda hora de metraje, se oyen cuchicheos en los alrededores y el personal se muestra inquieto y a uno le corren mil hormigas por el trasero y ya no sabe que postura tomar para estar cómodo: ello significa que la atención no está prendida en la pantalla y la culpa hay que achacársela al director, que rápidamente pasa de cabeza coronada a cabeza de turco, porque, enfrentada a su inspiradora, Australia, con 165 minutos, aburre justo cuando Gone with the Wind, con 226 minutos, todavía está en el clímax.
Tomemos unos momentos de descanso, viendo la publicidad:[ver]
Y sigamos ahora con fuerzas renovadas, para brevemente exponer cuestiones de la historia que dejaron a este cinéfilo perplejo: datos que contienen partes de la trama, así que ya lo saben: llegaron, como las lluvias, los "spoilers":
Avisados están: ¿quieren seguir leyendo?
[Sí, por favor / No, pesao, me largo]
Aprovecho para desear a todos una buena entrada de año 2009 y que sea mejor que el que hoy abandonamos.
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